sábado, 11 de octubre de 2008

Fabricar mentiras con inconsecuencias y falsas premisas

Comentando un escrito de Roberto del Valle sobre las Propuestas Programáticas
de Pedro Campos y otros compañeros.


Pepe Pérez y Pérez Para Kaos en la Red
Coincido con del Valle en que cualquier alternativa que asuma el socialismo en Cuba debe preservar todos los logros alcanzados por la Revolución, su intransigencia frente al Imperio y la solidaridad que ha caracterizado su política internacional, pero todo eso no se preserva con más de lo mismo, sino haciendo cambios profundos en el esquema que ya fracasó en todas partes y que tiene a nuestro país en crisis permanente hace años y al borde de la reversión y la restauración plena del capitalismo.
Dicho esto, Del Valle, vayamos a su fabricación de falsedades y a las muchas inconsecuencias de su cavilación bajo el título: “Cuba, la crisis del socialismo y la cotidianidad del cubano”.
Comparto con Usted que el pueblo reclama transformaciones que conduzcan a un socialismo superior, pero en todo su escrito no hay una sola palabra que sugiera algo nuevo, distintos a lo que se ha venido haciendo en estos 50 años. Tampoco aporta Usted idea alguna que trate de explicar por qué no se logran las transformaciones que el pueblo reclama.
Se pregunta Usted qué sucedería en la sociedad cubana si las Propuesta Programática para un socialismo participativo y democrático se discutieran en Cuba como el discurso de Raúl y se responde confusamente intercalando, entre pregunta y respuesta, palabras de Fidel: “Si se tomara al pie de la letra el concepto de revolución dado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, donde en su primera parte dice: Revolución es sentido del momento histórico, es cambiar todo lo que debe ser cambiado… pues la propuesta de Campos Santos desmontaría por completo las bases del socialismo en su concepción tradicional cubana”.
Sólo quien desconfía profundamente del pueblo, de los trabajadores y de la propia obra educacional e ideológica de la Revolución, puede imaginar que esas propuestas induzcan a confusión a los revolucionarios y lleven como objetivos desmontar el socialismo y eventualmente destruir la Revolución. Solo pensarían así los demagogos y oportunistas que alaben al pueblo cuando necesiten su apoyo y luego no lo tomen más en cuenta.
¿Y quien sería el más interesado en que no triunfen estas propuestas que podrían contribuir -como otras- a salvar el socialismo en Cuba? Del Valle, de seguro podría decirnos algo de esto, pero se lo guarda. Para mí está claro: el imperialismo y sus agentes.
¿Y Cómo desmontar un socialismo no logrado? ¿Cuál socialismo? Lo que se cayó en Checoslovaquia, la RDA, la URSS y ahora está en peligro en Cuba no fue el socialismo, sino un capitalismo estatal que el estalinismo se esforzó en hacer creer a todos que era socialismo, denunciado por el Che en los años 60, sin evolución alguna hacia la verdadera socialización y que no se cayó por propuestas como esas, sino porque intrínsecamente el capitalismo estatal, alberga todas las contradicciones del capitalismo privado y agrega otras, que lo hacen transitar inevitablemente a su origen, si por el camino la revolución socialista no llega por ninguna parte. Si Usted lo que quiere decir es que las propuestas programáticas tratan de dejar atrás, superar el socialismo de estado estalinista tropicalizado que no es socialismo, entonces sí tendría razón. Pero la palabra desmontar, no parece ajustarse, es un paso en la fabricación de una gran falsedad, ensamblada sobre una primera inconsecuencia.
Que en Cuba no hemos construido aún un verdadero socialismo, lo sabe cualquiera, ya no se puede seguir viviendo en un mundo idílico, y que lo llamado por usted “socialismo en su concepción tradicional cubana”, ni es verdaderamente socialista, ni es cubana, también es sabido. Esa idea extraña, fue importada de la URSS estalinista (sin llegar aquí a sus extremos, hasta ahora) y nada tiene en común con nuestras tradiciones martianas, ultra democráticas, influidas entonces y siempre por las corrientes socialistas más modernas, ni tampoco con el socialismo auténtico cubano que imbricó las ideas del socialismo marxista nacido en Europa con la independencia de España y de EE.UU., que nos llegó con los muchos españoles acriollados con influencias anarquistas, que estuvo presente en el Primer Partido Socialista fundado en pleno siglo XIX, en el Partido Comunista fundado en el 1925 con las ideas de Mella y Baliño, en La Joven Cuba y en los propios orígenes de la Juventud Ortodoxa y del Movimiento 26 de Julio, que de una u otra forma compartían los muchachos del 13 de Marzo. Sí tiene, ese supuesto socialismo de tipo estalinista mucho que ver con el despotismo militarista caudillista contra el que chocó Martí y nuestra sufrida patria tanto ha padecido.
Todo lo hermoso de socialismo auténtico que hay en esa historia revolucionaria del pueblo cubano podríamos perderlo por las inconsecuencias de pensamientos como el suyo. Tenemos sí una proceso revolucionario nacionalista, antiimperialista e inicialmente democrático que busca la justicia social, donde el pueblo trata de encontrar un camino hacia el socialismo, con ya 50 años, entorpecido por el bloqueo, el burocratismo y los múltiples errores cometidos, que han impedido la real socialización. Tenemos que sacar el proceso revolucionario del estancamiento en que se encuentra y hacerlo avanzar hacia más socialismo porque si no, camina hacia el capitalismo, por donde hace algunos años ya ha estado avanzando.
No discute Usted en ningún momento nada de las Propuestas, parte de la presunción, premisa triplemente errada, como otras de su escrito, de que la discusión “desmontaría por completo las bases del socialismo en su concepción tradicional cubana”. Y es triple porque como ya se ha explicado ni hemos culminado la construcción del socialismo, ni se intenta desmontar lo que hay de socialismo, ni eso es cubano y lo que intenta es hacer avanzar el proceso hacia su plena realización. Se trata de una valoración inducida, para establecer una premisa falsa, una insidia, para tratar de desacreditar las propuestas en forma premeditada y alevosa. En buenos términos, es una difamación y las leyes cubanas protegen a las personas de los calumniadores.
Esa presunción a su vez conduce a otra, implícita, a la callada, igual de superficial, sobre las mismas erradas presunciones que usted trata de colar de contrabando, porque abiertamente sería penada: “Con estas propuestas se pretende destruir el socialismo en Cuba”, a la que haría referencia, en otro artículo, otro del Valle cualquiera, amparado en el anonimato. Seguir esa “lógica de pensamiento”, sustentada en premisas falsas, inducciones e insidias, típicas de la guerra psicológica del enemigo, trataría de llevar a los lectores a donde Usted pretendería guiarlos con sus mensajes subliminales: “estos señores podrían ser presuntos traidores al servicios del enemigo”. Fabricada estaría entonces la gran justificación, no importará la ausencia de pruebas.
Así se podrían conseguir el verdadero objetivo, el que no se dice, el que Usted asoma pero que no podría lograrse en una discusión política y por tanto hay que conseguirlo de otra manera: evitar la discusión de las propuestas programáticas por el pueblo y tratar de descalificarlas antes de que sigan creciendo, tomen fuerza y los militantes del Partido las hagan suyas y las lleven al VI Congreso, puesto que nadie querrá hacerse eco de las “propuestas de un presunto y fabricado traidor, al que se descalifica por querer desmontar el socialismo”.
En fin que evade Usted, del Valle, la discusión de las propuestas, de sus conceptos fundamentales y de su sentido, que nada tienen que ver con “desmontar el socialismo”, sino precisamente todo lo contrario, acabarlo de montar y garantizar la continuidad de la Revolución; y en cambio, de arrancada va Usted, en el mejor estilo desinformador de los espías, provocadores, saboteadores y terroristas de la palabra al servicio de las campañas propagandísticas del imperialismo a atribuirle a las propuestas intenciones que no tienen y que además no pueden de ninguna manera tener, porque en Cuba nunca se ha culminado la construcción del socialismo y luego de endilgadas las tales intenciones entonces se dedica Usted a criticarlas, sin pudor ni ética, ni hacer la más mínima referencia al contenido de las propuestas. ¡Vulgar diversionismo, para desviar la atención del fundamento comunista de las mismas!
Igualmente toma Usted como absolutamente ajustables en sentido negativo las definiciones de las frases del ex Presidente Fidel Castro sobre el concepto Revolución, a las propuestas programáticas, promoviendo la idea de que “no tienen sentido del momento histórico”. Ciertamente razón tenía Fidel en el concepto y su genialidad está en su aplicación. El momento histórico que vive Cuba fue claramente definido por el propio Fidel en su discurso el 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana, cuando expresó que los revolucionarios mismos podríamos revertir la revolución si no éramos capaces de enfrentar sus problemas. Sus más recientes reflexiones están exponiendo con más claridad esos problemas: corrupción generalizada, burocratismo, privilegios. ¿Acaso algo más atinado, más a tono con este momento histórico, en la ausencia de un claro programa socialista, que presentarle al Partido un análisis de las causas de esos problemas y unas ideas básicas de cómo y hacia donde avanzar? ¿Quién no tiene sentido del momento histórico? ¿El que hace las propuestas o el que trata de destruirlas?
No se proponen las Propuestas Programáticas, según queda claro en su texto, pero sí veladamente Usted sugiere, renunciar a ninguno de los logros alcanzados por la Revolución, sino crear condiciones para hacerlos imperecederos y mejorarlos y garantizar que los trabajadores y el pueblo cubano no terminen como los pueblos rusos y este europeos rechazando el “socialismo irreal”, ese que nunca existió.
Usted, para ocultar las intenciones siniestras de su escrito, teclea en el clásico estilo de los que hablan de cambios pero nada quieren cambiar, que “hay que hacer cambios, pero no cosméticos” sin precisar a qué se refiere, qué cambios concretos podrían hacerse de verdad, para resolver los graves problemas de fondo de la sociedad cubana actual. Habla de hacer más de lo mismo, dejando intacto lo que acertadamente describe el documento como estatismo asalariado, y con lenguaje confuso y manipulador, típico de quien trata de delatar desconocimiento y muestra claramente que sabe muy bien lo que quiere y lo que no quiere, expresa: “No se puede pensar en elevar la disciplina laboral, la productividad y la calidad en el trabajo solo por reclamos de conciencia”, para entonces, con más de lo mismo, pasar a una defensa abierta del estancamiento: “Toda inversión es un riesgo, pues hay que crear un sistema de estimulación no solo para las empresas en perfeccionamiento o en el esquema de la divisa, sino para todas las que resulten estratégicas, en primera instancia, para el desarrollo y sobrevivencia de la Revolución, con control, pero con independencia para decidir el monto y modo de beneficio para los trabajadores y sus dirigentes sin afectar el imprescindible ingreso al estado”.
En ese párrafo aparentemente revolucionario y protector de la Revolución Usted desnuda todo el carácter antiproletario y estatista de su pensamiento: habla de un sistema de estimulación, como lo podría hacer cualquier capitalista, para las empresas que le interesan al estado que Usted confunde con la Revolución y a seguidas añade: “con control, pero con independencia para decidir el monto y modo de beneficio para los trabajadores”, de donde queda claro que Usted no quiere que sean los trabajadores los que decidan sobre sus ingresos, sino el aparato burocrático estatal, para seguir controlando la plusvalía que producen todos los trabajadores, como se ha hecho hasta ahora. Mientras esto no cambie, la verdad: nada ha cambiado.
Después dadivosamente expone una de sus más grandes inconsecuencias. “Hay sectores y oficios que resultan una carga para el estado, que su funcionamiento está matizado por falta de motivación, de estimulación o de recursos necesarios para su eficiente funcionamiento. Gastronomía, servicios técnicos y personales, construcción, etc. No se le puede temer a las cooperativas si bien controladas pagan el impuesto por su servicio”. Para Usted las cooperativas deberían ocuparse de las “cargas para el estado”, todo ese desastre sin motivaciones, estímulos ni recursos para su eficiente funcionamiento, vaya insignificancias: gastronomía, servicios técnicos y personales, construcción etc., señor mío ¡que manera de despreciar al pueblo, a los trabajadores y a sus necesidades! y que forma más irreverente e inconexa de reconocer lo que no acepta ningún estatista: que las cooperativas son capaces de levantar los muertos que no puede el estado. Del Valle, dan pena sus inconsecuencias.
Siguen sus inconsecuencias, hay otras muchas en su libelo: “Pero hoy en Cuba quien come, no viste ni tiene la opción de recreación. Esa triada desapareció con el muro de Berlín”. Doble embuste, en Cuba hay no pocas personas que además de comer, visten muy bien y van a los centros de recreación. La mayoría, son todos esos privilegiados beneficiados por las políticas capitalista del periodo especial que han separado cada vez más la brecha entre los que solo comen y muchos comen mal y los que comen muy bien, visten mejor y gastas miles de CUC y dólares en diversión. Pero además la pobrecía se las arregla para comer, vestir un día de fiesta y divertirse sin necesidad de gastar, pues los cubanos nos reímos hasta de nuestras desgracias y hemos demostrado saber administrarnos en la miseria. Y la triada no desapareció con el muro de Berlín. Los mejores, nunca amplios años 80, empezaron a decaer en 1985-86 cuando se declaró la rectificación de errores y tendencias negativas, que no se declaró por gusto, ya estaban presentes la corrupción, el estímulo insuficiente y el estancamiento en la producción a pesar de toda la ayuda de la URSS pues el trabajo asalariado y la excesiva planificación de todo desde arriba (tantas puntillas para tal obra aunque no tenga nada que construir), impedía el desarrollo de las fuerzas productivas. Quiso “la rectificación”, arreglar aquello con más centralización y el desastre que tuvimos pocos años después, se le cargó todo a la caída del Muro de Berlín, como ahora los destructores Gustav e Ike, cargarán con los platos rotos de estos pasados años.
Con su más infeliz inconsecuencia abre y cierra su escrito: Arriba comienza: “El pueblo reclama transformaciones…sin recetas foráneas…” y al final termina: “los cubanos….exigen y reclaman cambios…con fundamentos chino, vietnamitas”. Sin comentarios.
Ahora le voy a decir lo que yo creo que pasaría si esas propuestas se discutieran abiertamente en Cuba orientadas por el Partido: Se garantizaría la continuidad histórica de la Revolución, la gran mayoría del pueblo las asumiría, aplaudirían al Partido y a sus líderes por la iniciativa, la revolución reverdecería laureles, se renovaría el entusiasmo perdido y renacería la fe en el socialismo. Pero si además se llegaran a implementar, tenga la seguridad de que los jóvenes no se seguirían yendo del país, la producción, la productividad y el bienestar del pueblo todo se elevarían aceleradamente, no sería necesario poner a los viejos a trabajar 5 años más, las mujeres jóvenes empezarían a parir, muchos de los que se han ido regresarían, se acabaría con el robo y los desvíos de recursos sistémicos, la burocracia disminuiría considerablemente, los privilegios y las grandes diferencias salarias desaparecerían, la felicidad del pueblo sería enorme, el socialismo se haría una realidad y Cuba volvería a ser el faro revolucionarios de otros tiempos. Pero además, si se lograr hacer en vida de Fidel Castro y con su apoyo, él quedaría inscrito en la eternidad como el hombre que fundó el primer estado socialista que logró triunfar y del tal Campos, cuyo nombre no tendría porque aparecer en unas propuestas que sean del Partido, nadie se acordará, sus ideas quedarán diluidas y más que superadas en la discusión del los trabajadores y el pueblo, bajo la dirección del Partido Comunista y entonces sí, todos juntos empezarían a hacer ellos mismos su historia.
Por cierto, quien escribe esto, estuvo en el 40 Aniversario de la RDA en 1989 y vio desfilar a dos millones de alemanes, alzando fervorosamente las pancartas de viva Honecker y viva el socialismo. Pocas semanas después, esos mismos, derribaron el muro de Berlín.
Yo no quiero esa simulación ni ese fin para mi patria que tanto ha pagado ya por un socialismo esperado que nunca llegó. La verdad no está reñida con el socialismo. También quiero que mi Revolución, la de Fidel, Raúl, Camilo y el Che viva para siempre. Aprecio las Propuestas Programáticas de esos compañeros como una contribución en ese sentido, en este momento histórico

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