martes, 3 de junio de 2008

Algunas inquietudes sobre la abolición del trabajo asalariado

Por: Pedro Campos

En el presente artículo, Pedro Campos parte de comentarios hechos a sus textos anteriores para explicar el proceso de implementación de la autogestión y el cooperativismo. Asimismo analiza cuáles serían las nuevas relaciones de producción si se implementara este nuevo modelo en la experiencia cubana.

Dos artículos recientes: "Producción o salario, ¿qué va primero? y "La abolición del trabajo asalariado y el socialismo en Cuba" provocaron algunas reflexiones y comentarios sobre las supuestas intenciones "utópico-comunistas" de eliminar el dinero, los ingresos de los trabajadores y el mercado, ocultas tras la consigna marxista de abolir el trabajo asalariado.

Aunque en varios trabajos anteriores queda claro que el socialismo es una etapa de tránsito hacia el comunismo de tiempo indefinido, durante la cual persisten las relaciones monetario mercantiles hasta que predominen las relaciones cooperativas-autogestionarias y el intercambio de mercancías vaya siendo sustituido por el de equivalentes, y desaparezcan las diferencias entre el trabajo manual y el intelectual, entre el campo y la ciudad, vale la pena aprovechar la oportunidad para esclarecer el tema a quienes de buena o mala fe se equivocan en esa suposición, sea por 1) el miedo natural que en los capitalistas inspira el poder real económico en manos de los trabajadores, 2) el desconocimiento de las teorías marxistas sobre el socialismo, cultivado por el estalinismo, sus manuales y seguidores o 3) la mala fe de quienes tratan de confundir a los lectores sobre los medios y fines de la concepción cooperativista de Carlos Marx sobre el socialismo, presentándola como "continuidad capitalista", o "pasada de moda", a fin de combatirla entre los revolucionarios. Se sabe: la confusión creada por el "socialismo real" es enorme.

En ninguno de esos dos trabajos se alude a la supuesta supresión del dinero, de los ingresos de los trabajadores ni del mercado. Son pues inferencias. Ocurre que los amantes ciegos del dinero y el mercado, los nuevos adoradores - algunos criollos- de la macroeconomía, el marketing y la terminología burguesa contemporánea con la que tratan de suplantar, hacer olvidar y hasta negar las categorías de la Economía Política marxista, necesitan ver "utopías y voluntarismos", dondequiera que aparece la idea de sustituir las relaciones asalariadas de producción por las cooperativas, porque sí comprenden perfectamente que eso implica el traspaso del poder real en la economía, sobre propiedad y el plus-trabajo, a los trabajadores y su pérdida por el capitalismo, sea privado o estatal.

En el sistema de trabajo cooperativo, donde los medios de producción pertenecen en propiedad o usufructo a los trabajadores, estos no devengan salario, pero perciben un estipendio mensual para cubrir sus necesidades básicas, que va contra la repartición de la parte de la ganancia que queda para ellos al final del corte productivo, luego de descontada la reproducción de la empresa y los impuestos para fines sociales. Como sus entradas dependerán entonces, no del pago de un salario, sino de la ganancia de su empresa, el trabajador se siente dueño, ahorra, no permite que nadie sustraiga nada de allí y por tanto se siente estimulado a aumentar la productividad y la disciplina laboral. De manera que el trabajador sigue percibiendo una cantidad de dinero, pero no ya en forma de salario, como paga el capitalismo, privado o estatal. Con las nuevas relaciones cooperativistas de producción el salario pasa a ser repartición de ganancias, la tendencia natural -ante la presión de los trabajadores- a regañadientes y en contra de su voluntad del capitalismo moderno, que llega a permitir la autogestión administrativa, con limitada participación en las acciones, cuyo monto principal siempre controlan los capitalistas. Esta tendencia ya había sido señalada por Marx al valorar las sociedades anónimas (1).

Algunos despistados, es preferible creer, cuando oyen hablar de cooperativismo y autogestión, creen que queremos implantarlo de la noche a la mañana, "a la cañona", crear la anarquía y el caos en el estado socialista, cuando siempre se ha estado insistiendo en que se trata de un proceso paulatino, organizado, sistemático para fortalecer el poder de las clases trabajadoras, donde se irán extendiendo, profundizando y hasta reformando las nuevas relaciones de producción, el llamado período de tránsito, que tampoco significa dejarlo para cuando ya no haya remedio. Debe haber sí, una voluntad sostenida de avanzar en esa dirección.

En Cuba, a su manera, los trabajadores también han impuesto al "estado socialista" -que se queda con la mayor parte del excedente- una relativa repartición de la ganancia, con el desvío de recursos, las apropiaciones indebidas, los pagos por la izquierda y en especie por algunos servicios, el uso de los medios del estado para fines personales y los "robos autorizados". Es uno de los factores que permiten al autor señalar que este proceso está en marcha y que los trabajadores lo entienden perfectamente, más que los burócratas que sólo identifican allí "robo e indisciplinas de los trabajadores". La respuesta represiva, a esta reacción obrera a los bajos salarios, más tarde o más temprano tendrá que ceder al análisis sereno, al aumento de salario o mejor, a un avance hacia la autogestión, aunque la palabra cause pavor en algunos.

El capitalismo privado o estatal se apropia (más bien trata de apropiarse) de toda la ganancia con la cual hace lo que estima conveniente, lo mismo la derrocha, que la invierte en otro "negocio", que la deposita en un banco o la convierte en medios de control social (policía, cárceles, órganos judiciales, ejercito, guerras), según la demanda del mercado de capitales o las protestas y revueltas sociales.

El capitalista privado, generalmente, con el salario, paga al trabajador por el uso de su fuerza de trabajo lo suficiente para que se reproduzca. En el socialismo cooperativo-autogestionario, al repartir entre los trabajadores una parte de la ganancia, el ingreso del trabajador deja de ser salario como tal, y es a partir de ahora que el trabajador empieza a recibir más allá del valor de su fuerza de trabajo, aunque nunca el resultado completo de su trabajo pues, ya se ha dicho, una parte va para la reproducción de la empresa y otra para los impuestos.

El "socialismo de estado",en verdad un capitalismo monopolista de estado según Lenin, por la contradicción entre su sistema de distribución "socialista", que tiende al igualitarismo y su forma de producción asalariada neocapitalista, así como por el enorme aparato burocrático que necesita mantener para controlar y cuidar los medios de producción, no paga siquiera por el valor de su fuerza de trabajo a los trabajadores productivos, a los cuales considera simplemente parte de "su capital", los que terminan desvinculándose, cambiando hacia trabajos más remunerados o yéndose del país, con todo el desastre que esto conlleva.

Igualmente, por utilizar, al modo y manera de los pocos que deciden, la acumulación centralizada del plus trabajo, el "socialismo de estado" despilfarra muchos recursos, invierte donde le parece y no donde es precisamente más necesario, no garantiza la reproducción de las empresas productivas y por esas vías termina malgastando y destruyendo las fuerzas productivas.

En el socialismo autogestionario, la reproducción empresarial está garantizada junto a las inversiones sociales pero sin abandonar el pago a los trabajadores, el cual se realiza en dinero, mientras continúen entre las empresas las relaciones monetario-mercantiles, las que funcionarán por un tiempo indeterminado en el socialismo. Los estato-socialistas argumentan que la centralización de todo el plus producto es necesaria para la acumulación social socialista y la planificación centralizada, sin darse cuenta de que esa concepción antidemocrática del desarrollo de la economía termina por obstaculizarla e impide la planificación democrática que parte de los recursos de que dispone cada nivel. Si nada se deja a las empresas para su reproducción ¿cómo hacer la planificación democrática?

La consigna de la abolición del trabajo asalariado, parte sencillamente de que esta forma de organizar la explotación de la fuerza de trabajo es la típica del capitalismo, como fue el trabajo de los siervos la propia del feudalismo, o el trabajo esclavo la forma natural del esclavismo. Mientras exista trabajo asalariado y por tanto plusvalía, habrá alguna forma de capitalismo. La forma genérica de la producción socialista es el cooperativismo -la autogestión obrera- descubierto por Carlos Marx en las cooperativas que habían creado los trabajadores en el mismo seno del capitalismo, para eliminar la contradicción entre la apropiación privada y la producción social, convirtiendo en social la apropiación de la propiedad y del excedente. De manera que él no sólo descubrió las leyes de la producción capitalista, también identificó las nuevas relaciones de producción socialistas. Esto fue deliberadamente excluido de los manuales soviéticos, por el estalinismo enemigo por principio de la autogestión obrera socialista. Desde luego esto no es de fácil comprensión para los capitalistas, ni para los estatistas interesados en continuar centralizando el plus trabajo; pero los trabajadores lo entienden fácilmente.

En la construcción socialista, donde el estado ha prolongado innecesariamente su control casi absoluto sobre los medios de producción, el enfrentamiento entre el trabajo asalariado y el trabajo cooperativo-autogestionario no es más que la forma en que se manifiesta la lucha de clases por avanzar hacia la socialización de la apropiación. Aquí, lógicamente, la parte ya enferma de capitalismo en la clase burocrática que ha ido creando el estado autoritario y que es la mayor beneficiaria de la concentración del plus trabajo, se resiste al avance del trabajo autogestionario. A la larga, en todas partes donde se consolidó ese cáncer, por sus intereses creados sobre el control de los medios de producción y el excedente, terminó pactando con el capital internacional y traicionado a la clase trabajadora y al socialismo. Fue lo que ocurrió en Rusia y China, 70 y 40 años después de sus respectivas Revoluciones.

Nuestra lucha porque las acciones del nuevo gobierno de Raúl contra el burocratismo se extiendan a las bases económicas objetivas que le dan sustento (la propiedad estatal y el trabajo asalariado) y se concrete en el desarrollo de la autogestión socialista más allá de las cooperativas y el Perfeccionamiento Empresarial, es precisamente para evitar que ese desastre ocurra en Cuba y que la Revolución sea revertida, como previno Fidel en el 2005.

Socialismo por la vida.

La Habana, 1 de junio de 2008

Contacto: perucho1949@yahoo.es

(1) C. Marx. El Capital. Tomo III, Capítulo XXVII, El papel del crédito en la producción capitalista. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.

No hay comentarios: