miércoles, 28 de enero de 2009

Cuba.- Si cambia el modelo, rescatamos el proyecto.

El actual modelo se contrapone al proyecto original. Se cambia con urgencia o no habrá uno ni otro.

Miguel Arencibia Daupés Para Kaos en la Red

La palabra es para decir la verdad, no para encubrirla.
José Martí
(A 156 años de su natalicio)

“Muero por la Revolución”
Julio A. Mella
(En el año del 80 aniversario de su asesinato)


No solo la irreversibilidad del socialismo que no ha sido sino, también, la sustentabilidad del proceso, desactualizadamente llamado Revolución cubana (que ya no es), está en entredicho, básicamente a causa de su modelo político, económico y social.
Eso que fuera grave sospecha, sin tremendismo alguno, ya es un riesgo que va ganando en posibilidades de materialización con cada página que cae del calendario, y es crecientemente publicitada convicción en la mayoría del pueblo de Cuba - aun de aquellos que ni siquiera se lo confiesan- y en sinceros y bien intencionados extranjeros amigos de su proceso; sin entrar a considerar a nuestros adversarios, que se mantienen acechantes para sacar de ello la mejor tajada. Por lo menos así piensan éstos…y lo peor de todo es que pudiera ser.
Vale precisarse nuevamente que la Revolución Cubana fue determinada por la enorme carga, altamente explosiva, de muchos legados provenientes del pensamiento y la acción de nuestros aborígenes, de fundacionales figuras como las de Varela y Caballero, y la esforzada lucha de nuestros mambises, no exenta de fuertes tintes político-ideológicos y mezcla de revolución independentista, antiesclavista y burguesa.
E imprescindibles han sido las respectivas improntas de Mella (cuánto en tan poco tiempo!), Enrique Varona, Baliño, Alfredo López, Guiteras, Villena, Roa; de la Revolución del 30; de Realengo 18; los soviets de Jaronú, Mabay y Senado; de los obreros portuarios y tabacaleros; de la gente de Regla, Artemisa y Santiago de Cuba; de Jesús Menéndez, Aracelio, Chibás;
Siempre, de la avanzada estudiantil de la FEU y su Directorio Revolucionario; del Movimiento 26 de Julio, la ortodoxia y el PSP; entre otras organizaciones. Y, destacados en ella, Abel, Frank, José Antonio; Camilo, trascendente a pesar de su breve acompañamiento después del triunfo insurreccional; indudablemente, el Che, multifacético, controversial pero confiable. Y de otros cientos, miles de revolucionarios, soldados… conocidos o desconocidos mas, también, importantes actores; en fin…el pueblo.
Privilegiando en la mención, con toda justicia, el ideario y la acción de Martí, el más grande y preclaro de los cubanos de todos los tiempos.
Y…Fidel –recordemos con Martí que nada es un hombre en si, sino lo que ha depositado su pueblo en él-quien posiblemente cierre el ciclo histórico de resonantes líderes en el mundo; tanto por su especial individualidad como, básicamente, por los cambios que se vienen produciendo en los procesos de transformaciones sociales, cada día estructurados menos jerárquicamente, más horizontalmente. Así lo podemos ver en los emergentes movimientos populares, que aún necesitan dirigentes pero rotativos –como propugnara Marx. Colegiantes/colegiados con la divisa de “Mandar sirviendo”(1)
Sin que sea exhaustiva, esa relación comprende la mayor parte de lo que diera basamento a la Revolución, solidificado por el marxismo y complementado con los aportes del más esclarecido pensamiento latinoamericanista, libertario.
Todo ese fundido dio los argumentos subjetivos para valorar y enfrentar las condiciones objetivas, aquellas de una penosa realidad sufrida por la mayor parte de la población, y transformarla.
Por supuesto que en esa amalgama de fundamentos y aplicaciones anduvo, soterrada como casi siempre e, igualmente, determinante, la Incertidumbre; ese cúmulo de otras cuestiones no previstas y muchas veces incontrolables, que llegan silenciosas a cambiar la historia.
Ese amplísimo conjunto realizó las condiciones de posibilidad para una conversión que debía seguir consolidándose sobre la base de principios libertarios, martianos-marxistas, que fueron espectacular y claramente expuestos por el joven líder de la insurrección triunfante ante el pueblo de Camagüey, el día 4 de enero de ese luminoso 59:
“Libertad de prensa hay ahora, porque sabe todo el mundo que mientras quede un revolucionario en pie habrá libertad de prensa en Cuba. Quien dice libertad de prensa, dice libertad de reunión; quien dice libertad de reunión, dice libertad de elegir sus propios gobernantes libremente. Cuando se habla del derecho de elegir libremente, no se refiere solo al presidente o a los demás funcionarios, sino también a los dirigentes; el derecho de los trabajadores a elegir sus propios dirigentes. Cuando se habla de un derecho después de la Revolución triunfante, se habla de todos los derechos; derechos que son derechos porque no se pueden arrebatar, porque el pueblo los tiene asegurados de antemano.” (2)
Para los componentes del pueblo -combatientes, colaboradores o simpatizantes del movimiento insurreccional triunfante- casi no quedaron dudas de que esas declaraciones iban encaminadas a garantizar precisamente lo que, desde siempre, soñó.
Y para ese joven guía estaba claro que, quienes dirigen no tienen en sí para dar, todo sale del sudor y la inteligencia de los trabajadores; por lo que tocaa los dirigentes establecer las condiciones de posibilidad para que los demás logren hacer; producir y disfrutar libremente.
Antes, en su alegato La historia me absolverá, Fidel había propugnado, además de la elección de los dirigentes, lo siguiente: “a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros”. Acogiendo, de alguna manera, lo aseverado en el Manifiesto Comunista acerca de que el salario es la condición de existencia del capital, los trabajadores tendrían participación en una porción de las ganancias de sus centros.
Pero…aunque ya Fidel en carta, de fines del 58, a Celia Sánchez había dejado clara su posición antimperialista, al señalar que su verdadera y larga lucha sería contra los yanquis, esa confrontación vino más pronto de lo que previó, dadas las leyes estatizadoras y nacionalizadoras adoptadas. Lo que primero tomó características económicas (cuota azucarera, 1960), y a lo que siguió, con extrema y cruel agresividad, la explosión del buque La Coubre en marzo/60, el inicio del Bloqueo (enero/61), la invasión a Playa Girón (abril/61). Sobreviniendo la crisis de los misiles en octubre del año siguiente, y, seguidamente, los alzamientos en el Escambray y otros puntos del país.
A partir de ello, no quedaron dudas de que Cuba había pasado a ser una plaza sitiada, lo cual se ha mantenido en todos estos años, con diversidad de grados según el período de poder en los EE.UU. y el cambiante entorno mundial. Pero, entonces, surgió y agudizó un síndrome concomitante y las medidas que se adoptaron en función de asegurar la organización y ajuste del nuevo régimen, el incremento del nivel de concientización del pueblo y, por tanto, para consolidación de la Revolución, se mantuvieron, casi sin cambios, a pesar de que una a una ya fueran perdiendo actualidad y eficacia, convirtiéndose en lastres del desarrollo del país en lo económico, político y/o social; deviniendo en bumeranes, con el consecuente desgaste del modelo y del núcleo de dirección del país.
Siendo aparentemente un “mal necesario”, esas medidas, con una extraordinaria capacidad de sobrevivencia, quedaron determinadas como parte de los puntales básicos de un modelo, al decir de Lenin, de capitalismo monopolista de Estado; con un poco de Estado de Bienestar y bastante influencia neo-estalinista; que fue dando al traste con la sustancia declarativa libertaria de aquel 4 de enero de 1959, en Camagüey. Por lo que hoy no se puede identificar el resultado del disfuncional modelo con “esa obra más grande que nosotros mismos”; cual, sin embargo, cabía en cada uno de nuestros corazones.
Lo anterior se comprueba con la extremada apatía (recordemos lo que señalara Ché respectoa lo que sucede cuando la dirección funciona mal)y la extendida simulación mencionada por el actual canciller cubano. Lo corrobora la incontenible emigración definitiva o “temporal” para cualquier país, principalmente de jóvenes. Se ratifica con la reiteración de casos de corrupción, de incrementado nepotismo y clientelismo. Y se constata, además, al tener Cuba una desmesurada deuda externa (es el segundo país entre todos los mayores deudores del Club de París; y recordemos los empréstitos “históricos” de la URSS y otros países, amén delos recientes con China, Venezuela y Rusia, entre otros); deuda utilizada como fundamental soporte financiero para algunos logros (sobredimensionados publicitariamente) en la Salud, la Educación y el Empleo; en tanto, son muchas, fuertes y mantenidas por décadas las carencias de los ciudadanos.
Sería más incompleto este somero análisis si obviáramos señalar que el modelo aplicado, también, se avino a las características personales del reconocido joven líder; ya primer ministro y que, en 1965, en el I Congreso del PCC asume el premierato partidista. Cargos que quedarían validados jurídicamente en cuanto a su magno poder por la Constitución adoptada en 1976, que estableciera al Partido como la fuerza dirigente y orientadora de toda la sociedad, así como que la presidencia del Consejo de Ministros se ejerce por el Presidente del Consejo de Estado. Siendo Fidel, además, en lo militar, titularizado Comandante en Jefe.
Es sumamente difícil que se encuentre otro país con similar concentración de facultades directrices, partidistas, militares y estatales. Lo que, aunado a su ascendencia moral y la falta de propensión para la adopción colegiada, así como ante la crítica y la autocrítica, diera lugar a que Fidel haya compartido mínimamente las decisiones sobre las estrategias principales de la nación. Como expresa un artículo del Granma: “casi transportó en hombros el Estado y el Partido en momentos de crisis”(3), lo cual ha sido durante el término del proceso cubano; incluso tras reciente mejoría, cuando recupera una parte importante de su autoridad.
Lo que se describe ha propiciado una mezcolanza de partido-estado, además con entera subordinación de todas y cada una de las organizaciones sociales y de masas; negativa desde diversos puntos de vista en lo nacional, y en determinados aspectos de las relaciones internacionales.
Necesario es mencionar que tres tendencias de criterios para la aprobación de esa concentración de poderes hanexistido en Cuba. La muy disminuida de los seguidores incondicionales, ciegos por la fe. Otra, la de los que ven sus negatividades pero, puestos a escoger, están creídos de su necesidad. Y la de aquellos “clientes”, aupados y anquilosados en distintos niveles de la superestructura estatista (o paralela, subordinada a ella), que aborrecen, por instinto, cualquier tipo de cambio, y más acendradamente aquel que erosione –en cualquier grado- tal poder unipersonalque les protege sus favorecidos status de vida.
Con muy diferentes propósitos, los integrantes de las tres corrientes aprobadoras, con fuerza política, administrativa e, incluso, militar, han auspiciado como línea del PCC el sentido de que la unidad del pueblo cubano pasa inexorablemente por la figura del líder y que, incluso, éste es la Revolución. Lo cual, para la inmensidad del pueblo, se ha evidenciado que no es así, después de la experiencia de un significativo número de meses en que, por su gravedad, estuvo alejado de toda vista pública y se desconocía su estado de salud (“secreto de Estado”) o se lograba sólo alguna referencia emitida por Chávez, Lula o, muy eventualmente, algún dirigente cubano autorizado. Y, sin embargo, el país siguió transcurriendo en su –acostumbradamente semi-paralizada- habitualidad.
Hoy, pensamos que buena parte de los principios del antimperialismo, la solidaridad y el internacionalismo de Fidel, no serán erradicables de las mejores concepciones de los revolucionarios cubanos. Él fue una de las principales claves para elevar a Cuba del nivel de la “Havana banana” hasta la alta dignidad de un país reconocido en todo el orbe.
No hay duda que dentro del pueblo se mantendrá el sentimiento de respeto para con él pero, mayoritariamente, se considera deseable un definitivo alejamiento de las actividades directrices, dado en llamar popularmente “mandeliano” (por el del líder sudafricano Mandela), en que se constituya como un especial consejero.
Igualmente, se demanda que quienes lo han acompañado en la dirección del país logren -de una vez y por todas- sustancial cuantía de confianza en el pueblo (según se ha exaltado con razón: “hay muchos camilos y chés”) y en los cuadros de éste, que ellos mismos han coadyuvado a formar, para que -gradual pero inmediata e ininterrumpidamente- cedan paso a elementos capaces de las siguientes generaciones.
Si eso no fuera posible o, siendo viable, no se comience a hacer ya, habría que concluir en que la Revolución ha fallado totalmente en cuanto a la política de cuadros, al inobviable cambio generacional, y que tiene asegurado el anticipado “éxito” de sus causas entrópicas. A no dudarlo, sería imposible llegar siquiera a los 70 años de proceso, como en la URSS.
El relevo por el que hoy espera el pueblo sería cónsono con lo proclamado por Fidel, en la histórica escalinata de la universidad habanera, el 13 de marzode 1966, cuando proclamó ante el mundo:
“...........Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes.Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes (APLAUSOS); hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos; hacemos votos para que jamás esos métodos de monarquías absolutas se implanten en nuestro país y que se demuestre con los hechos esa verdad marxista de que no son los hombres, sino los pueblos, los que escriben la historia (APLAUSOS).
“.........Quienes se creen insustituibles para sus pueblos piensan con la misma mentalidad de esos que creen que asesinando a los dirigentes de la Revolución asesinarán la Revolución (APLAUSOS).El día en que cualquiera de nosotros se creyera indispensable, estaría pensando igual que esos terroristas; dejaríamos de ser marxista-leninistas (APLAUSOS).
“.........Y volviendo, para finalizar esta parte, a la idea que expresara, a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor.Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochería se haya apoderado de ellos (APLAUSOS).“ (4)
En relación con ello, es imprescindible recordar un fragmento de la carta, de 20 de octubre de 1884, que le escribiera a Máximo Gómez:“ Y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo. “ (5)
Alertas se reiteran en cuanto al incremento de evidente falta de suficiente capacidad en el mantenido núcleo dirigente del país para adoptar estrategias valederas, realmente efectivas ante las nuevas especificidades del devenir nacional. Buena parte de esas señales, aunque no todas, se hicieron patente en los miles de análisis colectivos a que convocara Raúl; pese a que, como es usual en nuestros medios, casi no se haya informado sobre los resultados de tales reuniones.
De esas actividades, debió emerger un listado de problemas y sus respectivas posibles soluciones. Sin embargo, se ha ido adoptando principalmente medidas contraproducentes que, por ahora, sólo legalizan posibilidades que ya disfrutaban los “pudientes”; en tanto, se deterioran condiciones para la mayoría “carente”. Otras son tendentes a exigir más esfuerzo para los “de a pie” (los de siempre), como la recién dispuesta y muy controvertida Ley de Seguridad Social, que –sin mínimas precondiciones- aumenta los años de edad y de trabajo para las jubilaciones, cuando la mitad de la población no tiene disposición para vincularse estatalmente, y menos el 60 % de los jóvenes arribantes a edad laboral, debido a la reconocida insuficiencia de los salarios que se remuneran por el Estado.
Quedando, sin embargo, en absoluta omisión capitales medidas, como la socialización de los medios a partir de formas alternativas a (y conjuntas con) la estatal, y las libertades de migración dentro, desde y hacia el exterior del territorio nacional; así como de expresión, reunión y asociación. Todas consagradas en la Constitución vigente pero utópicas en su práctica aplicación, dadas las regulaciones que las “implementan”.
Medio siglo es más que suficiente, pese a la presión de “fortaleza sitiada” de Cuba,para no tener que (según algunos, plattistamente), estar a resultas de las elecciones en EE.UU.,y posponer por más de dos períodos estatutarios, de forma inconsulta y menos autorizada por la militancia, nuestro VI Congreso del Partido sin contar siquiera con consensuadas estrategias nacionales, que no ya la inexistente por mucho tiempo Plataforma Programática. Caso análogo a lo sucedido entre los congresos 18 y 19 del PCUS, en que mediaron 13 años; según el discurso central de ese evento(4), causada tal dilación por la aguda centralización unipersonal del poder y la subestimación de Stalin en relación con la membrecía partidista.
Debe subrayarse que el Congreso no es solo la más importante reunión de los comunista cubanos a realizar cada cinco años, sino y fundamentalmente el órgano supremo del Partido, que se ha visto suplantado con esta excesiva demora, cual ha impedido constituirse y decidir al que, según los Estatutos propios, es órgano máximo del PCC, fuerza orientadora de la sociedad, conforme a lo preceptuado en nuestra vigente Constitución.
Cinco décadas es demasiado como para seguir teniendo a la Asamblea Nacional del Poder Popular como “plaza tomada” por el unanimismo (ya no cabe más “Voto Unido”; o unidad irreal, como expresara Raúl), el autoritarismo, el burocratismo y la simulación. La ANPP debería ser uno de nuestros esenciales paradigmas de democracia popular, pero hoy tiene dolorosamente el mote de Auditórium Nacional, porque los delegados asisten a oír, entonar los acordes “orientados” y aplaudir con gran entusiasmo; sin reales debates, como sería lógico, normal y obligado en un órgano de este tipo.
Incontestablemente, el Pueblo tiene bastante extraviado su poder.
Diez lustros son más que suficientes para que se materialicen las concepciones expresadas por Fidel aquel 4 de enero de 1959. Eran/son los fundamentos para –culminando la etapa transicional previa- iniciar la construcción de un verdadero proceso de construcción socialista, que se ha quedado congelado en sus muy incipientes comienzos.
En fin…cumplir cincuenta años significa para un proceso como el cubano alcanzar su mayoría de edad. Lapso como para que este pueblo pueda por sí determinar e implantar el modelo que precisa. Conociendo que la casi absoluta estatización de los medios de producción y minúscula existencia de algunas formas alternativas de propiedad no es socialismo. ¿Acaso no dijera Marx que el libre desarrollo de cada uno es condición indispensable para el libre desarrollo de todos?
Quien esté de acuerdo con el tan divulgado decálogo sobre el concepto de Revolución, tendrá que coincidir en que el obsoleto modelo socio-económico y político cubano se queda corto. De aquél, dos constituyen los puntos de culminante asunción hoy: “Tener sentido del momento histórico” y “Cambiar lo que deba ser cambiado”. Pero…cambio dentro de la intención socialista y no transición hacia una democracia aún más representativa y de capitalismo –paso de la dictadura de la élite funcionarial (tempranamente criticada por Martí) a la explotación neoliberal y salvaje. Tampoco, a un capitalismo teñido de rojo, muy eufemísticamente llamado“socialismo de mercado”, con exceso de lo segundo y casi nada de lo primero; cada vez con mayor brecha entre pobres y ricos. Capitalismo es igual a capitalismo; otra ecuación no da exacta.
Ese “tránsito” no es lo que quiere el pueblo cubano y… el mundo entero lo sabe. El pueblo de Cuba quiere transitar del Estatalismo al Socialismo. Pero… Socialismo sin Democracia no puede existir y sin –su melliza- la Libertad menos aún; ambas conllevan a la equidad social (no confundir con igualitarismo).
Rememoremos que quienes principalmente tenían las armas durante los primeros años de la Revolución y triunfó en Girón no fueron los componentes de un ejército profesional sino los batallones de las milicias, el pueblo. Y que las cooperativas que existieron durante esos años, fueron -como nunca más- altamente productivas y gananciosas. En ese corto período, se hizo una de las tres más grandes zafras de la historia cubana, sin tener que paralizar el resto de las actividades de la economía como en el 70. ¡Qué satisfacción para Marx… y para Lenin quien llegó a expresar que el Socialismo era la sociedad de cooperativistas cultos y libres! Después, todo ello se tronchó.
Por todo ello, ahora, hay que confiar en el pueblo…plenamente, o el proyecto revolucionario y no sólo este modelo circunstancial, por el que se le ha pretendido materializar tan pobremente, fracasará de manera definitiva.
Dijo Martí: Honor a quien honor merece, y damos el debido merecimiento a la actual núcleo de real dirigencia del país, mas -con todo respeto, como señalara una reconocida socióloga marxista (5)- ésta ya no cuenta con el término biológico, ni la disposición mental para provocar los cambios que el país necesita. Y, sin posible objeción, el poder debe ser verdaderamente popular.
La generación del 53, la del Centenario, surgida dentro del capitalismo (algunos de las filas de la burguesía), hizo triunfar la lucha armada contra la tiranía y llegó hasta el actual estadio. Las actuales generaciones, surgidas y formadas dentro de un entorno mejor, tienen –al decir de Martí- “hombros anchos” donde puede descansar el futuro de la Patria. Sin cortapisas, eso es dialécticamente lógico y biológico.
El fracaso definitivo del proyecto original, es ambición de los que nos adversan, pero aclaremos que sus enemigos no están polarizados geográficamente. Hoy existen en “ambas orillas”, la –por día, más- pequeña “raspa quemada” de “allá” muy aullante; los “tapaítos flotantes” de “acá” –en cantidad estable- muy acallados, pero -de un lado y otro- existen y actúan. Cola y cabeza de la misma serpiente.
No obstante, el pueblo cubano, desde lo más profundo de su convicción y más efectiva actuación revolucionarias, logrará EL SOCIALISMO que anhela, mediante un modelo verdaderamente socializador de los medios y de las decisiones. Y, en ese empeño, TRIUNFARÁ!!!

28 de enero de 2008

Notas:
1 Expresión del Subcomandante Marcos del EZLN, Chiapas, México.
2 Discurso de Fidel ante el pueblo camagüeyano, en 4 de enero de 1959, durante la marcha victoriosa hacia la capital.
3 Fidel, el Aquiles comunista. Diario Granma, órgano oficial del PCC, 12 de agosto de 2006.
4 Discurso de Fidel en la escalinata de la Universidad de la Habana, en 13 de marzo de 1966.
5 Fragmento de carta de Martí a Máximo Gómez, de fecha 20 de octubre de 1884.
6 Discurso deN. Krushov ante el 20 Congreso del PCUS, 1956.
7 Danielle Bleitrach, Quién es Raúl? Publicado en Rebelión.

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