Crítico contra la burocracia que gobierna su país, este periodista está a la vanguardia entre los que piden propiedad social, cooperativas, autogestión y propiedad mixta de Estado y ciudadanos.
Fernando López de La voz Para Kaos en la Red
Félix Guerra accede a ser entrevistado sin ningún tipo de prevenciones. Nos recibe un domingo en su departamento de La Habana. Son las 10 de la mañana, nos invita a almorzar y charlamos hasta la tarde, como viejos amigos. Periodista (publicó en numerosos periódicos y revistas nacionales y extranjeros), poeta y narrador, tiene fama de decir siempre lo que piensa, y ahora lo hace desde el sitio kaosenlared.net-Cuba y El Tintero Colectivo, donde debate con otros intelectuales sobre la actualidad y el futuro de la isla, y el porqué de los cambios que estima imprescindibles "para llegar al socialismo".
–A 50 años del triunfo de la revolución, ¿cuáles fueron los mayores logros?
–Muchos, no habría memoria suficiente para recordarlos. El cambio fue apoteósico y creó esperanzas desmesuradas. Empezó una Cuba nueva. Durante los primeros años nos sentíamos felices y poco críticos, adherimos de cuerpo y alma a aquellos líderes, entre ellos a un argentino carismático cuya muerte temprana lo preservó del desgaste de gobernar largo. A medio siglo del triunfo, después de una reforma agraria, campañas de alfabetización, cambiar estructuras económicas del país, nacionalizar recursos, Cuba es el único país en el mundo cuya revolución, creo, sigue vigente en espera de cambios trascendentes. En aquella época tuve oportunidad de estudiar, y así me hice director de la escuela nacional de cuadros de la AJR, luego subdirector de la revista Mella (vocero de la UJC), luego periodista. Empezábamos a leer a Marx, Engels, Lenin, Hegel, Aristóteles, estudiábamos otras culturas, nos fuimos universalizando desde los pequeños patios donde vivíamos. Aprendíamos a aprender, a hacer la revolución en medio de la ventisca. Al mismo tiempo se cometían aciertos y errores. Cuando leí el Elogio de la duda de Bertold Brecht, me produjo gran impacto. Aprendí a dudar. Un día no me gustó alguna decisión y dudé si yo era marxista porque no estaba de acuerdo. Hoy estoy persuadido de que seguir el marxismo de forma incondicional, con manuales y orejeras, conduce a la religión y el dogma. Igual ocurre con Martí. Soy evolucionista, pero ¿cuánto aprendí de Darwin para decir "soy darwinista"? Ocurre con Einstein y otros. Hay que fundir constantemente en disímiles crisoles, regresar y respetar los orígenes y hacer actualizaciones bajo el sol de hoy.
–La principal crítica al Gobierno es que en Cuba no hay libertad. Noto que la gente se queja abiertamente de las cosas que no gustan, pero no canalizan su descontento.
–Ahora entendemos que la revolución es un gran cambio en el terreno de la economía y no sólo en el de las ideas. Y viceversa, por supuesto. Hace años usábamos la palabra "democracia" para referirnos a la política en Estados Unidos. Es irracional abandonar esas herramientas humanas al capitalismo: es imprescindible llegar a la democracia socialista en cualquier parte. En Cuba, sería la primera democracia no clasista en el mundo. La democracia capitalista es sobre todo para ricos y dueños privados. Los pobres y las mayorías apenas tienen democracia. El socialismo será democracia inclusiva y en expansión, no disfrutada antes. Leer y debatir ayuda a descubrir esa democracia. Y la estamos fomentando. Antes se hablaba de "unidad". Unidad frente al imperio. Un pensador cubano dijo: "Unidad, pero en la diversidad". Además, diversidad escuchada, debatida, publicada, asimilada. Ese es el camino. Estaremos unidos siempre que tú sepas lo que pienso y yo lo que piensas tú. En las primeras décadas hubo una funesta intolerancia ideológica, religiosa, sexual, generacional. Eso va cambiando. Pero es un camino constante a recorrer, con metas volantes, en llanos y montañas. En épocas pretéritas, desde la esclavitud, la ideología del esclavo se resumía en una palabra: libertad. Luego se agregó el resto.
–Otra crítica recurrente a la revolución cubana es la del partido único.
–Un partido único, asociado íntimamente al Estado, a una sola comprensión ideológica y a dirigentes únicos, provocan dogmatismos y abusos de poder. Yo nunca pude votar por los líderes, ni por la gente que admiré en la revolución, porque el sistema electoral me obliga a votar por alguien de mi pequeña circunscripción, a veces no sé quién es ni conozco sus intenciones, y de ahí para arriba ya no tienes más nada que ver con el resto. Los que salen electos se eligen entre ellos. Democracia muy insuficiente. Yo hubiese votado también por el Che de aparecer la oportunidad. Necesitamos un pluralismo de base socialista, se trata de que las decisiones no sigan quedando en manos de dirigentes "iluminados" henchidos de respuestas. Dudar me llevó a la idea de que mientras no haya "propiedad social" no habrá socialismo. Ahora hay "estatalismo". Tratamos de limpiar la palabra "socialismo", en la que muchos no creen por errores cometidos en su nombre. No fue defendido en la Unión Soviética, donde el cansancio era enorme. No significa renuncia, al contrario. Vivimos el capitalismo colonial, sin horizontes, y veo el actual, con ejemplos como Bill Gates, con una fortuna desproporcionada. Resulta inmoral cuando en Estados Unidos aumenta el desempleo y se pasan gorras para pedir limosnas. Ese no es el modelo.
–¿Crees que ahora, a 50 años, esos cambios son posibles?
–Soy escéptico y optimista: lo uno conlleva lo otro. No será fácil, la burocracia depreda, el poder corrompe y a veces absolutamente. Todo ser humano tiene un ego que crece a diario si nos halagan y nos empezamos a creer cosas. Cuando no hay ambiente de debate, las ideas se van petrificando. Sin Stalin acumulando cargos y poder, ni existiendo esa dictadura que no era del proletariado, la gente y su participación hubiese obligado al recambio de dirigentes. Si el capitalismo corrupto lo hace y renueva caras y esperanza para que la gente crea, aunque sigue siendo una sociedad muy polarizada de pobres y ricos, el socialismo tiene que ser cualitativamente más democrático, participativo, justo, igualitario, una compuerta abierta para la producción y la productividad colectivos, individuos plenos y emancipación humana.
–¿Qué reformas económicas habría que hacer en Cuba?
–En primer lugar, la propiedad social implica diversas formas de propiedad, sin excluir privada, personal y estatal. Es parte de las reformas estructurales que la gente pide. Propiedad social, cooperativas, autogestión, propiedad mixta de Estado y ciudadanos, tierras cooperativizadas (no minifundizadas), usufructos gratuitos por tiempos determinados, etcétera. Más créditos y asesoramientos técnicos. Y sí, esta es mi casa y este mi auto, superando el estado actual de es mío pero no es mío. Si lo hacemos, descubriríamos que eso implica ideología, pues recogemos lo mejor que subyace en la sociedad. La propiedad estatal conduce de nuevo al capitalismo, y entretanto crea castas y privilegios. Así es imposible el socialismo. En una época pensé que los soviéticos habían llegado. Alguien mintió e hizo efectos muy dañinos a los revolucionarios del mundo, les quitó esperanzas y objetivos. Faltó inteligencia, audacia y visión para salvar aquel "socialismo". Autoritarismo, burocracia, corrupción colocaron las primeras piedras. Luego, no ver la opción correcta dio al traste con el enorme y costoso proyecto.
–Ese descontento con la burocracia se percibe en la gente, sin embargo, al preguntarles por qué no protestan, responden: no se puede. ¿Es así?
–En buena medida. La gente tiene que encontrar vías. Los jóvenes ven las parcelas de sus existencias y a partir de ahí tienen visiones muy diversas. Pero al no poder expresarse sin tapujos, se gangrenan, no tienen inoculado aún el antibiótico de la libertad. Yo mismo, que escribí en periódicos del partido, no logro hacerlo libremente y utilizo Internet, sitios como kaosenlared (que se creó en España y tiene una filial cubana, donde publica toda la izquierda). Periódicos como Juventud Rebelde abrieron diminutos espacios a la crítica, algunos muy formales. Errores que se cometen desde hace 20 ó 30 años siguen apareciendo sin resolverse. ¿Por qué no se adoptan medidas? ¿Los dirigentes no leen estas columnas? ¿Qué tipo de indolencia ideológica es esa?
–La última: ¿funcionan los estímulos morales, esos que el Che le atribuía al "hombre nuevo"?
–Creo que funcionan, pero somos seres materiales que aspiramos a más. Es imprescindible acompañar una cosa con la otra. Se necesitan también estímulos materiales, porque ¿quiénes somos? Criaturas apetentes, soñadoras, mortales, que escalamos desde las cavernas y el fuego. ¿Nos conformamos con cualquier alpiste? Aspiramos a eso que nombran felicidad, en las diversas acepciones, al universo, no importa su infinita dimensión. Cada día amanecemos hombres y mujeres nuevos. Decisivo es saber si nos encaminamos en la dirección correcta.
http://www.lavoz.com.ar/suplementos/temas/09/03/22/nota.asp?nota_id=50 0617
Domingo 22 de marzo de 2009
Entrevista al escritor cubano Félix Guerra
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