domingo, 5 de abril de 2009

Cuba, Raúl Castro y una anécdota sobre no citarle


por Manuel David Orrio


inSurGente


Mientras aporreaba el teclado en mi biblioteca para anotar algunas impresiones y al menos paliar el sufrimiento, mi madre agonizaba en la habitación de al lado. Quizás solamente esperaba para morir a que su único nieto -mi hijo- llegara del cuartel donde cumple su tiempo reglamentario de servicio militar, previo a su ingreso en la Universidad. Pero las fuerzas no le alcanzaron; falleció al mediodía del 13 de marzo, justo cuando un coronel ordenó a un recluta de AK-47 y 120 tiros al pecho:”vuele, que la abuela se le está muriendo”. (…)”“Dios nunca juega a los dados”, gustaba decir Einstein. Tal vez toda la vida me pregunte si el maremoto de desgracias personales que me cayó encima a lo largo de más de un año, tenía por esotérico objetivo alejarme de mi oficio de periodista, exactamente para que no publicara una curiosa anécdota. Loco estaba por hacerlo, a ver si alguien me explica cómo es posible que en Cuba un alto dirigente del periodismo criollo me haya pedido POR FAVOR… QUE NO CITE A RAÚL CASTRO.
Quede claro; no apunto el nombre de ese colega porque el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba me faculta para ejercer esa caballerosidad y porque a fin de cuentas la perra vida, la maestra vida, se encargó de sazonar el episodio con una de sus infinitas ironías. Exactamente al mes de pedírseme no difundir el pensamiento del entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fidel Castro enfermó y delegó sus poderes ganados ante la Historia en la persona de su también hermano.
¿Prohibición abierta, subliminal? Ni lo sé, ni me interesa saberlo; la censura burocrática al ejercicio de un franco debate entre revolucionarios puede tener muchas caras, y una de sus más efectivas puede ser la de una cariñosa palmada sobre un hombro, para no contar de una autocensura objetada por Fidel con estas palabras:
“…aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. A veces hay el temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa. Y hemos estimulado el espíritu crítico. Llegamos a la convicción de que es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque constituye un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema.” (1)
Desconozco si me “llamarán a contar” no ya por citar a Raúl, sino al mismísimo Fidel, y además estimo como 99% cierta la buena fe del funcionario protagonista de la anécdota de marras. Si actuó por iniciativa propia, u orientado desde “tal o más cual altura”, quiero seguir pensando que él, y los presuntos involucrados, lo hicieron guiados por esa lógica de sitio, tan bien descrita por el líder histórico de Cuba.
Insisto: 99%. Pero el 1 restante me dispara el no creer ni en la paz de los sepulcros inculcado por los jefes que durante 11 años me dirigieron en mi misión de defensa de la Patria como hombre de la Seguridad del Estado, en tanto que combatiente secreto contra la “éticamente inaceptable” política de los Estados Unidos hacia Cuba, al buen decir de Juan Pablo II.
Ese 1% de extrema desconfianza, de alerta máxima ante la presunta intención de coartar el sano debate que está teniendo lugar en la sociedad cubana de ahora mismo, no es gratuito, si se consideran contenido y contexto en que la petición de NO CITAR se hizo.

Entre el 17 de noviembre y el 24 de febrero


Por aquellos meses del 2006 anteriores a la delegación de poderes del entonces presidente Fidel Castro, las páginas del prestigioso diario digital de izquierdas http://www.rebelion.org/ eran escenario de intensas discusiones sobre el futuro de Cuba, nacidas tras el discurso pronunciado por el líder criollo el 17 de noviembre del 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde una alerta roja fue lanzada: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”. (2).
Participé en esas discusiones con dos artículos anteriormente publicados en www.insurgente.org: Cuba: Constitución vs. socialismo ¿reversible? (3) y Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles? (4)
En el primero opiné que el camino para preservar la Revolución y continuar hacia adelante pasaba por el respeto irrestricto a la Constitución de la República, en país que se ha destacado por sufrir de numerosas legislaciones y regulaciones absolutamente inconstitucionales. Interrogué en esas líneas si es socialismo que con una Constitución que se proclama socialista se incurra en inconstitucionalidad, y me respondí a mí mismo: ”Evidentemente, no. Y más que evidente, peligroso. Si esos fenómenos se entronizan puede ocurrir que para la percepción de los cubanos un retorno al capitalismo contenga un aspecto justiciero, nada más por el aquello de liquidar un divorcio entre proclama y ejercicio.” (5)
“'Para su momento –continuaba- esa formación socio-económica fue un progreso enorme para la Humanidad, descrito por Lenin en estos términos: “el capitalismo, en su lucha triunfante contra el feudalismo, garantizó la igualdad de derechos jurídicos de todos los ciudadanos. Corresponde a nosotros (los partidos obreros de la época)… garantizar la igualdad de derechos económicos'” (6)
Asimismo, en el posterior Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles?, llamé la atención sobre un hecho que me pareció completamente fuera de lugar para el verano del 2006 y lo seguiría siendo para estos momentos: que la prensa cubana no hubiera publicado una línea acerca de cuanto agitaba las páginas de un periódico revolucionario tan prestigioso como http://www.rebelion.org,%20razón/ por la cual expresé:
”…parece anacrónico que el debate que está teniendo lugar en Rebelión sobre el futuro de Cuba no encuentre reflejo adecuado en la prensa de alcance mayoritario para el cubano de a pie. Más de un 90 % de los jubilados isleños no accede al Internet, ni lee aquel diario. O sea, un millón de compatriotas, sólo para comenzar. Más de 700.000 cubanos son graduados universitarios con derecho a interrogar si no es una ofensa para sus bien ganados diplomas el que alguien decida por ellos cuáles han de ser sus fuentes informativas, sobre todo en tema que les concierne de cerca y respecto a un medio cuyo prestigio como prensa revolucionaria es indiscutible. Entonces, mi pregunta en pie: ¿por qué tantos cubanos enajenados de un debate?” (7)

Surrealismos, tropicales surrealismos: nadie pareció sentirse ofendido, asustado, inquieto o siquiera preocupado, ante la observación de que más de 700.000 universitarios pudieran sentirse desplazados en sus derechos por enajenarles de un tema que muy de cerca les concierne, entre otros millones de cubanos. Especulando, puramente especulando, la causa del “halón de orejas” habría sido respaldar con ideas del General de Ejército un fuero refrendado por la Constitución de la República.

¿Qué pudo molestar, de buena o mala fe, cuando se me pidió NO CITAR A RAUL CASTRO? Pues haga el lector sus propias conclusiones, con las citas de entonces a la vista:
“Hay que desterrar la apología y la autocomplacencia; no se trata de describir cuánto hemos hecho, sino de analizar con sinceridad cuánto de lo que se hizo dio realmente resultados y qué debemos hacer para que nuestro trabajo sea mejor… debemos aprender no sólo a discrepar, sino a estimular el libre debate de las opiniones discrepantes, para que las ideas sean mejores y el convencimiento mayor… Téngale más miedo a un adulón que a un agente de la CIA.” (8)

Desde mínimo 1994, hasta su toma de posesión como Jefe de Estado de Cuba y el día de hoy, el General de Ejército ha sido coherente con una manera de pensar y de actuar donde, como dijo el 24 de febrero de este año: “No hay que temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones, si es encauzado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad” (9).

Obsérvese: libre debate de las ideas discrepantes si el mismo se encauza con “propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad”. Pues bien, valga entonces apuntar que con la Constitución de la República, buena parte de sus legislaciones complementarias y el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba, la tierra de José Martí dispone de casi todos los instrumentos necesarios para que en los medios de difusión masiva exista ese libre debate, animado por propósitos sanos y criterio responsable.

Si acaso, falta una Ley de Prensa, o de Libertad de Expresión e Información, donde se detalle el derecho al ejercicio de dichos fueros por todos los ciudadanos, periodistas y hacedores de opinión incluidos. Si como dice la Ley de leyes, los medios de difusión masiva son propiedad de TODO EL PUEBLO, entonces va siendo hora de dotar a esa propiedad, o a su usufructo, de nombre, apellidos y hasta “Carné Idá”, como se nombra humorísticamente al principal documento identificatorio cubano.

¿Existe conciencia de la necesidad de ese marco legal bien definido? Pues bueno sería formular esa interrogante a una destacada colega, quien en una ocasión se vio obligada a recordar mis probadas lealtades a ciertas personas, para las cuales parecí casi contrarrevolucionario ¿Motivo? Haber expresado en cierto foro exactamente eso: que en Cuba no se justifican determinadas censuras, ante todo por su ilegalidad y por su carácter violatorio de una ética periodística constituida.

Mandato de muertos…y de vivos

Mis difuntos padres sabían dónde se ocultaba Fidel antes de éste partir para México, de donde retornó como primer expedicionario del Granma; mi madre sufrió en silencio durante 11 años mi imagen pública de traidor a la Revolución, plenamente enterada de mi verdadera identidad como combatiente secreto de la Seguridad del Estado, y hasta palió el hambre de alguno que otro de mis jefes durante los días más duros del llamado Período Especial; mi hijo, ahora de AK-47 y 120 tiros al pecho, está listo para matar y morir si al actual Gobierno de los Estados Unidos le da un ataquito de histeria que resulte en una invasión a Cuba.

Por todo ello, mucho lo lamento, porque voy a seguir citando a Fidel, a Raúl y a cuanto revolucionario se me ocurra.

Y como Nicolás Guillén en cierta ocasión, punto, fecha y firma. Así lo dejo escrito.



Se puede reproducir siempre que se cite al autor y a inSurGente


Fuentes:

1.-. Ignacio Ramonet. Cien Horas con Fidel.

http://www.cubaperiodistas.cu/prensa/fidel_ramonet.html
2.- Fidel Castro. Discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005. http://www.cubaperiodistas.cu/prensa/fidel_ramonet.html
3.- Manuel David Orrio. Cuba: Constitución vs. socialismo ¿reversible?http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27670
4.- Manuel David Orrio. Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles?http://www.rebelion.org/noticia.php?id=31605
5.- Ibídem 3.
6.- Ibídem 3.
7.- Ibídem 4.
8.- Ibídem 4.
9.- Raúl Castro. Discurso pronunciado en la Asamblea Nacional del Poder Popular el 24 de febrero del 2008.

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