sábado, 18 de abril de 2009

Dos artículos de Manuel David Orrio


Cuba, su prensa digital y la interactividad

Para quien no lo sepa, el mayor salto de calidad aportado por el periodismo digital es la interactividad

Manuel David Orrio Para Kaos en la Red

Por Manuel David Orrio
orrio@enet.cu

La Habana,09/04/11.-Quiero comenzar por agradecer al colectivo de Kaos en la Red mi incorporación al mismo en tanto que colaborador, porque esa publicación digital no sólo se distingue por haber devenido una plataforma de la izquierda capaz de superar al trauma del crack del llamado socialismo “real”, sino porque además cumple con muchos de los requisitos caracterizantes del ya no tan novedoso periodismo digital.
Para quienes no lo sepan, el mayor salto de calidad aportado por ese periodismo es el de la interactividad. No es lo mismo leer, escuchar radio o ver televisión, que gozar de todas esas posibilidades combinadas y disfrutar, si los editores lo deciden para su diseño web, del derecho de difundir la opinión propia sobre el mensaje recibido, prácticamente en tiempo real.
Kaos en la Red se distingue por brindar ese derecho en respeto al fuero ajeno, por cuanto también ofrece la oportunidad de moderar y eliminar aquellas opiniones que en otros escenarios serían materia de los tribunales. Sí, de los tribunales, porque en todo el orbe las injurias y calumnias aparecen tipificadas como delitos.
Mucho respeto a los editores web de todas las publicaciones alternativas al discurso mediático transnacional. Pienso en Rebelión, para sólo citar un ejemplo sin dudas trascendente, como tanto admiro a los de la prensa digital cubana, quienes hacen su trabajo, a veces, por el puro milagro de la consagración y entrega.
He visto, acá en Cuba, cómo una modesta radioemisora municipal hace una página web de calidad.Pero en condiciones de indigencia tecnológica tal, que uno se pregunta cómo es posible navegar por el tempestuoso ciberespacio a bordo de una canoa.
Sin embargo, Kaos en la Red supera a la misma Rebelión precisamente en el tema de la interactividad. Y si bien es cierto que en Cuba se hace periodismo digital “a como dé lugar”, también lo es que en un número de medios de difusión masiva se dispondría del soporte tecnológico y profesional necesario para garantizar la interactividad distintiva de ese tipo de periodismo. ¿Por qué no se hace? Carezco de respuestas por ahora, aunque sí viví una anécdota que vale relatar.
Hará unos tres años cursé un Diplomado de Periodismo Digital en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, radicado en pleno corazón de la capital. Durante uno de los talleres programados, dos estudiantes de último año de la carrera periodística presentaron parte de sus tesis de grado, las cuales versaban sobre el objeto del curso.
Ambas exposiciones fueron la mar de interesantes y complementarias, además de al parecer no contar con precedentes académicos en la Isla. Una historiaba el periodismo digital cubano desde sus inicios hasta ese momento, en tanto la otra analizaba las tendencias diría descubiertas en el desarrollo de aquel. Se podía discrepar o no de las conclusiones, pero indudable era el mérito de los dos ejercicios.
La segunda de las disertaciones, tras ilustrar ampliamente sobre tendencias positivas o negativas, criticó la ausencia casi total de interactividad en el periodismo digital cubano, y acertadamente señaló que la prensa criolla, como regularidad, se limitaba a “volcar” en Internet lo impreso, radiado o televisado, sin tomar en consideración las infinitas posibilidades de retroalimentación presentes en la interactividad. Ahí mismo, exactamente ahí mismo, se pasó de “la tragedia al sainete”.
La disertante, una rubia delgadita de misteriosos encantos, de ésas cuyas breves colinas culminan en botones de rosa, presentó la entrevista que realizó al director de uno de las más importantes publicaciones del país, y en la cual éste hacía una rotunda crítica y autocrítica por la falta de audacia presente en que la prensa cubana no acabara de dar el salto de calidad hacia una interactividad como la de Kaos en la Red , aunque no se refirió a ese diario; lo menciono yo para ejemplificar.
De inmediato, la mitad de mis condiscípulos estalló en carcajadas, porque esa media clase estaba integrada por nada menos que periodistas de esa publicación, quienes a voz en cuello y risas ahogadas, preguntaron a todos: “¡coño!, ¿y si piensa así por qué no lo hace, no es acaso el director?”
Tres años después, más o menos, aún la prensa digital cubana no ha dado ese salto de calidad cuyo nombre es plena interactividad… y este periodista se pregunta por qué. ¿Acaso se teme a que las declaraciones de fulano de tal sean discrepadas con entero fundamento, e incluso insultadas, en país donde pese a las tremendas limitaciones impuestas al Internet por la criminal política de los Estados Unidos de América hacia Cuba, ya existen más de 200 mil usuarios reconocidos de Internet y más de un millón de cuentas de correo electrónico? De paso, aclaro que mis cifras son atrasadas y que en las condiciones criollas el concepto “usuario reconocido” tiene subregistro, por razones diversas no excluyentes de las ilegales.
Mi hijo no tiene Internet: si acaso, un raro engendro al que llama “su” computadora, armado entre amigos y con la humilde ayuda de su padre. Pero frecuentemente acude a mi hogar, y quién me va a decir a mí que no puede navegar por el ciberespacio. Eso, en la cotidianidad cubana, es una de las infinitas causas del subregistro de “usuarios reconocidos”.
Final abierto, para ayudar a pensar, no sin dejar de apuntar que la Batalla de Ideas a que la Revolución llama, pasa por asimilar plenamente las Nuevas Tecnologías de la Información ; lo cual obliga, como en toda tecnología, a aceptar sus retos.
Post-scriptum: muchos lectores han escrito a mi dirección electrónica para aconsejarme que no invierta más tiempo en los mentirosos “periodistas independientes cubanos”, porque ellos mismos se denuncian con sus escritos. A todos respondo ahora, y a todos les pido disculpas. Como en baseball, necesitaba “calentar el brazo”.
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Cuba: apuntes sobre su contracultura del debate

Por supuesto, no pretendo sentar cátedra; sólo me limito a relatar la anécdota, pensando como cada día que mucho del periodismo es contar historias.

Manuel David Orrio Para Kaos en la Red


Por Manuel David Orrio

La Habana ,09/04/12.- He compartido este fín de semana con mi único hijo, quien mucho se ha divertido con la lectura de los comentarios a propósito de los artículos que estoy publicando en Kaos en la Red / Cuba. Más que todo, sus risas veinteañeras de estudiante universitario estallaron con la colección de injurias y calumnias que me dedican tales o cuales, en tanto leyó atentamente aquellas opiniones discrepantes en respeto, o aportadoras de informaciones dignas de tomar en cuenta, como la referida a que en la Universidad de La Habana no se puede acceder a Kaos en la Red , lo cual me tomaré la molestia de confirmar.Las carcajadas y opiniones de mi hijo me hicieron recordar un inédito artículo de 1994. Por aquellos días de lo más duro del llamado Período Especial, trabajaba de sereno en un agromercado y contaba con 12 horas cada dos jornadas, en que mi tiempo se repartía entre la vigilancia, el estudio y el aporreo de un teclado Rémington 1939.Aquel viejo artículo quedó en la gaveta. No obstante, me ha perseguido cual fantasma a lo largo de estos años, quizás porque en el mismo no sólo intentaba analizar los procesos de censura y autocensura existentes en Cuba, sino porque señalaba lo que a mi modesto entender considero rasgos de la idiosincrasia criolla, unas ciertas maneras del discutir a las cuales denominé las regularidades de la contracultura cubana del debate, y que ahora veo manifestarse ampliamente a lo largo de los comentarios que animan mis ejercicios publicados en Kaos.Para mí, y aunque notoriamente reducidas sus manifestaciones durante los 90 del pasado siglo y los inicios del XXI, ahora en franco retroceso ante la emergencia de generaciones cuyo nivel cultural e informativo sobrepasa al promedio de anteriores decenios, las tres regularidades de la contracultura cubana del debate son:1) el cubano rechaza de inicio la opinión ajena, si le es discrepante. No dice “no estoy de acuerdo con usted”, sino “tú estás loco, equivocado o comiendo de lo que pica el pollo”.Lléguese por la peña beisbolera del Parque Central habanero y lo comprobará;2) si el cubano carece de argumentos para combatir la idea que se le opone, trata entonces de desacreditar a su ponente. La técnica va desde un sibilino “fulano tiene razón, pero no te olvides que es maricón”, hasta el empleo de cuantos epítetos insultantes aparezcan: puta, cojo, chivato, degenerado, tortillera… y más. Izquierdas y derechas criollas pecan de lo mismo, en mayor o menor medida;3) una discusión entre cubanos puede ser un combate por el monopolio de la tribuna, incluso hasta con el empleo de fórmulas de cortesía que más bien parecen la introducción por el ano, a contra voluntad, de un dedo envaselinado. No se escucha y se espera por el turno; se esgrime un “perdona que te interrumpa”… y por ahí para allá.Amigos que por aquellos días leyeron mi artículo, sonrieron cómplicemente al verse identificados. Pero años más tarde, cuando en mi doble carácter de agente de la Seguridad cubana y supuesto “periodista independiente” participaba en programas de opinión de la mal llamada Radio Martí, mucho frecuenté uno conducido por el periodista y profesor emérito de la Universidad de Georgetown Luis Aguilar León. Ya por entonces había leído un ejercicio suyo de los años 50, donde señalaba las mismas regularidades que yo, y así se lo hice saber en nuestra primera conversación telefónica off the record. Aguilar, no sin sorprenderse agradablemente por mi conocimiento de su escrito, emitió un suspiro de viejo más allá del bien y del mal, y respondió:-- ¡Orrio, si supieras, a mí me acusaron entonces de plagiar a una norteamericana que escribió algo parecido por los años 40!Por supuesto, no pretendo sentar cátedra, Sólo me limito a relatar la anécdota, pensando como cada día que mucho del periodismo es contar historias.
Las conclusiones, las dejo al lector.

Manuel David Orrio en Kaos en la Red

1 comentario:

Anónimo dijo...

La autogestión socialista es un engaño. En el fondo ustedes son un puñado de contrarrevolucionarios que desde posiciones "izquierdosas" están queriendo mandar a la mierda la revolución cubana.
Uds. son peores que el fascismo: el lobo con piel de cordero que hace una labor de zapa entre las masas...