jueves, 27 de noviembre de 2008

Cuba: Reformismo socialdemócrata o Transformación socialista

Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes
José Martí

Roberto Cobas Avivar Para Kaos en la Red
Cuba
Reformismo socialdemócrata o Transformación socialista

Entre la Cuba-oficial y la Cuba-profunda
¿Dónde estamos? Puede afirmarse que en medio del desacuerdo entre la Cuba-profunda y la Cuba-oficial. La Cuba-profunda que se expresó en los numerosos debates auspiciados y a posteriori silenciados por la Cuba-oficial. Ese contraste de necesidades expresa contradicciones determinantes entre el ser o no ser del Socialismo en Cuba.
¿Ha perdido el Partido - como ente colectivo de pensamiento y recreación de ideas revolucionarias - la capacidad y la voluntad de conceptuación política de las necesidades y las expectativas sociales de los cubanos? Y puesto que es la Cuba de hoy el único país dónde el pueblo tiene el derecho de aspirar a imponer su voluntad, cabe preguntar: ¿Si ha sido así, qué queda hacer si es ése el único partido?
Ya hoy es imposible reducir la conceptuación de las necesidades materiales de la población - cohabitantes con la precariedad crónica – como el hecho de la carencia en sí. Las necesidades existenciales ya tampoco se satisfacen con más inversiones sociales.
La Cuba-oficial está muy lejos de ser el país en bancarrota que proclaman sus detractores criollos y forasteros. Las cifras de los últimos años de crecimiento económico expresan desarrollo. Cualquier análisis objetivo del desempeño económico denotaría un sostenido incremento de inversiones en infraestructuras y organismos productivos. Denota una sostenida atención a los servicios básicos. Todo ello hace que los síntomas de recuperación económica en los últimos 10 años sean visibles. Es así, incluso hoy tras las significativas pérdidas por el paso de tres consecutivos y destructores huracanes. Pero en la escala del tiempo y la fuerza de su impacto social, son eso, síntomas. En lo espiritual la Cuba-oficial sigue prolija en vida cultural.
Entonces, ¿por cuáles razones la Cuba-profunda le da las espaldas a la Cuba-oficial?
¿Pero existen esas dos Cubas? ¿Quién autoriza esa afirmación libertina? La interrogante inquisitoria probablemente cruza a velocidad de vértigo las mentes del pensamiento oficial.
¿Cómo puede existir una Cuba-profunda ante los evidentes esfuerzos que hace la Revolución, ante el amparo que brinda a la sociedad en sus precariedades, ante los lazos estratégicos que ahora mismo va logrando, ante las evidentes muestras de participación y sacrificio de la población... ante todo ello: ¿será posible poner en duda lo que realmente significa la Cuba-oficial?
Pero la Cuba-profunda se reconoce impaciente en sí misma y ya no se inmuta cuando la Cuba-oficial se da por ofendida. La Cuba-profunda se levanta todos los días y se acuesta. Trabaja y piensa, porque sabe que la repuesta es obvia. El pensamiento orgánico a la Cuba-oficial no acaba de entender la profundidad de la transformación sociocultural que ha experimentado la Cuba-popular. Una Cuba con toda la sabiduría para preguntarse hacia dónde realmente vamos.
Hilvanemos las tribulaciones
¿Es realidad que un estudiante de la Cuba-profunda, de allá de donde crecen las palmas, pueda haber dejado sin palabras al máximo parlamentario de la Cuba-oficial? No es que sea extraordinario lo del vis a vis entre un estudiante y un dignatario, porque en Cuba esas distancias no tienen el piso burgués que las legitima en las sociedades capitalistas. Sino que el Presidente del Parlamento, una expresión de la Cuba-oficial, no haya podido con la sabiduría de un estudiante revolucionario, una de las caras de la Cuba-profunda.
¿Será posible que en la intensidad de sus noches sin techo los pobladores de un caserío costero de tablas, arrasado en el aniversario de un arrase por el mismo Caribe encrespado, se sientan parte de la Cuba-oficial? ¿Tendrá que ver el haber salvado la vida esta vez con la sostenida precariedad de sus vidas 71 años después?
¿Es esa interrogante la crítica acérrima contra lo que aún no se ha podido hacer?, como estará presto a defenderse el pensamiento estado-centrista de la Cuba-oficial.
Desplacémonos al campo de la producción social.
¿Nace, crece, se reproduce y muere en la Cuba-profunda ese formidable campesino que ha hecho de su crianza de cerdos, a contracorriente de las veleidades de la “economía” estatizada, una verdadera unidad de producción de alto rendimiento?
No, porque ese hecho pasa a formar parte de la Cuba-oficial gracias al arte de algún órgano de prensa estatal. Y como corresponde a todo noble y recio guajiro cubano, no pide nada para sí ni para su familia porque sabe que el Estado de la Cuba-oficial le dará todo lo necesario para vivir. Y a la espera sigue viviendo en ese bohío de tablas al que, no por lo digno de la humildad campesina menos precario, lo condenó aquella pseudo república de latifundios a plan de machete.
¿Dónde está la correspondencia socialista entre trabajo y reconocimiento social? El pensamiento orgánico a la Cuba-oficial no atina a ver la correspondencia, porque la Cuba-profunda se encuentra del lado que crea las necesidades y las expectativas 50 años después. Porque el pensamiento oficial observa ese complejo causa-efecto desde la altura de las razones de Estado. Es decir, desde la lógica centrípeta de todo poder económico centralizado.
Lo que sucede en el terreno, mientras tanto, es que ese formidable campesino desafía la ineficiencia estructural de la economía estatal. Es la ineficiencia que hoy lleva a una crisis de superproducción socialista a los campesinos productores de cerdos en Pinar del Río.
“Los dos últimos años la provincia viene rompiendo su récord histórico, que databa de 1990. En el 2008, según especialistas, podrían incluso duplicarse las 9 600 toneladas registradas en aquella ocasión.
El crecimiento ha llegado a tal punto, que el binomio Empresa Porcina-Empresa de la Carne, no consigue darle respuesta.
Como no hay otros resortes o mecanismos para solucionar el problema, la congestión en los mataderos ha obligado a frenar la compra de animales. A muchos criadores los cerdos se les estancan en los corrales y no pueden venderlos.
Es paradójico que ese salto productivo no parece estar a tono con la cotidianidad de los hogares pinareños, ni de las unidades gastronómicas, ni de las carnicerías”.
Eso nos lo cuenta un serio reportaje de la revista cubana Bohemia[1].
¿Por qué el empeño de la Cuba-oficial en ignorar la profundidad sociológica de lo que implica un Socialismo real? Es una pregunta recurrente del sentido común a nivel social.
“Gracias a lo aprendido en el programa sobre el alimento animal y las semillas, Pimentel ha multiplicado sus ingresos al acelerar la ceba de sus cerdos, que en seis meses alcanzan hasta 250 libras, sin depender de los piensos que le suministra el Estado como parte de un convenio para el fomento de la masa porcina” ( 24.11.2008)[2].
"Cuba tiene las mejores condiciones de América Latina para obtener piensos, porque aquí se dan los frijoles y la soja, sin químicos, todo orgánico", aseguró este agricultor de 56 años."Nos favorecen el clima y los conocimientos, pero ese potencial no se aprovecha, porque la mayoría de la tierra está ociosa" - remarcó[3].
¿Sucede esto realmente en la Cuba-profunda, o es un ataque más de los enemigos de la Cuba-oficial?
Sucede y no es ataque alguno. La lógica del pensamiento crítico y creativo es otra. Con la exposición de dicha realidad no se ignora que existe hoy una clara recuperación de la producción porcina en Cuba. Que en ello tienen incidencia coordinados programas del Estado para la rehabilitación de este importante sector agropecuario. Pero que, sin embargo, la recuperación productiva en el sector refleja el eterno combate de las administraciones estatales (centrales y territoriales) con los efectos inmovilistas de la propia administración centralizada a la que obedecen. La auto motivación de la reproducción económica (producción) suplantada por el voluntarismo cíclico de la economía centralizada.
¿Cuál sería la lectura renovadora de esta realidad puntual si al pueblo se le dejara pensar el socialismo desde la lógica de la Cuba-popular?
Detengámonos (en este artículo) en lo simple para observar la esencia socialista de la reproducción social[4].
La producción campesina familiar en rigor se ubica en lo que asumimos como producción mercantil simple. El campesino no emplea a su hijo por un salario del cual va a descontar la plusvalía que le es necesaria para ampliar su presunto capital privado. No es difícil entender que ello sería un comportamiento contra natura. La lógica de las relaciones en el seno de la familia campesina no permite (en principio) que las relaciones económicas hacia su seno, en tanto organización productiva, plantee la exclusión de los beneficios a uno de sus miembros filiales. La apropiación del producto del trabajo colectivo, por lo tanto, es justamente social. La plusvalía no existe como excedente expropiable (por algún propietario excluyente), sino como valor que multiplica el capital social. (El grado de división del trabajo en este núcleo de producción no obliga a relaciones socioeconómicas de mayor complejidad regulatoria).
Aclarado el escenario político de la relación económica, suponemos haber brindado una perspectiva familiar, por marxista, al pensamiento orgánico de la Cuba-oficial.
Así las cosas, ahora enriquecemos la cualidad de la idea socialista. Nuestro formidable campesino debería tener el crédito político para acceder, amparado en los beneficios de su trabajo y el de su familia, al crédito económico con el propósito de desarrollar la idea de su personalizado proyecto de vida:

1 - La cooperativa de producción y servicios debería propiciarle el crédito para mejorar las condiciones hoy primitivas de sus precarias cochiqueras de alto rendimiento, porque la familia está consciente que modernizando la producción puede rendir más valores de consumo social.
2 - El banco popular o un banco comercial público, debería propiciarle el crédito para edificarse una casa digna que le eleve a él y su familia el horizonte de su cultura material y espiritual.

Las expectativas de enriquecimiento de la cultura material y espiritual de esa familia trabajadora no se divorcian del compromiso social. Hay dos razones que así lo exponen. A) El productor crea valores de uso que satisfacen necesidades de consumo social. Produce además servicios que elevan el bienestar sicosocial. B) Pero, además, el productor contribuye a la riqueza nacional. Porque ya sabemos que la renta empresarial y personal la sociedad socialista las grava con un impuesto preferentemente progresivo que va a engrosar las arcas del tesoro nacional, literalmente el de todos los cubanos. Porque no hablamos del tesoro secuestrado por el poder económico en el estado capitalista. Ese que cuando el mercado empieza a acarrearles costos “extraordinarios”, socializa sus pérdidas privadas a costa del erario público.
No podemos dejar de abstraer en el conciente el significado de la situación que hemos descrito. Lo que ha tenido lugar es la posibilidad real de que el ciudadano (ese campesino) enfrente las necesidades desde el estímulo de las expectativas.
Hablamos de la compatibilidad en el Socialismo entre el trabajo propio que no explota trabajo ajeno y el enriquecimiento de la materialidad y la espiritualidad de la vida del ciudadano.
En consecuencia, estamos identificando dos componentes fundacionales de la formación socioeconómica hacia la que puede avanzar el Socialismo en Cuba:
a) La democracia económica, entendida como la socialización no sólo del trabajo, sino del capital que el mismo produce,
b) La soberanía ciudadana, entendida como la facultad del ciudadano de participar en el proyecto colectivo desde la libertad que le propicia su independencia económica.
Se trata, por consiguiente, de la naturaleza libertaria del modo de producción socialista. Puesto que el germen libertario del Socialismo no está en la distribución justa o caritativa de la riqueza, sino en la posibilidad de producirla libremente. Sólo así se emancipa el conciente social de las ataduras de la materialidad que lo condiciona. Todo el vocinglero orgánico al capitalismo, el fisiológico y el genético, se negará a discutir sobre la contradicción trabajo-capital como génesis de la libertad del individuo en tanto ser social. Al amparo de esa negativa se escurre por los laberintos del oportunismo político la ideología socialdemócrata para ir a desembocar en el ideario capitalista descarnado de la explotación entre congéneres.
El reformismo socialdemócrata tiene un suculento caldo de cultivo en Cuba hoy. Lo ha propiciado la filosofía política del socialismo de estado. El reformismo socialdemócrata se posiciona dentro de la fuerte burocracia estado-partido-crática de la Cuba-oficial. Pero no solamente. Cala dentro del mundo intelectual que tiene de mecenas al Estado-propietario; sin que ese mundo-gremio quiera imaginarse que la más amplia producción de espiritualidad, la cultura, en una República Socialista, es decir, en la antítesis del socialismo de estado, seguirá siendo patrimonio protegido por la nación.
La transformación socialista, en cambio, se legitima en el derecho de ciudadanía de la Cuba-profunda. Pero el modo de producción estado-centrista ha inclinado la correlación de fuerzas a favor del poder de la burocracia omnímoda y ha convertido en antagónica la contradicción dialéctica con la Cuba-profunda.
Veamos, entonces, cómo se manifiesta la dialéctica de la idea socialista que anida en la Cuba-profunda. El proyecto personalizado de vida de nuestro productor campesino no ha terminado donde lo dejamos. Porque ese proyecto desencadena sinergias de valores materiales y culturales agregados.
Ahora el campesino puede hacer que la expectativa cifrada en esa casa-hogar se convierta en un espacio de modernidad campestre, diseñado a su gusto. Puede hacerlo contratando el servicio del arquitecto que trabaja por cuenta propia o de una agencia no-estatal de arquitectos. En igual dinámica de producción mercantil simple, alguna cooperativa de constructores asumiría la realización del proyecto según un precio libremente convenido (en el cual influirá, obviamente, el equilibrio o desequilibrio entre la oferta y demanda en el mercado de esos servicios, por una parte, y las regulaciones racionales que puedan serle establecidas, por otra). No es difícil percibir los engranajes de una cadena productiva prácticamente ilimitada. Ese espacio campestre, piensa la familia campesina porque también ha tenido acceso a un mundo amplio de informaciones propias y foráneas (incluido el libre acceso a internet), puede ser utilizado como finca de recreo y culinaria propia, dentro de la idea del turismo rural independiente, para nacionales y extranjeros. Sabiendo que esa otra derivación productiva (en servicios) de sus esfuerzos, ayudaría a solventar el crédito contraído con la banca pública – es decir, reintegrar para uso social el dinero que se ha prestado de la sociedad, porque sabemos que la banca privada es ajena al Socialismo. La prosperidad del formidable campesino, productor individual o cooperativo, el libre vuelo de su voluntad y su sacrificio, irradia la idea socialista a través del lenguaje que niega las razones del trabajo asalariado. Para así demostrarnos que crear bienestar social no implica explotar ni ser explotado. El mensaje ideológico no sería sólo el del deber cumplido que exige la Cuba-oficial, sino ante todo la de los sueños compartidos que anidan en la Cuba-popular.
La Cuba-profunda vive sofocada no por su precariedad material en sí, sino por que encima de la misma se le diga e imponga todo lo que tiene que decir y hacer. Que el monopolio del poder económico del Estado la obligue a pedir permiso para vivir. Para que Cuba sea socialista, sus ciudadanos han de ser libres. Sólo los necios osan ver la libertad del individuo en el capitalismo. La libertad del individuo en tanto ser social es prerrogativa del modo de reproducción de la vida que puede darse el Socialismo real.
- II -
¿Por qué hace agua la aparente sólida nave del Proyecto Socialista?
Porque el sentido de pertenencia social ha adquirido derecho de ciudadanía. Lo ha provocado el proceso de transformación social desencadenado por la propia Revolución. Ello ha hecho que la Cuba de las necesidades libertarias habite en cada cubano. La Cuba-profunda no se divorcia de las razones sociales del Proyecto Socialista en que se ha involucrado.
“Las manifestaciones de las inconformidades sociales pueden hoy no desbordar el comedimiento político, pero tampoco llegan a ser factor catalizador de una masa crítica renovadora. El inmovilismo social resulta de la confianza de la sociedad en que el Partido político que decide sobre sus destinos lo hará según sus expectativas. Es el cheque en blanco que la lealtad a las significaciones políticas de la Revolución sigue ofreciendo la sociedad cubana”[5].
La naturaleza dialéctica de esa contradicción le ha permitido hasta ahora al Partido y al Estado el achique del agua que penetra en la nave de todos. Pero el precio de la ingeniería política es a todas luces impagable: la doble moral de los comportamientos sociopolíticos.
¿Es un problema congénito del Socialismo la doble moral que corroe la cohesión social?
Por supuesto que no. La doble moral del comportamiento sociopolítico es congénita al capitalismo. Es lo que pone a salvo la dignidad de los mortales simples y a resguardo el cinismo de los oportunistas. En las filas de los primeros se aprieta casi todo el mundo. En el siglo XIX, según K.Marx, eran no menos del 99.9%. Hoy, afirman estudios liberales y conservadores por igual, el 99%. La doble moral no admite cuestionamientos sobre sí misma en las sociedades capitalistas. La sociedad-oficial se impone a la masa con el poder de la dependencia salarial y la virtualidad mediática. Esa virtualidad mediática que la convierte en júbilo hervido con trapo y lentejuela. La democracia capitalista lleva la doble moral de oficio, la defiende y la consagra. La masa, ese amasijo hecho de cuerdas y tendones para la democracia burguesa, puede votar a las fuerzas políticas que alternan el gobierno y preservan el sistema pluripartidista de poder económico único.
La doble moral del comportamiento sociopolítico es el resultado más perturbador de la práctica estadocrática de la Revolución cubana hoy. Por paradójico que resulte, el pensamiento orgánico a la Cuba-oficial ha pasado definitivamente de la conceptuación de las contradicciones de la realidad socioeconómica, a defender las doctrinas políticas como valores en sí mismos.
El Socialismo real constituye una amenaza para todo poder que se ejercita por encima de la sociedad, contra ella. El Socialismo real representa la necesidad del poder social. El Socialismo real es revolucionario porque desde la naturalidad de su condición política le dice al Estado dónde están los límites de su poder. Desde el carácter de su régimen de producción le impone al capital la democratización. Ese es el ideario socialista. Todo lo otro es su tergiversación.
El Socialismo real constituye la negación de la concepción política y la estructuración económica en la que se soporta el Estado cubano actual. No debe confundirse el significado político de este antagonismo.
El Partido cubano no concibe el Estado como la expresión institucionalizada del poder social. Para el Partido el Estado sintetiza la Revolución. La conceptuación de la Revolución ha sido convertida por la necesidad de la reafirmación revolucionaria en un simbolismo fetichista (RCA, 2003)[6]. La Revolución no les dejará desamparados – repite recientemente el Presidente del Consejo de Estado a los damnificados por el huracán Paloma en Santa Cruz del Sur en la provincia de Camaguey. Estado y Revolución permanecen en simbiosis. Pero el poder es concreto y se ejerce desde el Estado. El simbolismo socialmente aceptado de la Revolución justifica la omnipotencia del Estado y su omnipresencia en la vida económica, social y cultural de la sociedad.
En Cuba no está en cuestionamiento el Socialismo. En Cuba esta en tela de juicio la concepción de socialismo de estado.
Debatir abiertamente con la sociedad las causas históricas, endógenas y exógenas, que han llevado al Estado cubano hasta su evolución actual, significa cerrar filas con el pueblo y reconocerle el protagonismo político en la transformación socialista que desde ya se ha de estructurar.
El análisis sobre dónde estamos y hacia dónde marchar debe enterrar de una vez y por todas el fundamentalismo ideológico que en la crítica hecha desde la dialéctica materialista ve una autoflagelación para provecho de los enemigos del Socialismo en Cuba. No se puede llegar a un congreso excepcional del Partido, tal como las circunstancias excepcionales hoy le exigen a un partido único, sin la socialización de las ideas revolucionarias sobre la renovación cualitativa del Proyecto Socialista. El tiempo ya no es un aliado.
El Socialismo es el único pacto social que puede hacer que la Cuba-oficial y la Cuba-profunda se confundan en una sola y marchen unidas “como la plata en las raíces de los Andes”[7].
Roberto Cobas Avivar
[1] Bohemia, “La quinta pata del cerdo”, en: http://www.bohemia.cu/2007/02/14/encuba/cerdo1.html
[2] CUBA: Innovación en manos campesinas. Caminos-Centro Memorial Martín Luter King, La Habana 24.11.2008, en: http://www.ecaminos.cu/leer.php/4939
[3] Ibídem
[4] Entender lo complejo no es un ejercicio de extrapolación de lo simple. Pero nada de lo complejo escapará a la esencia de lo simple. En muchos otros trabajos he abordado complejidades de lo que intentamos aprehender como un modo socialista de producción y relaciones socioeconómicas. Lo estaré abordando en sucesivos trabajos.
[5] Roberto Cobas Avivar, “Cuba: la Isla codiciada”, en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-la-isla-codiciada
[6] Roberto Cobas Avivar, “ Cuba y el desafío de la alternativa. Hacia la negación o en pos de la viabilidad. Una incursión alrededor de las claves”, Número XXXII - Agosto 2003; en: http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/politica2.htm
[7] Tomado del ensayo Nuestra América, de José Martí.

Nota especial: en este artículo he utilizado versos del poema “La masa”, de Silvio Rodríguez.

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