sábado, 29 de noviembre de 2008

Así, creo, NO SON las cosas. Mensaje BREVE a Roberto Cobas Avivar


Discrepancia IMPOSIBLE de obviar.

Félix Guerra Para Kaos en la Red


En artículo anterior suyo, usted, compañero Cobas, platica acerca de una oposición en Cuba, a la que califica de procapitalista. Y de una “disidencia anticapitalista”.

Cobas, perdone y agradezca la sugerencia, debe escribir enfocando hacia Cuba y su realidad y no desde España. No quiero decir que no lo puede hacer desde allí, no, no es mi intención, sino con el ojo enteramente puesto en esta dirección. Todo esto dicho con noble y risueño respeto.
Disidencia anticapitalista pudiera ser también cualquier trasnochado caballero andante, espada al cinto, que ande por ahí o por allá soñando con las delicias de ser el Señor Feudal o el Señor Esclavista.

La disidencia anticapitalista de su texto, a todas luces vendríamos a ser nosotros, sin adargas ni rocinantes, quienes enarbolamos, como bandera histórica, además de coyuntural, dado el difícil recodo y minuto que vive Cuba, la posibilidad de un socialismo democrático como nunca antes, con amplísima participación de la ciudadanía, el individuo, la totalidad de los cubanos residente y no residente y el pueblo cubano en general.
Viene a ser una fusión del proyecto actual y de aquel apotegma martiano de CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS.
Usted bien sabe qué connotación, sobre todo política, tienen en Cuba las palabras disidencia o disidente. Aquí, y no en España ni en los diccionarios o enciclopedias, personifica a grupos o personas desafectos al Gobierno, Estado o Sistema. Su significado en síntesis es hostil al Poder vigente.
En este contexto, histórico y lingüístico, que es el territorio nacional y nuestra patria, esa palabra no admite discusión en cuanto a significado, usando cualquier etimología o semiótica contemporánea con sentido común. El disidente en Cuba hoy no es socialista ni anticapitalista. Es su contrario, un adversario ideológico y de clase bien definido.
Los compañeros que en estos lares, decididos a impulsar definitivamente la Revolución por el camino del Socialismo, no somos ni podemos ser disidentes en ninguna de sus categorías, sinónimos o variantes. Aspiramos más bien a empujar al socialismo por el camino lógico de la sobrevivencia, que es el que transforma la avanzada propiedad estatal en una propiedad aún más revolucionaria: la propiedad social.
Tampoco yo me atrevería a irrespetar de tal manera, llamando disidente (aunque no acostumbro a hacerlo con nadie que profese ideas distintas), a quien se conforma con un socialismo de propiedad estatal, aunque no crea que tal sociedad pueda ser finalmente el socialismo de las utopías o el largamente soñado. Ni a quien no considere los presupuestos del socialismo participativo y democrático como una escapatoria provisoria al atasco. O a quien lo crea una locura delirante o considere que se iría a implantar ilógicamente por decreto. O no lo estime como una salida inédita, una contribución permanente al desarrollo social, que viene desde el Comunismo primitivo, repitiendo una verdad de Manual, y pasa por la Esclavitud, el Feudalismo y el Capitalismo.
El fenómeno de la disidencia en otras latitudes, admite a Chomsky o a Gore Vidal, por ejemplo, como disidentes del pensamiento gubernamental USA o de la lógica capitalista. Allí son los opositores a la guerra, al terrorismo de Estado o al Bloqueo de una pequeña nación por una gran nación. Es una verdad de leer a diario en la Prensa.
Pero en Cuba es otra cosa, por diversas e infinitas cuestiones de la historia de los últimos 50 años. Aquí el término sufrió una refracción desde hace mucho y no es el segundo adecuado para discutir ni cambiar su acepción.
Y porque también los que usted llama disidencia anticapitalista, sin pensárselo dos veces y sabiendo nosotros que conoce la realidad sociopolítica de Cuba, son más bien socialistas desde hace medio siglo, y más, participando en la construcción diaria, militando activamente dentro de la ideas que condenan la explotación humana, el racismo, la discriminación de género, religiosa o por preferencias sexuales, el atropello a la naturaleza, el egoísmo de llevar la bolsa repleta mientras otros mendigan su miseria con un sombrero apostados en una esquina cualquiera del planeta.
También somos quienes repartimos conscientes nuestras públicas inconformidades en varias direcciones: las injusticias actuales del orden mundial, y lo que apreciamos como distorsiones o errores en la construcción socialista en Cuba.
Ahora mismo, otros compañeros y el que suscribe, no están totalmente conforme con algunas declaraciones del compañero Presidente de Cuba, Raúl Castro, que para referirse a un posible encuentro con Barack Obama en territorio “neutral”, incluye en esa categoría al territorio de la Base Naval de Guantánamo.
Comprendemos, sí, porque no soy ni somos, los cubanos, ceñudos y solemnes, ni rígidos, que lo hizo en un ambiente de distensión y camaradería, mientras se dejaba entrevistar por el actor norteamericano Sean Penn.
De cualquier manera opino lo siguiente: tal territorio no sería neutral, ni con comillas ni sin comillas, es cubano y permanece desde hace más de un siglo usurpado por el gobierno USA, sabiéndose además, como se sabe, que cualquier acuerdo espurio, adoptado con un viejo gobierno sin soberanía, por lógica el tiempo ya lo hizo caducar.
Tampoco comparto la idea del Presidente Raúl, ni yo ni otros, de que culminada la reunión, le dejaríamos llevar a Obama, como regalo, la bandera norteamericana que allí ondea (según afirma la agencia de noticias REUTER).
La frase contiene cierta ironía de matiz político y no es la manera más conveniente y hospitalaria, creo, de abrir puertas a un visitante que supuestamente llegaría a nuestras costas a dialogar asuntos de tal vital importancia. Es decir, como serían las relaciones futuras de dos países que se confrontan hace 5 décadas. Y más: un siglo y tanto.
Creo, de forma personal, que Obama representa eventualmente al Imperio, y Raúl, también eventualmente, a las huestes cubanas que reclaman dignidad, soberanía y autodeterminación desde el siglo XIX. Quizás al diálogo, cuando se produzca y si se produce, y donde quiera que se produzca, entren también los asuntos del bloqueo, el intercambio comercial y las relaciones diplomáticas.
Un territorio en realidad neutral sería otro país cualquiera del hemisferio o del mundo.
Roberto, al diferir en una pestaña del planteamiento de nuestro Presidente, no estoy cometiendo ni por asomo ningún acto de supuesta disidencia anticapitalista, sino ejerciendo un derecho y ofreciendo, desde aquí, mí sincera, militante y patriótica opinión al respecto.
La calidad del texto de Penn, sus descripciones y diálogos, parece reflejar muy bien el espíritu risueño y optimista de la entrevista. Y la esperanza de que el futuro sea incomparablemente mejor al que vivieron las dos naciones, Cuba y USA, en los últimos tiempos.

FELIX GUERRA
POEMAS DE LA SANGRE COTIDIANA

Noviembre 28 de 2008

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