sábado, 18 de abril de 2009

Dos artículos de Manuel David Orrio


Cuba, su prensa digital y la interactividad

Para quien no lo sepa, el mayor salto de calidad aportado por el periodismo digital es la interactividad

Manuel David Orrio Para Kaos en la Red

Por Manuel David Orrio
orrio@enet.cu

La Habana,09/04/11.-Quiero comenzar por agradecer al colectivo de Kaos en la Red mi incorporación al mismo en tanto que colaborador, porque esa publicación digital no sólo se distingue por haber devenido una plataforma de la izquierda capaz de superar al trauma del crack del llamado socialismo “real”, sino porque además cumple con muchos de los requisitos caracterizantes del ya no tan novedoso periodismo digital.
Para quienes no lo sepan, el mayor salto de calidad aportado por ese periodismo es el de la interactividad. No es lo mismo leer, escuchar radio o ver televisión, que gozar de todas esas posibilidades combinadas y disfrutar, si los editores lo deciden para su diseño web, del derecho de difundir la opinión propia sobre el mensaje recibido, prácticamente en tiempo real.
Kaos en la Red se distingue por brindar ese derecho en respeto al fuero ajeno, por cuanto también ofrece la oportunidad de moderar y eliminar aquellas opiniones que en otros escenarios serían materia de los tribunales. Sí, de los tribunales, porque en todo el orbe las injurias y calumnias aparecen tipificadas como delitos.
Mucho respeto a los editores web de todas las publicaciones alternativas al discurso mediático transnacional. Pienso en Rebelión, para sólo citar un ejemplo sin dudas trascendente, como tanto admiro a los de la prensa digital cubana, quienes hacen su trabajo, a veces, por el puro milagro de la consagración y entrega.
He visto, acá en Cuba, cómo una modesta radioemisora municipal hace una página web de calidad.Pero en condiciones de indigencia tecnológica tal, que uno se pregunta cómo es posible navegar por el tempestuoso ciberespacio a bordo de una canoa.
Sin embargo, Kaos en la Red supera a la misma Rebelión precisamente en el tema de la interactividad. Y si bien es cierto que en Cuba se hace periodismo digital “a como dé lugar”, también lo es que en un número de medios de difusión masiva se dispondría del soporte tecnológico y profesional necesario para garantizar la interactividad distintiva de ese tipo de periodismo. ¿Por qué no se hace? Carezco de respuestas por ahora, aunque sí viví una anécdota que vale relatar.
Hará unos tres años cursé un Diplomado de Periodismo Digital en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, radicado en pleno corazón de la capital. Durante uno de los talleres programados, dos estudiantes de último año de la carrera periodística presentaron parte de sus tesis de grado, las cuales versaban sobre el objeto del curso.
Ambas exposiciones fueron la mar de interesantes y complementarias, además de al parecer no contar con precedentes académicos en la Isla. Una historiaba el periodismo digital cubano desde sus inicios hasta ese momento, en tanto la otra analizaba las tendencias diría descubiertas en el desarrollo de aquel. Se podía discrepar o no de las conclusiones, pero indudable era el mérito de los dos ejercicios.
La segunda de las disertaciones, tras ilustrar ampliamente sobre tendencias positivas o negativas, criticó la ausencia casi total de interactividad en el periodismo digital cubano, y acertadamente señaló que la prensa criolla, como regularidad, se limitaba a “volcar” en Internet lo impreso, radiado o televisado, sin tomar en consideración las infinitas posibilidades de retroalimentación presentes en la interactividad. Ahí mismo, exactamente ahí mismo, se pasó de “la tragedia al sainete”.
La disertante, una rubia delgadita de misteriosos encantos, de ésas cuyas breves colinas culminan en botones de rosa, presentó la entrevista que realizó al director de uno de las más importantes publicaciones del país, y en la cual éste hacía una rotunda crítica y autocrítica por la falta de audacia presente en que la prensa cubana no acabara de dar el salto de calidad hacia una interactividad como la de Kaos en la Red , aunque no se refirió a ese diario; lo menciono yo para ejemplificar.
De inmediato, la mitad de mis condiscípulos estalló en carcajadas, porque esa media clase estaba integrada por nada menos que periodistas de esa publicación, quienes a voz en cuello y risas ahogadas, preguntaron a todos: “¡coño!, ¿y si piensa así por qué no lo hace, no es acaso el director?”
Tres años después, más o menos, aún la prensa digital cubana no ha dado ese salto de calidad cuyo nombre es plena interactividad… y este periodista se pregunta por qué. ¿Acaso se teme a que las declaraciones de fulano de tal sean discrepadas con entero fundamento, e incluso insultadas, en país donde pese a las tremendas limitaciones impuestas al Internet por la criminal política de los Estados Unidos de América hacia Cuba, ya existen más de 200 mil usuarios reconocidos de Internet y más de un millón de cuentas de correo electrónico? De paso, aclaro que mis cifras son atrasadas y que en las condiciones criollas el concepto “usuario reconocido” tiene subregistro, por razones diversas no excluyentes de las ilegales.
Mi hijo no tiene Internet: si acaso, un raro engendro al que llama “su” computadora, armado entre amigos y con la humilde ayuda de su padre. Pero frecuentemente acude a mi hogar, y quién me va a decir a mí que no puede navegar por el ciberespacio. Eso, en la cotidianidad cubana, es una de las infinitas causas del subregistro de “usuarios reconocidos”.
Final abierto, para ayudar a pensar, no sin dejar de apuntar que la Batalla de Ideas a que la Revolución llama, pasa por asimilar plenamente las Nuevas Tecnologías de la Información ; lo cual obliga, como en toda tecnología, a aceptar sus retos.
Post-scriptum: muchos lectores han escrito a mi dirección electrónica para aconsejarme que no invierta más tiempo en los mentirosos “periodistas independientes cubanos”, porque ellos mismos se denuncian con sus escritos. A todos respondo ahora, y a todos les pido disculpas. Como en baseball, necesitaba “calentar el brazo”.
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Cuba: apuntes sobre su contracultura del debate

Por supuesto, no pretendo sentar cátedra; sólo me limito a relatar la anécdota, pensando como cada día que mucho del periodismo es contar historias.

Manuel David Orrio Para Kaos en la Red


Por Manuel David Orrio

La Habana ,09/04/12.- He compartido este fín de semana con mi único hijo, quien mucho se ha divertido con la lectura de los comentarios a propósito de los artículos que estoy publicando en Kaos en la Red / Cuba. Más que todo, sus risas veinteañeras de estudiante universitario estallaron con la colección de injurias y calumnias que me dedican tales o cuales, en tanto leyó atentamente aquellas opiniones discrepantes en respeto, o aportadoras de informaciones dignas de tomar en cuenta, como la referida a que en la Universidad de La Habana no se puede acceder a Kaos en la Red , lo cual me tomaré la molestia de confirmar.Las carcajadas y opiniones de mi hijo me hicieron recordar un inédito artículo de 1994. Por aquellos días de lo más duro del llamado Período Especial, trabajaba de sereno en un agromercado y contaba con 12 horas cada dos jornadas, en que mi tiempo se repartía entre la vigilancia, el estudio y el aporreo de un teclado Rémington 1939.Aquel viejo artículo quedó en la gaveta. No obstante, me ha perseguido cual fantasma a lo largo de estos años, quizás porque en el mismo no sólo intentaba analizar los procesos de censura y autocensura existentes en Cuba, sino porque señalaba lo que a mi modesto entender considero rasgos de la idiosincrasia criolla, unas ciertas maneras del discutir a las cuales denominé las regularidades de la contracultura cubana del debate, y que ahora veo manifestarse ampliamente a lo largo de los comentarios que animan mis ejercicios publicados en Kaos.Para mí, y aunque notoriamente reducidas sus manifestaciones durante los 90 del pasado siglo y los inicios del XXI, ahora en franco retroceso ante la emergencia de generaciones cuyo nivel cultural e informativo sobrepasa al promedio de anteriores decenios, las tres regularidades de la contracultura cubana del debate son:1) el cubano rechaza de inicio la opinión ajena, si le es discrepante. No dice “no estoy de acuerdo con usted”, sino “tú estás loco, equivocado o comiendo de lo que pica el pollo”.Lléguese por la peña beisbolera del Parque Central habanero y lo comprobará;2) si el cubano carece de argumentos para combatir la idea que se le opone, trata entonces de desacreditar a su ponente. La técnica va desde un sibilino “fulano tiene razón, pero no te olvides que es maricón”, hasta el empleo de cuantos epítetos insultantes aparezcan: puta, cojo, chivato, degenerado, tortillera… y más. Izquierdas y derechas criollas pecan de lo mismo, en mayor o menor medida;3) una discusión entre cubanos puede ser un combate por el monopolio de la tribuna, incluso hasta con el empleo de fórmulas de cortesía que más bien parecen la introducción por el ano, a contra voluntad, de un dedo envaselinado. No se escucha y se espera por el turno; se esgrime un “perdona que te interrumpa”… y por ahí para allá.Amigos que por aquellos días leyeron mi artículo, sonrieron cómplicemente al verse identificados. Pero años más tarde, cuando en mi doble carácter de agente de la Seguridad cubana y supuesto “periodista independiente” participaba en programas de opinión de la mal llamada Radio Martí, mucho frecuenté uno conducido por el periodista y profesor emérito de la Universidad de Georgetown Luis Aguilar León. Ya por entonces había leído un ejercicio suyo de los años 50, donde señalaba las mismas regularidades que yo, y así se lo hice saber en nuestra primera conversación telefónica off the record. Aguilar, no sin sorprenderse agradablemente por mi conocimiento de su escrito, emitió un suspiro de viejo más allá del bien y del mal, y respondió:-- ¡Orrio, si supieras, a mí me acusaron entonces de plagiar a una norteamericana que escribió algo parecido por los años 40!Por supuesto, no pretendo sentar cátedra, Sólo me limito a relatar la anécdota, pensando como cada día que mucho del periodismo es contar historias.
Las conclusiones, las dejo al lector.

Manuel David Orrio en Kaos en la Red

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El sujeto de la revolución socialista


Por Pedro Campos


¿Son los trabajadores “objetos” en el proceso de producción asalariada, o “sujetos” -trabajadores asociados- de la revolución socialista? El VI Congreso del PCC deberá definir su posición al respecto



En el seno del movimiento revolucionario internacional siempre han existido importantes discusiones sobre la definición del “sujeto” de la revolución socialista. Algunos compañeros plantean que la clase obrera moderna, por su complejidad e integración al sistema capitalista ya no es la encargada de hacer la revolución, otros plantean que el nuevo sujeto revolucionario es el Partido, todo el pueblo, o son las masas populares y también están los que sustentan que son los movimientos sociales o las grandes masas indígenas preteridas en algunos países latino-americanos; las masas campesinas o sedientas de tierra o una conjunción dialéctica de todos esos factores.

El tema tiene mucho que ver con la forma en que las vanguardias revolucionarias enfrentan la lucha política concreta, los pasos y acciones que promueven para hacer avanzar los procesos revolucionarios que no caminan espontáneamente y siempre demandan de un cuerpo teórico interpretativo “concreto de la situación concreta”.

En Cuba, el estancamiento de las Ciencias Sociales, consecuencia del ocurrido en la sociedad, ha impedido una amplia discusión del tema en la prensa del Partido, quedando establecido como dogma el papel dirigente de la clase obrera, ejercido por su vanguardia, el Partido Comunista, sin otras precisiones.

A título de aporte a la discusión en pañales y sin pretender conclusiones definitivas, ni nada por el estilo, se exponen a continuación algunas consideraciones que podrían contribuir a estimular el debate, y tal vez, a esclarecer el tema y a explicar en parte, las dificultades encontradas por el movimiento revolucionario internacional para avanzar en la construcción del socialismo.

Si entendemos la Revolución Socialista, no como la acción momentánea de la toma del poder político, sino como el proceso de transformación de las viejas relaciones capitalistas asalariadas de producción en las nuevas relaciones de producción asociadas en el socialismo, camino al comunismo, los encargados de llevar adelante el cambio, el sujeto revolucionario, no serían otros que los trabajadores mismos, como señalaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, sólo que lo lograrían cuando tomen conciencia de “clase para sí”, se apropien de los medios de producción, tomen el control político y concientemente se propongan organizar el trabajo sobre nuevas formas cooperativas-autogestionarias y se conviertan en trabajadores asociados.

Mientras los obreros, los trabajadores manuales e intelectuales mantengan su condición de asalariados explotados, y sigan produciendo para un mercado en función de obtener una plusvalía de la cual se apropian y controlan los capitalistas privados o el estado, dueños de los medios de producción; mientras los trabajadores sigan siendo una pieza más, un “objeto” más en el engranaje del proceso de producción, no serán “sujetos” de ningún cambio social, de ningún nuevo régimen de producción, de ninguna revolución en las relaciones de producción. Mientras sean explotados buscarán cualquier vía para resolver sus necesidades perentorias.

C. Marx, (1) en su discurso, conocido como Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, expresó:

“Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y sobre todo a las fábricas cooperativas, creadas sin apoyo alguno, por iniciativa a de algunos obreros audaces.

Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales, que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase obrera; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría.”

Si los trabajadores no cumplen su tareas con “gusto, entusiasmo y alegría”, es simplemente porque no son los sujetos del proceso de producción, no se sienten ni son dueños de los medios de producción, están separados de ellos, no satisfacen sus necesidades básicas y, por ser asalariados y no participar de la propiedad, las decisiones y la repartición de las ganancias, se sienten explotados por los verdaderos dueños del capital, sean privados o estatales. Acabemos de enfocar el sentido de propiedad desde una posición científica.

De manera que los pioneros iniciadores de estas transformaciones, los sujetos de la nueva revolución en las relaciones de producción, han sido los trabajadores que en el seno del propio capitalismo han roto las amarras del trabajo asalariado capitalista y han empezado por su cuenta a organizar cooperativas, empresas recuperadas y asociaciones de trabajadores de diverso tipo. Los trabajadores asalariados, los trabajadores que explota el capital, sea privado o estatal, no son sino la fuente de donde saldrá la nueva clase de trabajadores asociados que realizará los cambios sociales correspondientes.

Pero; para que las cooperativas surgidas en el seno de las sociedades capitalistas, no sean meras empresas de propiedad colectiva inmersas en ese sistema que las influirá constantemente en todos sus aspectos, los trabajadores tendrían que tomar el poder político y económico, generalizar el sistema de trabajo asociado y sustituir el estado burgués “por un sistema republicano y bienhechor de asociación de productores libres e iguales”, pues “el movimiento cooperativo limitado a las formas enanas, las únicas que pueden crear con sus propios esfuerzos los esclavos individuales del trabajo asalariado, jamás podrá transformar la sociedad capitalista..” (2)

Son los trabajadores asociados los que portan las nuevas relaciones de producción; pero solamente se convierten en sujetos de la revolución socialista, cuado toman conciencia de ello y actúan en consecuencia.

Serán pues los productores mismos, los trabajadores asalariados una vez convertidos en trabajadores asociados los encargados de realizar las transformaciones en las relaciones de producción, de llevar adelante las transformaciones socialistas, de la misma forma que fue la burguesía el sujeto de la revolución burguesa, la clase revolucionaria que en su época impuso el capitalismo, las nuevas relaciones de producción asalariadas. Es absurdo, pues, desde todo punto de vista, que la clase trabajadora asuma el poder para mantener las relaciones asalariadas de producción, las propias del capitalismo, pues como también explicó Marx, en su obra “Salario, precio y ganancia” (3): “En vez del lema conservador “un salario justo por una jornada de trabajo justa”, (la clase obrera) deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: “Abolición del sistema de trabajo asalariado”.

En las revoluciones burguesas los trabajadores participaron junto a la burguesía para conseguir la derrota política de los reyes y señores feudales; pero estaban a remolque de la burguesía en las transformaciones socioeconómicas, porque era esa clase que portaba las nuevas relaciones de producción, las más avanzadas de la época, la que tenía ya la mayor parte del poder económico y necesitaba el poder político parar desarrollarse plenamente. Los trabajadores aparecieron en la escena histórica como sujeto revolucionario de las transformaciones socioeconómicas, cuando surgieron las cooperativas en el propio sistema capitalista, de donde nacieron otras nuevas relaciones asociadas de propiedad, producción, distribución y consumo, hecho plenamente identificado por Marx en el capítulo XXVII del III Tomo de El Capital al abordar el Papel del Crédito en la producción capitalista. (4)

Entendida la revolución, como el movimiento social que provoca un cambio más/menos violento en el poder político; pero que no siempre implica un cambio en las relaciones de producción, el sujeto social adquiere otras características. Las dos revoluciones políticas cubanas del Siglo XX, la del 30 contra Machado y la del 59 contra Batista, tuvieron como sujeto revolucionario una composición de fuerzas cualitativamente similar, pero cuantitativamente diferente, donde jugaron importantes papeles los trabajadores, los estudiantes, la pequeña burguesía urbana y rural, y sectores de la burguesía.

La primera tuvo como catalizador la crisis económica del 29 y como principal inspiración la lucha contra el régimen tiránico y despótico de Machado que aspiraba a perpetuarse en el poder. La huelga general puso fin al “Machadato” y los sucesivos gobiernos llevaron a la Constitución democrático burguesa de 1940, para muchos la más avanzada de su tiempo en el continente, pero el proceso no desembocó en un cambio en las relaciones de producción.

La segunda revolución en 1959, tuvo también como inspiración principal la lucha por la restauración democrática contra el gobierno tiránico de Batista que había llegado al poder por medio de un golpe de estado y había violentado el régimen institucional establecido en aquella Constitución del 40.

La vanguardia que encabezó esa segunda revolución anunció sus propósitos de construir la sociedad socialista, pero imbuida de la noción estatista asalariada del socialismo que primaba en el siglo pasado -que concebía el cooperativismo entre una forma socialista secundaria solo para los pequeños propietarios agrícolas y una forma “privada” de la organización del trabajo- y dada la presión del bloqueo imperialista que la llevó a acercarse más a aquel modelo, aún cuando la revolución realizó la expropiación de los expropiadores, concentró la propiedad en el estado e inició el camino de las transformaciones socialistas, no las expandió, no facilitó la transformación de los trabajadores asalariados en trabajadores asociados y se detuvo el proceso de socialización de la propiedad, las decisiones y el poder.

Mientras no se desarrolle y se generalice concientemente el nuevo sujeto revolucionario, el trabajador asociado, ese que hará el socialismo, el hombre nuevo, el del siglo XXI del que habló el Che, no será posible avanzar a etapas superiores en la revolución socialista. Pero ese hombre nuevo, ese sujeto, sólo logrará desarrollarse con la extensión del trabajo cooperativo o asociado -las nuevas relaciones de producción- a toda la agricultura, la industria y los servicios. La ausencia de ese sujeto humano, es factor socio económico determinante que haría posible la reversión de la Revolución.

Nos creímos que haríamos el hombre nuevo solo con más educación y preparación científico técnica. No nos dimos cuenta de que ese hombre nuevo, con una nueva conciencia social, solo sería posible por cambios fundamentales en la base de la sociedad, con otras nuevas relaciones de producción, y no al revés. No se trata de producir conciencia con riqueza, sino con otras relaciones sociales colectivistas asociadas, diferentes a las asalariadas del capitalismo. Es esa la interrelación dialéctica, entre el ser social y la conciencia social, entre base y superestructura. Hoy siguen primando en nuestra sociedad las formas burguesas de la conciencia social, a pesar del enorme esfuerzo cultural y educativo, porque las relaciones de producción siguen siendo asalariadas, jerarquizadas, estimulantes del consumismo, el mercantilismo y el individualismo, aún cuando la propiedad nominalmente sea de todo el pueblo.

Las vanguardias revolucionarias, que siempre son minorías, impulsan cambios en la base socioeconómica, y son éstos los que posibilitan cambios generales en la conciencia social. Las formas burguesas de conciencia, no se generalizaron como conciencia social hasta tanto no se generalizó el sistema capitalista de explotación asalariada.

Y como todo lo que no avanza, relativamente retrocede, el proceso revolucionario cubano, enfrenta ahora el reto de avanzar en su fase de socialización o revertirse y transitar hacia la restauración plena capitalista, igual que los anteriores fenómenos del “socialismo real” que no rebasaron el capitalismo monopolista de estado y nunca lograron el hombre nuevo. Si la vanguardia reconocida del proceso revolucionario cubano no cambia su enfoque sobre los cambios necesarios en la base, en el modo de producción, del trabajo asalariado al asociado, poco podrá hacer por la continuación de la revolución socialista y abriría espacios al surgimiento de otras vanguardias.

Para avanzar en la fase social, la socialista, de la Revolución, los trabajadores asalariados, sean manuales o intelectuales, los campesinos y otras capas aliadas, tendrían que tomar conciencia de que deberán convertirse en trabajadores asociados, el sujeto revolucionario encargado de hacer las transformaciones en las nuevas relaciones de producción, los capaces de construir la nueva sociedad y de generalizar la nueva conciencia social socialista. La historia demuestra que siempre surgen vanguardias que interpretan, concentran, e impulsan los anhelos de las clases revolucionarias.

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba a celebrarse a fines del presente año, debiera definir con claridad las vías de avance que se propone hacia el socialismo, y revisar su concepción actual sobre el papel de los trabajadores, definiendo con claridad su posición ante esta interrogante: ¿Son los trabajadores “objetos” en el proceso de producción asalariada, o “sujetos” -trabajadores asociados- de la revolución socialista?

De su respuesta a esta interrogante y no de sus deseos, mucho dependerá su papel de vanguardia revolucionaria en el actual momento histórico que vive nuestro proceso revolucionario.

Socialismo por la vida.

La Habana, 4 de abril de 2009



http://ar.mc329.mail.yahoo.com/mc/compose?to=perucho1949@yahoo.es

1- C. Marx. Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores. C. Marx y F. Engels. O. E. en 3 Tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú. 1973.
2- C. Marx. Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del consejo central provisional. C. Marx y F. Engels. O. E. en tres tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
3- C. Marx. Salario, Precio y Ganancia. O. E. en tres tomos. Tomo II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
4- C. Marx. El Capital, T-III, Cap. XXVII. El Papel del Crédito en la Producción Capitalista. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.

Artículos y ensayos relacionados en:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml http://analitica.com/va/internacionales/opinion/8777149.asp.
http://es.geocities.com/amigos_pedroc/index.html
autogestion-socialista.blogspot.com/

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martes, 7 de abril de 2009

El sujeto de la revolución socialista


Por Pedro Campos

¿Son los trabajadores “objetos” en el proceso de producción asalariada, o “sujetos” -trabajadores asociados- de la revolución socialista? El VI Congreso del PCC deberá definir su posición al respecto

En el seno del movimiento revolucionario internacional siempre han existido importantes discusiones sobre la definición del “sujeto” de la revolución socialista. Algunos compañeros plantean que la clase obrera moderna, por su complejidad e integración al sistema capitalista ya no es la encargada de hacer la revolución, otros plantean que el nuevo sujeto revolucionario es el Partido, todo el pueblo, o son las masas populares y también están los que sustentan que son los movimientos sociales o las grandes masas indígenas preteridas en algunos países latino-americanos; las masas campesinas o sedientas de tierra o una conjunción dialéctica de todos esos factores.

El tema tiene mucho que ver con la forma en que las vanguardias revolucionarias enfrentan la lucha política concreta, los pasos y acciones que promueven para hacer avanzar los procesos revolucionarios que no caminan espontáneamente y siempre demandan de un cuerpo teórico interpretativo “concreto de la situación concreta”.

En Cuba, el estancamiento de las Ciencias Sociales, consecuencia del ocurrido en la sociedad, ha impedido una amplia discusión del tema en la prensa del Partido, quedando establecido como dogma el papel dirigente de la clase obrera, ejercido por su vanguardia, el Partido Comunista, sin otras precisiones.

A título de aporte a la discusión en pañales y sin pretender conclusiones definitivas, ni nada por el estilo, se exponen a continuación algunas consideraciones que podrían contribuir a estimular el debate, y tal vez, a esclarecer el tema y a explicar en parte, las dificultades encontradas por el movimiento revolucionario internacional para avanzar en la construcción del socialismo.

Si entendemos la Revolución Socialista, no como la acción momentánea de la toma del poder político, sino como el proceso de transformación de las viejas relaciones capitalistas asalariadas de producción en las nuevas relaciones de producción asociadas en el socialismo, camino al comunismo, los encargados de llevar adelante el cambio, el sujeto revolucionario, no serían otros que los trabajadores mismos, como señalaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, sólo que lo lograrían cuando tomen conciencia de “clase para sí”, se apropien de los medios de producción, tomen el control político y concientemente se propongan organizar el trabajo sobre nuevas formas cooperativas-autogestionarias y se conviertan en trabajadores asociados.

Mientras los obreros, los trabajadores manuales e intelectuales mantengan su condición de asalariados explotados, y sigan produciendo para un mercado en función de obtener una plusvalía de la cual se apropian y controlan los capitalistas privados o el estado, dueños de los medios de producción; mientras los trabajadores sigan siendo una pieza más, un “objeto” más en el engranaje del proceso de producción, no serán “sujetos” de ningún cambio social, de ningún nuevo régimen de producción, de ninguna revolución en las relaciones de producción. Mientras sean explotados buscarán cualquier vía para resolver sus necesidades perentorias.

C. Marx, (1) en su discurso, conocido como Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, expresó:

“Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y sobre todo a las fábricas cooperativas, creadas sin apoyo alguno, por iniciativa a de algunos obreros audaces.

Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales, que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase obrera; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría.”

Si los trabajadores no cumplen su tareas con “gusto, entusiasmo y alegría”, es simplemente porque no son los sujetos del proceso de producción, no se sienten ni son dueños de los medios de producción, están separados de ellos, no satisfacen sus necesidades básicas y, por ser asalariados y no participar de la propiedad, las decisiones y la repartición de las ganancias, se sienten explotados por los verdaderos dueños del capital, sean privados o estatales. Acabemos de enfocar el sentido de propiedad desde una posición científica.

De manera que los pioneros iniciadores de estas transformaciones, los sujetos de la nueva revolución en las relaciones de producción, han sido los trabajadores que en el seno del propio capitalismo han roto las amarras del trabajo asalariado capitalista y han empezado por su cuenta a organizar cooperativas, empresas recuperadas y asociaciones de trabajadores de diverso tipo. Los trabajadores asalariados, los trabajadores que explota el capital, sea privado o estatal, no son sino la fuente de donde saldrá la nueva clase de trabajadores asociados que realizará los cambios sociales correspondientes.

Pero; para que las cooperativas surgidas en el seno de las sociedades capitalistas, no sean meras empresas de propiedad colectiva inmersas en ese sistema que las influirá constantemente en todos sus aspectos, los trabajadores tendrían que tomar el poder político y económico, generalizar el sistema de trabajo asociado y sustituir el estado burgués “por un sistema republicano y bienhechor de asociación de productores libres e iguales”, pues “el movimiento cooperativo limitado a las formas enanas, las únicas que pueden crear con sus propios esfuerzos los esclavos individuales del trabajo asalariado, jamás podrá transformar la sociedad capitalista..” (2)

Son los trabajadores asociados los que portan las nuevas relaciones de producción; pero solamente se convierten en sujetos de la revolución socialista, cuado toman conciencia de ello y actúan en consecuencia.

Serán pues los productores mismos, los trabajadores asalariados una vez convertidos en trabajadores asociados los encargados de realizar las transformaciones en las relaciones de producción, de llevar adelante las transformaciones socialistas, de la misma forma que fue la burguesía el sujeto de la revolución burguesa, la clase revolucionaria que en su época impuso el capitalismo, las nuevas relaciones de producción asalariadas. Es absurdo, pues, desde todo punto de vista, que la clase trabajadora asuma el poder para mantener las relaciones asalariadas de producción, las propias del capitalismo, pues como también explicó Marx, en su obra “Salario, precio y ganancia” (3): “En vez del lema conservador “un salario justo por una jornada de trabajo justa”, (la clase obrera) deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: “Abolición del sistema de trabajo asalariado”.

En las revoluciones burguesas los trabajadores participaron junto a la burguesía para conseguir la derrota política de los reyes y señores feudales; pero estaban a remolque de la burguesía en las transformaciones socioeconómicas, porque era esa clase que portaba las nuevas relaciones de producción, las más avanzadas de la época, la que tenía ya la mayor parte del poder económico y necesitaba el poder político parar desarrollarse plenamente. Los trabajadores aparecieron en la escena histórica como sujeto revolucionario de las transformaciones socioeconómicas, cuando surgieron las cooperativas en el propio sistema capitalista, de donde nacieron otras nuevas relaciones asociadas de propiedad, producción, distribución y consumo, hecho plenamente identificado por Marx en el capítulo XXVII del III Tomo de El Capital al abordar el Papel del Crédito en la producción capitalista. (4)

Entendida la revolución, como el movimiento social que provoca un cambio más/menos violento en el poder político; pero que no siempre implica un cambio en las relaciones de producción, el sujeto social adquiere otras características. Las dos revoluciones políticas cubanas del Siglo XX, la del 30 contra Machado y la del 59 contra Batista, tuvieron como sujeto revolucionario una composición de fuerzas cualitativamente similar, pero cuantitativamente diferente, donde jugaron importantes papeles los trabajadores, los estudiantes, la pequeña burguesía urbana y rural, y sectores de la burguesía.

La primera tuvo como catalizador la crisis económica del 29 y como principal inspiración la lucha contra el régimen tiránico y despótico de Machado que aspiraba a perpetuarse en el poder. La huelga general puso fin al “Machadato” y los sucesivos gobiernos llevaron a la Constitución democrático burguesa de 1940, para muchos la más avanzada de su tiempo en el continente, pero el proceso no desembocó en un cambio en las relaciones de producción.

La segunda revolución en 1959, tuvo también como inspiración principal la lucha por la restauración democrática contra el gobierno tiránico de Batista que había llegado al poder por medio de un golpe de estado y había violentado el régimen institucional establecido en aquella Constitución del 40.

La vanguardia que encabezó esa segunda revolución anunció sus propósitos de construir la sociedad socialista, pero imbuida de la noción estatista asalariada del socialismo que primaba en el siglo pasado -que concebía el cooperativismo entre una forma socialista secundaria solo para los pequeños propietarios agrícolas y una forma “privada” de la organización del trabajo- y dada la presión del bloqueo imperialista que la llevó a acercarse más a aquel modelo, aún cuando la revolución realizó la expropiación de los expropiadores, concentró la propiedad en el estado e inició el camino de las transformaciones socialistas, no las expandió, no facilitó la transformación de los trabajadores asalariados en trabajadores asociados y se detuvo el proceso de socialización de la propiedad, las decisiones y el poder.

Mientras no se desarrolle y se generalice concientemente el nuevo sujeto revolucionario, el trabajador asociado, ese que hará el socialismo, el hombre nuevo, el del siglo XXI del que habló el Che, no será posible avanzar a etapas superiores en la revolución socialista. Pero ese hombre nuevo, ese sujeto, sólo logrará desarrollarse con la extensión del trabajo cooperativo o asociado -las nuevas relaciones de producción- a toda la agricultura, la industria y los servicios. La ausencia de ese sujeto humano, es factor socio económico determinante que haría posible la reversión de la Revolución.

Nos creímos que haríamos el hombre nuevo solo con más educación y preparación científico técnica. No nos dimos cuenta de que ese hombre nuevo, con una nueva conciencia social, solo sería posible por cambios fundamentales en la base de la sociedad, con otras nuevas relaciones de producción, y no al revés. No se trata de producir conciencia con riqueza, sino con otras relaciones sociales colectivistas asociadas, diferentes a las asalariadas del capitalismo. Es esa la interrelación dialéctica, entre el ser social y la conciencia social, entre base y superestructura. Hoy siguen primando en nuestra sociedad las formas burguesas de la conciencia social, a pesar del enorme esfuerzo cultural y educativo, porque las relaciones de producción siguen siendo asalariadas, jerarquizadas, estimulantes del consumismo, el mercantilismo y el individualismo, aún cuando la propiedad nominalmente sea de todo el pueblo.

Las vanguardias revolucionarias, que siempre son minorías, impulsan cambios en la base socioeconómica, y son éstos los que posibilitan cambios generales en la conciencia social. Las formas burguesas de conciencia, no se generalizaron como conciencia social hasta tanto no se generalizó el sistema capitalista de explotación asalariada.

Y como todo lo que no avanza, relativamente retrocede, el proceso revolucionario cubano, enfrenta ahora el reto de avanzar en su fase de socialización o revertirse y transitar hacia la restauración plena capitalista, igual que los anteriores fenómenos del “socialismo real” que no rebasaron el capitalismo monopolista de estado y nunca lograron el hombre nuevo. Si la vanguardia reconocida del proceso revolucionario cubano no cambia su enfoque sobre los cambios necesarios en la base, en el modo de producción, del trabajo asalariado al asociado, poco podrá hacer por la continuación de la revolución socialista y abriría espacios al surgimiento de otras vanguardias.

Para avanzar en la fase social, la socialista, de la Revolución, los trabajadores asalariados, sean manuales o intelectuales, los campesinos y otras capas aliadas, tendrían que tomar conciencia de que deberán convertirse en trabajadores asociados, el sujeto revolucionario encargado de hacer las transformaciones en las nuevas relaciones de producción, los capaces de construir la nueva sociedad y de generalizar la nueva conciencia social socialista. La historia demuestra que siempre surgen vanguardias que interpretan, concentran, e impulsan los anhelos de las clases revolucionarias.

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba a celebrarse a fines del presente año, debiera definir con claridad las vías de avance que se propone hacia el socialismo, y revisar su concepción actual sobre el papel de los trabajadores, definiendo con claridad su posición ante esta interrogante: ¿Son los trabajadores “objetos” en el proceso de producción asalariada, o “sujetos” -trabajadores asociados- de la revolución socialista?

De su respuesta a esta interrogante y no de sus deseos, mucho dependerá su papel de vanguardia revolucionaria en el actual momento histórico que vive nuestro proceso revolucionario.

Socialismo por la vida.

La Habana, 4 de abril de 2009


http://ar.mc329.mail.yahoo.com/mc/compose?to=perucho1949@yahoo.es

1- C. Marx. Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores. C. Marx y F. Engels. O. E. en 3 Tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú. 1973.
2- C. Marx. Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del consejo central provisional. C. Marx y F. Engels. O. E. en tres tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
3- C. Marx. Salario, Precio y Ganancia. O. E. en tres tomos. Tomo II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
4- C. Marx. El Capital, T-III, Cap. XXVII. El Papel del Crédito en la Producción Capitalista. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.

Artículos y ensayos relacionados en:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml http://analitica.com/va/internacionales/opinion/8777149.asp.
http://es.geocities.com/amigos_pedroc/index.html
autogestion-socialista.blogspot.com/








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lunes, 6 de abril de 2009

Cuba por su diversidad, para la unidad y por el futuro social, necesita un Congreso de la Nación


La soluciones a nuestros problemas no saldrán de arriba, ni del norte. Las soluciones han de salir y saldrán de adentro.


Carlos Ignacio Pino Para Kaos en la Red


Sólo se construye el futuro con pedacitos de sueños de cada cual
Santiago Feliú


La crisis es del mundo tanto como de la isla. La aldea es global y al crecer se achica como un pañuelo. También a Cuba la estremece el tsunami político, económico y social que recorre al globo, aunque la prensa refleje lo contrario. Todo nos afecta, porque somos parte –indispensable– del planeta. Y nadie se puede bajar del mundo, así como nadie se baja de la isla, al menos no del sentir isleño. Porque Cuba es un sentimiento. Sentimiento del que uno no puede alejarse por más que camine. Porque ninguno de nosotros puede escapar al hecho de ser cubanos, de ser cubanas; y no existe el ser que viera la luz en esta isla, que le sea indiferente el hoy o el mañana de su pequeño gran país.
Ante tanta cubanidad –esparcida y concentrada– no deberíamos permanecer inertes. Ante una realidad que duele, ante el futuro que amedrenta es necesario unirse, reconocernos, comprendernos –comprendernos entre todos y de uno en uno. Porque el camino a la mejor isla posible, sólo lo es si estamos juntos. Porque solamente si estamos juntos, hombro con hombro, seremos el camino con el amor a favor. Y juntos seremos la solución al desierto, a la esterilidad, al deseo de querer y no poder. Juntos somos más fuertes que todos los obstáculos. Pues la construcción de nuestro ideal, solo si acompañamos es tarea posible.
Juntos primero, unidos a pesar de que somos diferentes, diferentes en ideas y en saberes, diferentes en sueños y en conceptos, pero unidos. Caminar unidos para el mejor porvenir humano. Esto es tarea de grandes, porque no es tarea fácil nuestro país –nunca lo ha sido, probablemente nunca lo sea–, por ello solo es empresa para las cubanas y los cubanos, de uno y de todos.
La historia no se hace leyendo el periódico. El mundo no se cambia protestando en la esquina. La isla no mejorará no importa cuánto se escriba y se diga, si no se hace. El futuro se construye arriesgando el corazón. El futuro se construye estando donde hay que estar y diciendo “Cuba, hay que hacer, cuenta conmigo” –no hay otra forma. El futuro que empieza a nacer nos necesita. Ese es el mensaje urgente a todas las cubanas y a todos los cubanos. Y ese futuro es nuestro si te atreves a sentir, si te atreves a decir y a hacer lo que piensas por Cuba y para Cuba. Atrévete, porque hacer es más que necesario, es imprescindible.
Hay que unirse por el proyecto martiano y libertario en que fundó a esta Revolución. Este proyecto que siempre ha sido abono y jamás reja delimitadora. Solo aquellos que alguna vez olvidaron los sueños, o que nunca los entendieron, construyeron los muros. Miles de parcelas se pueden hoy señalar, miles de problemas se le pueden nombrar a este país, pero no se puede señalar una sola solución que implique quedarse uno a la espera, para que otros resuelvan tu vida y decidan nuestro destino. La Revolución es el más viejo intento del humanismo que sobrevive en el mundo, si se olvida eso, si se deja en manos de otros –como de esos burócratas que la usurpan, que nos ahogan, porque más interesados en la forma que el contenido–, entonces se olvida la esperanza y el futuro incierto. Sin Cuba posible, perfectible por nosotros mismos, no hay vida –y tú también lo sabes.
Así como la crisis de los noventa hizo que nos olvidáramos de quien y para quien se construye esta isla, es menester que el final de esta primera década en el nuevo milenio, demos un paso que sea muy difícil de olvidar. Si el futuro no lo construimos juntos, entonces la isla y el proyecto social que encarna, será imposible.
Para defender lo que tenemos, para trascender y buscar lo que nos falta, para eso es la unidad necesaria en la diversidad, porque la única causa es Cuba, que es mayor que nosotros, porque somos todos nosotros sumados y multiplicados. Es Cuba, hoy en un compás diferente, pero la misma causa de todos los que antes la amaron, y que en ella o por ella vivieron. Pues sin el sueño de un país mejor, no hay cubano capaz de levantar la frente.
Cuba –y las cubanas y los cubanos, de aquí y de allá– de nuevo tienen en sus manos la posibilidad de señalar el camino. Es Cuba y toda su gente, nuestra gente y sus ideales, en su diversidad infinita, la mayor posibilidad del mundo actual, y la única de la isla.
La soluciones a nuestros problemas no saldrán de arriba, ni del norte, ni del este, ni tampoco del sur, ni mucho menos de un occidente gastado que no entiende siquiera sus propios males. Las soluciones han de salir y saldrán de adentro. Las soluciones emanarán de nuestros propios pechos –de nuestra fabulosa ínsula–, porque son pocos los pueblos como el nuestro, que está lleno de mujeres y hombres incapaces de desear bienes para sí, que no lo deseen para los demás. Son pocos los pueblos como el cubano, que no es un pueblo de odios profundo y sí de muchos sueños colectivos. Así como pocos son los pueblos del mundo que han sido capaces de revivir sus ideales, de reinventarse el país cada vez que este se marchita.
Es Cuba y su pueblo, en su interminable alegría, en su grandísima bondad, los que pueden abrir el camino. Es Cuba, en Cuba y en un Congreso de la Nación, el mejor punto de partida para el futuro de todos y por el bien de todos.


Carlos Ignacio Pino


Centro Habana, Ciudad de la Habana, Cuba

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domingo, 5 de abril de 2009

Cuba, Raúl Castro y una anécdota sobre no citarle


por Manuel David Orrio


inSurGente


Mientras aporreaba el teclado en mi biblioteca para anotar algunas impresiones y al menos paliar el sufrimiento, mi madre agonizaba en la habitación de al lado. Quizás solamente esperaba para morir a que su único nieto -mi hijo- llegara del cuartel donde cumple su tiempo reglamentario de servicio militar, previo a su ingreso en la Universidad. Pero las fuerzas no le alcanzaron; falleció al mediodía del 13 de marzo, justo cuando un coronel ordenó a un recluta de AK-47 y 120 tiros al pecho:”vuele, que la abuela se le está muriendo”. (…)”“Dios nunca juega a los dados”, gustaba decir Einstein. Tal vez toda la vida me pregunte si el maremoto de desgracias personales que me cayó encima a lo largo de más de un año, tenía por esotérico objetivo alejarme de mi oficio de periodista, exactamente para que no publicara una curiosa anécdota. Loco estaba por hacerlo, a ver si alguien me explica cómo es posible que en Cuba un alto dirigente del periodismo criollo me haya pedido POR FAVOR… QUE NO CITE A RAÚL CASTRO.
Quede claro; no apunto el nombre de ese colega porque el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba me faculta para ejercer esa caballerosidad y porque a fin de cuentas la perra vida, la maestra vida, se encargó de sazonar el episodio con una de sus infinitas ironías. Exactamente al mes de pedírseme no difundir el pensamiento del entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fidel Castro enfermó y delegó sus poderes ganados ante la Historia en la persona de su también hermano.
¿Prohibición abierta, subliminal? Ni lo sé, ni me interesa saberlo; la censura burocrática al ejercicio de un franco debate entre revolucionarios puede tener muchas caras, y una de sus más efectivas puede ser la de una cariñosa palmada sobre un hombro, para no contar de una autocensura objetada por Fidel con estas palabras:
“…aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. A veces hay el temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa. Y hemos estimulado el espíritu crítico. Llegamos a la convicción de que es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque constituye un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema.” (1)
Desconozco si me “llamarán a contar” no ya por citar a Raúl, sino al mismísimo Fidel, y además estimo como 99% cierta la buena fe del funcionario protagonista de la anécdota de marras. Si actuó por iniciativa propia, u orientado desde “tal o más cual altura”, quiero seguir pensando que él, y los presuntos involucrados, lo hicieron guiados por esa lógica de sitio, tan bien descrita por el líder histórico de Cuba.
Insisto: 99%. Pero el 1 restante me dispara el no creer ni en la paz de los sepulcros inculcado por los jefes que durante 11 años me dirigieron en mi misión de defensa de la Patria como hombre de la Seguridad del Estado, en tanto que combatiente secreto contra la “éticamente inaceptable” política de los Estados Unidos hacia Cuba, al buen decir de Juan Pablo II.
Ese 1% de extrema desconfianza, de alerta máxima ante la presunta intención de coartar el sano debate que está teniendo lugar en la sociedad cubana de ahora mismo, no es gratuito, si se consideran contenido y contexto en que la petición de NO CITAR se hizo.

Entre el 17 de noviembre y el 24 de febrero


Por aquellos meses del 2006 anteriores a la delegación de poderes del entonces presidente Fidel Castro, las páginas del prestigioso diario digital de izquierdas http://www.rebelion.org/ eran escenario de intensas discusiones sobre el futuro de Cuba, nacidas tras el discurso pronunciado por el líder criollo el 17 de noviembre del 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde una alerta roja fue lanzada: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”. (2).
Participé en esas discusiones con dos artículos anteriormente publicados en www.insurgente.org: Cuba: Constitución vs. socialismo ¿reversible? (3) y Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles? (4)
En el primero opiné que el camino para preservar la Revolución y continuar hacia adelante pasaba por el respeto irrestricto a la Constitución de la República, en país que se ha destacado por sufrir de numerosas legislaciones y regulaciones absolutamente inconstitucionales. Interrogué en esas líneas si es socialismo que con una Constitución que se proclama socialista se incurra en inconstitucionalidad, y me respondí a mí mismo: ”Evidentemente, no. Y más que evidente, peligroso. Si esos fenómenos se entronizan puede ocurrir que para la percepción de los cubanos un retorno al capitalismo contenga un aspecto justiciero, nada más por el aquello de liquidar un divorcio entre proclama y ejercicio.” (5)
“'Para su momento –continuaba- esa formación socio-económica fue un progreso enorme para la Humanidad, descrito por Lenin en estos términos: “el capitalismo, en su lucha triunfante contra el feudalismo, garantizó la igualdad de derechos jurídicos de todos los ciudadanos. Corresponde a nosotros (los partidos obreros de la época)… garantizar la igualdad de derechos económicos'” (6)
Asimismo, en el posterior Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles?, llamé la atención sobre un hecho que me pareció completamente fuera de lugar para el verano del 2006 y lo seguiría siendo para estos momentos: que la prensa cubana no hubiera publicado una línea acerca de cuanto agitaba las páginas de un periódico revolucionario tan prestigioso como http://www.rebelion.org,%20razón/ por la cual expresé:
”…parece anacrónico que el debate que está teniendo lugar en Rebelión sobre el futuro de Cuba no encuentre reflejo adecuado en la prensa de alcance mayoritario para el cubano de a pie. Más de un 90 % de los jubilados isleños no accede al Internet, ni lee aquel diario. O sea, un millón de compatriotas, sólo para comenzar. Más de 700.000 cubanos son graduados universitarios con derecho a interrogar si no es una ofensa para sus bien ganados diplomas el que alguien decida por ellos cuáles han de ser sus fuentes informativas, sobre todo en tema que les concierne de cerca y respecto a un medio cuyo prestigio como prensa revolucionaria es indiscutible. Entonces, mi pregunta en pie: ¿por qué tantos cubanos enajenados de un debate?” (7)

Surrealismos, tropicales surrealismos: nadie pareció sentirse ofendido, asustado, inquieto o siquiera preocupado, ante la observación de que más de 700.000 universitarios pudieran sentirse desplazados en sus derechos por enajenarles de un tema que muy de cerca les concierne, entre otros millones de cubanos. Especulando, puramente especulando, la causa del “halón de orejas” habría sido respaldar con ideas del General de Ejército un fuero refrendado por la Constitución de la República.

¿Qué pudo molestar, de buena o mala fe, cuando se me pidió NO CITAR A RAUL CASTRO? Pues haga el lector sus propias conclusiones, con las citas de entonces a la vista:
“Hay que desterrar la apología y la autocomplacencia; no se trata de describir cuánto hemos hecho, sino de analizar con sinceridad cuánto de lo que se hizo dio realmente resultados y qué debemos hacer para que nuestro trabajo sea mejor… debemos aprender no sólo a discrepar, sino a estimular el libre debate de las opiniones discrepantes, para que las ideas sean mejores y el convencimiento mayor… Téngale más miedo a un adulón que a un agente de la CIA.” (8)

Desde mínimo 1994, hasta su toma de posesión como Jefe de Estado de Cuba y el día de hoy, el General de Ejército ha sido coherente con una manera de pensar y de actuar donde, como dijo el 24 de febrero de este año: “No hay que temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones, si es encauzado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad” (9).

Obsérvese: libre debate de las ideas discrepantes si el mismo se encauza con “propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad”. Pues bien, valga entonces apuntar que con la Constitución de la República, buena parte de sus legislaciones complementarias y el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba, la tierra de José Martí dispone de casi todos los instrumentos necesarios para que en los medios de difusión masiva exista ese libre debate, animado por propósitos sanos y criterio responsable.

Si acaso, falta una Ley de Prensa, o de Libertad de Expresión e Información, donde se detalle el derecho al ejercicio de dichos fueros por todos los ciudadanos, periodistas y hacedores de opinión incluidos. Si como dice la Ley de leyes, los medios de difusión masiva son propiedad de TODO EL PUEBLO, entonces va siendo hora de dotar a esa propiedad, o a su usufructo, de nombre, apellidos y hasta “Carné Idá”, como se nombra humorísticamente al principal documento identificatorio cubano.

¿Existe conciencia de la necesidad de ese marco legal bien definido? Pues bueno sería formular esa interrogante a una destacada colega, quien en una ocasión se vio obligada a recordar mis probadas lealtades a ciertas personas, para las cuales parecí casi contrarrevolucionario ¿Motivo? Haber expresado en cierto foro exactamente eso: que en Cuba no se justifican determinadas censuras, ante todo por su ilegalidad y por su carácter violatorio de una ética periodística constituida.

Mandato de muertos…y de vivos

Mis difuntos padres sabían dónde se ocultaba Fidel antes de éste partir para México, de donde retornó como primer expedicionario del Granma; mi madre sufrió en silencio durante 11 años mi imagen pública de traidor a la Revolución, plenamente enterada de mi verdadera identidad como combatiente secreto de la Seguridad del Estado, y hasta palió el hambre de alguno que otro de mis jefes durante los días más duros del llamado Período Especial; mi hijo, ahora de AK-47 y 120 tiros al pecho, está listo para matar y morir si al actual Gobierno de los Estados Unidos le da un ataquito de histeria que resulte en una invasión a Cuba.

Por todo ello, mucho lo lamento, porque voy a seguir citando a Fidel, a Raúl y a cuanto revolucionario se me ocurra.

Y como Nicolás Guillén en cierta ocasión, punto, fecha y firma. Así lo dejo escrito.



Se puede reproducir siempre que se cite al autor y a inSurGente


Fuentes:

1.-. Ignacio Ramonet. Cien Horas con Fidel.

http://www.cubaperiodistas.cu/prensa/fidel_ramonet.html
2.- Fidel Castro. Discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005. http://www.cubaperiodistas.cu/prensa/fidel_ramonet.html
3.- Manuel David Orrio. Cuba: Constitución vs. socialismo ¿reversible?http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27670
4.- Manuel David Orrio. Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles?http://www.rebelion.org/noticia.php?id=31605
5.- Ibídem 3.
6.- Ibídem 3.
7.- Ibídem 4.
8.- Ibídem 4.
9.- Raúl Castro. Discurso pronunciado en la Asamblea Nacional del Poder Popular el 24 de febrero del 2008.

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jueves, 2 de abril de 2009

El sistema republicano del socialismo


La situación política económica y social de Cuba demanda la aplicación práctica de estas orientaciones de Marx a la 1ra Internacional. A propósito del próximo VI Congreso del PCC


Pedro Campos Para Kaos en la Red


En la cruzada por esclarecer cuál y cómo sería el socialismo del o en el Siglo XXI, es crucial profundizar en el estudio de los trabajos de Marx y Engels, los fundadores del socialismo moderno; más cuando no pocos compañeros insisten en que ellos no escribieron sobre el socialismo, “nadie dijo cómo hacerlo” y se acerca la fecha en que el Partido Comunista de Cuba se apresta a librar la convocatoria de su VI Congreso.
A fines de agosto de 1866, Carlos Marx escribió sus “Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional” (1) -denominado posteriormente Consejo General- enviadas al I Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, celebrado del 3 al 8 de septiembre de 1866 en Ginebra. De los nueve puntos formulados por Marxen estas instrucciones, seis fueron aprobados como resoluciones del Congreso, entre ellos el referido al trabajo cooperativo.
Se transcriben a continuación los seis párrafos que dedicara Marx en estas “instrucciones” a tratar de esclarecer el papel del trabajo cooperativo en la nueva sociedad.
“Punto 5: Trabajo Cooperativo.
La Asociación Internacional de los Trabajadores se propone unir, llevando a un mismo cauce, los movimientos espontáneos de la clase obrera, pero, de ninguna manera, dictarle o imponerle cualquier sistema doctrinario. Por eso el Congreso no debe proclamar uno u otro sistema especial de cooperación, sino que ha de limitarse a la enunciación de algunos principios generales.

a) Nosotros estimamos que el movimiento cooperativo es una de las fuerzas transformadoras de la sociedad presente, basada en el antagonismo de clases. El gran mérito de este movimiento consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido por un sistema republicano y bienhechorde asociación de productores libres e iguales.


b) Pero el movimiento cooperativo limitado a las formas enanas, las únicas que pueden crear con sus propios esfuerzos los esclavos individuales del trabajo asalariado, jamás podrá transformar la sociedad capitalista. A fin de convertir la producción social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo son indispensables cambios sociales generales de la sociedad, es decir, del poder político, de manos de los capitalistasy propietarios de tierras, a manos de los productores mismos.

c) Recomendamos a los obreros que se ocupen preferentemente de la producción cooperativa, y no del comercio cooperativo. Este último no afecta más que la superficie del actual sistema económico, mientras que la primera socava sus cimientos.

d) Recomendamos a todas las sociedades cooperativas que conviertan una parte de sus ingresos comunes en fondo de propaganda de sus principios, tanto con el ejemplo, como con la palabra, a saber, contribuyendo al establecimiento de nuevas sociedades cooperativas de producción, a la par con la difusión de su doctrina.

e) A fin de evitar la degeneración de las sociedades cooperativas en simples sociedades burguesas por acciones (sociétés par actions), los obreros de cada empresa, independientemente de si están asociados o no, deben cobrar igual parte de los ingresos. Podemos consentir a título de compromiso puramente temporal, que los asociados cobren, además, un interés mínimo.”


Hasta aquí el punto 5,Trabajo Cooperativo. Las negritas y los subrayados son del autor.
Estas “instrucciones” de Marx, no dejan lugar a dudas sobre su concepción cooperativista de las relaciones de producción en el socialismo y su convencimiento de que el capitalismosería sustituido por un “sistema republicano y bienhechorde asociación de productores libres e iguales”, lo cual solo sería posible por el establecimiento de un “sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo”, para el cual serían necesarios cambios generales en el poder político, “de manos de los capitalistas y propietarios de tierras, a manos de los productores mismos”, pues las “formas enanas” de cooperativas simples que puedan hacer los trabajadores con sus propios esfuerzos, jamás podrían transformar la sociedad capitalista por sí solas.
No se trata de aplicar mecánicamente, sino si no en forma creadora y de acuerdo con las circunstancias históricas concretas, las generalizaciones teóricas de los clásicos fundadores del socialismo moderno sobre las nuevas formas y relaciones de producción.
Es trascendental la indicación de Marx de que no se trata de imponer doctrinariamente uno u otro sistema especial de cooperación, sino de enunciar principios generales, toda vez que cada país tiene sus características y las formas de cooperación han sido siempre muy diversas. Es precisamente esa idea no doctrinaria, la que nos llevó a plantear en las Propuestas Programáticas para un Socialismo Participativo y Democrático, una amplia gama de sistemas cooperativos, autogestionarios, cogestionarios, de trabajo individual y familiar y otras que las circunstancias determinen, así como su proyección en Uniones y Agrupaciones mayores.
Específicamente para la etapa actual en que se encuentra la Revolución Cubana, estos planteos de Marx, presentan plena validez, pues se trata –precisamente- del avance necesario en la socialización que demanda la situación actual, ya que no será posible derrotar la vieja sociedad capitalista -presente en Cuba en sus relaciones de producción asalariadas, la concentración de la propiedad, su estado jerarquizado, su aparato económico burocratizado y aburguesado, en los vínculos con el capital foráneo, y en muchas de sus formas de la conciencia social- y construir la nueva, si el sistema de trabajo cooperativo-autogestionario no se extiende de las cooperativas actuales de pequeños propietarios agrícolas, a todas las empresas y ramas de la economía: la autogestión empresarial y social, la que precisa también que el poder real, actualmente en manos del aparato burocrático, se traspase a los productores mismos.
El papel del Partido Comunista es orientar ese proceso de socialización, no obstaculizarlo, ni pretender administrar indefinidamente un capitalismo de estado. Si el ser social determina la conciencia social, el ser un administrador del capitalismo, debe generarle –lógicamente- la conciencia correspondiente.
En distintos trabajos del autor y de otros compañeros cubanos y extranjeros, se ha señalado reiteradamente queel mantenimiento de la organización asalariada de la producción, fue la causa principal de la restauración capitalista en el viejo “socialismo real”. Uno de los errores finales del viejo socialismo fue tratar de convertir las empresas estatales en sociedades por acciones, desoyendo a Marx, que permitieron a los poseedores de capital comprarlas y reconvertir la propiedad estatal en capitalista.
En este y en otros muchos escritos de Marx y Engels, reiteradamente citados por este autor y muchos otros, se establecen con toda claridad las ideas fundamentales que sobre el Socialismo, sus relaciones de producción y sistema político tenían los clásicos.
Un próximo artículo abordará como tema el sujeto de la revolución socialista.


Socialismo por la vida.


La Habana, 1 de abril de 2009

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El palo, el bloqueo y la zanahoria, su levantamiento

Evitar la restauración capitalista en Cuba que pretende EE.UU., sólo se logra con la socialización de la propiedad y las decisiones. Obstaculizarla es hacerle el juego a la estrategia imperialista

Pedro Campos Para Kaos en la Red

El Presidente de EE.UU., Barak Obama sancionó, aunque consideró incompleta, la ley aprobada por el Congreso norteamericano que mantienen intactas las leyes que sustentan el bloqueo económico y comercial hacia Cuba, embargo según ellos, aunque flexibiliza las posibilidades de viajes de cubanos norteamericanos, el envío de remesas y otras facilidades para la compra de medicinas y alimentos, como había prometido el nuevo mandatario en su campaña, y elimina los fondos para la aplicación de la política del “embargo”, por lo que sus leyes “técnicamente” no son aplicables a sus “violadores”. En Octubre, cuando termine el actual año fiscal, habría otra reevaluación de esta política. Según informaciones ya se discute en el Congreso otra ley sobre liberación completa de viajes.

La ley aprobada no elimina la estrategia imperialista de derrocar la Revolución y obstaculizar su avance socialista, aunque proyecta el inicio de un cambio en la forma de lograrlo, pasando paulatinamente de la política de “agresión y el bloqueo”, a la más “pragmática” de “acercamientoy la penetración”, toda vez que el bloqueo no ha sido capaz de lograr sus objetivos de restaurar plenamente el capitalismo en Cuba.

Se trata de una nueva modalidad “del palo y la zanahoria”: “se enseña la zanahoria: las mieles dolarizadas del levantamiento del bloqueo, para estimular el retorno de Cuba al capitalismo privadoy se amenaza con el palo: el mantenimiento del “embargo”.

Un importante papel en el “reajuste” del bloqueo fue jugado por el influyente senador republicano Richard Lugar, del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, un tradicional “moderado”, que recientemente instruyó a su asesor para América Latina, Carl Meacham, realizar un estudio sobre la política hacia Cuba que incluyó, según informes de prensa, reuniones con “funcionarios del Gobierno de La Habana, diplomáticos extranjeros, líderes religiosos y empresariales, periodistas internacionales y otros miembros de la sociedad civil”.

Algunos funcionarios norteamericanos y especialmentelos anexionistas congresistas cubano-americanos, estiman que cualquier otra acción estadounidense en dirección al levantamiento del bloqueo, debe estar precedidopor “gestos” de la parte cubana.

¿Pero qué gestos? El gobierno de Cuba nada tiene que ofrecer a EE.UU. como no sean unas relaciones de respeto mutuo entre vecinos iguales, incluida la cooperación en cuestiones de interés común, ni admitir algo que comprometa su soberanía o implique algún retroceso al régimen socio económico pre-revolucionario. El avance a una organización económica superior a la asalariada y el perfeccionamiento democrático de nuestro sistema político, son asuntos que competen única y exclusivamente al pueblo cubano.

Quien pretendasatisfacer las intenciones imperiales sobre Cuba; no podría ocultar por mucho tiempo su traición al pueblo y sus luchas por la libertad, la independencia y el socialismo. Sin esperar nada a cambio, el gobierno norteamericano debeeliminar total e incondicionalmente su bloqueo criminal, que ha estado dirigido a rendir por hambre a este pueblo y a imponerle sus intereses hegemónicos. No lo logró y no lo logrará, porque la libertad y la soberanía de Cuba jamás serán negociadas y porque aquí tenemos tierra, agua y la necesaria experiencia para producir nuestros alimentos y si esto no se ha conseguido, sus causas son ajenas al bloqueo.

No es Cuba quien “embarga” a EE.UU., quien impide un mayor intercambio comercial, ni la que retiene cuentas bancarias de EE.UU. No es Cuba quien prohíbe a sus ciudadanos, con excepciones, viajar al otro país, quien estimula la emigración ilegal con una Ley especial discriminatoria hacia los demás países latinoamericanos, ni es la que obstaculiza mayores intercambios en materia migratoria, de narcotráfico, terrorismo y otros. No es Cuba quien constituye una amenaza a la seguridad del otro país, ocupa ilegalmente un pedazo de territorio norteamericano ni quien retiene injustamente a luchadores estadounidenses y cubanos contra el terrorismo. Cuba no preparó ni prepara mercenarios en su territorio para agredir a EE.UU., ni organizó nunca invasiones a ese país, asesinatos de sus gobernantes, ni diseminó allá plagas y enfermedades. La lista podría prolongarse.

El valor de las propiedades norteamericanas que Cuba nacionalizó hace casi 50 años y que quiso inicialmente indemnizar, jamás compensarían todo el daño económico y financiero causado por el bloqueo en este mismo tiempo.

La nueva administración en EE.UU., interesada en abrir un nuevo capítulo en sus relaciones con América Latina, parece estar tomando conciencia de que un escollo a superar en este camino, está en su política hacia Cuba, por lo cual, este “movimiento” en el bloqueo habría sido realizado también, con miras a la cumbre hemisférica de Trinidad y Tobago, a la que Obama asistirá y dónde, de acudir el mandatario cubano Raúl Castro, podría realizarse un encuentro.

El contacto podría celebrarse o no y lograrse o no otros acuerdos; pero lo que está muy claro es que las leyes del bloqueo no se han eliminado, que la ley Helms-Burton la cual pretende definir las formas de gobierno en Cuba sigue en pié y que los cambios necesarios en la economía y la sociedad cubana para más socialismo, nada tienen que ver con la política norteamericana de restaurar el capitalismo y la democracia burguesa en Cuba.

Raúl dijo que podríamos pasarnos otros 50 años más con el bloqueo. Y dijo bien, pues lo que necesita el pueblo de Cuba para hacer avanzar el socialismo no vendría nunca ni depende de EE.UU., sino de la política desu gobierno, del avance en la socialización y en la democratización de la sociedad, el cual no puede ser convertido en rehén de la política norteamericana, como si tuviera algo que ver.

Nada más alejado de la realidad: EE.UU. quiere la restauración plena del capitalismo, y lo que Cuba necesita es avanzar del capitalismo de estado existente, -que sí amenaza con revertir la Revolución, por la corrupción y el burocratismo que genera-, a la fase de socialización de la Revolución, de la propiedad y las decisiones, progresar en las nuevas relaciones socialistas de producción.

El adelanto socialista en Cuba, no solo está absolutamente divorciado de la restauración capitalista que quiere EE.UU., sino en plena contradicción: es la única forma de evitarla; puesto que el “socialismo de estado”, en verdad un capitalismo monopolista de estado está destinado, según ha demostrado la práctica social, a involucionar al capitalismo privado, clásico, por implosión (URSS) o por evolución (China), si no avanzahacia la socialización.

De manera que no tiene ningún sentido hacer depender el avance del proceso hacia más socialismo, del levantamiento del bloqueo de EE.UU.: no necesitamos su zanahoria, sus dólares, inversiones, tecnologías, ni sus mercados para entregar las empresas agrícolas, industriales y de servicios al control directo o usufructuario de los trabajadores. En todo caso, obstaculizar el avance de la socialización en Cuba es hacerle el juego a la estrategia imperialista.

La historia del socialismo “real”, ese del capitalismo monopolista de estado, recuerda que el preámbulo de su derrumbe en la URSS y su evolución en China hacia el capitalismo pleno, estuvo precisamente en los acercamientos respectivos que realizaron EE.UU. y Occidente con las políticas de la “Convergencia de los dos sistemas” y del “Tendido de Puentes”, las cuales propiciaron que las burocracias en esos países terminaran aliadas del capital internacional. Esta experiencia no debe ser subestimada por ningún revolucionario cubano sinceramente interesado en la construcción del socialismo.

En Octubre el gobierno norteamericano reevaluará su política hacia Cuba. En los meses finales del año, deberá también celebrarse el VI Congreso del PCC que elaborará su política socio-económica para los próximos años y abordará el tema de las relaciones con el vecino del Norte. El pueblo cubano, el soberano, observa desde las gradas el desarrollo de este “clásico” de la política internacional entre los gobierno de EE.UU. y Cuba.

Socialismo por la vida

La Habana, 1 de abril de 2009

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