domingo, 25 de mayo de 2008

Cooperativismo capitalista y cooperativismo revolucionario. El caso vasco y Cuba.

Por: K. Raveli

Hay que tener en cuenta una gran contradicción que se ha puesto en evidencia en el mundo cooperativo. Gracias al abandono de un discurso abierto de lucha de clases y de clase obrera, con el cierre de la dialéctica cooperativa únicamente al interior del sector trabajador de la clase, es decir del sector empleado, se han reproducido las contradicciones de clase intramuros, en el mismo modelo.

MCC, la multinacional de Cooperativas vascas

Es necesario un parámetro fundamental para reconocer la diferencia esencial entre las dos versiones de cooperativa:

- lo que determina el desarrollo del cooperativismo revolucionario, entendido como modelo para la transición hacia un modo de producción superior al capitalismo, es que responde directa y concretamente al interés de toda la clase obrera, la que está o puede estar en conexión con la propuesta especifica de cooperación en la región interesada. También, asumiendo perspectivas biorregionales, ecológicas y culturales democráticas.

- lo que determina el cooperativismo capitalista, es su respuesta a intereses económicos de un sólo y delimitado sector obrero: el sector trabajador, empleado e involucrado en la manifestación cooperativa.

Luego, esta diferencia de fondo se tiene que manifestar en el tema de la propiedad cooperativa, que es la que al final define palmariamente, como trataremos más adelante, los dos modelos: capitalista o socialista.

En el primer caso, se propone un desarrollo cooperativo en el marco territorial, conectando con necesidades y propuestas de los demás sectores obreros, los desempleados y los subempleados, y de toda la sociedad. En el segundo caso, se constituye una unidad cooperativa excluyendo del proyecto y modo de gestión a los otros sectores sociales, privilegiando de forma economicista al sector obrero trabajador específico de la cooperativa.

En el caso vasco, para entendernos sobre esta cuestión, es necesario exponer de forma muy resumida tres grandes fases de desarrollo del cooperativismo nacional:

la fase inicial, surgida del auzolan (trabajo colectivo de barrio y pueblo) acostumbrado de la civilización vasca, específicamente en zonas con fuerte tradición campesina y artesana, que ha generado proyectos empresariales de tipo cooperativo, sobre todo industrial.

la fase de control capitalista, desde los años de la dictadura militar (1939-76), con la intervención colonial directa de los españoles, la substitución de los dinamizadores sociales con técnicos y políticos contrarios a la cooperación productiva popular e impulsores de modelos de gestión capitalista de la producción.

la fase actual, con el desgaje de algunas unidades cooperativas con modelo de gestión muy avanzado, que abandonan la principal corporación multinacional de cooperativas (MCC o Corporación Mondragon) justamente fomentada por el capitalismo vasco-español en las décadas anteriores.

Hay que tener en cuenta una gran contradicción que se ha puesto en evidencia en el mundo cooperativo, sea vasco, italiano, etc., a partir de su control reformista o liberista capitalista. Gracias al abandono de un discurso abierto de lucha de clases y de clase obrera, con el cierre de la dialéctica cooperativa únicamente al interior del sector trabajador de la clase, es decir del sector empleado, se han reproducido las contradicciones de clase intramuros, en el mismo sistema cooperativo.

Es decir que, a partir de la división del trabajo al interior de la cooperativa de trabajadores, y según modelos de gestión productiva capitalistas, se han desarrollado sub-divisiones y contradicciones entre diferentes fracciones y figuras de trabajadores. Asumiendo del entorno capitalista tradicional muchas funciones y figuras productivas, modelos y procesos de gestión, categorías de status y de poder.

Uno de los resultados principales de este fenómeno, lo encontramos en un fuerte desarrollo en las cooperativas de la figura del obrero capitalizado (1), profundamente laborista y hasta stajanovista, que goza de sueldos relativamente muy altos, del control de los procesos de gestión, y de una fuerte base individual de “ahorro” y de participación al capital y a la propiedad de bienes rentistas o de estatus burgués.

Es decir: se desarrolla rápidamente una fracción de clase obrera empleada y garantizada que proporciona nuevos candidatos para reforzar la clase capitalista en funciones, como es el caso, en las empresas capitalistas tradicionales, de los altos directivos que bajan desde una posición obrera – es decir, de necesidad de venta de fuerza trabajo – a una posición capitalista, con propiedad privatizada de capital constante, acciones, inmuebles, etc.

Mientras, los demás trabajadores de la cooperativa, se mantienen en el sector obrero empleado, en general y por supuesto con grandes coberturas y garantías (2), que les acercan ideológica y materialmente a la fracción obrera capitalizada, formando a menudo un frente social laborista y capitalista en sus planteamientos de organización, culturales, políticos e ideológicos. Muchas veces, proporcionando una base social al reformismo político socialdemócrata capitalista.

Por supuesto, el resultado social, en términos de lucha de clases, es que el sector obrero subempleado (precario, subcontrata, autónomo, etc.) y el otro llanamente desempleado (como los migrantes, las mujeres en reproducción absoluta, etc.) resultan decididamente excluidos del proceso cooperativo, facilitando las divisiones clásicas del capitalismo regional entre obreros empleados (los trabajadores (3)), obreros desempleados y obreros subempleados.

Al contrario, un cooperativismo socialista o revolucionario, que rechace la absoluta dominancia laborista del sector trabajador de la clase sobre los demás sectores, para integrar en el proyecto a todas las necesidades obreras nacionales e internacionales, se plantea o se puede plantear como un desarrollo del socialismo en términos de solidaridad obrera local, regional, nacional e internacional.

En el caso de disponer de unas instituciones estatales que se reclamen del socialismo, esto significa crear con más facilidad conexiones materiales de producción, lucha (organización) y solidaridad de clase entre todos los intereses sociales, ecológicos, económicos y culturales que pueden resultar implicados en el entorno del proyecto productivo cooperativista. Sobre todo, desde un punto de vista democrático territorial, de democracia territorial directa.

Al contrario, en un estado liberista capitalista, un proyecto cooperativista de clase obrera, de socialización productiva abierta y dinámica, está destinado a sobrevivir sólo sobre la base de un voluntariado radical, pero susceptible de sucumbir a corto o medio plazo bajo la presión capitalizadora, es decir laborista y privatizadora del entorno. Por medio de la presión del mercado, de las instituciones, de los medios de difusión, etc.

Pero también, por lo menos desde un punto de vista teórico (y externo), en lo que propone Pedro Campos aquí abajo en Kaos a propósito del cooperativismo en Cuba, en http://www.kaosenlared.net/noticia/produccion-salario-va-primero, con el muy interesante artículo “Producción o salario ¿qué va primero?” de que (en Cuba hay que avanzar hacia) “la introducción paulatina y creativa -pero generalizada- de nuevas relaciones socialistas de producción basadas en el cooperativismo y la autogestión (para entrar) de lleno a resolver la gran contradicción entre el objetivo socialista que se pretende y la forma capitalista de conseguirlo”, habría que tener en cuentas también esta experiencia actual de las cooperativas de los países de capitalismo liberista.

* * *

Pero, y aquí llegamos a la segunda cuestión general, este contenido esencial de clase se tiene que plasmar en las formas y contenidos de la propiedad cooperativa. Lo que es prácticamente irresoluble en situación de capitalismo liberista, que no ofrece que una forma cerrada de propiedad entre los cooperativistas fundadores y directamente productivos de la unidad productora.

Al contrario, en un estado donde se ha superado la propiedad privada capitalista, es posible un diseño cooperativo obrero estudiando las mejores combinaciones de propiedad entre: unidad cooperativa, estado, otras administraciones de espacios biorregionales más amplios, y expresiones institucionales y populares del espacio local de desarrollo del proyecto.

De forma que se garantice un margen real de autogestión para los dinamizadores productivos directos de la cooperativa, respeto a las necesidades obreras determinadas por las respectivas organizaciones territoriales, y la intervención estatal o regional que plantea necesidades y propuestas de interés general, según sus planificaciones de medios y largo plazo.

En fin de cuentas, la superación de una exclusiva gestión laborista interna con el fin de lograr una gestión de interés obrero general, y de interés de toda la sociedad, puede que tenga que pasar por una redefinición permanente del mismo modelo cooperativo, de sus planes de gestión y, entonces, de las reparticiones y formas de propiedad.

Ahora bien, esta cuestión subleva otro tema fundamental: el nivel de desarrollo democrático del país, de poder popular, el empuje de democracia local directa por empezar, de organización popular (otros movimientos sociales), y luego de flexibilidad democrática institucional general del país. Allí donde los intereses de la clase obrera se encuentran con los demás y también conectan más allá del marco nacional, con los procesos de lucha internacional.

Pero, para volver al tema inicial y para terminar, supongo que aunque en Cuba las características de las clases no sean por supuesto homologables a las de un país socialmente subdesarrollado como en Europa, es evidente que cuando se reconoce de una forma o de otra la referencia al capitalismo de estado, se reconoce también la posibilidad actual o futura de la existencia de algunas de estas fracciones, formas y figuras sociales del desarrollo capitalista general.

Y por lo tanto, no se puede proponer un proceso cooperativista autogestionario sin tener en la debida consideración los fracasos de otros países, en términos de desarrollo de propuestas de socialización productiva.

Sobre todo por lo que podría generar de nuevas contradicciones, en términos de lucha de clases local y nacional, para seguir en la transición post-capitalista. Teniendo en cuenta además que la transición socialista cubana podría impulsar grandes pasos adelante en el mismo terreno en otros países conectados con esta experiencia.

Publicado en: Kaos en la red
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NOTAS:

(1)
Se trata de figuras sociales que gozan de sueldos muy por encima de la media proletaria, y que están desconectando de su realidad obrera, materialmente e ideológicamente. Son trabajadores fijos muy garantizados, que antes, en típicos términos laboristas, se le denominaba a veces “aristocracia obrera”. No comparten o no quieren compartir relaciones de solidaridad de clase con los demás sectores obreros desempleados y subempleados, mirando a situarse cuanto antes en la clase capitalista o en un estatus lo más cercano posible.

En las cooperativas capitalistas ya no pertenecen en muchos casos a la clase obrera, por faltar la condición esencial para ello: no necesitan vender su fuerza de trabajo para vivir, puesto que ya gozan de otro estatus, de propiedades y de posibilidad de empresa propia, para seguir bajando hacia la pertenencia definitiva a la clase capitalista rentista o capitalista en funciones. Pueden naturalmente alcanzar muy raramente al tercer gran sector de la clase capitalista, la oligarquía, posible únicamente para muy pocos ejemplares humanos, y a partir de muy grandes concentraciones de capital constante. Y explotación.

(2)
No hay que olvidar que muchas cooperativas capitalistas desarrollan importantes relaciones de subempleo con trabajos precarios, subcontratas, investigadores becarios, teletrabajo, etc., lo que se manifiesta sobre todo en el caso vasco de la Corporación Mondragon en el exterior (estado español, China, Mexico, Brasil, Sudáfrica, etc.) con el empleo subsidiario y precario de grandes cantidades de obreros locales. Es decir: no sólo cierran la función cooperativa a un sector trabajador garantizado, sino que profundizan en la división de la clase obrera mundial entre empleados, subempleados y desempleados, a nivel nacional e internacional. Lo que explica también la profunda ideología laborista, es decir capitalista del trabajo salariado, que caracteriza muchos cooperativistas.

(3)
Sobre la base de la función e ideología de este sector, el laborismo ha producido el concepto de “clase trabajadora”, apoyado en ciertas indeterminaciones teóricas de la fase capitalista industrial primitiva, y que ha sido asumido de forma acrítica en la tradición socialista del siglo XX. En realidad, es un concepto laborista que hoy se opone radicalmente al la noción materialista de clase obrera, que es trabajadora únicamente en el sector empleado por el capitalismo, pero que como tal, como trabajadora, no forma una clase real y objetiva. Ni nacional ni mundial. A menos que se quiera confundir, más o menos interesadamente, los dos conceptos de obrero (que tiene que vender fuerza trabajo para vivir) y de trabajador, que puede ser un capitalista, un campesino, un artesano, etc. (Señalo sobre la cuestión un anterior debate abierto y lógicamente muy animado en estas páginas de Kaos Cuba:
http://www.kaosenlared.net/noticia/trabajadores-no-representan-toda-clase-obrera )

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Cuba hoy: Revolución en la Revolución

Por Marcelo Arbit

Para nosotros, latinoamericanos, no es indiferente que se abra paso un proceso de cambio en nuestra Cuba, superando el inmovilismo y las consecuencias negativas del "socialismo de estado"

Los cambios políticos iniciados en la Revolución Cubana, reclamados por millones de luchadores en asambleas, en las que se presentaron mas de 1.200.000 propuestas para aplicar rectificaciones económicas políticas, culturales y sociales muestran que en el pueblo cubano se halla más vigente que nunca la necesidad de buscar los caminos para recuperar la iniciativa revolucionaria.

La Revolución Cubana es sin dudas una revolución genuina que resistió y resiste el bloqueo del imperialismo norteamericano , mientras su pueblo que se educó y cultivó de la mano de la revolución, pudo desarrollar una política de salud de excelencia y un espíritu solidario con los pueblos del mundo constituyendo un ejemplo para todos aquellos que soñamos un mundo diferente.

Quizás por su carácter ejemplar e inspirador de varias generaciones de luchadores latinoamericanos, como todos los procesos que recorrieron el "socialismo real", está llamada a reformularse para superar la etapa actual de dificultades estructurales que requieren medidas revolucionarias superadoras, ante la pérdida de potencia transformadora.

Para nosotros, latinoamericanos, no es indiferente que se abra paso un proceso de cambio en nuestra Cuba, superando el inmovilismo y las consecuencias negativas del "socialismo de estado" que sumergió en la catástrofe a la URSS y a los países de Europa del Este.
Resulta imprescindible además que los cambios propuestos sirvan para desarrollar la revolución y no para convertir a Cuba nuevamente en una colonia más del imperialismo.

Dicho esto confieso que estoy convencido de que la discusión real no gira en torno a resolver algunas "incongruencias" propias de los enfoques burocráticos, en lo que se refiere verbigracia al acceso a visados, el derecho a ingresar a hoteles y a la utilización de internet que son reclamos justos y necesarios, sino que la búsqueda de soluciones debería tener como eje fundamental al régimen de propiedad en el que derivó el "socialismo centralizado" que se apropió del trabajo y aplastó la creatividad de los trabajadores y el pueblo.

En lenguaje popular cada uno se ha dedicado a "resolver" su subsistencia ante un enredo de dificultades propias de la institución del régimen de doble moneda, los salarios bajos, y la búsqueda de puestos de trabajo vinculados al ingreso de divisas por sobre su interés profesional, y en casos mas complejos a prácticas, como el desarrollo del mercadeo paralelo "expropiando" a los burócratas de recursos que en realidad son de todo el pueblo, frente a situaciones que el estado paralizado no resuelve.

Amo a la Revolución Cubana y creo que la dirección histórica tiene la responsabilidad de encauzar este debate quizás como todavía no se ha realizado en ningún otro país del planeta, abierto a los nuevos aportes de las diferentes generaciones de cubanos, escuchando al pueblo que reclama e intuye que hay una salida en las formas nuevas que la Revolución Latinoamericana está encontrando, a través de la autogestión, en la autoorganización en cooperativas etc., es decir en los diversos tipos de organización que expresan la propiedad social de los trabajadores, en lo que podría llamarse propiedad pública no estatal, que libere la productividad de nuestra creación material y subjetiva.

La apertura de este debate nos incluye a todos; a quienes nos consideramos los hijos de Martí, de Bolívar, de San Martín; también de Fidel y del Che y de cada uno de nuestros libertadores que no pudo terminar su faena. Porque hoy es posible la soñada unidad latinoamericana, tenemos que poner en un esfuerzo mancomunado, todos nuestros conocimientos al servicio de la Revolución Continental democrática, participativa anticapitalista, antiimperialista y socialista.

Nuestra entrañable Cuba se encuentra hoy, una vez más, ante la histórica responsabilidad de abrir su revolución, para que crezca, y el poder de la multitud, de todo el pueblo, pueda parir renacido el camino hacia la América que anhelamos. En esa imponente tarea quiero asegurarles queridos compañeros cubanos que me encontrarán codo a codo.
Reciban desde Argentina un abrazo militante.

Buenos Aires, 24 de marzo de 2008

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Propiedad social socialista: ¿una problemática resuelta?

Tesis para un debate, presentada en la recién concluida IV Conferencia Internacional “La obra de Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI”

Por Colectivo de autores: Jesús Pastor García Brigos, Elena Martínez Canals, Roberto Lima Ferrer, Rafael Alhama Belamaric, Luis Marcelo Yera, Daniel Rafull Pineda.

Introducción.

En la práctica cotidiana de los procesos de transformación comunista de la sociedad y en la reflexión teórica al respecto, mucho se ha declarado acerca del peso que necesariamente debe ocupar la propiedad social en el desarrollo socialista.

Y la misma práctica se ha encargado de colocar en primer plano para el análisis, algo que desde el "Manifiesto del Partido Comunista" se planteaba como premisa decisiva en el desarrollo de la transformación comunista, y continúa hoy como un problema a resolver la necesidad de cambios raigales en todo lo concerniente a la propiedad y dentro de ello, el papel de la dirección del proceso social, especialmente mediante el ejercicio del poder político por las fuerzas revolucionarias.

Mas la breve historia de procesos de transformación socialista ha hecho evidentes las insuficiencias en la teoría y sus implicaciones en la prácticas diaria.

Expresión palpable de ello resultan las deficiencias perdurables para alcanzar el llamado "sentimiento de dueño" con nueva legitimidad y las insuficiencias en la "realización de la propiedad social" como necesario presupuesto de partida del nuevo poder, con las consecuencias negativas en bajos índices de productividad y las recurrentes diversas tendencias delictivas, que como síntesis se han dado en llamar fenómenos de corrupción.

Estos elementos, entre otros, estuvieron en el centro de las causas del derrumbe de las experiencias socialistas en la Unión Soviética y Europa del Este y, -aunque con sus particularidades-, no pueden ser ignorados en nuestro proceso de casi cincuenta años de construcción socialista.

Para el debate en los marcos de este evento, con el objetivo de contribuir a los estudios que se vienen realizando al respecto, y con ello a la solución de los desafíos que plantea la cotidianeidad, proponemos las siguientes tesis:

Desarrollo

1.- Los estudios sobre la propiedad social son una necesidad insoslayable para la práctica de la transformación socialista, por su vínculo con la necesidad de concretar en procesos reales de la cotidianeidad, los rasgos del socialismo en el presente siglo XXI, como única alternativa válida para el futuro de la humanidad.

Dentro de ello, el problema de la propiedad en la construcción socialista para el caso cubano, tiene que ser visto contextualizado en las peculiaridades del proceso desde su propio inicio, pero especialmente en lo concerniente a la fase por la que el mismo atraviesa entrando al siglo XXI, considerando las cualidades positivas consolidadas pero también las inercias o insuficiencias que frenan el avance en las actuales condiciones.

2. El análisis de lo acumulado en la cotidianeidad y en la reflexión teórica respecto a la propiedad social y la construcción socialista, muestra que se hace indispensable un enfoque integral multidisciplinario para avanzar en la elaboración de los instrumentos teórico-metodológicos que permitan enrumbar las "guías para la acción".

La claridad conceptual es requisito indispensable en la elaboración de los referentes histórico-concretos, que sirvan de base para los pasos prácticos encaminados a consolidar el sentido emancipador socialista en las condiciones actuales para cada caso específico.

3.- En nuestro enfoque de la propiedad social en la construcción socialista, partimos de que la propiedad, como categoría universal, es una abstracción generalizadora para expresar esencias estructurales y funcionales de la reproducción de los seres humanos, que se conforman a partir de la relación hombre- naturaleza: desde la relación que "distingue" al hombre de los objetos de la naturaleza, hasta las relaciones que se conforman y desarrollan entre los individuos y su correspondiente proceso de socialización humana como sujetos y objetos de la producción.

La propiedad como categoría sintetiza y expresa la esencia del proceso de producción/apropiación de la vida social multilateralmente, en el sentido en que Marx lo señala en su crítica a Proudhom (1) o durante sus reflexiones sobre la Economía Política en los "Grundrisse" (2). La propiedad expresa el sistema (estructuras, relaciones, procesos) mediante el cual se realiza el proceso de producción/apropiación por los hombres de su propia vida social, que parte desde la apropiación de la naturaleza por el individuo en los marcos de determinada forma de sociedad y mediante ella, y tiene su fundamento último en la producción de las condiciones materiales (objetuales) para su existencia y reproducción, estructuradas sobre determinado modo de producción.

En la misma medida que la riqueza social no se reduce a los elementos objetuales que entran en la reproducción ampliada del individuo socializado, -de las individualidades específicas y diversas-, y de la socialidad que se conforma y reproduce en las relaciones entre dichas individualidades,- la propiedad no se reduce al hecho final de tenencia, apropiación, posesión, disfrute, consumo de los valores creados que conforman la riqueza social: la propiedad es un sistema complejo dinámico, responsable y resultado a la vez, del proceso de emancipación del hombre como individuo socializado, en todos los planos que Marx identifica la relación emancipación- alienación (3).

4.- En buena medida ignorando el alerta de Marx cuando plantea que "…Pretender dar una definición de la propiedad como una relación independiente, como una categoría especial, como una idea abstracta y eterna significa caer en una ilusión metafísica o jurídica" (4), muchos marxistas han ubicado en un segundo plano o no han considerado, que el sistema cuya esencia más general se expresa en la categoría propiedad, tiene otros niveles de especificidad, vinculados a dos realidades interactuantes: lo individual y lo social.

La distinción entre propiedad social y propiedad individual resulta como un momento de concreción de la propiedad como sistema, como polos de una unidad dialéctica histórico –concreta.

Los individuos socializados producen y se apropian de los elementos necesarios para su existencia y reproducción como tales, en un complejo proceso durante el cual interactúan dialécticamente como seres que deben reproducir con un contenido de progreso (determinado objetivamente y reflejado en sus representaciones ideales de modo histórico concreto), sus diferencias individuales, en contradictoria relación con la reproducción de la socialidad que los distingue de la naturaleza.

En otros términos, la propiedad como categoría histórico –concreta se expresa en dos niveles de relaciones, dos dimensiones interactuantes.

Ignorar esto ha sido causa de las insuficiencias en los análisis y en las prácticas durante la realización de la necesariamente nueva naturaleza socio-económica de la propiedad y su vínculo con la política.

5.- Para la realización de las potencialidades heurísticas de la categoría propiedad es imprescindible profundizar en las complejidades del proceso de producción/apropiación, comúnmente diseccionado como superposición de actos divorciados entre sí. Y para su expresión histórico concreta se hace imprescindible adentrarse en lo que distingue los individuos, los hace específicos e irrepetibles, y el proceso que los hace individuos sociales, los hace individuos humanizados: el proceso de socialización- individuación.

Se trata de dos procesos complejos, contradictorios al interior y en su interacción, que conviven, y en su esencia se vinculan a las categorías propiedad individual y propiedad social, llenando de contenido cada tipo histórico concreto de propiedad .

6.- La propiedad social como categoría, expresa el sistema que integra y ordena los procesos diferenciados pero no separados de producción/apropiación de los elementos necesarios para la existencia y reproducción individual de los seres humanos. Este sistema al mismo tiempo, en una compleja interacción dialéctica, tributa a la conformación de los procesos diferenciados individuales de producción/apropiación de la riqueza social.

La propiedad social, es resultado y premisa de los procesos individuales, está condicionada por la participación de sus actores en el desenvolvimiento de la vida social., en la compleja dialéctica de recíprocas influencias desde sus fundamentos y condiciones materiales objetuales, hasta las expectativas recíprocas e intereses.

La propiedad social es el sistema que integra y ordena las vías individuales diferenciadas de producción/apropiación, y como tal es un resultado. En ese ordenamiento e integración el sistema como un todo actúa sobre las partes que lo conforman, con lo cual tributa a la conformación de los procesos diferenciados de producción/apropiación individual. Y en esta condición, la propiedad social, más que un resultado, es también condición, premisa, fundamento, que determina el lugar de los diversos actores individuales (los hombres y mujeres como individuos, los grupos de diverso carácter, las clases durante toda una etapa de desarrollo social, etc .) en el proceso de reproducción social en todas sus expresiones e integralidad.

7.- La propiedad individual por su parte, expresa el sistema vinculado a la reproducción de la individualidad socializada. Como tal, es fundamento inalienable de la propiedad social. Y en un complejo proceso este sistema resulta definido a través de especificidades irrepetibles y por la apropiación de los actores del proceso social en sus diferentes niveles de estructuración y funcionamiento, como parte de la universalidad que da la interacción con los restantes elementos de la vida social.

La propiedad individual, al tiempo que expresa la base objetiva, elemento primigenio de la propiedad social, como sistema se conforma y desenvuelve en un complejo proceso de acciones y reacciones, de mutuas determinaciones, con el sistema de la propiedad social. El desconocimiento o la ignorancia ex profeso de esta mútua determinación, ha conducido a enfoques reduccionistas ajenos a la lógica de Marx, que en definitiva desconocen al individuo en aras de una idealizada socialidad superior.

8.- La propiedad social y la propiedad individual son dos momentos dialécticamente interactuantes en el proceso de producción y reproducción ampliada de los seres humanos, con su fundamento en el proceso de producción/apropiación material- objetual.

Estos dos momentos se realizan a través de las distintas formas de actividad humana, desde la propiamente productiva-objetual, hasta las manifestaciones en la vida ideológico- espiritual. En un complejo "juego de acciones y reacciones", de mutuas determinaciones y diferencias, particularmente importante es lo concerniente a la actividad política.

9.- La política, tal como se ha desenvuelto hasta hoy, se halla vinculada a la existencia de las clases, a la división social jerárquica del trabajo. Pero en su esencia es actividad integradora, coordinadora de las acciones entre los individuos y sus distintas formas de organización estructural.

La política como actividad resulta esencial en la conformación de las determinaciones histórico concretas de la propiedad social y la propiedad individual, al mismo tiempo que los fundamentos productivo- objetuales fijan premisas insoslayables en el desenvolvimiento de la propiedad como sistema y de la política como actividad.

Las complejidades de esta interacción se expresan claramente en los análisis de Marx acerca del papel del Estado en el sistema de relaciones del capital y en particular su descubrimiento crucial que identifica a la relación de compra- venta entre el capitalista y el obrero, -en el cual el primero compra realmente la capacidad de disponer de la fuerza de trabajo, compra su individualidad en última instancia-, como un acto esencialmente político, última expresión de una socialidad que se había venido desarrollando sobre la base de relaciones de explotación.
Y estas complejidades reclaman urgente atención para el consecuente desarrollo práctico de lo avanzado por Marx y Engels acerca de la "extinción" del Estado en la transformación comunista de la sociedad.

10.- Es imprescindible comprender la propiedad como sistema complejo, dinámico y dialécticamente contradictorio, y no como ha sido lo más común: la propiedad reducida a las proyecciones en los elementos jurídicos, indispensables pero que en modo alguno agotan la expresión de la propiedad como sistema.

Sin ello resulta imposible comprender la verdadera esencia del capital como sistema, elemento estratégico insoslayable para llevar adelante el proceso de construcción socialista, dirigido conscientemente a trascender completamente este sistema, prestando la debida atención a las mediaciones de segundo orden en la relación capital -trabajo, cuya presencia resultó a la postre decisiva negativamente en los procesos de la unión Soviética y los países de Europa del Este en el siglo XX.(5)

11.- La propiedad socialista es un ordenamiento transicional, de ruptura con el orden sistémico reproductor del capital y al mismo tiempo de continuidad creadora en la generación del orden sistémico reproductor de relaciones de propiedad comunistas, que se construye orientado por determinados valores emancipatorios.

Estamos ante un proceso dirigido. La propiedad comunista se irá conformando en la práctica en la medida en que el proceso de dirección social en todas sus expresiones se consolide como actividad sistémica de autodirección por individuos socializados cada vez más plenos y libres, como premisa y resultado de una sociedad cada vez más plena y libre.

12.- En el sistema de la propiedad como proceso histórico concreto, el carácter socialista de la unidad entre la propiedad social y la propiedad individual lo define el vínculo efectivo de los individuos en el proceso de dirección de la actividad social como sistema, -dentro de ella la actividad económica en primer orden. El proceso de dirección decide en la integración al proceso de producción y reproducción de la vida social, al proceso de apropiación de la riqueza social por los individuos.(6)

La propiedad social y la propiedad individual socialistas conforman una unidad que completa la negación de la que descansaba sobre la base de individuos socialmente enajenados entre sí y en relación con el proceso social como un todo en diferentes grados y formas de expresión, dando paso a una apropiación entre individuos productores plenos de "su propia vida material"/Marx/, sujetos libres en el proceso de su propia reproducción como parte del sistema de los "individuos sociales"/Marx/, portadores de un proceso de verdadera emancipación humana, emancipación social. El socialismo, como proceso que inicia el paso a una organización de la sociedad en la cual "...el libre desarrollo de cada individuo es condición del libre desarrollo de todos", es el comienzo de un salto cualitativo en el desarrollo de la unidad propiedad social- propiedad individual, y no el mero salto hacia el "predominio" de la propiedad social.

Es el salto a una nueva propiedad social, condición y a la vez resultado de un proceso de reproducción individual esencialmente diferente, una nueva propiedad individual, en el sentido de relaciones de apropiación por el individuo de la producción social (en su contenido más amplio) con un carácter tal que propicia y realiza la apropiación por todos en la condición de productores mediante la "…unión de hombres libres que trabajan planificadamente.. y con medios de producción comunes, que entregan sus fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social" (7)...un modo esencialmente diferente de desarrollo progresivo de la sociedad.

13.-La formación del orden de la propiedad socialista en Cuba tiene sus peculiaridades, y está marcado desde sus orígenes por la condición de Cuba en 1959 como país subdesarrollado, peculiar neocolonia de los Estados Unidos. Se trata de un proceso que ha estado matizado por interacciones muy específicas entre los elementos objetivos del sistema de producción/apropiación de la riqueza, desde las propias características estructurales y funcionales del sistema de las fuerzas productivas cubanas, en el cual el papel de la política ha estado definido no solo por el más que bicentenario conflicto con los gobiernos de los Estados Unidos, y por rasgos propios del proceso de dirección de las transformaciones revolucionarias en Cuba (8).

La reproducción en nuevas condiciones del conflicto entre la antigua neo- colonia y su ex –metrópoli imperialista, impuso su sello, modelando los rasgos del proceso de dirección y su interacción con el desarrollo de la propiedad, definiendo todos los elementos del sistema reproductivo para garantizar la cuestión esencial del problema nacional: la soberanía y la independencia en un contexto de justicia social y progreso humano, el socialismo cubano.

14. Se plantea hoy ante nosotros un problema teórico general, de indiscutible trascendencia práctica para la revolución socialista en Cuba, vinculado a revelar ¿qué ha surgido nuevo favorecedor del sentido emancipatorio comunista, y qué existe hoy que se le opone?, ¿como se desenvuelve la dirección de este proceso, muy en particular, como interviene la actividad política, como se anticipa y culmina en la conformación del nuevo modo de propiedad, y como dentro de ella el Estado -en su contenido abarcador de organización del "poder público"-, impone cambios en la economía al tiempo que recibe la influencia de ellos?.

15.- El problema teórico general no puede ser resuelto sin tener en cuenta la práctica específica de los procesos reales. Del mismo modo los procesos reales de la práctica cotidiana no pueden enfrentar exitosamente todas las complejidades, y en particular la politica no puede adelantar propuestas que contribuyan a la consolidación del avance en el sentido deseado emancipador, sin la "guía para la acción" de una teoría que sea capaz de identificar lo esencial para el avance, sustentada en la autocrítica sistémica y sistemática, y conscientemente dirigida a la rectificación de errores y el perfeccionamiento de todos los momentos del proceso de desarrollo.

No se trata de trabajar con teorías universales. Tanto como no se trata de elevar al rango de universal, y esencial para el sentido de progreso, lo recopilado como experiencia práctica, muchas veces condicionada por efectos coyunturales, interpretaciones, y en general resultado de acciones con los más diversos grados de legitimación. Semejantes comportamientos traicionarían completamente el verdadero sentido de una ciencia comprometida y enconsecuencia responsabilizada con el máximo rigor en sus conclusiones.

En los documentos básicos vigentes de nuestro Partido Comunista (9), se hace referencia explícita a los vínculos entre el proceso de dirección social, -específicamente la labor del Estado como institución,- y los elementos del sistema de relaciones de propiedad. Resalta el énfasis en el papel de la planificación, el vínculo entre los "elementos más globales de la Política Económica y aquellos que corresponden al ámbito empresarial", la relación entre centralización, competitividad, control y eficacia; el papel del Estado socialista con relación a los elementos de mercado, la relación entre la eficiencia de la empresa estatal y otras formas de propiedad "como elemento consustancial al socialismo", la relación entre las diferentes instancias del Estado, el vinculo entre los Organismos de la Administración Central del Estado y los Consejos de la Administración….atendiendo al papel del Estado "como representante de todo el pueblo" en el ejercicio de la "propiedad social sobre las empresas estatales",… etc (10).

No obstante, la práctica ha mostrado dolorosamente las insuficiencias en la aprehensión del contenido de estas relaciones. Expresión palpable en la práctica es la ausencia reiteradamente señalada en investigaciones de distintos perfiles, y en diferentes contextos histórico- concretos,del "sentimiento de dueño" (11) : el "codueño socialista", personificación de la "propiedad social sobre los mediosfundamentales de producción", ha resultado un objetivo difícil de alcanzar en nuestra propia experiencia, la cual logró en más de cuarenta años de transformaciones bajo peculiares condiciones, avanzar hasta tener esencialmente un "beneficiario colectivo" de los resultados del proceso de producción social (12).

Hoy enfrentamos el desafío de contrarrestar la consolidación de la tendencia generada en los últimos años al surgimiento de un "beneficiario individualizado individualistamente", en agudo conflicto con el "beneficiario colectivo", siendo lo más grave quizás que ni el estado alcanzado anteriormente ni la actual relación codueño-beneficiario colectivo-beneficiario individualizado individualistamente, han llevado a lograr una motivación por el trabajo cuyos resultados se expresarían ante todo en el despliegue de las reservas de eficiencia presentes en la principal fortaleza de nuestro sistema de las fuerzas productivas: la componente humana.

Las condiciones de un beneficiario colectivo al margen del tratamiento individualizado, no individualistamente, llevaron a un bajo nivel de motivación por el trabajo y a la reproducción de fenómenos negativos de indisciplinas, "desvió de recursos", apatía y otros comportamientos, que, lejos de erradicarse, sobre el terreno abonado por las modificaciones en nuestra economía a partir de los noventa del pasado siglo se reproducen con efectos erosionadores de los fundamentos del desarrollo en el sentido socialista, aún más peligrosos por el contexto en que funciona hoy nuestra sociedad. No por gusto la atención prestada al enfrentamiento a los comportamientos delictivos y hechos de corrupción administrativa, con nuestro Partido, el Estado y la Central de Trabajadores de Cuba al frente de esta batalla.

En el contexto actual cubano se ha reiterado por académicos y se ha explicitado por dirigentes políticos, la urgencia de profundizar y desarrollar la teoría marxista acerca de la propiedad en la sociedad socialista en construcción, y la insatisfacción con el aporte hecho por nuestras ciencias sociales en este campo (13)

Para la actividad científica se puede identificar claramente un problema central a resolver, de indiscutible trascendencia para la práctica cotidiana: ¿qué debe distinguir a la propiedad socialista como sistema transicional, de ruptura con el sistema del capital y continuidad dentro del sistema de propiedad comunista? Este momento básico de atención se nos presenta desplegado en un grupo de aspectos, todos estrechamente vinculados a las tareas de la construcción socialista, que es necesario comprender e implementar consecuentemente para la correspondencia entre la indispensable estrategia de la construcción socialista y la práctica cotidiana, de modo tal que se garantice el sostenido progreso en el sentido emancipatorio comunista. Entre ellos:

¿Cómo producir el proceso de ordenamiento de diferentes formas de organización de la propiedad que define al proceso de transformación comunista de la sociedad en nuestras condiciones actuales?

¿Como intervienen en este proceso los elementos externos a la nueva naturaleza en construcción - tanto los elementos heredados del anterior sistema a trascender, como los presentes en el contexto en que se desenvuelve el proceso transformador, esencialmentelos vinculados al sistema del capital? ¿qué formas se corresponden mejor al proceso de consolidación de la nueva naturaleza de las relaciones sociales?;

¿qué condiciones son necesarias y suficientes en los diferentes momentos del proceso de reproducción social para la consolidación de las formas heredadas que pueden trascender al nuevo sistema y para el surgimiento y consolidación de nuevas formas?

¿cómo se materializa en este sistema de relaciones el vínculo entre lo individual y lo social en sus diferentes niveles y proyecciones: el hombre- individuo, los grupos sociales, las estructuras productivas y de dirección ,etc.?

¿cuáles son los reguladores esenciales de estos procesos, los portadores (actores sociales) específicos y la relación entre ellos?. Como intervienen los sistemas de valores, el Derecho, las instituciones políticas, sociales, comunitarias, los procesos de participación y sus sistemas de representación, la familia, los sistemas de comunicación, etc.?

¿Cuánto hemos avanzado en lograr los individuos preparados para ser mas plenos y libres?¿que habría que hacer para lograr ese real empoderamiento y lograr esos seres creativos a los que aspiramos, concebidos como un resultado a su vez en constante desarrollo, como algo histórico- concretamente condicionado?

Es por ello esencialmente que para Cuba hoy identificamos la necesidad de tener en el centro de atención el desarrollo de investigaciones que abarquen la propiedad como sistema, abordado en toda su complejidad estructural y de funcionamiento y sus condicionamientos histórico- concretos, desde sus expresiones en el proceso del producción material- objetual através de sus distintas formas posibles de organización del proceso del trabajo, las unidades de producción y sus funcionamiento sistémico, los mecanismos de distribución en sus dos aspectos, intercambio y consumo, hasta los aspectos ideológico espirituales, pasando por la caracterización de los portadores materiales de las relaciones de propiedad- los individuos, grupos sociales, y sus diferentes expresiones institucionales, en la política especialmente.

Las ciencias sociales cubanas, consecuentemente comprometidas con la transformación socialista emprendida hace más de cuarenta y cinco años, conscientes del reto que significa en el plano científico, continúan trabajando en busca de las respuestas y las propuestas que contribuyan a las acciones prácticas cotidianas en este irrenunciable "viaje a lo ignoto",- comoha calificado Raúl Castro la construcción socialista-, convencidos de que es la única opción verdaderamente compatible con la propia existencia de la Nación cubana.

Notas:
1 Marx, C., Miseria de la Filosofía, T.IV. OC en ruso, 2da Ed., p. 68 (Trad. JGB.)
2 Marx, C., Grundrisse. Vintage Books, New Cork, 1973, pp. 87 -88.
3 Ver: "La teoría de la enajenación en Marx", István Mészáros, Ciencias Sociales, La Habana, 2005
4 T.4, O.C. (en ruso) 2da. Ed., p. 169, (Trad. JGB).
5 Mészáros, István, "Beyond Capital. Towards a Theory of Transition", Volumen 1, K.P. Bagchi and Compañy, Calcuta, India, 2000. p.108 (Nota: la traduccion del fragmento es de Jesús. P García Brigos; la Seccion 4.1.2 a que se hace referencia es del mismo libro).
6 Martínez Canals, E.; Peña R. L.; Guach J.; Fajardo , R. "Hacia el sueño de lo posible: un acercamiento a la experiencia cubana", Ponencia III Conferencia Internacional "La Obra de Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI",
www.nodo50.org/cubasigloXXI/.
7 Marx, C., El Capital, T.1, T. 23. OC (en ruso) 2da. Ed., p. 88 (Trad. JGB)
8 Ver: García Brigos, Jesús Pastor, "La base económica en la conformación de tendencias de desarrollo de la sociedad cubana actual", Informe de Investigación (soporte digital), Instituto de Filosofía, La Habana, 2005.
9 Ver: "Resolución Económica. V Congreso del Partido Comunista de Cuba", Editora Política, La Habana, 1998.
10 "Resolución Económica. V Congreso del Partido Comunista de Cuba", Editora Política, La Habana, 1998.pp. 14- 35.
11 Ver el libro "Es posible construir el socialismo en Cuba", del Dr. Dario Machado Rodríguez, Editora Política, La Habana 2004. Este autor ha dedicado numerosos trabajos al tema del sentimiento de dueño, de "propietario colectivo" en el socialismo.
12 Ver en la revista Cuba Socialista, número 21, 2001, la intervención de Jesús García en el taller que organizó la publicación acerca de los cambios en la estructura socioclasista de nuestra sociedad durante los últimos años.
13 Ver en el periódico Trabajadores del lunes 3 de julio 2006, lo expresado en el Encuentro de Estudios del Trabajo dedicado al tema, con la intervención de Pedro Ross Leal.

Publicado en: Kaos en la red

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La abolición del trabaja asalariado y el socialismo en Cuba

Por Pedro Campos Santos.

La Revolución se pierde o se gana, según sigamos la filosofía del viejo burocrático, estatismo-asalariado o avancemos a la introducción de la autogestión socialista con las nuevas relaciones de producción cooperativas, a fin de garantizar el triunfo del trabajo sobre el capital.

A 106 años del inicio de la seudo-república, a la cual no queremos volver.


Desde la discusión del discurso de Raúl del 26/7/07, tiene lugar una “apertura limitada” para dar paso a las opiniones y críticas de los de abajo, a lo interno de la Revolución, donde las posibilidades de intercambio horizontal entre militantes de base, políticos, académicos y profesionales, siguen constreñidas; los pequeños espacios controlados en la prensa se muestran insuficientes y en consecuencia el debate profundo se queda en estrechos marcos sin compartirse en el Partido, el gobierno y la sociedad.

Ante los llamados del Presidente a debatir abiertamente, pocos han sido los análisis amplios y profundos de todo lo ocurrido, publicados por académicos, profesionales y políticos estudiosos de las ciencias sociales marxistas y menos, los debates de fondo en la prensa oficial, que si bien se ha permitido algunos artículos críticos, en pocos casos llega a valorar las causas sistémicas que, en cambio, sí son tratados con todo descarne en la prensa digital de izquierda, donde la derecha entra sólo con comentarios, a veces agresivos, que nada significativo aportan, mostrando sólo su ansias revanchistas. Cada día son más los que, estimulados por el desastre real del socialismo pretendido, prefieren basar sus análisis en cualquier pensador de “moda”, que no sea Carlos Marx.

Entre las posiciones que han recibido alguna difusión nacional, destacan las de quienes intentan encontrar soluciones “socialistas” en las esferas de la distribución, moviendo precios y salarios; en la circulación de la moneda y en la concientización política de las masas para que produzcan más, poniendo el énfasis en la disciplina, “aumentar la producción para poder aumentar los salarios”, distribuir “estatal y adecuadamente” lo que tenemos, estimular la producción agrícola a partir sólo de incentivos mercantiles, incitar el consumo de los “pudientes” para “equilibrar las finanzas”, fortalecer la “economía de servicios” (turismo, comercialización de fuerza de trabajo calificada y otros) para incrementar los ingresos estatales y ofertar más participación al capital extranjero en la explotación de nuestros recursos naturales, compartida con el estado. Los pocos que hablan del cooperativismo, sólo se refieren a las cooperativas en la agricultura, casi nadie habla de cambiar las relaciones de producción en la industria y los servicios.

Son las posiciones de los que, atados al tradicional discurso del viejo “socialismo de estado”, demostradamente inviable por su estatismo asalariado y sus esquemas burocráticos centralizados de acumulación, planificación y monopolio gubernamental del mercado interno, que reprodujeron el estado autoritario, no captan las señales de los nuevos tiempos, del “cambio de época” y siguen haciendo malabares con los viejos dogmas en la mano derecha, y el nuevo discurso de Raúl en la izquierda, que sí está claramente dirigido a promover mayor descentralización, participación democrática y control obrero. Algunos no saben o no entienden todavía el movimiento que sigue, acostumbrados al estilo de esperar la señal desde arriba; pero otros –a propio intento- dejan caer al piso lo que llevan en la izquierda y lanzan al aire lo que tienen en la derecha.

Ahora, ¿casualmente?, el Imperialismo agudiza su campaña intervencionista y redobla su ayuda a la contrarrevolución interna con la doble intención de capitalizar el descontento real existente en la población por la situación económica, cuya “luz no asoma todavía al final del túnel” y buscando fortalecer las posiciones más conservadoras y enemigas de los cambios necesarios en el seno del aparato estatal, a fin de frustrarlos y obstaculizar el diálogo complejo entablado entre los revolucionarios para buscar soluciones socialistas a nuestros problemas. Son ahora los imperialistas los empeñados en que les sigan “echando la culpa” porque aquí no podamos avanzar en la democracia socialista. Si necesario es desmotar la actividad enemiga, la forma de hacerlo puede servir a sus intereses provocativos. Veremos quiénes –dentro- le siguen la rima.

Dadas la confusión y la desesperanza que nos dejó el desastre del “socialismo real” se hace necesaria la mayor claridad posible en cuanto a los fines y medios del socialismo, por lo cual el debate no puede cesar y hay que seguir diciendo y escribiendo y tratando de presentar nuevos argumentos sobre la necesidad de la Autogestión Socialista como vía para impedir la reversión de la Revolución y garantizar el socialismo. Es la batalla ideológica a la que nos convoca el momento histórico.

Carlos Marx dedicó el Capítulo LI del III Tomo de su obra cumbre, El Capital, a establecer las diferencias y vínculos de dependencia entre las relaciones de distribución y las de producción (1). 150 años después muchos “socialistas” y “marxistas” siguen hablando del socialismo como un asunto relativo a la esfera de la distribución y no sustantivo al de las relaciones de producción.

Allí escribió el fundador de la teoría revolucionaria:

“…las relaciones de distribución son esencialmente idénticas a estas relaciones de producción, el reverso de ellas, pues ambas presentan el mismo carácter histórico transitorio…..Las llamadas relaciones de distribución responden, pues, a formas históricamente determinadas y específicamente sociales del proceso de producción, de las que brotan, y a las relaciones que los hombres contraen entre sí en el proceso de reproducción de su vida humana. El carácter histórico de estas relaciones de distribución, es el carácter histórico de las relaciones de producción, de las que aquellas solo expresan un aspecto.”

En su afamada y muy conocida, pero poco estudiada y menos interiorizada Crítica al Programa de Gotha (2), “El Moro” –así le decían sus amigos- señala:

“… es equivocado, en general, tomar como esencial la llamada distribución y hacer hincapié en ella, como si fuera lo más importante.

… La distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción.
Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción. Por ejemplo, el modo capitalista de producción descansa en el hecho de que las condiciones materiales de producción les son adjudicadas a los que no trabajan, bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras la masa sólo es propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo. Distribuidos de este modo los elementos de producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural. ...” y remata: “El socialismo vulgar (y por intermedio suyo una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y a tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que está dilucidada la verdadera relación de las cosas, ¿porqué volver marcha atrás? “

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels expusieron: “…la condición de la existencia del capital es el trabajo asalariado”, debido a que el trabajo asalariado es la forma de organizar la producción para extraer la plusvalía al trabajador, razón de ser del capitalismo. De manera que la superación del capitalismo pasa por la eliminación de la condición de su existencia. Socialista será, por tanto, el partido que inscriba en su bandera: “Abajo el trabajo asalariado”

Fue por ello que en su obra “Salario, precio y ganancia” (3) Marx escribió:

“Creo haber demostrado que las luchas de la clase obrera por el nivel de los salarios son episodios inseparables de todo el sistema de salarios, que en el 90 por 100 de los casos sus esfuerzos por elevar los salarios no son más que esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado del trabajo y que la necesidad de forcejear con el capitalista acerca de su precio va unida a la situación del obrero, que le obliga a venderse a sí mismo como una mercancía. Si en sus conflictos diarios con el capital los obreros cediesen cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura.

Al mismo tiempo, y aun prescindiendo por completo del esclavizamiento general que entraña el sistema de trabajo asalariado, la clase obrera no debe exagerar ante sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos, que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos pero no cura la enfermedad. No debe, por tanto, entregarse por entero a esta inevitable guerra de guerrillas, continuamente provocada por los abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del mercado.

Debe comprender que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. En vez del lema conservador “Un salario justo por una jornada de trabajo justa”, deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: “Abolición del sistema de trabajo asalariado”.

La socialdemocracia alemana después de Engels y particularmente Kautsky y luego Berstein, se olvidaron de la “abolición del trabajo asalariado” y aceptaron el punto de vista según el cual se considerada una política socialista, la distribución de la renta nacional de manera que, además de los salarios, ayudara a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y representara una más amplia distribución de la riqueza acumulada por la sociedad, sin tener que enfrentar un cambio en la propiedad sobre los medios de producción ni en la organización asalariada del trabajo. Nuevos “sabios” aparecen señalando que lo determinante del capitalismo no es la forma de la producción asalariada, sino su afán mercantil, como si este no hubiera existido desde la esclavitud.

La URSS y el “campo socialista” se quebraron precisamente por no avanzar más a las nuevas relaciones de producción socialistas, mantenerse atados al trabajo salariado –la ley de la sujeción, según el Profesor Radulfo Páez (4)- y dar la espalda al poder real de los trabajadores que se verifica en el control directo sobre sus condiciones de producción y existencia. Después ha habido quienes acusaron a los trabajadores de haber sido ellos lo que dieron la espalda al socialismo, ¿a cuál? Lenin trató infructuosamente de enmendar el camino con su última obra teórica, “Sobre la cooperativización” que sus seguidores sólo aplicaron forzosamente en la agricultura, en las tierras de los pequeños propietarios. Dicen que hoy la Rusia capitalista, no ha podido todavía desactivar aquel intento cooperativo en el campo.

Los que en Cuba promueven “soluciones” de tipo “desarrollistas-capitalistas”, en los marcos del actual “socialismo de estado”, también parecen haber olvidado, o quizás no leyeron nunca, estos pasajes de Marx y no tienen en cuenta que lo determinante en un régimen económico-social es la forma en que se organiza la producción, la manera en que se produce, cómo se explota la fuerza de trabajo, de lo cual depende todo lo demás, la distribución, el consumo, las finanzas, la circulación monetaria, la conciencia social, la superestructura y no al revés.

Si en 1865 Marx llamó “conservador” el lema “un salario justo para una jornada justa”, ¿cómo podríamos calificar hoy, 143 años después, tales ideas en una Revolución inmersa en la construcción del socialismo? Todos tenemos derecho a equivocarnos de buena fe. Esperamos que tales posiciones vayan siendo rectificadas, y que se impongan las relativas a “cambiar todo lo que deba ser cambiado” y a “cambiar los métodos y las estructuras”, como dijeron respectivamente Fidel y Raúl.

Algunos hablan de liberar las fuerzas productivas: SÍ, pero NO para desarrollar más capitalismo del que ya tenemos, con más mercantilismo, más consumismo, más desarrollismo, más destrucción de nuestro medio ambiente, ni seguir introduciendo inversiones extranjeras para explotar en forma capitalista a nuestros trabajadores y recursos naturales.

Liberar las fuerzas productivas hoy en Cuba sería –principalmente- quitar todas las amarras estatales al desarrollo cooperativo en el campo, eliminar todas las trabas burocráticas que le impusieron al Perfeccionamiento Empresarial que lo convirtieron de estimulante de la producción en su contrario y llevarlo cada vez más, en todo el sistema productivo y de servicios, a la participación de todos los trabajadores en las decisiones importantes que se toman en los centros de trabajo de cualquier tipo, desde la elección de los jefes y administradores, que deben ser rotativos, hasta la gestión y la repartición de un por ciento de la ganancia. Los trabajadores lo han venido haciendo a su manera. Eso será lo que hará que la gente se sienta dueña y disminuyan los desvíos y la corrupción.

Mientras no nos cuestionemos el sistema de trabajo asalariado, todo lo que se haga se quedará en los marcos de un neo-capitalismo estatal, pretendidamente socialista, que más tarde o más temprano facilitará la plena restauración capitalista y nos llevará directo al barranco del anexionismo cuando EE.UU. se decida a cambiar su política de agresión y bloqueo por la de acercamiento y penetración. Recordemos que sólo la compra de alimentos al enemigo histórico provocó una peligrosa dependencia alimentaría que condenó el campo cubano al abandono, de todo lo cual Raúl, con mucha razón, trata de salir casi desesperadamente. Con el sistema estatal actual ¿a dónde nos pueden llevar un millón de turistas usamericanos y 100 mil cubanos visitándonos –anualmente- vertiendo su consumismo y corruptelas en cada esquina y miles de empresarios gringos, correteando en sus cadillacs por toda Cuba, invirtiendo en petróleo, turismo y agro-industria, con los bancos norteños dando créditos para vender aquí toda su mercadería y oficinas consulares y comerciales yanquis por doquier? No. ¡Esa no va!

Si los yanquis lograron “tender sus puentes” hasta China, al otro lado del Pacífico, cuando les dieron la oportunidad y “han virado aquello al revés, con toda su diferente historia milenaria y sus mil tres cientos millones de habitantes”, qué no harán a escasas 90 millas, con una idiosincrasia parecida, sobre una pequeña población llena de necesidades y ansiosa de cambios: puentes llegarán y hasta túneles cavarán para el abordaje pirata con bandera bucanera que preparan. La invasión no va a ser con aviones, barcos ni tanques. Semejante acometida solo puede ser neutralizada por el pueblo y los trabajadores organizados económica, social y militarmente en un sistema integrado de autodefensa de los intereses compartidos, alcanzable por la conciencia de propietarios sobre los medios de producción, que hoy no existe porque “todo pertenece al estado”.

Esa “economía de servicios” que algunos nos están “pintando” para un “cercano vuelo nupcial” con el imperio, tiene una clara fetidez anexionista, por muy buenas “perspectivas económicas” que nos quieran “vender” para bien del “estado socialista”. Hay que aguzar el olfato, la visión, el tacto y todos los sentidos. Nuestros especialistas en “marketing” internacional dirigiendo la “economía del socialismo” pueden resultar muy peligrosos.

Pero además, como el suelo y el subsuelo patrios son de todos los cubanos, debería tenerse en cuenta la opinión del pueblo a la hora de hacer contratos con empresas extranjeras para explotar nuestros recursos naturales, sobre todo antes de contraer tales compromisos con vecino tan poderoso. El petróleo ha llevado a la mafia texano-californiana a tres guerras bien lejos de sus fronteras, en el Medio Oriente. Más nos valdría buscar en el ALBA y en cualquier otro lugar antes que en EE.UU., fuentes externas de financiamiento y continuar profundizando las ideas de la revolución energética que nos legó Fidel, investigando todo tipo de alternativas con el concurso de nuestros trabajadores y técnicos y nuevas posibilidades de ahorro en cada centro, en cada equipo, en cada puesto, pero eso demanda -¡claro!- que los trabajadores se sientan dueños, participen de la ganancia y cada uno sufra en sus ingresos las consecuencias de sus acciones de ahorro o despilfarro.

Por muchas razones no tenemos que seguir los senderos de China y Viet Nam que algunos compañeros proponen. Empezando porque estamos en Cuba, a un “brinquito” del imperialismo más fuerte de la historia, que lleva 200 años tratando de anexarse este país y está dispuesto a ensayar todos los medios incluido el cambio de política ya anunciado por Obama -zanahoria que no pocos admiran entusiasmados- y el que van a apoyar allá cientos de miles de cubanos, por razones diversas, pero entre ellos muchos dueños de capitales deseosos de lograr la completa restauración capitalista acá, para la cual cuentan ya con el apoyo explícito o tácito de no pocos dentro, colados en todas partes, que han perdido toda confianza en el socialismo.

Ya se ha visto en la práctica, el “socialismo de estado”, en verdad un capitalismo de estado –así lo llamó el propio Lenin aunque desagrade el uso del término-, es incapaz de pagar la fuerza de trabajo por la falta de correspondencia entre sus fines distributivos “socialistas” y su forma de producción asalariada, capitalista. Nuestra propia práctica con empresas extranjeras que pagan más salario por la izquierda, lo ha evidenciado. Romper el ciclo que conduce de nuevo al capitalismo, pasa por ser consecuentes con el ideario socialista marxista que preconizamos y avanzar hacia la abolición del trabajo asalariado.

Tienen razón quienes plantean que es demasiado grande nuestro aparato burocrático improductivo. No por gusto Raúl se propone disminuir los ministerios, compactar sus estructuras, llevarlos al mínimo y probablemente dejarlos sólo en funciones metodológicas, descentralizando la administración y municipalizando todas las decisiones posibles. Las ramas y aparatos no productivos que deberán funcionar de todas formas, tendrán que readecuarse a nuevos presupuestos, reajustar su personal, optimizar sus recursos y tendrán que agenciarse otras formas de financiamiento y mecanismos de recaudación. La municipalización de los presupuestos debe jugar un papel determinante en esto; así como la vinculación a importantes centros de producción y servicios de círculos Infantiles, escuelas específicas de enseñanza técnica, el médico de los trabajadores y otras prestaciones comunales, que los financien de forma autogestionaria. Estas experiencias se dieron en Cuba, pero el centralismo burocrático las desapareció en la medida en que el estado fue creando su poder “independiente”.

Igual, las Milicias obreras, campesinas y estudiantiles, podrían encargarse de la seguridad y defensa de los centros y áreas respectivas, si la gente tuviera sentido de pertenencia. Entonces nadie desviaría recursos y no harían falta caros y especializados cuerpos de vigilancia de los “bienes del estado”, que se contratan bajo la filosofía de protección a cambio de salario.

La Revolución se pierde o se gana, según sigamos la filosofía económica del viejo socialismo burocrático basado en la propiedad estatal, el trabajo asalariado y la centralización de la acumulación, el mercado y la planificación que lo lleva a hacer cualquier cambalache mercantil, obligado por sus contradicciones sistémicas, a fin de “tener más para controlar, hacer sus planes y repartir paternalmente”, vía por la cual “terminamos en brazos” de nuestro enemigo; o avancemos a las nuevas relaciones socialistas de producción cooperativas, hacia el triunfo del trabajo sobre el capital. Cuba, como ningún otro país del mundo, está en condiciones, para abrir el camino del nuevo socialismo a partir del abandono progresivo del trabajo asalariado y la introducción de la autogestión socialista (con sus formas de propiedad cooperativa, autogestionada y cogestionada entre el estado y los trabajadores), la descentralización de la actividad mercantil y la acumulación, y la planificación democrática, por el hecho de haber logrado nacionalizar la tierra (90 %) y todos los medios de producción fundamentales.

Algunos, con tal de obstaculizar el desarrollo de la Autogestión Socialista, la acusan diversionistamente de promover el capitalismo sin argumentación ni base alguna, haciendo creer que las “cooperativas son propiedad privada y compiten en un mercado capitalista”. Pero en las nuevas condiciones, ni una, ni la otra cosa según Marx: ya ha sido bien explicado en otros artículos y ensayos. Entiéndase que la gran mayoría de este pueblo no admite la explotación capitalista…ni en su disfraz estatal. La gente que no quiere trabajar lo dice claro: “no trabajo por un salario, menos si no resuelve mis problemas, quiero que me dejen trabajar para mí”. Una mala lectura de ese fraseo popular, en la que coinciden las extremas derecha e izquierda, es que la gente quiere capitalismo o son vagos. Una interpretación revolucionaria es que rechazan ser explotados y quieren autogestión. La parte corrupta de la clase burocrática que se ha ido conformando, hará todo lo posible por obstaculizar la Autogestión Socialista, al igual que el Imperialismo y la contrarrevolución quienes saben que allí, donde exista, sólo pueden entrar después de arrasar, si lo logran. Próximamente se publicará Socialismo y Mercado, para tratar de ayudar a esclarecer el inevitable y necesario papel transitorio del mercado en el socialismo.

La Autogestión Socialista, empresarial y social, que permitiría a los trabajadores sentirse verdaderos dueños de su destino, de sus fábricas, de sus centros de servicios, sería la garantía de la irreversibilidad de la Revolución y de la lucha de los trabajadores por su victoria ante cualquier intento, por cualquier vía, de apoderarse de nuestras tierras, de nuestros medios de producción, de nuestra patria y de restaurar el capitalismo anexionista. Pero eso, no lo lograrán ni por las malas, ni confundiendo. Marx fue muy claro: ¡Abajo el trabajo asalariado!

Socialismo por la vida.


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NOTAS

1) C. Marx. El Capital. T-III. Capítulo LI. Relaciones de distribución y relaciones de producción. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.
2) C. Marx. Crítica al Programa de Gotha. O.E, en tres Tomos, T-III, Editorial Progreso, Moscú 1974,
3) C. Marx. Salario, Precio y Ganancia. O.E. en tres tomos. Tomo II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
4) Radulfo Páez. Ley económica que lleva al hundimiento al “socialismo estatal”. Publicado en kaosenlared.net.


Contacto: perucho1949@yahoo.es

La Habana, 20 mayo de 2008.


Artículos relacionados en
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http://analitica.com/va/internacionales/opinion/8777149.asp.


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jueves, 22 de mayo de 2008

SOCIALISMO, DEMOCRACIA Y MERCADO

Por Narciso Isa Conde

Está en debate el tema del socialismo en este siglo, después de las fallidas experiencias que tuvieron lugar en Europa del Este en el siglo XX.
¿Cuál socialismo?
¿Cómo transitar hacia él, previa ruptura y superación del control capitalista en la conducción del Estado y sobre la sociedad civil?
¿Qué hacer con la propiedad privada sobre los medios de producción, distribución y servicios en sus diferentes escalas y en los distintos sectores?
¿Qué hacer con el mercado?
¿Puede haber un “socialismo de mercado”?
¿La economía debe seguirse basando en un sistema de precios o es posible regirse por un sistema de equivalencias en función del cálculo del valor en cada caso?
¿Es posible hacer socialismo con las herramientas del capitalismo?
Cierto que el mercado surgió con anterioridad al capitalismo. Pero no menos cierto es que el mercado es consustancial a este sistema de dominación.
¿Es posible hacer socialismo sin eliminar la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, distribución y servicio, solo introduciendo la economía de equivalencias y redistribuyendo más justamente el ingreso nacional por vía impositiva y a través de programas sociales, aumentos de salarios, bonificaciones…?
Esta claro ya, dadas las mencionadas experiencias fallidas, que la propiedad estatal con planificación burocrática-centralizada, lejos de conducir al socialismo, nos lleva inexorablemente un a súper-estado burocrático y a una gran crisis estructural. Por eso hay explorar nuevas rutas y dar respuestas a estas y otras interrogantes.


Interés y actualidad de estas preguntas.

Entonces, ¿qué hacer con el tema de la planificación?, ¿cómo relacionar esta cuestión con la propiedad, gestión y el mercado dentro de un proceso de orientación socialista capaz de superar integralmente el capitalismo y alcanzar felicidad espiritual, bienestar material, avance cultural y educativo, estadios superiores de salud y conocimiento, espíritu solidario, desarrollado armónico con la naturaleza, igualdad de derecho entre géneros, generaciones, razas, etnias y libertad para toda la sociedad?

Estas preguntas y las reflexiones que sugieren han cobrado especial interés y actualidad a la luz de lo que pasó con el socialismo en el siglo XX, del replanteo del socialismo en el contexto del nuevo siglo, de las controvertidas respuestas chinas y vietnamita a la crisis de su “socialismo de Estado” y de la discusión que tiene lugar hoy en Cuba, después de evidenciarse allí la necesidad de un cambio del modelo predominante estatista-burocrático y de la superación de la dualidad económica creada a raíz del periodo especial.


Actualidad del espíritu del Che y el problema de la transición.

En este contexto recobran actualidad las reflexiones de Ernesto-Che- Guevara y su espíritu de búsqueda, justamente en la víspera de su ochenta aniversario.

Y recobran fuerza especialmente sus críticas al cálculo económico, a la planificación burocrática, al culto al mercado, y a la unilateralidad en cuanto a los estímulos materiales a costa de la conciencia socialista. Su insumisión respecto a lo que veía en tren de fracasar o cargado de anti-valores propios del orden a superar.

La cuestión es que todo esto merece ser tratado con su mismo espíritu, sin apego al dogma, sin sacralizar sus reflexiones y búsquedas. Y, además, teniendo presente todo el desarrollo del pensamiento revolucionario socialista en las últimas tres décadas del siglo XX y en lo que va del siglo XXI.

Aquí quiero insistir en la necesidad de concebir el socialismo como transición y como construcción hacia él, desde determinadas niveles del desarrollo capitalista.

Transiciones después de una ruptura con la dominación y la hegemonía del capital: procesos siempre cargados de herencias, mecanismos, “culturas”, prácticas, sistemas…imposibles de superar por decreto o al instante; menos aun dentro de los estrechos márgenes de las revoluciones, o de los procesos hacia revoluciones, escenificadas en un país o un grupo limitado de países.

Transiciones revolucionarias más o menos difíciles, tortuosas, lentas, aceleradas, accidentadas…

Y es dentro de esas transiciones donde se necesita ubicar la justa relación en cada periodo entre formas de propiedad, sistemas de gestión, áreas de mercado y áreas de no mercado, valores y precios, espiritualidad y materialidad, seres humanos y naturaleza, tecnologías apropiadas e industrialización, procesos nacionales y procesos continentales y mundiales, Estado y sociedad, participación y coerción…

Si el capitalismo es un sistema de dominación integral (económico, social, político, militar, cultural, ideológico) el socialismo debe ser un sistema de liberación integral.

Por eso no es válido, ni en el terreno económico en particular, ni en el modelo en su conjunto, aislar una de otra, estas cuestiones esenciales.


Proceso progresivo y ascendente de socialización.

El paso de lo privado a lo social, y del Estado a la sociedad autogestionada, del mercado al no mercado, de la explotación a la no explotación, de las bases tecnológicas del industrialismo capitalista al desarrollo socialista (con tecnologías apropiadas y no agresiva contra la vida) …y la erradicación de todas las modalidades de discriminación, marginación y subordinación, opresión y violencia en dirección a una sociedad de seres humanos libres espiritualmente y libres materialmente, es ante nada un proceso progresivo y ascendente, sin exclusión de campos de acción.

Los grados de avances en la socialización deben medirse en cada uno de esos aspectos interrelacionados.

Lo viejo no se puede suprimir de sopetón, pero tampoco debe perdurar más de lo necesario; nunca se debería actuar por debajo de lo que posibilite transformar y reemplazar en el sentido anticapitalista y socialista la acción conciente de las fuerzas de vanguardia y la conciencia y determinación de los sujetos sociales del cambio. Y en este orden pueden darse situaciones variadas, combinaciones temporales y cambios ascendentes.

Una cosa es el mercado sin regulación y otra cosa es un mercado regulado por normas y acompañado de procesos que posibiliten su progresiva extinción. Igual una cosa es un mercado total y omnímodo y otra un mercado parcial acompañado de otras formas de intercambio.

Una cosa es un mercado en el que concurran solo las ofertas de empresas capitalistas privadas, y otro en el que concurran empresas de propiedad y gestión social, pasando temporalmente por diversas combinaciones en cuanto a participación de empresas con variadas formas de propiedad y de gestión (asociativas, cooperativas, colectivas, gestionadas, co-gestionadas, privadas, mixtas...).

Una cosa es un mercado dominado por monopolios y oligopolios privados y otro aquel en el que concurran empresas socializadas y cooperativas socialistas acompañadas o no de otras formas no hegemónicas de propiedad privada, individual y mixta.

Una cosa es hablar de una transición con un mercado sujeto a desparecer y con presencia de modalidades de propiedad privada o mixta en vía de superación, y otra es hablar de “socialismo de mercado” con creciente presencia de la concurrencia del gran capital transnacional.

La transición al socialismo puede ser compatible con procesos de mercado y presencia de propiedad privada o mixta de diferente rango. Pero el avance hacia el socialismo pleno requiere, mediante esfuerzos sostenidos de socialización, tanto de la superación de la propiedad privada sobre los medios de producción, distribución y servicios, como del mercado y de la explotación del trabajo asalariado.

Esto último implica a su vez la superación de todo estatismo basado en el trabajo asalariado, en la planificación centralizada y en la apropiación y/o el poder de decisión de la burocracia sobre el excedente.

El proceso hacia el socialismo, por tanto, en el campo económico debe implicar predominio ascendente de diversas modalidades de propiedad social y de la propiedad pública y/o estatal autogestionada o cogestionada por los(as) trabajadores(as); predominio del intercambio equivalente, basado en el valor real de las mercancías, predominio de la planificación descentralizada, democrática, participativa…

En lo político-institucional debe haber cada vez más democracia, cada vez más participación, cada vez más auto-organización, cada vez mas poder de decisión de la sociedad, cada vez menos Estado, menos represión…hasta su completa extinción.

En cuanto a relación de género, el socialismo es inseparable de la igualdad de derechos en la familia, en la sociedad, frente al Estado. Es inseparable de la plena superación del patriarcado.

Y ese sentido la igualdad de derechos dentro de las diferencias objetivas, es absolutamente válida tambien para el tratamiento del problema generacional, racial y étnico.

Todos son procesos progresivos, no automáticos. Pero todos deberían ser llevados a cabo con la mayor aceleración posible y en forma integral, al compás de la necesaria continentalización y mundialización de la revolución y el tránsito al nuevo socialismo.

De lo contrario, el socialismo se queda trunco, mediatizado, con tendencia a involucionar, a colapsar y/o a restaurar paulatinamente los anti-valores y mecanismos de la sociedad que se propuso superar.


El caso Cuba

El punto de partida cubano es otro: allí ha tenido lugar la expropiación de la propiedad privada capitalista en amplísima escala y se ha cumplido la fase del traspaso por vía revolucionaria de lo privado a lo público, junto a la conquista de la independencia frente al imperialismo. Solo que en ese proceso la estructura económica pasó a manos del Estado y no propiamente a la sociedad, de los/as trabajadores/as, y el partido, los movimientos sociales y los órganos de poder de la sociedad civil se amalgamaron con la burocracia estatal, perdiendo capacidad de socialización y democratización progresiva.

El caso cubano, a mí entender, es inverso, o más bien diferente, al del resto del continente: porque de lo que se trata allí es de convertir lo estatal en social, sustituir la planificación burocrática y centralizada por la planificación democrática-participativa, la gestión burocrática por la autogestión o cogestión obrera y popular, la centralización política por la participación democrática.

Se trata tambien de superar la dualidad entre estatismo y área dólar de la economía por un proyecto de transición único e integral, que tenga de mercado y de pequeña, mediana propiedad privada y propiedad mixta, lo imprescindible y/o necesario en cada momento; con tendencia a superar la relación propiedad estatal- explotación del trabajo asalariado, a socializar sin estatizar y a des-estatizar sin privatizar, auspiciando la propiedad colectiva, la cooperativización socialista, la autogestión, la auto-organización y la democracia participativa y directa.

Y esto entraña vencer y reemplazar el poder burocrático, algo bastante distinto a derrotar la gran propiedad privada capitalista, el dominio oligárquico- imperialista y las garras del capital transnacional. Distinto, menos complejo y menos traumático, pero no fácil.

Esta idea de socialización de lo estatal y democratización socialista, claro está, nada tiene que ver con el “modelo chino”, eficaz como vía de restauración paulatina, social-democratizante y “no traumática” del capitalismo; lo que en el caso cubano, sería todavía mucho más negativo (incluso en lo relativo a su soberanía), dada la dimensión de su economía y de su país y la cercana gravitación del imperialismo estadounidense y de la mafia cubano –americana de Miami.

En Cuba –ya lo han dicho intelectuales cubanos y cuadros político con mucha autoridad y experiencia- lo que está a la orden del día y podría lograr el máximo de consenso es la superación del poder de la burocracia en la economía de Estado y en el sistema político institucional, la sustitución del modelo actual por un nuevo modelo de orientación socialista, hacia un socialismo participativo y profundamente democrático, y hacia un relevo generacional.

Otra opción, a mi entender, habrá de generar contradicciones y situaciones no deseables.

Está claro, además, que a nivel continental el reencuentro revolucionario es imposible al margen de la necesidad de abrazar los nuevos socialismos, capaces de superar el capitalismo neoliberal y su seudodemocracia, y el mal llamado “socialismo de Estado”.

Mayo 2008,
Santo Domingo, República Dominicana

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Légalité Gruyère

La actual constitución del país.

Por Ramón García Guerra

En la acera sur de Quinta avenida en Miramar --entre 18 y 20-- el señor Jaime compró en 1998 una gran mansión con dinero sucio. Este dinero: 180 mil dólares en total, Jaime lo logró birlando al fisco en España. Entonces pedía datos para un libro contra Raúl Castro (2001). En un arduo viaje por todo Pinar del Río, ¡Jaime gastó 340 dólares de gasolina en un automóvil marca Tico! La misión de don Jaime era organizar una “disidencia” contra la Revolución cubana. El dinero invertido se reducía en una apuesta: Castro caerá. Para cuando llegase ese momento una mansión así en Miramar valdría millones. En esa apuesta embaucó a un amigo suyo: Sebastián, otro mallorquín, que invirtió 320 mil dólares en La Habana.

En cambio una viejita en mi barrio debía asistir a una oficina creada al efecto para explicar cómo había llegado a su casa. Le llaman Mamota: vive en Primera no. 29618. En la oficina de inmediato todos se percataron de lo injusto que significaba retener a la anciana allí. Pero… Cualquier voz en su defensa caería bajo sospecha de soborno. Pues, ¿por qué abogar por ella? Quien dirigía la Comisión resultó un corrupto. Cuando alguien lo abofeteo por estafador los CDR nacional ordenaron y televisaron un acto de desagravio en su nombre. Para todos… un “héroe”. En otro caso le pedían 14 años de privación de libertad a un tal Manuel; sin embargo, aún bajo prisión cautelar le dieron fianza y lo dejaron salir hacia Estados Unidos ante la vista de todos. Con esas redes, ¿qué pez se escapa de ellas? Jamás hizo saber el MINREX cubano al Gobierno español de las felonías de don Jaime(1). Pero sigue en apuros Mamota hasta la fecha. Esto es legalidad socialista ¿o no?

Siempre estuvo esa Comisión bajo presión. Este tipo de control sicológico sobre la misma era conforme con la “reforma legal” anterior. El ministro de justicia “ajustó” el Código penal para facilitar la ofensiva. Y como un corolario de ello liquidó de un plumazo la integridad del Código civil cubano, entre otras cosas. Pasó así por encima de la Asamblea Nacional en tal caso. Esto nos hace saber cuán manipulable puede resultar la legalidad en Cuba(2). Sobre todo porque tal razón de Estado sería el sostén del carácter expedito que adoptó aquel operativo policial. Es decir, no sólo con Manuel la ley fue torcida. También un ministro de Justicia claudicó ante la presión(3). En tal sentido se hallarán los burócratas en conflicto –como Jorge Luís Borges diría-- entre “múltiples y contradictorias fidelidades”. Pero ninguna de ellas tributaría en la soberanía popular. Rescatemos la memoria del proceso: Cuando se ordenaba la ofensiva contra las ilegalidades en el sector de la vivienda (2000), a lo menos, los oficiales del MININT a cargo de la misma se enfrentaron a tres dificultades básicas: a) Parecían ellos turistas que habían conocido a un bacalao en Internet y ahora se hallaban frente a él; b) La presión del mando venía del Consejo de Estado y la táctica era “arrasar”: frenar la especulación y castigar al bandido; c) El delito de “actividad económica ilícita” era insuficiente para asegurar la legalidad del operativo en cuestión. ¿Qué hacer? Como tantas veces antes, ahora estos oficiales estaban obligados a hacer el trabajo sucio(4). Las políticas de Estado y las prácticas de administración antes dejaron crecer la mala hierba. Después los policías se ocuparán de reordenar el “gallinero”. Con tanto apremio encima estos oficiales pusieron así en marcha una máquina de hallar culpables. No obstante, en aquel momento alerté: La ofensiva debe ser política: ni administrativa ni policial (seguía a Antonio Gramsci en esto). Empezarán por desconfiar de todos. Terminarán por desconfiar de ustedes. La mala hierba volverá a crecer. Esto les dije. Y así fue. Entonces algo anuncié: Después de todo se creará en el mercado negro un “sistema inmunológico” contra todo operativo de la policía. En fin… La miopía política tuvo razones más fuertes.

Sabemos los juristas en Cuba cuánta manipulación juega sobre nuestra legalidad. ¡Ante la gran maquinaria serás Nada! Los estudios académicos de Derecho en la Universidad son despolitizados mientras se sobrepolitiza al aparato de administración de justicia. Hace una semana atrás, un joven fiscal me decía: “Lo penal corre del instructor al fiscal y de este último al juez. Como si sólo tratáramos con frías cifras. Nadie dará la cara, nunca. Nadie se siente responsable por lo hecho”, además. Desde luego la práctica jurídica de un país socialista no puede ser esta. El doctor Julio Fernández Bulté ha marcado la diferencia entre una anterior y docta jurisprudencia en la década de 1960 y una práctica legalista vulgar y posterior fruto del Estado obrerista (1971-1989). Pero esto es tomar el rábano por las hojas. En verdad la cuestión es más de esencias. El fondo del dilema estaría en la exacta filosofía jurídica que en todo tiempo se adoptó. Por tanto, hablo de una toma de partido ante la lucha de clases en Cuba. En tal sentido sugiero ir más allá del enfoque institucionalista que marca al análisis hasta hoy. Y así hace justicia Bulté al decir: La labor de todo legislador es hacer leyes: para ser cumplidas, no violadas(5). Lo que hoy tenemos a mano los juristas marxistas cubanos para echar adelante la reforma política que alienta el compañero Raúl Castro, y aquí estamos con él, sería aquel texto inconcluso de Carlos Marx: Crítica al derecho político hegeliano. Esto es, como asidero, la adopción de un enfoque filosófico - antropológico sobre la sociedad política. Marx decía: La sociedad política es una realidad particular --pero igual: una causa suprema en sí misma-- de la sociedad civil. Entonces para no deificar lo político yo hablaría mejor del estado político de la sociedad civil. En tal sentido diría: El estado político de la sociedad cubana es un estado policíaco en defensa propia. La línea del cinismo o la supina ignorancia en el gremio pasaría del kelsianismo (burgués) al normativismo (soviético) sin enfrentarse o buscarse líos con los políticos en Cuba(6).

En este instante hay casi 100 plantes de abacuás sólo en Ciudad de La Habana. Los masones tienen, además, un montón de Logias en el país. Esto sin contar las iglesias todas, etcétera, hasta resumir más de 2000 asociaciones civiles en Cuba. Es un tejido humano denso que produce esa moralidad que, a su vez, sostiene a la sociedad cubana. Alguien puede presentar como objeción lo siguiente: oficializar tales nodos fragmentaria a la sociedad o --para hacer filosofía en tal punto--, reduciría lo específico-humano en lo particular-individual. Nada más distante de la verdad. En tal sentido lo humano en Santa Fe, en 1976, por ejemplo, era recibir un litro de leche que en la madrugada el carrero había dejado en la puerta de la casa, sin que nadie se atreviera a tomarlo antes que dicha familia. Ahora la expresión de “lo humano” son las viviendas enrejadas. La calidad de una sociedad se mide así. Desde luego, existen más regulaciones legales hoy; pero… Nunca las gentes confiaron en esas leyes. Siendo tantos los marxistas en Cuba, hoy lo absurdo sería que apostásemos casi todo a normas así. Parece obvio afirmar que la moral pública (cívica) que se impondría con tanta pluralidad sería regresiva respecto de un proyecto de mejoramiento humano en la sociedad cubana. Quien piensa así tendría toda la justicia de su parte. En cambio, me pregunto aquí: ¿Acaso es menos arbitraria cierta legislación que institucionaliza un colonialismo interno(7), y que, además, desde las políticas del Estado cubano se reproduce hasta llegar a la capilaridad de nuestra sociedad? La cosa sería hoy fomentar la virtud entre las masas. Deberíamos, no con catecismos sino embarrados de pueblo, premiar al altruista y castigar al egoísta; alabar la alegría y disipar el miedo(8). Ahí comenzaría todo.

Confieso que, en el mejor de los casos, la política es ajena a la condición humana del hombre. Desaparecerá. Mejor dicho: Al final la hundiremos en el olvido. Ya no estaría ni siquiera entre nosotros como actitudes de pudor, prestigio o buen gusto… tan burgués. Sugiero con toda intención una teoría al respecto. Entremos en detalles. En toda sociedad política existen dos dimensiones que se integran: un ethos (ético-social) y un fathos (etno-cultural). Cuando hice mención a abacuás y masones, por ejemplo, me refería a fuentes muy singulares en la sociedad para la creación de normas morales, así como a sendas tradiciones culturales cuyos orígenes se hallarían en las antiguas África y Europa --antes y después de 1492--. Sin duda esto es más complejo aún que lo dicho. Lo que ocurre es que ambas dimensiones se complementan como dos tapas de una naranja. La dialéctica que tal sociedad política producen en dicho empalme tendría dos extremo: a) socialidad-sociabilidad, y b) legalidad-legitimidad; que, desde lo ético-social y lo etnocultural, en cada caso, serán puntos que tensionan y activan a la sociedad política. Es decir, la hacen avanzar, retroceder o estancarse como proceso histórico concreto. Por esta razón toda práctica de colonialismo interno –como habanerocentrismo, holguinerocentrismo, etcétera-- se convierte en un crimen contra la nación(9). Por eso mismo la actual división política-administrativa del país es un absurdo. Productivista en extremo. En ambos casos significan un freno al proceso etnocultural cubano y reducen las formas de autorregulación ético-moral de la sociedad cubana. José Martí diría: “La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”. Lo dijo Martí en: “Nuestra América”, y se cita mucho. En cambio se aplicará menos. Por ejemplo, la forma de vida cotidiana en la ciudad --como socialidad concreta-- se intenta sociabilizar en el campo. Después se decreta una ley migratoria interna que convierte a miles de cubanos(as) en extraños en su propia tierra. Por tanto, las leyes son racistas, asimismo, cuando en su diseño y aplicación no consideran las diversas regiones culturales del país o las actuales diferencias sociales. Le falta un enfoque etno-cultural al Código penal, en tal caso (10). Apenas nos bastaría con consultar la estadística judicial para percatarnos de este simple detalle (11).

Desde esa teoría problematizaríamos la realidad en Cuba. Sería una tarea que confiaríamos al atento lector. En un ensayo mío: “La otra Cuba: entre dos aguas” (inédito) me extiendo en tal asunto. Luego, en este espacio no sería pertinente ahondar sobre el tema. Considero como suficientes estos brochazos. La idea es mostrar que resulta algo viable superar el reducido horizonte intelectual que ha obstruido los actuales análisis sobre una posible reforma de la Constitución cubana(12). Por ejemplo, la retórica legalista más progresiva del régimen no rebasaría el empeño por una reconversión de las prácticas verticalistas que aún conforman las estructuras del poder socialista en Cuba. (En tal sentido el título de otro artículo mío aquí en Kaos-Cuba sería más exacto: “La mala palabra en Cuba no es centralización sino exclusión”(13) La cuestión se refiere a cómo rearticular de manera más orgánica y pertinente la relación entre Estado y sociedad (14). Los textos que publico acá en Kaos-Cuba buscan articular tres líneas de discurso que no siempre llegan a feliz destino: debate político, análisis histórico y teoría social. La prensa digital también conspira en mi contra. Evidentemente intento dialogar con aquellos segmentos de la intelligentsia cubana que tienen acceso a Internet. En tal sentido Kaos-Cuba oficia de espejo. Precisamente ayer un amigo me preguntaba porqué tanto esfuerzo y riesgo personal. Entiendo que al régimen cubano le resulta difícil negociar con un idealista (15), así como al común de los cubanos una actitud así le puede parecer hasta ridícula (16). En el mejor de los casos, la gente acude al autoengaño al no encontrar salida al conflicto que significa echar su propio proyecto de vida adelante. Entonces se autoengañan los ingenuos. Complicarlo todo entonces no siempre se agradece (17).

Este sería el momento de mover el dial. Lo cual no volverá a ocurrir sino 30-35 años después. Entonces no tendría para mi generación ningún sentido. En cambio sobre nuestras conciencias flotaría la culpa. ¿Pudimos hoy hacer algo y no lo hicimos acaso? La vida personal y colectiva que buscamos hacer apenas sería compatible con un modelo de sociedad futura en particular: socialista libertaria. No en otra. Esta sería hoy la única solución de continuidad para el régimen socialista en Cuba, según mi opinión, frente al dilema político que significa el actual estado de cosas (18). En tal sentido, en las páginas que siguen propongo tres o cuatro temas en debate. Entre estos temas se encuentra la necesidad de una mayor transparencia en la gestión del Estado. Luego, según la visión horizontal del poder que promueve el compañero Raúl Castro, se impone cierta personalización de la política que responsabilice a sus actores directos. En ambos casos se rescata una tradición histórica fundada en la autonomía del municipio en Cuba. Pero esto traería a primer plano la discusión sobre los atributos del diseño y realización de nuevas estructuras de poder popular, todo lo cual facilite la articulación de una sociedad dialógica en Cuba y la inserción internacional del país. Esta cuestión nos llevaría a considerar, así mismo, ciertas exigencias de tecnología política –como los ajustes y balances entre los gobiernos Central y locales, por ejemplo--. Pero… Entiendo que no sería pertinente hacer una digresión así en este espacio. Lo que sí me parece esencial sería una discusión sobre el estatuto de ciudadanía entre cubanos(as) que se encuentran dentro o fuera de la Isla. Y esto no implica ceder –como Che Guevara diría-- “ni un tantico así” ante el imperio.

Empecemos por el principio. En su plática con Alarcón, el joven Eliécer indicaba una exigencia que adquiere fuerza en Cuba: Lograr una mayor limpidez en la gestión del Gobierno cubano. Entre las pocas cuestiones a las que Eliécer dio mayor énfasis se encontraba la que reconoce la urgencia de dar rostro humano a la política en el país. Exigía que los políticos tuvieran que presentar un proyecto de gestión ante el pueblo. En tal sentido pienso que si hacemos algunas precisiones a su propuesta no se moleste el joven. Está viva en la memoria histórica del cubano la rémora de la politiquería en Cuba, tanto del pasado capitalista como del presente socialista. (Sólo que ahora se presenta como un politicismo que ha desarmado a las masas en la batalla. Pero en ambos casos el efecto resulta el mismo: exclusión, humillación, opresión.) La misión histórica de nuestra generación sería el transferir con urgencia todo el poder constituyente del Estado a la sociedad. Es decir, restituir el derecho del pueblo a hacer sociedad. La clave estaría en organizar a la comunidad para que reflexione sobre sí misma. Esto es: Lograr articular nodos de conciencia crítica, como un proceso autorreflexivo constante, desde la sociedad local hasta la sociedad nacional (19). Cuando tal situación cada Consejo Popular logre conformar su programa de desarrollo endógeno, entonces, ningún político tendría oportunidad de evadir el mandato del pueblo. Entonces lo que se discutiría sería la fórmula que cada político sugiere para la realización de aquel proyecto. En cambio, el asunto de la limpidez no admite discusión alguna. Pues nos enredaría en una negociación ridícula con la retórica fatua e insulsa del “despotismo ilustrado” en un antiguo régimen agotado (socialista igualitario: 1959-2001). Entendamos al fin que ni el seguro, ni la educación, ni la salud, etcétera, serían dadas como gratuidades por un “Estado-padre de familia” a los cubanos(as). El sudor del pueblo trabajador en Cuba lo paga todo. ¡Nadie tiene el derecho a ningunear o chantajear a un pueblo heroico! Este espíritu se advierte entre las palabras del joven Eliécer… todo el tiempo. Los héroes del joven Eliécer, además, han perdido sus dientes en el surco.

Las otras cuestiones que consideró Eliécer se referían a ciertas exigencias que surgen del proceso natural de rearticulación de una clase media urbana en Cuba. (Sobre todo capitalina.) Lo cual resulta hoy algo puntual pero muy pronto será una sentida reivindicación de amplios sectores de la sociedad cubana. Sería un silogismo muy simple: La adopción de una economía de servicios en Cuba nos está llevando hacia una sociedad abierta. Socialista libertaria, además. La cosa es tomar la ofensiva y no esperar que el futuro nos venga encima. Porque… En nada se parecen las tareas de dirigir un país y de administrar una bodega –como bien diría el compañero Fidel Castro en su mensaje al VII Congreso de la UNEAC (2008)--. Veamos, en cambio, cómo pudieran ser ajustadas –siendo en ello consecuentes con la reforma en curso-- las viejas estructuras del Estado cubano. En el actual diseño constitucional del Estado cubano (1992) se distingue entre Gobierno central y gobiernos locales; con la presencia de los gobiernos provinciales como agencias cuasi delegadas del poder central. El estatuto de tales gobiernos se asemeja al de los ministerios dentro del Gobierno central. Gobierno central, además, que tiene complejidades propias: Asamblea Nacional, Consejo de Estado y Consejo de Ministros. Según mi opinión, tanto la condición adjetivada de la Asamblea Nacional, así como el rango exclusista del Consejo de Ministros, resultan sendos anacronismos del antiguo régimen. El actual balance autoritario en tales estructuras de poder beneficia a los burócratas y perjudica al pueblo. Por otra parte, para la Asamblea Nacional: el modelo representacional es burdo. La sociedad política es la misma sociedad civil que reconoce las relaciones asimétricas de poder contenidas en esta última (20). Para el modelo de hombre-masa que institucionalizó la sociedad política que intentamos hoy reformar, ante todo, explica el criterio de representatividad que se mantiene aún vigente. Todo eso debe ser echado al cesto.

Entonces cabe una pregunta en este extremo: ¿Cómo se recicla un Leviatán? Pensemos al detalle el asunto. Según mi opinión, la nueva estructura del Estado debería estar integrada por una Asamblea Nacional, un Consejo de Gobierno y los gobiernos municipales que resulten (21). Ahora bien, respecto del Consejo de Gobierno (o Ejecutivo): En este se articularían las dos dimensiones del poder antes señaladas: horizontal (territorios) y vertical (gabinetes). Sin embargo el actual balance de poder es asimétrico dentro del Ejecutivo. En este momento no tenemos un Consejo de Gobierno que garantice tal equilibrio. Pudiera ser reconvertido el Consejo de Estado, en tal caso. Desaparecería así el actual Consejo de Ministros. Después se impondría una efectiva subordinación de aquél a la Asamblea Nacional. La cual debería purgar los criterios de representatividad que afectan su integración y dinámica, para adoptar aquellos propios de una democracia directa: Poder Popular. Luego, por una parte, en la integración de los Consejos de Administración en las provincias, además, deben estar presentes los alcaldes municipales de la región implicada. Por otra parte, lograr la mayor soberanía en el municipio exige de la articulación efectiva de una economía y una legalidad que resulten congruentes con la reforma constitucional del país. Para más socialismo, he dicho. (Porque si no se tendrían tantas libertades como aquellas que disfruta un simio para revolcarse dentro de una jaula.) Finalmente, las formas de control político de arriba-abajo deben ser complementadas con otras de abajo-arriba. En ese sentido Ernesto Che Guevara diría: “El mejor de nuestros compañeros lo podemos convertir en un delincuente en menos de seis meses. Baste que escape al control”. Esto haría de los consejos populares unas piezas claves. Lo cual restituye la razón fundacional de aquéllos (control popular) en la reforma en curso.

Por tanto, insisto, todo cambio debe comenzar en la sociedad civil; así como terminaría en la misma. ¿Por qué? Porque al modificar en ella las estructuras y los balances de poder, entonces, se crearía así la condición de posibilidad para la constitución de una nueva sociedad política. En cambio, ¿qué sentido tendría reformar a la actual sociedad política si ella misma resulta ajena a la condición humana del hombre? La política es conflicto entre personas físicas. Correcto. Pero también es proceso de regeneración activa de la sociedad. Dominar esta dialéctica será fundamento del arte político. Esta senda ha escogido el compañero Raúl Castro al proponer una reforma política de la sociedad cubana. (Esto me hace militar en las filas de su ejército, además.) Ahora bien, estos ideales por sí mismos no resuelven una inserción internacional favorable para la Revolución cubana en un mundo verdaderamente hostil a la misma –por ejemplo--. Según la sicología política de la Vieja Guardia, en tal caso, la apuesta se reduciría en un silogismo algo simple: El propio egoísmo del imperio crea grietas en el sistema-mundo que debe aprovechar la clase política en Cuba… mientras así esperamos por la Revolución mundial. En verdad los procesos de regionalización de la economía mundial abren oportunidades inéditas para la Revolución cubana. Incluido el ALBA. Pero el asunto es moverse con el mundo. Desde hace tres décadas atrás el mundo se empeña a lo menos en la articulación de aparatos de producción flexibles. Estamos en el vórtice de una civilización emergente que se impone, según Darcy Ribeiro. Cuba se reúne o la tiran. Veamos los detalles. Michael J. Piore y Charles F. Sabel escriben: La segunda ruptura industrial (1990). Lo cual discute Boaventura S. Santos (2000), pues tales análisis no incluyen otras formas alternativas de ordenar la producción social al Sur. Sin embargo, Santos no impugna la actualidad de aquella tendencia mundial. Tampoco llega a explorar las alternativas que estudian Piore y Sabel: producción flexible y modelos artesanales. Finalmente, Santos no discute la filosofía neokeynesiana que defienden estos autores. En fin, ajustar el modo de producción en Cuba a las nuevas tecnologías en el mundo no resultaría algo imposible después de haber adoptado el compañero Raúl Castro una visión horizontal del poder. Lo demás es trámite pues los políticos saben qué discutir a título de “Estado cubano” en Naciones Unidas y qué confiar a título de “ONGs cubanas” en el Foro Social. En principio sería ONGs orgánicas. Pero no así fusionadas con el Estado. Insisto: El cambio debe empezar por la sociedad civil misma.

Luego está lo que Eliécer dijo y también lo que silenció. Entrar a un hotel en Cuba o viajar al extranjero nos hace turistas y nada más. La cosa sería más compleja si se estima la posibilidad de otorgar a cualquier extranjero plenos derechos en Cuba o asegurar el derecho de ciudadanía a todo emigrado cubano, por ejemplo. Entre los derechos más humanos se encuentra aquel que garantiza a todos el dominio personal y colectivo sobre unas condiciones de existencia digna y suficiente para cada individuo que integre la comunidad en cuestión. Los ideales socialistas se fundamentan en derechos humanos tales. Por ejemplo, la simple residencia permanente de un holandés en Cuba, según el Código civil cubano, lo autoriza a disfrutar de todos los derechos sociales, económicos y culturales que tendría un cubano. Sin embargo, un cubano que emigró a Miami no tiene tales derechos en Cuba. Increíblemente, ¿será el cubano emigrado un secuestrado en exclusiva del poder imperial? ¿Acaso esto libera de responsabilidad total al Estado cubano? Piense bien: El peor castigo que un niño aplica es decir: “No te quiero más a ti”. La peor condena contra la Patria sería convertir en exiliado a algún(a) cubano(a). Porque… 11 es menos de 14. “Quiero decir: por expatriado yo / tu eres ex patria” –según una aclaración de Roque Dalton--. Lo más honrado sería reconocer que las remesas que envian estos “expatriados” (870 millones), por ejemplo, superan a los ingresos netos de la nueva economía en Cuba (730 millones). Más o menos. Lo que sucede de fondo, en tal caso, estaría en una marca de diferencia esencial entre ambos: Casi todos los cubanos emigrados siente nostalgia por su Cuba; mientras la nueva economía está licitando la dignidad de la nación cubana. Resultan diferentes lógicas. Sabíamos que un cubano(a) podría resultar un ciudadano(a) de segunda clase en su propio país, pero nunca que se llegaría a institucionalizara la antipatía contra el mismo en Cuba. Esto es racismo a pulso. En el guión de una película que realizó con amigos brasileños de Cinema Processo dejo dicho: La marea va y viene todos los días. ¿Acaso tiene ella que explicar todos-los-días porqué lo hace? Definitivamente, ¿estamos en verdad dispuestos en articular un Diálogo con la Emigración que al final devenga en estado de Concordia Nacional?

Llegando a tal extremo me detengo. Confieso haber esbozado un mapa. El lector habrá encontrado más búsquedas que soluciones. La reforma de la Constitución en Cuba, con artículos así, gana una vitalidad que supera al institucionalismo que hasta el momento lastra al pensamiento jurídico en el país. Antes había dicho: La miopía política [siempre ha tenido] razones más fuertes. Esta ceguera ha impedido a los políticos en Cuba hacer la distinción entre formas de centralización del poder y modos de exclusión social en la sociedad cubana. Desde luego, menos podrán ellos hallar diferencia alguna entre centralización y autoritarismo al intentar un diseño más pertinente del futuro Estado. En una primera parte, quizá, hubiera sido aconsejable incluir una variedad de problemas aún mayor, pero preferí ocuparme de la discusión del paradigma de justicia que legitimaba al régimen político agotado: socialista igualitario (1959-2001). Es que… Los ideales de justicia social adoptados por el socialismo cubano han tributado en cierta tradición gregaria nacional. Ahora bien, ¿cómo romper con un socialismo igualitario sin traicionar nuestros ideales comunistas de justicia? (Esto me hace recordar aquella copla andaluza que Góngora repetía: “ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio / contigo porque me matas / sin ti porque me muero”.) En tal sentido, allá por 1988, había escuchado a Roberto Fernández Retamar decir: “Estamos contra las desigualdades artificiales. Pero también contra un igualitarismo empobrecedor”. Intento en este artículo dejar eso claro. En una segunda parte, en cambio, resumí una posible agenda de cambios. La cual pudiera oficiar como un argumento para la reforma de la Constitución sin llegar a agotar el tema. Presté más atención a puntos decisivos del drama político e histórico en Cuba, según mi opinión. Entonces hablé de “lograr una mayor limpidez en la gestión del Gobierno cubano”, y del “actual diseño constitucional del Estado cubano”, como parte de un proceso de democratización radical de la sociedad cubana. Luego, hallo tanta ternura en nuestra Patria que dije: La peor condena contra la Patria sería convertir en exiliado a algún(a) cubano(a). Por ello cierro este artículo con una plegaria de mi difunto amigo Raúl Gómez Treto: “Cuba se salvará con la ayuda de Dios y el concurso de todos los cubanos”. Amén.

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NOTAS

(1) Espero que la INTERPOL tome nota del caso

(2) Insistentemente, ese estado arbitrario de cosas se repite. Fueron a la cárcel decenas de ciudadanos con el Plan Maceta. Tener dólares era delito. Luego, pocos días más tarde, el dólar se despenaliza y nadie fue indemnizado por aquel atropello. Quise decir: Atropello a la dignidad del cubano.

(3) Cuando echan a andar esas máquinas no se pueden parar. Hasta llegar al límite. Entonces pocos tienen vocación de mártires.

(4) Nadie se llame a engaños pues el MININT replica el dilema de una sociedad hacia su interior. Es decir, esos soldados de la Patria son hombres y mujeres de carne y hueso. Éstos(as) no viven en otro planeta. Y si algún mensaje debo hacer explícito es que confiemos en ellos, tanto como en nosotros mismos.

(5) Líderes al adoptar un enfoque ético del Derecho en Cuba: Armando Hart Dávalos y Julio Fernández Bulté.

(6) La cantidad de maestrías que los juristas cubanos buscan obtener es alarmante por dos causas: una, por la desmesura en el empeño, y dos, por la unicidad en el tema: marketing. ¿Alguien en Cuba me pudiera decir a qué apuesta el gremio? Quizá no me he enterado y llego tarde a la fiesta.

(7) Exactamente como lo definió Pablo González Casanova. Sólo que dicho marxista nunca imaginó que una sociedad socialista lo mantuviera igual sin pudor alguno. Luego, medio siglo después venir con justificaciones es ser un inmoral; además.

(8) Algún sabiondo diría: “¿Quién decide que distingue al altruismo del egoísmo?” Parece simple la respuesta a ofrecer: Las personas más oprimidas, humilladas y excluidas de la sociedad. Siempre que se hallare alienada la condición humana del hombre ningún proyecto de emancipación social estaría aún concluso.

(9) Entonces la nación se convierte en espacio donde no cabemos todos.

(10) Le falta un enfoque de género, un criterio de justicia más adecuado a las desigualdades sociales existentes en el país, una mejor consideración de lo racial, etcétera. Por tanto, sea por acción u omisión, este código jurídico-penal es sexista, clasista y racista. En ese sentido este dilema político afecta a casi toda la legislación vigente en Cuba.

(11) Lo cual parece más sencillo en una dirección provincial de Justicia que en el MINJUS.

(12) La relación entre categorías sociales como: autoridad, centralización y solidaridad no es directa, proporcional y exacta. Centralización no significa ni autoritarismo ni exclusión a ultranza. Aunque en la práctica del socialismo histórico así halla sido

(13) En este artículo recogía una intervención mía en la Cátedra Haydee Santamaría en diciembre de 2007. La cual sería publicada días después en Kaos-Cuba. El énfasis de tal artículo se dedicó al análisis histórico y técnico de la economía cubana, así como a recuperar un debate inconcluso sobre la actualidad de la ley del valor en el socialismo en Cuba.

(14) Esto decía en mi artículo: “En política las inconsecuencias se pagan caras” --que llegué a publicar aquí en Kaos-Cuba en octubre de 2007--, cuando en el mismo hacía referencia a un diálogo que sostuve con el sociólogo portugués Buaventura Sousa Santos en Casa de las Américas en 2005.

(15) Siempre el régimen socialista igualitario en Cuba supo negociar mejor con un oportunista que con un idealista. Pues ha tenido un repertorio amplio de medidas a su favor: censura, chantaje, cooptación, asedio, omisión, etcétera.

(16) La reacción defensiva ha sido hundirse en sus problemas sin atender lo colectivo. Sistemáticamente las masas populares han sido desarmadas para el ejercicio del autogobierno por un Estado policial, autoritario y mediocre.

(17) Entre los críticos que usa máscara aquí en Kaos-Cuba, uno me acusó de inventar Expedientes X al analizar el actual dilema de Cuba. Quizá me medió con su vara. Pero sería un buen ejemplo para entender lo que ahora digo.

(18) En tal sentido me enfrento al desafío histórico que nos planteó el compañero Fidel Castro en La Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005.

(19) Desde 2001 intento echar adelante un proyecto de articulación de Observatorios Comunitarios en cada Consejo Popular en Ciudad de La Habana. Es una iniciativa que se ha conformado sobre la marcha. En un principio levanta una expectativa inmensa entre los administradores locales, pero después llegan las objeciones en el momento de la transferencia real de poderes al pueblo. Prefieren seguir tolerando los talleres de transformación integral de la comunidad (TIC) como el mal menor. Estos resultan una fórmula de compromiso entre estatistas y civilistas, asimismo, donde la Educación Popular resultaría la piedra de toque. Esta fue una negociación que ocurrió mientras se replegaba del socialismo en Cuba. Es decir, en el primer lustro de la década de 1990. Dentro de una nueva arquitectura de gobierno, sin duda, dichos observatorios serían un fundamento para la autogestión socialista. Significan, además, una fórmula de democratización radical del socialismo cubano.

(20) Por ejemplo, en la década de 1950 los cubanos(as) migraban por razones diversas a los Estados Unidos. En la década de 1960, en cambio, dado el sentido político que adquirió la vida cotidiana en Cuba, emigrar a Estados Unidos se convirtió en una traición a la Patria. Escoger una pareja con creencias religiosas, en los 70, sería para el Ateismo Científico era un pecado capital. Esta es la dialéctica de fondo.

(21) La cantidad de municipio se ajustaría en un diseño estructural flexible. Este diseño debe significar un reconocimiento de las diversas regiones culturales y las reales estructuras sociales. En estos momentos se basa en una reducción productivista de la sociedad existente.


Santa Fe, Ciudad de La Habana, Cuba
17 de mayo de 2008

Contacto: ramon0260@gmail.com
Publicado en Kaos en la red

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