jueves, 16 de octubre de 2008

Tergiversaciones de las Propuestas Programáticas

Los que quieren poner un signo de igualdad entre las Propuestas Programáticas y la Perestroika, desconocen o no desean darse por enterado de las reales causas del desastre en la URSS.


Pepe Pérez y Pérez - Para Kaos en la Red

Quien esté buscando enemigos donde no los hay, quien teme la agresión desde cualquier ángulo, quien no confía en sus propios compañeros ni en las opiniones del pueblo, quien le busca la quinta pata al gato, difícilmentepuede desarrollar un buen ejercicio de pensamiento, el cual, por efecto de la ley natural de acción y reacción, le sale siempre –irremediablemente- torcido.
Este parece ser el caso de algunos que vierten criterios en la red digital y partiendo en todo momento de hipotéticos fines y presunciones, se esfuerzan por trata de encontrar odio donde hay amor, tinieblas donde hay luz, fango donde hay agua limpia.
Así, en un ya tradicional estilo insidioso presentan acusaciones contralas Propuestas Programáticas que se tornan peligrosas en muchos sentidos y evidencian la intoleranciade algunos, rayana en la persecución brutal y el desdén por quienes dicen algo distinto a lo tomado por cierto y elevado categoría de dogmas infalibles, por la propaganda que no informa, educani orienta, sino que justifica e impone.
Recientementeel novelista Leonardo Padura, fue víctima de ataques mediáticos que le hicieron invocar la posibilidad de un regreso al Quinquenio Gris. Y cabe preguntarse ¿Acaso alguna vez habremos salido de la grisura en las Ciencias Sociales? El pensamiento sacralizado de tipo estaliniano, de único y maniqueo enfoque de la sociedad sigue imponiendo sus posiciones y cuando ideas como las de las Propuestas Programáticas salen a la luz se las trata de ocultar, se impide su divulgación en los medios de difusión del país y se les ataca como venidas de fuentes enemigas y con perniciosas intenciones.
Ante la agresión que sistemáticamente ha generado el sistema estatista contra el pensamiento revolucionario en las Ciencias Sociales cuyos peores momentos fueron el cierre de Pensamiento Crítico y la “limpieza” del Centro de Estudios de América, una buena parte de estos científicos emigró o se fue a asentar transitoriamente en otras tierras, otros han seguido en el país soportando toda clase de afrentas, algunos mediatizando sus posiciones para poder seguir diciendo algo de lo que piensan y los que han continuado exponiendo abiertamente sus posiciones han tenido que hacerlo en pequeños círculos y segmentos, sufrir persecuciones más menos veladas, postergaciones inexplicables de sus publicaciones, separaciones de sus trabajos o gastar su tiempo en otras labores para sobrevivir, sin poder dedicarse plenamente a la labor investigativa en las Ciencias Sociales.
Ahora tenemos estas “joyas críticas” contra lo más reciente del pensamiento revolucionario y comunista cubano expuesto en las Propuestas Programáticas, que en manera retorcida y evidentemente imbuida de muy mala fe y probablemente preñada de siniestros propósitos, señala que ante la situación creada por los ciclones, lanzar esta campaña por cambios hacia más socialismo, es “echar leña en el fuego enemigo”.
Al respecto es preciso dejar bien claro, como todo el mundo sabe, que ni las Propuestas Programáticas fueron presentadas después de los ciclones, ni fueron sus autores lo que iniciaron la “campaña” de discusiones sobre la situación actual en Cuba, sino los propios dirigentes de la Revolución con sus discursos desde el 2005 planteando que la misma podría ser destruida por los propios revolucionarios y pidiendo opiniones de cómo enfrentar estos problemas. En todo caso, tratan de echar agua sobre el fuego creado e incentivado por los múltiples desastres del estatismo asalariado, confeso responsable de la eventual reversibilidad de la Revolución.
Los que quieren poner un signo de igualdad entre las Propuestas Programáticas y la Perestroika, desconocen o no desean darse por enterado de que no fueron la Perestroika ni Gorbachov los causantes de la catástrofe del socialismo “real”, sino las políticas económicas y sociales estalinistas y neo-estalinistas de siete décadas que, con el nombre de socialismo, desarrollaron un ineficiente capitalismo de estado el cual terminó por ganarse el odio de los pueblos; y que fueron los elementos inmovilistas del PCUS los que dieron el tiro de gracia al sistema con el Golpe de Estado a Gorbachov, lo cual inclinó definitivamente la balanza a favor de la derecha liberal pro-capitalista, encabezada por Boris Yeltsin.Por favor, más respeto por la memoria histórica y la inteligencia de los cubanos.
Ciertamente en las situaciones de la URSS y Cuba se encontrarían muchas similitudes pues allá había, como acá tenemos,unsistema estatista-asalariado-centralizado, hermanastros; pero entre las Propuestas Programáticas para un Socialismo Participativo y Democrático y la Perestroika hay diferencias como entre la luz intensa del sol y las tinieblas, basta apenas señalar sólotres:
A-La Perestroika se trató de imponer a la sociedad soviética desde arriba, mientras que las Propuestas Programáticas salen de abajo, del clamor del pueblo y la clase trabajadora cubanos por más socialismo, más socialización. No son un invento de nadie desde el poder, se confeccionaron, diseminan y asumen por gente del pueblo, sin responsabilidades en el Partido ni en el gobierno, a contrapelo de la línea dogmática predominante.
B-La Perestroika, tal como lo indica su traducción del ruso, trataba de una “renovación” del “socialismo” que allí se concebía, mientras las Propuestas Programáticas no se proponen renovar nada, sino construir lo que nunca se ha logrado: la moderna sociedad socialista sobre nuevas bases sistémicas, verdaderas relaciones de producción socialistas y con un programa participativo y democrático desde el principio, ajeno al autoritarismo, de profundas raíces ultra-democráticas y libertarias por martianas, nada extrañas.
C-La Perestroika nunca se propuso desarrollar la autogestión socialista, (ideas que sí aparecían en los planes de los primeros socialistas cubanos y muchos otros posteriores) y siguió montada en los rieles del estatismo asalariado todo el tiempo y cuando Gorbachov comprendió con limitaciones y confusamente que el poder debería pasara a manos de los trabajadores, se le propinó el golpe de estado que acabó con la confianza de los pueblos de la URSS en la estructura gubernamental. Nada más distante y ajeno a las Propuestas Programáticas.
¿Dónde está la Perestroika o Renovaciónen las Propuestas Programáticas? ¿Dónde está el miembro del Buró Político, después Secretario General del Partido que quiere hacer lo que Gorbachov? ¿Quién promueve el capitalismo en Cuba, el estado que explota trabajo asalariado cubano en combinación con capitalistas extranjeros o los que quieren acabar con esa forma de organizar el trabajo y avanzar a formas socialistas? ¿Qué puede conducir a la destrucción de la revolución, el avance hacia el socialismo que presentan las Propuestas Programáticas o la continuidad del rumbo inmovilista actual que podría llevarnos sutilmente hasta la anexión?
Igualmente de muy mala fe se deja esparcir que las Propuestas Programáticas ahora promueven la división del campo revolucionario, cuando más unidos debemos estar. La división en el campo revolucionario la crean los que desean imponer una línea de pensamiento a toda costa, aunque haya demostrado su ineficacia y falta de apoyo popular, los que violan constantemente los procedimientos democráticos del Partido, del buen gobierno y la Constitución Socialista e imponen líneas de acción y “dirigentes” que no responden a los intereses ni deseos de las bases ni de las masas ni cuentan con el apoyo de las mayorías, los que desconocen las posiciones de los demás, los que impiden la discusión democrática de los problemas en el seno del Partido y la Revolución y los que hablan de una unanimidad que nunca ha existido y llevan muchas veces a los militantes y al pueblo a una doble moral.
¿Quién promueve el divisionismo, los partidarios de la discusión ética, abierta, constructiva o los que se oponen?
Se insiste maléficamente, en que ahora son imposibles cambios en el sentido a que apuntan las Propuestas Programáticas, debido a la presencia del bloqueo y la actividad del enemigo. ¿En qué quedamos, apoyan o no apoyan la discusión pedida por los lideres de la Revolución, quieren o no cambios para fortalecer el socialismo en Cuba?
Pero además ¿a que venir con lo mismo de que no se puede hacer nada por la agresividad y el bloqueo del enemigo, si todo el mundo sabe que la agresividad del enemigopersistirá mientras exista imperialismo allá y revolución acá? ¿O es que esperan que el imperialismo les perdone la vida y los deje hacer el socialismo en su propia esquina? ¿O estarán algunos pensando ya claramente en ponerse de acuerdo con las compañías gringas para que regresen y de conjunto entre el estado capitalista cubano y sus parners americanos explotar asalariadamenteel “capital humano” creado por la Revolución, junto con nuestros recursos naturales?
Estados Unidos podrá o no hacer cambios a sus políticas de bloqueo, los que no hará por “buenos”, sino para tratar de destruir la Revolución por otras vías; pero el que espere construir el socialismo con la anuencia del imperialismo norteamericano en Cuba, jamás logrará sus propósitos, de manera que ningún sentido tiene seguir argumentando que hay que esperar a que disminuya la agresión del imperio para hacer aquí los cambios participativos y democráticos que necesita la nación cubana. Es una justificación para seguir con el sistema asalariado estatista actual centralizado que a nada bueno conduce.
Quien, por demás, tenga miedo a que una apertura socialista participativa y democrática bajo control obrero, como se plantea en las Propuestas Programáticas, posibilite que los enemigos de la Revolución lleguen al poder, solo estarían demostrando su desconfianza en el pueblo y en los trabajadores. Ni ellos, ni los enemigos de la revolución, merecerían jamás el respeto del pueblo, ni lograrían su apoyo en una verdadera democracia popular.
Ni insidias, ni amenazas, ni represiones, ni otras acciones peores, si llegaran a realizarse, podrán impedir que las PropuestasProgramáticas sigan ganando apoyo en el pueblo y entre los trabajadores, por la sencilla razón de que están inspiradas en sus más caros anhelos y serán los trabajadores y el pueblo los que se encargarán de hacerlas realidad.

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Contra el burocratismo, la corrupción y sus causas

Los problemas entre revolucionarios deben resolverse fraternalmente. El socialismo real terminó cuando el inmovilismo agredió a los factores del cambio. El cubano, en eso, ha de cambiar para triunfar.


Pedro Campos - Para Kaos en la Red


“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizadas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”

Jose Martí


Los huracanes van dejando de ser noticia para pasar al primer plano los avances en la recuperación y la lucha por hacer avanzar el socialismo, algo que todos los verdaderos revolucionarios hemos entendido, según se desprende de los últimos planteamientos de la dirección y de acuerdo con la amplitud de temas tratados en la Mesa Redonda.
Ante el deterioro de la situación actual, se podría callar y oportunistamente esperar el desastre para entonces decir: “se les dijo claro, se les propuso –con tiempo- como salir del hueco y no hicieron caso”. ¿Pero qué resolveríamos si ya no quedara nada que salvar? Es preferiblecorrer el riesgo de la incomprensión y estar dispuesto a pagar por ello, a ser cómplice por omisión de la posible debacle que, solo los ciegos y aislados en sus cuarteles de inverno, no ven venir. La fidelidad a la Revolución no está en callar sus errores sino en luchar por librarla de ellos.
A las consecuencias del bloqueo imperialista, los males que arrastramos como la corrupción, el burocratismo, los privilegios y otros, se suman las complicaciones que enfrentamos derivadas del reciente ataque de dos huracanes, agravadas por la crisis económica en EE.UU. y la baja de los precios del petróleo, que debe continuar, y que nos afectan en forma indirecta, pero inevitable. Difícilmente podamos enfrentar con éxito la recuperación profunda de los desastre naturales y de nuestra economía, si no encaramos abierta y paralelamente, en sus causas los problemas que afectan la construcción del socialismo en Cuba. El que se tome esto como ataques personales, debe recordar que la Revolución no es obra ni pertenece a nadie en particular, todos los revolucionarios que le hemos dedicado nuestras vidas, somos responsables por ella.
En este río revuelto por las tormentas y las crisis económicas, lógicamente afloran los pescadores oportunistas de todo tipo, los especuladores, los que tratan de aprovecharse de las carencias de los damnificados, los que medran con los sufrimientos del pueblo, los “buena gente” a costa de las desdichas y los recursos ajenos, los enemigos de la Revolución tratando de crear problemas artificiales, el imperialismo tratado de comprar el favor de los necesitados y a cuanto mercachifle de las necesidades humanas pueda aparecer en el horizonte o exista agazapado.
La mejor forma de garantizar el control y organización de los recursos, evitar los desvíos, la acción de la burocracia y la corrupción, es organizando el control obrero directo, estableciendo los Consejos Obreros en cada centro de producción o servicios, de manera que sean los trabajadores los que tomen todas las decisiones en los respectivos centros. Hay que hacer que los trabajadores en cada lugar se sientan como sus verdaderos dueños y esto implica darles participación directa en el control de todo lo que tiene que ver con su centro, en la dirección, la gestión, economía de recursos y en parte de las utilidades. Esa sería la mejor democracia, la más necesaria cuanto más difícil es la situación.
Paralelamente, los trabajadores manuales e intelectuales en cada centro de producción o de servicios, deberían organizar también las milicias armadas, concretando en cada lugar las MTT (Milicias de Tropas Territoriales) y ser ellos mismos los encargados de la protección de sus medios y recursos para defenderse del vandalismo, la corrupción y su eventual recuperación por capitalistas de antaño o de nuevo cuño. Así fue en los primeros años: no había CVP, ni SEPSA, ni ninguno de esos cuerpos paramilitares que ahora están para evitar que los trabajadores o los vándalos “roben”.
Aparecen también quienes ven en las recetas capitalistas, soluciones a todos los males. Unos, esperando porque se produzca el para desastre recuperar sus “tiendas y haciendas” y otros, convertirse en dueños definitivos individuales de ellas. Cuando se habla de las armas melladas del capitalismo, algunos olvidan la más importante, la que lo caracteriza, la que influye sobre el resto de las relaciones sociales, la organización asalariada del trabajo, que posibilita la obtención de un plustrabajo el cual controla y utiliza a su arbitrio el dueño de los medios de producción. Ese mecanismo, “corruptor” lo llamó Martí, sigue predominando en Cuba a pesar de 50 años de revolución, aletargados –como estamos- en un capitalismo monopolista de estado, así lo calificó Lenin, nunca rebasado por el fracasado “socialismo real”, que el estalinismo, por miopía o interés, confundió con el “Socialismo real” y que nosotros asumimos y mantenemos en sus esencias, por aquello de las “lecturas extranjerizadas, confusas e incompletas”, aunque con máshumanismo.
A las nuevas relaciones socialistas de producción sustentadas en el trabajo cooperativo o autogestionario, caracterizadas por la propiedad o el usufructo colectivo, la gestión democrática de laproducción y la repartición equitativa de una parte de las utilidades, nunca se les ha conferido el papel que le correspondería en la nueva sociedad. Esa parte de las “lecturas extranjerizadas” no nos llegaba, pero nuestros primeros socialistas, esos que fundaron con Martí el PRC,sí la tenían muy clara.
Se hace necesario entender estas verdades y reconocer que hasta ahora no nos hemos adentrado realmente en la fase social de la Revolución, en la socialización de la propiedad sobre los medios de producción, de las decisiones y el control del plustrabajo y que todo lo que se ha hecho hasta ahorabueno, regular o malo, ha sido desde ese capitalismo de estado, además subvencionado, que en nombre de un pretendido socialismo distributivo ha decidido siempre centralizadamente cómo debe ser utilizado todo el plustrabajo del pueblo, realidad objetiva que ha engendrado todo ese aparato burocrático, privilegiado y corruptor, inoperante, esa “epidemia del maltrato” que reseña Granma, toda esa corrupción (autorizada y no) bastante generalizada que han estado criticando muchos compañeros, todo lo cual nos va costar mucho derrotarlo.
Nunca podría justificarse ética ni martianamente, la apropiación de algo que no le pertenece a uno, lo cual cae, en primer lugar, al estado que durante 5 décadas se ha estado apropiando de todo el plustrabajo de los trabajadores para decidir cómo distribuirlo, aún cuanto mucho de bueno sehaya hecho, lo real es la apropiación indebida realizada en nombre del bien. Pero no se trata solo de interpretar al mundo, sino de transformarlo.
Y para no confundirnos acerca de cuales son los mecanismos del capitalismo, sin pretender hacer su historia, sí son imprescindibles algunas precisiones: lo que caracteriza el capitalismo, no es el mercado, ni la existencia de dinero, ni el trabajo por cuenta propia, ni el estímulo material a la producción, ni el interés por vivir mejor, ni las ansias de libertad y democracia, ni la forma de distribución que es una consecuencia de la forma de producción, ni otras muchas cosas que existieron antes del capitalismo y que sólo el nuevo sistema perfeccionó o desvirtuó.
Lo que lo caracteriza, esencialmente, es su sistema asalariado de explotación del trabajo ajeno, la forma en que está organizado: Unos dueños del capital, medios de producción y el dinero, “pagan o alquilan” por un salario una fuerza de trabajo de la que extraen mucho más valor del que pagan por ella, pues la mercancía fuerza de trabajo es la única capaz de engendrar más valor. Por la acción de la fuerza de trabajo sobre los medios de producción, surge la mercancía, que al ser vendida por encima de lo que le costó al capitalista producirla (incluido el pago por el uso la fuerza de trabajo), da lugar a la plusvalía, de la cual se apropia el dueño de los medios de producción.
Cuando el capital es únicamente regenteado por el estado, al ser éste el propietario de los medios de producción y seguir explotando el trabajo en forma asalariada, hace la misma función que los capitalistas privados, mantiene en esencia el mismo modo de producción, aunque trate de distribuir mejor, al estilo del “estado de bienestar”, y por tanto genera un mismo tipo de conciencia social consumista y corrupta que el capitalismo, por mucha propaganda que se haga sobre las nuevas virtudes que deben primar en la sociedad que se pretende formar por medio de la educación más que a partir de una nueva base económica social, sustentada en nuevas relaciones socialistas de producción.
El capitalismo, en Cuba, se manifiesta en el trabajo asalariado para el estado, donde los trabajadores son apenas una pieza más del tinglado productivo que se quita o se pone, se ajusta o se aprieta; pero su impronta, su espíritu e instituciones se aprecian en todo su “esplendor” en la forma en que se explota el turismo extranjero; en la manera en como se establecen las relaciones con las empresas foráneas, donde los trabajadores son convidados de piedra, pero favorecidos y muchos, más explotados que los otros; está en la reproducción del estado centralizado y autoritario, donde el pueblo y los trabajadores deciden poco o casi nada; están en la promoción a cargos, sin contar con los trabajadores; en el consumismo que genera el mercantilismo de tiendas y hoteles solo por divisa, que siguen vedados para las grandes mayorías por causa de sus ingresos que apenas les alcanza para sus necesidades básicas; están en la división social del trabajo entre dirigentes y dirigidos; en las diferencias salariales; en el hecho de que solo pueden tener acceso a las comodidades de la vida moderna los que reciben abundante remesa, los que tienen negocios –muchos- ilícitos, los que roban, con autorización o sin ella, al estado en grandes cantidades, algunos de los que trabajan para empresas capitalistas extranjeras, los altos dirigentes gubernamentales y empresariales y algún que otro artista; y muy especialmente, las fórmulas capitalistas están en lanaturaleza explotadora de la doble moneda, pues el estado paga con la devaluada y cobra en divisa productos vitales, decisión que tan fácil fue tomar y tan difícil ahora se hace desactivar.
¿Y qué puede engendrar todo eso, que no sea corrupción, desvíos, robos, egoísmo, individualismo, desniveles sociales, privilegios, burocratismo y doble moral? Elimínense esos entuertos neocapitalistas y se darán decisivos golpes a la corrupción y al burocratismo. La solución estaría en avanzar de ese “socialismo asalariado” (¡que disparate!), un capitalismo de estado mal administrado, a un socialismo participativo y democrático, que ponga al ser humano y no al estado al centro de la sociedad, sustituya las relaciones estatales asalariadas por las autogestionarias y cree las condiciones para el desarrollo de una nueva conciencia social.
El bloqueo nos ha costado casi 100 mil millones de dólares. ¿Alguien podría calcular cuánto nos ha costado la corrupción, la malversación, los desvíos de recursos, los profesionales que se han ido, las malas decisiones provocadaspor el burocratismo del capitalismo de estado y otras consecuencias? Si nuestra Revolución no puede exhibir hoy otros logros, esas dos son sus causas principales. Pero si aún no hubiéramos tenido bloqueo, con el predominio de las inoperantes relaciones estatales asalariadas de producción como en la URSS, el desencanto, la desidia, la corrupción y todos sus males concomitantes estarían presentes también hoy aunque tuviéramos más gangarreas que mostrar, más pitusas que ponernos y más hamburguesas que comer, que no quiere decir que tuviéramos más desarrollo social y económico.
El burocratismo es consecuencia natural de las deformación en el desarrollo del estado, aparato que lógicamente tiende a la hipertrofia cuanto más poder y decisiones concentra las cuales, en gran parte, en el socialismo deberían pasar paulatinamente a los colectivos sociales, laborales y a las personas, en la medidas que la natural descentralización vaya siendo asumida por los que deben tomar las decisiones a su nivel. Un ejemplo muy claro lo tenemos en losvariados cuerpos de protección, los que, según algunos cálculos, ocupa a decenas de miles de trabajadores.
No es el capitalismo, tampoco el socialismo, una escala de valores, un sistema de buenas o malas costumbres, ni un código de conducta. Es un sistema económico social de producción,con una forma específica de organizar el trabajo, un modo de producción que constituye la base económica sobre la cual descansa toda la superestructura que además del conjunto de instituciones que la conforman, incluye la conciencia social, las formas de pensar y actuar de los individuos. Donde hay “robo”, apropiación de medios y recursos, es porque quienes se apropian de ellos no son los dueños, no se sienten dueños de esos medios y recursos; se los “quitan” al dueño, sea el capitalista privado o estatal. Nadie se roba a sí mismo. La separacióndel hombre de los medios de producción empezó en el esclavismo, continuó en el feudalismo y la perfeccionó el capitalismo con la “acumulación originaria” explicada por Marx en el capítulo homónimo del 1er Tomo de El Capital, pero el capitalismo de estado, creído socialismo, llevó esa separación al paroxismo. Nada más parecido a la “esclavitud generalizada” –modo de producción asiático- de los egipcios o los incas, reseñadas por Marx y Martí.
El individualismo, el egoísmo, no es consustancial al ser humano que, antes al contrario, es por su esencia un ser social que se desarrolló precisamente gracias a la cooperación. El robo no nace con el hombre; que no roba porque instintivamente sea ladrón, sino porque de alguna manera lo utiliza deformadamente para satisfacer alguna carencia creada, a veces artificialmente, por el medio en que se desenvuelve, que puede llegar a corromperlo totalmente. El hombre no es asesino por instinto, pero mata para defenderse, porque lo necesita o está obligado por alguna razón externa, lo que al convertirse en sistemático llega a corromperlo. Son las condiciones materiales de su existencia, las que determinan el comportamiento del ser humano en general. “El ser social, determina la conciencia social”.
El capitalismo no es víctima del robo, es el principal ladrón, puesto que el trabajo asalariado, por su propia naturaleza es un despojo, en tanto que al trabajador le sustrae casi todo el fruto de su trabajo y porque se le impide decidir sobre esa parte sustraída. El salario es corruptor y enajenante porque compra al hombre. Esa naturaleza corrupta del capitalismo es la que genera el robo y todo tipo de putrefacción donde impere como sistema el trabajo asalariado, aberraciones que son traspasadas al “socialismo” que pretenda ser construido con esa arma mellada principal del capitalismo. No es con represión ni leyes voluntaristas que se resuelven los problemas del capitalismo, sino con socialismo. Solo el hombre dueño individual o colectivo de medios de producción es verdaderamente libre, “hombre propio, hombre de sí mismo”, dijo Martí.
Los instintos humanos no hacen buenas o malas a las personas, ni los instintos son buenos o malos. Son las facultades con las que nacen todos los seres humanos para poder sobrevivir en el medio y es éste el que hace que el instinto se manifieste de una u otra forma. El medio, la formación, la educación, son los determinantes. Con la lucha por el control de los primeros excedentes en la descomposición de la Comunidad Primitiva, surgieron las primeras manifestaciones de individualismo y robo, cuando los jefes de tribus empezaron a adueñarse de los sobrantes y a administrar luego el intercambio, apareciendo entonces las clases y las luchas entre ellas, siempre por el control de excedente. Los propietarios explotadores, en todas las épocas, fueron los primeros ladrones.
Los que quieran encontrar en la naturaleza humana, las miserias que engendra la miseria misma, jamás hallarán soluciones a la miseria. Todo proyecto educativo, por muy bien que esté concebido, poco podrá hacer a favor de una conciencia socialista, si la base económica, las relaciones de producción, en la cual se sustenta esa sociedad, no se corresponden con los fines del proyecto educativo en cuestión, pues la práctica real social del trabajo asalariado, lleva intrínsecas todas sus deformaciones y traspasan sus características a la conciencia social.
Los esclavos, que eran simples medios de producción para los esclavistas, se apalencaban y hacían cimarrones. Por las leyes esclavistas eran perseguidos y masacrados, pero a nadie se le ocurre decir hoy que aquellas acciones de los esclavos eran corruptas porque violaban las leyes esclavistas, o que un esclavo revelado que ajusticiara a quien le había azotado, maltratado, abusado de su mujer y sus hijas era un asesino. ¿Y que cosa es el trabajo asalariado, sino la moderna esclavitud de los trabajadores, a los que algunos hasta llaman “capital humano”?
Las leyes en una sociedad socialista deben ser para proteger a los trabajadores y al pueblo en general, para preservar sus conquistas socialistas. Si las leyes son para proteger al estado contra los trabajadores, estamos claramente ante un estado burocrático que poco tiene que ver con los trabajadores y el socialismo. El gran corrupto y corruptor, burócrata y generador de burocratismo es el sistema estatal asalariado centralizado, que paga por emplear, se apropia de la mayor parte de los resultados del trabajo y deja a los trabajadores con insuficientes recursos para su reproducción y la de sus empresas. Este es el mal de fondo, el que hay que arreglar, todo lo otro es secundario.
La superación de las lacras mentales que genera el corruptor trabajo asalariado, pasa por el avance a un nuevo sistema superior, de la organización del trabajo, colectivista, que valore la actividad del colectivo en forma común, que no enfrente al trabajador en forma individual a la máquina y al capitalista y que no ponga a unos trabajadores contra otros. Ese sistema de trabajo que Marx identificó en las cooperativas, es el cooperativista-autogestionario, genérico del socialismo. Son comprensibles los prejuicios contra un sistema autogestionario (empresarial y social) por el manualismo y el dogmatismo extranjerizante todavía existente y porque nunca lo hemos practicado: Debeprobarse.
Que estemos atascados, por las circunstancias históricas en que se dio la Revolución, en ese “socialismo” intentado en el Siglo XX, asumido como capitalismo monopolista de estado, no niega todos los enormes esfuerzos realizados por nuestro pueblo ni las buenas intenciones de la dirección para tratar de desarrollar la economía, ni ensombrece los grandes logros obtenidos a pesar del bloqueo. Expropiamos a los expropiadores, pero no hemos restituido la propiedad a sus auténticos dueños, despojados originalmente: el pueblo, los campesinos y los trabajadores, todo quedó en el estado. Eso es estancamiento en la socialización.
Resistiéndose a las desviaciones propias del capitalismo monopolista de estado burocrático, considerado “socialismo”, no han sido pocos los quehan terminado enfrentados a la Revolución, abandonando el país o hasta integrado organizaciones contrarrevolucionarias. Ha habido revolucionarios que ante la impotencia, la confusión y por su propia incapacidad para comprender estas complejas realidades, han terminado creyéndose anti-socialistas. A veces, típico del oportunismo de algunos burócratas, se ponen trampas y se trata de empujar a las posiciones y filas del enemigo, a quienes se les han opuesto en algunas coyunturas: es la forma de desacreditarlos y destruirlos políticamente. Los débiles, los corruptos y los confundidos, ceden. De los verdaderos comunistas, ni matándonos podrán conseguirlo.
Esto ocurre también porque algunos funcionarios, equivocadamente, han estado enfrentando, desde posiciones represivas el debate ideológico y político dentro de la Revolución, orientado por la dirección. Ese camino de confrontación y esa visión autoritaria de los asuntos ideológicos, que debieran tener otro tratamiento, el correspondiente a las diferencias entre revolucionarios en el campo de las ideas, trajo procesos dañinos y malas consecuencias en otras latitudes y nosotros mismos guardamos amargas experiencias pasadas.
Preservar la Revolución implica socializar la apropiación. Sin ello no será posible mantener la cohesión e integración imprescindibles entre sus fuerzas motrices: los trabajadores manuales e intelectuales, los campesinos, los soldados, los estudiantes y la pobrecía. Mantener, por cualquier razón, bajos niveles de recursos para al consumo directo y altamente centralizados los controles de los medios y las decisiones, acrecienta las contradicciones en el seno de la sociedad.
Los que plantean postergar los cambios necesarios para cuando el imperialismo deje su agresividad contra la Revolución son ingenuos que confían en que algún día le “permitirán” para hacer el socialismo en las fauces del Imperio, o nunca fueron más que ambiciosos que utilizaron el nombre de socialismo para tener hombros en que alzarse, como previno Martí.
Estos problemas deben ser discutidos y resueltos fraternalmente sin graves enfrentamientos en el seno revolucionario, manteniendo la cohesión, que no quiere decir unanimidad. La experiencia enseña que el socialismo “real” sucumbió cuando el inmovilismo terminó agrediendo a los factores del cambio. Si el socialismo cubano ha de triunfar, también en eso ha de cambiar.
Socialismo por la vida.
La Habana, 15 de Octubre de 2008.http://ar.mc396.mail.yahoo.com/mc/compose?to=perucho1949@yahoo.es

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Cuba 2008: entre la realidad y los sueños

Las utopías en el huracán de los cambios
Ramón García Guerra - Para Kaos en la Red

www.kaosenlared.net/noticia/cuba-2008-entre-realidad-suenos




Comienzo con una objeción este artículo. En el editorial de Granma del 29 de septiembre de 2008 se reconoce el estado de emergencia que hoy enfrentamos los cubanos(as). La prensa oficial ha suplido así la ausencia de un Decreto del Consejo de Estado. (Previsto este último en la Constitución de 1992.) La carencia de una legislación en particular sobre estados de emergencia daría margen a la arbitrariedad en el empleo de la fuerza. En esta decisión oficial la única solución parece haber sido confiada a la eficacia de la retórica política. Yo me opongo al acto. Porque las reglas del juego deben ser precisas. En caso contrario no tendría la clase dirigente del país otras fronteras que respetar que no fuera su propia voluntad. Lo que ahora importa no es solamente el resultado a obtener. En cambio, un análisis más detenido de este decreto oficioso nos mostraría una legalidad implícita cuya fuente de legitimidad no sería únicamente la elección política. Es decir, este editorial nos confiesa una razón de Estado que supera la realpolitik --a nivel del discurso, a lo menos--; para apostar por la adopción de prácticas de diálogo, autogestión y consenso en materia de articulación y realización de políticas de Estado. Significa esto, además, la confesión de una teoría democrática alternativa en el poder: no utilitaria (o sustancialista), no legalista (o procedimental). Todo bien. Pero el peligro antes indicado es real y efectivo. Las fuerzas de la reacción podrían sacar partido de dichas políticas de Estado. La política de reordenar a la sociedad, educar para el trabajo, recuperar la capacidad de desarrollo, etcétera está motivando a algunos funcionarios a remozar al socialismo cuartelario en Cuba. En el fondo significa la expresión de una filosofía neofascista que busca criminalizar a las víctimas de sus propias felonías. En verdad no existe un respeto por las leyes en Cuba. Sobre todo, entre la élite en el poder. Pero… La carencia de estas agravaría aún más la situación.
Discutamos los detalles. La clase política en Cuba está integrada por un amplio segmento de cuadros de dirección cuyos orígenes se hallarían en el Estado obrerista (1971-1989). En la estructura de dicha burocracia se encuentra una élite tecnocrática (entre 5-7% del total), que está adscripta al Comité Central (nomenclatura). El grueso de dicha burocracia (más o menos un 47%) tiene un ejército de administrativos bajo su autoridad. (El poder de la misma se hace notorio dada la cantidad excesiva de trámites que deben cumplir los cubanos(as) en la vida cotidiana [entre 1500 y 1700 en total] para lograr solventar cosas nimias. Significa este un eficaz mecanismo de control del “tiempo libre” de las personas. La falta de una visión de conjunto del drama nacional, junto a esta ocupación extra que ofrece el régimen, forman una cortina de humo que nos disociará de lo esencial: ¿Qué hace cada quién con su vida en Cuba? ¿En que país vamos a vivir en el futuro?) Estos cuadros resultan ser la columna vertebral de la actual burocracia en Cuba y, sin duda, serían capaces de echar adelante un proceso político de carácter regresivo, cuyos efectos podrían modificar incluso hasta la constitución misma de la sociedad. (Proceso similar al realizado por la militancia del PSP en la década de 1960.) Por cuanto éstos fueron adoctrinados por los obreristas, hacen uso de amplias cuotas de poder, así como deben su supervivencia al ancie regime. Entonces la retórica política puede ser tan progresiva como la contenida en el editorial de Granma, incluso. Pero esto no resultará freno suficiente contra los lebreles del status quo. Es un estado regresivo que lo sostiene, además, la nueva burguesía nativa. (Sea ésta mike o chatarra, lo mismo da.) La nueva clase tiene una ideología fracturada por dos referentes temporales opuestos –uno, antes de 1968; y otro, sobre los 90s--. No obstante, estos hallan en la sociedad de mercado el punto de contacto. Ubicamos así entre las élites tecnocrática y gerencial el área de peligro.
En este artículo voy a discutir las condiciones de posibilidad del proceso de reformas en curso. En ese sentido hago tal objeción, pues el enemigo nos vigila. Este podría así desviar la ruta. Luego sería difícil regresar al camino correcto. Exigimos pues ordenar la sociedad de forma tal que las astutas estrategias de defensa de la derecha en Cuba apenas resulten en intentos de fuga fallidos. La creación de un entorno político donde el ciudadano(a) pueda ejercer su condición humana --como hacedor de estados alternativos posibles-- sería una condición de posibilidad que induciría a la actualización del régimen socialista cubano. En tal sentido el editorial de Granma resulta el programa mínimo para la realización de dicho entorno. Sugerimos que la estrategia política del Gobierno cubano sea consigo consecuente y viabilice entonces una radical rearticulación de las relaciones entre Estado y sociedad. El editorial es paradigmático al respecto. Por ejemplo, las formas de control ciudadano en la aplicación de la política emergente de precios han sido confiadas tanto a las autoridades locales –que deben “responde(r) por el cumplimiento de lo dispuesto”-- como a la actuación directa --individual y colectiva-- o mediada –a través de organizaciones de masas-- de los actores sociales. La política económica entonces confía la conservación de los equilibrios macroeconómicos a la acción conciente y organizada de las masas populares en la comunidad. La alta política ha convertido a esta última en un campo estratégico de la batalla por el socialismo en Cuba. Las estructuras de poder resultarían así una prolongación de las extremidades sociales del ciudadano. En tal sentido está siendo consecuente en todo el compañero Raúl Castro con la visión horizontal del poder adoptada en las reformas. Exigimos pues convertir esa épica contingente en ética cotidiana. Evitemos con las reformas que la derecha consiga capitalizar tal decisión, para así fortalecer al Estado burocrático policial que la califica, legitima y protege.

El análisis del actual proceso de reformas en Cuba debe considerar un hecho elemental en la política: Las reformas serán el resultado de negociaciones más o menos complejas y difíciles. Grafiquemos este dilema. El ruedo político tiene un área alumbrada por las luchas sociales. En estado de latencia otras batallas han quedado en la penumbra --o la oscuridad total-- con la esperanza de ejercerse en un tiempo histórico propio. (La sociedad sólo se planteará –decía Carlos Marx-- los cambios cuyas condiciones de realización han sido previamente creadas o marchan por tal camino.) Y así, el área donde hay luces es donde se discute el destino real del país. Los actores sociales arrojan sobre el ruedo político cortinas de humo o libran de malezas el campo de batalla. La política en este extremo exige de ingentes esfuerzos por sostener las riendas del proceso de cambios. Los que realiza el compañero Raúl Castro no sería menos. ¿Cómo se podría identificar aquel ‘punto lumínico’ donde las fuerzas políticas en Cuba discuten el destino del país? Porque la tarea es empujar hacia el rojo intenso. En tal sentido el editorial de Granma nos presenta el ofrecimiento por el Gobierno de un pacto cívico. Pacto donde la relación existente entre el Estado y la sociedad es renovada en contra del estatismo. Entonces, insisto, planteo la exigencia de convertir esa épica contingente en ética cotidiana. Es decir, nada se ganaría con salir de la emergencia para luego regresar al punto de partida. Considero este el momento exacto de institucionalizar tales prácticas libertarias en nuestra sociedad. Debemos, además, no confundir la “actitud de resistencia del pueblo” con el “apoyo por consenso al Estado”. Esta sería una manera burda de entender lo que pudiera estar pasando hoy en Cuba. (Politizar la situación es absurdo.) El editorial se refiere al “poder multiplicador de la moral”. (Incluso hace la distinción entre solidarios y egoístas.) Lo cual indica que el editorial --antes que modificar al régimen político del Estado-- sugiere una reforma del estado ético-social de la sociedad.
Detenerse en la reforma política del régimen --y evitar la revolución social-- implicaría ceder terreno ante la reacción. Continuar obliga a reconsiderar la política. (“Lo personal es político” –dicen las feministas, con razón.) En tal sentido las políticas emergentes adoptadas por el Gobierno cubano me parecen correctas. (En este artículo se discute el margen de impunidad que otorgan tales políticas a la derecha.) Propongo adoptar como idea-fuerza la fórmula de participación popular que reconoce el editorial de Granma. Extender, sobre todo, las fórmulas autogestionarias que propone. Los criterios de seguridad alimentaria que alientan al programa de extensión de la agricultura urbana, por ejemplo, podrían ser convertidos en motivo suficiente para la articulación de estrategias de desarrollo endógeno desde la comunidad. Esta política disiparía el síndrome de ingobernabilidad que padece el Estado cubano. Síndrome que impidió en la década de 1990 extender las formas cooperativas a la esfera de los servicios sociales urbanos –tipo UBPC--. La reforma de los servicios públicos debe otorgar mayor autonomía a los colectivos laborales, pero también un poder superior a la comunidad que los recibe. El poder que no disponen hoy los gobiernos locales, debe con urgencia ser recuperado y confiado al pueblo. Intentar aplicar programas punitivos desde el Estado, y así reducir la presión social, para más tarde liberar la iniciativa popular, ha probado ser ineficaz y costoso. (Por ejemplo, la política de reducir primero la demanda habitacional para después liberar el régimen de la propiedad en ese sector ha resultado fallida.) Luego, las fuerzas de izquierda deben reivindicar la “legalidad” que reconoce el editorial de Granma. Esta es una exigencia de tipo institucional que el compañero Raúl Castro ha ratificado.
Desde luego, las reformas deben hallar recursos para sortear ciertas resistencias y darse márgenes de maniobra más flexibles. El empleo de ideas-fuerzas es un método adecuado para alcanzar tales objetivos políticos. El debate público sobre la nueva legislación de seguridad social, por ejemplo, debe avanzar hacia una reforma del régimen laboral de conjunto. Esta sería una discusión sobre una sociedad del trabajador por refundar, en principio, contra medio siglo de aplicación de aquellos criterios productivistas que han legitimado al Estado cubano. El malestar que expresan en asambleas los trabajadores cubanos es el efecto acumulado de un proceso histórico azaroso. La gente no protesta la ruptura de un pacto. (Paternalista, autoritario, policíaco, etcétera.) La gente se molesta con quienes antes los alienaron del producto social y ahora les reclaman un tiempo extra para lo mismo. Porque se puede escapar de una empresa estatal --incluso de un pésimo barrio--; pero desde un Estado hegeliano absoluto el intento de fuga resulta más difícil. En tal sentido las prácticas sociales de resistencia popular son múltiples y variables. Cuando se arrastra el curso por la sociedad se hace evidente el estado existente de anomia social. En la década de 1990 los planes de vida personal y colectiva solían coincidir en un punto allende la frontera nacional. (Incluidos los islotes del mercado hacia el interior.) Todo es diferente en 2008. Las clases altas mueven los resortes del poder en beneficio de los comunes. Las clases medias tienden a capitalizar sus medios y recursos propios. Las clases bajas se empeñan en encontrar formas evasivas nuevas. Frente a tal situación límite las políticas de Estado no deben reducirse a elevar la productividad vía una ampliación de la jornada o la vida laboral.
Desde luego, la sociedad del trabajador es una reducción clasista. En esa sociedad ¿lo doméstico cuenta? Incluso las formas sociales de contenido litúrgico, las no finalistas, etcétera son redomadas en esta sociedad. Aún así puntuemos las características del caso. Por ejemplo, la lógica del capital ha reducido lo social en una sombra que se mueve tras las rejas. (Che Guevara diría: La gente así es tan libre como un mono para saltar dentro de una jaula.) Confunde así la libertad con la opresión. Digamos que revolución, emancipación y socialismo son sinónimos. Porque el trabajo debe ser honor, compromiso y deseo en nuestra sociedad --según la Constitución de 1992--. La crítica ha hecho énfasis en el éxodo de la fuerza laboral joven del país. Y no está mal eso. Pero este análisis sólo considera un costado del asunto. Porque… ¿Podríamos impedir el éxodo de jóvenes apenas con políticas de Estado que ofrezcan a la juventud motivos suficientes para insertarse en programas de desarrollo del Gobierno más “atractivos”? ¿Cubrirían estas políticas el déficit de “productividad” de la fuerza de trabajo actual? (Cuando baja el entusiasmo popular baja la productividad –decía Che--: es hora de rectificar.) Incluso, ¿bastaría con reconvertir las tecnologías del aparato productivo? Y la falta de sentido de vida ¿qué? ¿Qué sería de los jubilados en la calle? ¿Será acaso un tiempo de jubileo el suyo? (En latín jubileo es fiesta.) Etcétera, etcétera. Quevá. El dilema es más complejo pues implicaría una redistribución de la riqueza y del poder en la sociedad. Exigiría, además, un proceso de desalienación del trabajo. Es decir, hacer del trabajo una trinchera donde cumplir un deber social. La cosa no es restringir el espacio a las relaciones mercantiles en la sociedad; sino, fundar una sociedad poscapitalista desde la libertad. Las formas de cogestión de fondos públicos, por ejemplo, sería el primer paso para descalificar el mito político de las gratuidades en Cuba ofrecidas por un Estado-padre-de-familia. Una falacia total. Cuando cada cubano(a) logre recuperar el derecho a disponer sobre las condiciones que aseguran la reproducción de la vida cotidiana, entonces, la cárcel que significa el Estado policial actual se disolverá y formas de realización más plenas emergerán en su lugar. (Proceso que tendría por escenarios básicos a la sociedad local y por actores sociales a las diversas asociaciones civiles.) La crítica debe catalizar el proceso de constitución de una sociedad abierta y libertaria ajena a los criterios racistas, clasicistas y sexistas que sostienen a la sociedad existente en Cuba.
Sin embargo, las reformas en este momento están situando en desventaja a la izquierda en Cuba, mientras la derecha capitaliza a su favor la situación límite que enfrentamos los cubanos(as). Ante todo, el sentido común está enfermo y exige formas económicas privatistas de apropiación del ingreso nacional –del tipo socialista mercantil--. El control de mecanismos de poder institucional en manos de los burócratas, y las formas ideológico-culturales en cuestión, amplían en mucho la capacidad de negociación de la nueva clase. Para colmo el discurso del compañero Raúl Castro en la Asamblea Nacional en febrero último (2008), haría crecer las expectativas sobre las reformas en amplios segmentos de la sociedad. El amplio margen de ubicuidad de aquel discurso; pero, sobre todo, la presión que representa una demanda acumulada desde la década de 1990 –mayor al 56% del PIB--, así como una memoria colectiva que legitima los patrones irresponsables de consumo que antes fomentará el Estado obrerista (años 1970 y 1980), en conjunto, hizo que cada quien se imaginara los cambios a su medida. La clase media urbana –sobre todo, capitalina--, por ejemplo, daba por seguro modificaciones en el régimen de la vivienda, los trámites migratorios externos y el acceso no restringido a Internet. Pero este no sería el contenido del discurso del compañero Raúl Castro el 26 de julio de 2008. Entonces las reacciones son diversas. En cambio, todas ellas coinciden en el efecto de desaliento que dejaron como resultado de sus palabras. Luego, culpar al compañero Raúl es absurdo. La gente se inventa falsos amores a falta de amores reales. Estamos frente al resultado de un proceso histórico (acumulativo) de mediana duración, quizá, insisto, donde la demanda aplazada de los 90 estaría mezclándose con los patrones de consumo de los 80. (Coctel Molotov.) Lo cual complica cierto proceso de transición desde un modelo de hombre masa hacia unas formas ¿libertarias? inciertas de sociedad futura. Etcétera, etcétera.
Quizá sea mejor regresar sobre el discurso de Raúl Castro. Los menos han sido suspicaces y se refieren a una supuesta ralentización de las reformas, en espera del resultado de sendos procesos electorales en Estados Unidos y Venezuela. (Lo cual no estaría mal.) La táctica en cuestión sería premiada al final con unos escenarios más nítidos al instante de definir el curso posterior de las mismas. En virtud de esta dialéctica mi cálculo era favorable a distinguir cuatro etapas del proceso. Según este criterio mío, la etapa de consulta popular había sido realizada entre julio-2007 y febrero-2008. La etapa siguiente debía concluir en julio-2008 con un primer programa de reformas. Estas sólo debían afectar la vida cotidiana de los cubanos, en principio, para “reducir presión a la caldera”. Entonces el debate se centraría en ajustar cuentas con la rémora populista que, al pasar por debajo de la puerta desde la década de 1960, hoy se presenta como la dificultad mayor. La etapa tercera se ubicaría como antesala al Congreso del PC cubano. Período que vendría a coincidir con la presentación de un segundo y último paquete de reformas. Estas últimas traerían a debate las estructuras de poder. (Incluida la reforma del aparato central de Estado cubano anunciada por el compañero Raúl Castro el 24 de febrero de 2008.) Las cuatro etapas en cuestión apenas serían un primer momento del período de gobierno en curso (2008-2012). Proceso que ubicaba como la fase cuarta y final del “período especial” en Cuba (1989-2012). Esta fase define su contenido histórico al lograr (o no) el reciclaje total (o parcial) de aquel modelo socialista igualitario que se extendió entre 1959 y 2001. Después de dicho discurso, sin embargo, hemos tenido que ajustar esta cartografía en algunos puntos y detalles.
La crítica que ofrezco en artículos míos antes publicados en estas páginas de Kaos-Cuba, en principio, ha tratado de modificar la correlación de fuerzas existente en el país. Sobre todo, hemos intentado restar --en el proceso de negociación política-- piezas al tablero; piezas, además, que socorren a la derecha en la articulación de una agenda política, así como facilitan la formación de aquel consenso (regresivo) que torcería el camino de las reformas en curso. Pero esta no ha sido una actitud solitaria en una isla aislada. Los miembros de la Cátedra Haydee Santamaría desde 2000 hemos batallado por recuperar la memoria antifascista y renovar la tradición humanista y popular en Cuba, como antídoto contra aquellas aberraciones políticas que se vienen considerando como socialistas así mismas. (Estructuras que son reproducidas por el oficialismo.) En el discurso del compañero Raúl Castro del pasado 26 de julio, en principio, hallamos una mayor coincidencia con nuestras posturas. Entonces sigo a Raúl Castro, para finalizar este artículo, con lo nuestro más suyo. Cuando habla de asegurar agua potable en los grifos de la región oriental, como algo urgente por su impacto sobre la calidad de vida de casi dos millones de personas, Raúl Castro se refiere además al trabajo de completar infraestructuras inconclusas desde la década de 1960. Y así, ha puesto la mirada en el presente y en el futuro de una vez. Y los sabios que desconfían de políticos así, ¿qué dirán de Raúl? Raúl Castro no lleva ventaja en materia de teorías sociales. Por ejemplo, los estudios subalternos han identificado a figuras clave del proceso hegemónico en el maestro y el policía. Raúl Castro, en cambio, corrige la teoría política al incorporar en el proceso hegemónico socialista al constructor. Exige además un reanclaje de tales figuras en las eticidades de las comunidades de origen de los mismos. (Nada de importar gentes.) Las ciencias sociales en Cuba, en cambio, ni siquiera se dieron por aludidas. Seamos también críticos. Raúl Castro se estaría planteando lo que los académicos no soñamos aún. Lo que no está bien que sea así. Él se puede equivocar y nosotros con él.

Santa Fe, Ciudad de La Habana: 10 de octubre de 2008.
E-mail: ramon0260@gmail.com

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Cuba: economía informal y contradicciones sociopolíticas

La absorción de la economía informal pasa por la transformación socialista del modo de producción e intercambio


Roberto Cobas Avivar - Para Kaos en la Red
www.kaosenlared.net/noticia/cuba-economia-informal-contradicciones-sociopoliticas


“Toda ciencia sería superflua si la forma fenoménica y la esencia de las cosas coincidieran inmediatamente”[1]


La economía informal es un fenómeno socioeconómico inherente al proceso de circulación mercantil de todo sistema económico. El mercado negro que la acoge es un canal de distribución paralelo al formalizado institucionalmente. Su existencia, intensidad y dinámica está dada por múltiples factores objetivos. Entre ellos están la oferta de productos, su demanda, los precios, las políticas regulatorias macro y microeconómicas. La condición primaria que lo propicia es la carencia en el mercado formalizado de alguna oferta demandada. Su estudio exige un esfuerzo complejo de investigación, cuyo fin es proporcionar los instrumentos de política económica que logren minimizar cualquier impacto negativo en la satisfacción de las necesidades de la población, la acumulación excluyente de capital y el funcionamiento de la economía.
En condiciones de una economía de la carencia, como se da en Cuba, la intervención administrativa (y/o policial) del Estado para tratar de eliminar o controlar el mercado negro tiene, por lo general, efectos contraproducentes. Sucede así incluso en las economías de mercado capitalistas en condiciones de carencia de la oferta. Ha tenido lugar siempre de manera pronunciada en momentos de crisis como en Europa después de la II Guerra Mundial o, por ejemplo, en España inmediatamente después de terminada la Guerra Civil. Con respecto a este último caso Carlos Barciela L. (1985), explica “Puede hablarse, pues de un fracaso del sistema de intervención en la agricultura practicado por el Nuevo Estado. Los agricultores rechazaron los cauces oficiales y, a pesar del riesgo que implicaba la participación en el mercado negro, éste se vio más concurrido que el propio mercado oficial”[2].
Con la publicación de sondeos de precios en el mercado informal del país la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE) asume no sólo una obligación profesional institucional, sino una responsabilidad política.
En uno de sus más recientes sondeos[3], la -ONE- se concentra en el análisis de la estructura y los precios de la economía informal que como tal llega a identificar. Las informaciones que se han podido conocer evidencian un sesgo metodológico que compromete el alcance del análisis.
Cuando se decide como ámbito de la economía informal a estudiar, aquel que considera las “unidades económicas que se dedican a la venta de bienes y servicios que son operados por los trabajadores por cuenta propia, estén legalizados o no”, se contamina políticamente el análisis técnico. Las premisas cognitivas entre economía informal y mercado informal y entre su naturaleza regular o ilegal tienden a diluirse. Con la economía informal estaríamos analizando un proceso o subsistema de producción no formalizado. En el mercado informal (negro), en cambio, estarían confluyendo tanto productos de dicho circuito de producción como bienes del sistema económico estatal. Esa contaminación metodológica no tiene sus causas dentro de la -ONE. El hecho de considerar como agentes de la economía informal unidades económicas “legalizadas o no” constituye un reflejo pasivo de las contradicciones de fondo del sistema político.
El trabajo por cuenta propia legalizado es considerado ideológica y burocráticamente como una actividad económica informal. A pesar de que dichas unidades económicas cumplan con la formalidad de pagar las tasas prohibitivas de impuestos con que son grabadas por el Estado, son mantenidas de facto en el estatus político de actividades económicas anormales.
En efecto, el presupuesto metodológico de la -ONE- se enmarca dentro de la asunción ideológica que ha estigmatizado el trabajo por cuenta propia como uno de los males “capitalistas” necesarios del periodo especial en tiempos de paz. En contraste, tal como sabemos, el mal necesario superior sigue siendo el turismo internacional, cuya industria, sin embargo, no está considerada oficialmente como perteneciente al mercado informal. La diferencia política que calza la discriminación ideológica estriba en que los cuentapropistas legales se representan a ellos mismos como ciudadanos, mientras que el turismo internacional representa una fuente crucial de acumulación de capital a disposición del Estado.
Múltiples constataciones de la realidad cubana, justo como la anterior, estarán develando recurrentemente las características del socialismo de estado que se cultiva. Estarán evidenciando la omnipresencia no de la sociedad socialista sino de un estado supra-societal.
Discernir entre actividad económica ilegal y legal, es decir, entre aquella registrada y acogida al régimen fiscal y de seguridad social vigente y aquella que no lo está, es la condición de partida para establecer los ámbitos de la economía informal en Cuba. Apunto los ámbitos, en plural, porque la economía informal en la realidad cubana constituye un fenómeno complejo imposible de reducir a un censo empresarial discriminatorio.
El registro de las empresas en Cuba arroja un aproximado de 3500 entidades estatales. No es posible, sin embargo, definir con precisión la población flotante de unidades económicas informales, es decir, las ilegales a la luz de la actual legislación. Si se toman las informaciones sobre las actividades de prevención del delito se puede ilustrar la situación. Según el periódico Tribuna de la Habana, sólo en el mes de setiembre del 2008 y sólo en la Habana grupos operativos de enfrentamiento al delito cerraron 82 almacenes, 72 fábricas y 31 talleres clandestinos. No es un fenómeno nuevo. Ya en 1997 se publicaba la noticia sobre la intervención de 46 almacenes, 6 fábricas (productoras de artículos de plástico, como en varias fábricas de las ahora cerradas) y dos talleres (quincallería). En los años 1980s grupos de la policía económica de la ciudad de Santiago de Cuba cerraban micro-brigadas informales de constructores que edificaban viviendas con mayor eficacia que las micro-brigadas estatales.
Estas unidades económicas ilegales funcionan esencialmente con insumos estatales. Es decir, se aprovisionan con productos semi-elaborados y elaborados extraídos del sistema económico formal. Pero los insumos que utilizan los cuentapropistas legales provienen mayoritariamente de iguales fuentes. Puesto que no existe un mercado mayorista de suministro formal y estabilizado para dicha actividad. Recordemos que esa actividad es un mal menor, y como tal es inducida a arreglárselas como pueda. Eso es lo que justamente hace ante las inconsecuencias de las reformas económicas. Por lo tanto, según la interpretación del fenómeno por el Vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage D., “la primera tarea de un jefe (administrativo) es que no le roben” (08.06.2008)[4]. La afirmación expresa el calado de la disfunción del sistema empresarial y el abordaje doctrinario en términos políticos. No puede ser de otra manera cuando a rango de primer objetivo se eleva la vigilancia sobre los trabajadores bajo el presupuesto de su susceptibilidad al robo. Lo cual, contradictoriamente, se asume como si el jefe administrativo no fuera en sí mismo objeto y víctima de las disfuncionalidades estructurales del sistema económico.
Si se respeta la opinión pública generalizada en Cuba acerca de la imposibilidad para una familia de cubrir sus necesidades básicas sin los productos y servicios del mercado negro, la dimensión de la economía informal debe tratarse como un fenómeno complejo. Es decir, aquel que no puede ser estudiado concluyentemente desde la perspectiva de una disciplina econométrica, aún cuando la investigación técnica llegue a ser muy bien diseñada.
El reciente estudio presenta una lista de 13 mercancías y 1 servicio de producción o comercialización ilegal en la cabecera de los más demandados. Todo cubano conoce por experiencia propia que en el mercado informal se comercializa una vasta gama de mercancías y servicios, desde los más elementales hasta los más técnicos - como llega a ser, por ejemplo, el servicio de acceso pirata a internet al precio de 50 dólares que le ahorra al usuario cerca de 200 dólares si se pagara el precio legalizado del servicio estatal. Singularmente, los productos alimentarios de mayor demanda en el mercado informal reflejan la estructura culinaria tradicional cubana. La evaluación desideologizada del problema indica la existencia de un mercado paralelo altamente competitivo. Sucede así porque además de contentarse dichos actores del mercado con un margen de ganancias muy inferior a los establecidos por los mercados estatales recaudadores de divisas (hasta 300% en determinados bienes), no asumen los costes normales de inversión y carga fiscal. De hecho lo que se demuestra es la vulnerabilidad y la anomia del monopolio de la economía estatal.
En el trabajo “Cuba: pensamiento crítico y libertad de expresión” [5], pongo de relieve el hecho de resultar: “… altamente sintomático y preocupante que el pueblo, ante la disfuncionalidad de la economía estatal – marcada por la sostenida carencia alimentaria y material y la insuficiencia e ineficiencia de los más diversos servicios sociales – se desentienda de su responsabilidad ciudadana y política y asuma respuestas díscolas a sus urgencias. Caotizantes más aún de la disfuncionalidad de la economía. La conciencia de clase trabajadora en el poder muestra su inconsistencia. Trabajadores argentinos, venezolanos o bolivianos resuelven asumir el riesgo y ocupar una unidad de producción y decidir su autogestión, a contracorriente de los poderes fácticos y de los modelos de gestión que las hacen ineficientes. Ante la amenaza de perder las fuentes de sustento propias y familiares y, dada la renuencia de las autoridades y los propietarios del capital, toman una iniciativa colectiva, social, emprendedora y ponen en funcionamiento los medios de trabajo. Lo hacen con eficiencia y sin patrones encima de sus cabezas. Una apreciable parte, si no mayoritaria, de los trabajadores cubanos, ante la disfuncionalidad de las empresas estatales, opta por la sustracción de sus recursos y el fomento de un abarcador “contrabando” mercantilista (reconocido por las autoridades como un extendido fenómeno de corrupción) o la implementación de cada vez mayores producciones informales fuera de cualquier regulación y atención sistémica. Todo ello eludiendo la iniciativa frontal de tomar autónomamente en sus manos las empresas y definirse por una proyección reconstructora de la realidad socioeconómica. Tales respuestas responderían a verdaderos intereses sociales y develarían en toda su dimensión las contradicciones subyacentes que se desestiman y minan los cimientos de la modelación socioeconómica. Puesto que ante problemas estructurales no resulta determinante aquella parte del sistema que pueda estar funcionando con eficiencia. En consecuencia, la alienación con respecto a los medios de producción estatales, una cultura económica lastrada por la práctica del centralismo económico, el descreimiento en la fuerza renovadora del Partido, el lado paternalista del Estado asegurando a todo coste los servicios universales de salud y educación, el temor a la represión del Estado, se conjugan de manera singular para crear el inmovilismo social ante contradicciones que amenazan con la implosión del Proyecto Socialista. A primera vista puede parecer desacertado el contraste analítico expuesto por tratarse de realidades sociopolíticas decididamente diferentes, las de otros países latinoamericanos y la de Cuba. Sin embargo, es eso precisamente lo que fundamenta el parangón. El análisis crítico del fenómeno social apunta hacia la conciencia de clase del trabajador y hacia la conciencia que posea de su poder revolucionario y transformador.
En “Cuba: hacia el consenso sobre la transformación socialista. Contribución crítica para una Plataforma Programática sobre la transición hacia el Socialismo. Primera y Segunda Parte” (publicado el 11 septiembre de 2008 en Kaos en la Red)[6], retomo la reflexión anterior por lo imperativo de la transformación sistémica del modelo socioeconómico, de cuya ejecutoria depende la reorganización racional de las fuerzas productivas y la liberación de la capacidad emprendedora de la sociedad.
Es ésa la oportunidad que aprovecha una voz de un rotativo digital cubano para confesar diligentemente en un artículo (“W.Bush y algunos en Kaos en la Red”)[7] que: “… por la efeméride seleccionada y este desatinado contenido, difícil me resultó discernir si Cobas estaba homenajeando a Pinochet o a Allende. Amén de la ofensa que implícitamente lleva el mensaje de este neocubanólogo a trabajadores argentinos, el disparate alcanza vuelo extremo desde la ética martiana: ¿cómo es posible justificar un acto delictivo como robar, aun cuando uno necesite determinado producto? ¿Acaso es incierto que para el Héroe Nacional de Cuba la pobreza pasa pero la deshonra no? ¿Queda fuera de la tela de juicio que con ese pensamiento cobasiano se asiste a una convocatoria para que los pobres de la Tierra acudan a sustraer lo que conciban para su bienestar, en vez de luchar por desterrar al Capital y todo lo engendrado por la sociedad de consumo? - fin de a cita. El recurrente empaque demagógico que se hace de las ideas martianas no pasa la coraza que protege las virtudes de dicho ideario.
La incapacidad del pensamiento indoctrinado para discernir sobre el fondo de los contenidos políticos, lleva al periodista cubano al vulgarismo de “interpretar” las necesidades de cambios conceptuales en el sistema socioeconómico y político como una convocatoria para que los pobres de la Tierra se conviertan en ladrones.
La lectura que del contenido expuesto hace el “comunicador social” del medio de prensa cubano no es reducible a un simple ejercicio de demagogia personal. Lo importante no es el análisis crítico del trabajo en cuestión, sino imponerles a los lectores cubanos la imagen de un hereje contrarrevolucionario de baja catadura moral[8]. El método no es nuevo, forma parte de ese legado castrense contra la autonomía de pensamiento y expresión revolucionarias que encontró refugio en la ideología de embates como el de aquel Quinquenio Gris.Teniendo la oportunidad de poner al alcance del criterio de los lectores y del pueblo en general el trabajo que provoca el desasosiego intelectual y político en la dirección editorial, el periódico Adelante prefiere acoger la ignorancia beligerante. El periódico cubano no pone sus páginas al servicio del debate de ideas, sino a disposición del ataque inquisidor a un pensamiento que por independiente y crítico transgrede las percepciones adocenadas sobre la realidad cubana.
La reprimenda de nuestro periodista es interesante en la medida que refleja mucho del estado mental de una prensa apresada en los maniqueísmos integristas de esa línea de pensamiento único que atina a ver en la posibilidad del debate lúcido sobre la transición socialista en nuestro país, “una crítica acérrima del Socialismo en la Mayor de las Antillas”[9]. Más allá del estudio sobre la ceguera a que convida la obnubilación política, escudriñemos cuan subversiva puede ser la realidad objetiva.
El trabajador argentino que asume la responsabilidad de la autogestión de esa fábrica que el propietario ha decidido declarar en bancarrota porque no le trae los beneficios privados esperados, es un trabajador cuya conciencia de clase para sí se ha acrisolado desde la alienación de su condición de fuerza de trabajo asalariada siempre depreciada. En esas condiciones el conciente colectivo ha madurado para dictarle a esos trabajadores el imperativo de la expropiación del capital privado. No ha habido aquí lugar para un comportamiento díscolo individualista, sino espacio político para la concertación de un comportamiento solidario en su condición de clase ninguneada por el orden económico capitalista. Ese trabajador no es un transgresor antisocial, a pesar de que así lo pueda considerar el cuerpo jurídico del estado burgués.
El trabajador cubano que extrae productos de “su” fábrica para venderlos privadamente en ese mercado informal (mercado negro) objeto de investigación por la -ONE- y de represión por el Estado, lo que está exponiendo es un comportamiento díscolo alejado de los presupuestos de conciencia revolucionaria en los que se supone ha sido formado como clase para sí por la propia obra social de la Revolución. Ese trabajador no es necesariamente un transgresor antisocial, a pesar de que así lo pueda considerar el cuerpo jurídico del estado “socialista”. Entonces, ¿Qué ha sucedido con el conciente social del cubano? ¿Por qué falla el trabajo ideológico? ¿Estará la respuesta en el escapismo de que toda sociedad tiene su escoria social incorregible y por eso ahí están los tribunales y las prisiones? Ya que el trabajo ideológico no satisface las expectativas puestas en él, ¿encarcelaremos, en vez de liberar, toda la potencia emprendedora de las fuerzas productivas? Al mismo tiempo desde el Estado se aduce, por paradójico que parezca, sobre la falta de mano de obra como una de las barreras en el incremento de las edificaciones de viviendas.
Tal como indica la realidad cubana, el problema de la economía informal no habla sobre el comportamiento aislado de “elementos lumpen-proletarios”, sino de un problema de “corruptela” generalizada en todo el espacio socioeconómico del país. He destacado corruptela entrecomillas. Porque el hecho de la corrupción como conducta antisocial puede ser calificado en condiciones donde el supuesto acto delictivo carece de premisas potenciales sistémicas. La magnitud y las características del problema hoy en Cuba exigen que el mismo sea tratado como fenómeno socioeconómico y no como accidente ideológico o ético-moral. ¿No lo indica así la evaluación política de la dirigencia partidista acerca de que la primera tarea del jefe administrativo de una empresa es evitar la proclividad del trabajador cubano al robo? ¿Por cuáles razones de mérito la prensa cubana, es decir, la prensa del pueblo, no se plantea el cuestionamiento de semejantes evaluaciones políticas? ¿No es la prensa – plana, radial y televisiva – el vehículo para la articulación de la batalla de ideas, independientemente que sea de la dirigencia partidista y estatal de donde provengan apreciaciones infundadas sobre la realidad?
Mientras tanto, la relevancia socioeconómica del fenómeno la señala más contundentemente el Ministro de Economía (José Luis Rodríguez), cuando afirma que el mercado informal movía a principio de los años 1990 alrededor de 12 mil millones de pesos[10]. Es decir, cerca del equivalente en magnitud a la extraordinaria caída del PIB que provocó la devastadora crisis económica estructural de los años 1990-1993. Ese volumen de la economía informal representa hoy un 25% del producto interior bruto del país (2007).
Parecerían suficientes esas estimaciones para comprender la naturaleza económica y política del fenómeno en cuestión. Sin embargo, a esta situación deben añadirse otras estimaciones que indican la existencia de una importante masa monetaria de divisas libremente convertibles sumergidas en la economía del país. Es decir, de una acumulación de capital privado en potencia fuera de la posibilidad de ser capitalizado productivamente por la economía estatal. Un ejemplo puede ilustrar la dinámica de tal concentración informal de dinero. En el lapso de tiempo de sólo 10 días, a raíz de la coyuntura dada por los estragos de los huracanes Gustav e Ike, entró a Cuba proveniente de los EEUU un cuarto de millón de dólares en remesas familiares[11]. Gran parte de este flujo monetario engrosa la acumulación exclusiva de sus receptores, puesto que la oferta del mercado interno se encuentra en mínimos críticos por el impacto de la catástrofe natural.
En el año 2007 en la economía informal directa, es decir, aquella donde se trabaja a tiempo completo de manera ilegal, se emplearon probablemente no menos de 450 mil personas. He dicho probablemente, porque las estadísticas de la o­nE no lo recogen con rigor. En Cuba, según la oficina de estadística, existen 589.5 miles de trabajadores privados (año 2007). De ello, la información diferencia 138.4 miles de cuentapropistas formalmente legales, aunque puedan estar ideológicamente y administrativamente cuestionados.
Si la evaluación política y la dimensión económica reflejan la magnitud del problema de la economía informal, la “receta” para la acción es profundamente desenfocada. Desde la perspectiva socioeconómica del problema lo que amerita asumir es que hoy funciona en autogestión no irregular sino irregularizada, cuando menos un 9% de la fuerza de trabajo estadísticamente empleada. El desenfoque del diagnóstico político sobre el problema no se refleja en la medida acerca de la vigilancia sobre los trabajadores, sino que se extiende a todo el ámbito de solución que se les propone a los delegados del Poder Popular. Ese ámbito de soluciones (ver la intervención del Vicepresidente del Consejo de Estado ya citada) se centra en factores eminentemente subjetivos. Ninguno de los cuales se relaciona con un fundamento de organización estructural del sistema de producción que allane el camino a la objetividad del idealismo revolucionario del deseado hombre nuevo.
Esos trabajadores cubanos que han sido reprimidos por haber montado, según nos ha revelado la propia prensa cubana, esas 72 fábricas y 31 talleres ilegales no reflejan un comportamiento díscolo individualista, no desde el punto de vista sociológico. Todo lo contrario. Están demostrando un espíritu de emancipación y creación muy lejos de ser estigmatizado ideológicamente ni manipulado con máximas del pensamiento martiano. Esos trabajadores cubanos, muy cercanamente al comportamiento de clase para sí de aquellos trabajadores argentinos, han decidido emanciparse a través de la autogestión productiva. Esos argentinos han rechazado la hegemonía del capital privado sobre su fuerza de trabajo, estos cubanos han rechazado la del capital estatal. Los argentinos, una vez tomadas las fábricas en autogestión, han logrado aprovechar toda la estructura del sistema económico capitalista para producir y comercializar sus mercancías y apropiarse del proceso de reproducción ampliada de su fuerza de trabajo. Los cubanos, una vez creadas las fábricas y talleres precarios, han entrado en un conflicto estructural con el sistema económico “socialista”. No hay comercio mayorista al cual acudir y adquirir libremente los insumos necesarios para la enajenación de sus producciones (problema que sufren por igual los cuentapropistas legales); no hay mercado minorista que sirva de espacio socioeconómico para la realización de su oferta de productos y servicios. No podrán pagar impuestos ni asociarse por concepto de esa actividad económica a la seguridad social. Se trata de trabajadores, cuya preparación educacional es mayoritariamente de nivel secundario y superior. Las circunstancias los convierten en sujetos socioeconómicos emancipados y al mismo tiempo en entes delincuentes objeto de represión policial y política. Estamos hablando de trabajadores, cuya delincuencia radica, en última instancia, en operar al margen del modo de producción estado-centrista impuesto mediante la relación asalariada que nos ha legado el contrato laboral burgués sobre la fuerza de trabajo.
En el ensayo “Cuba: dialéctica de la transformación socialista”[12] (08.10.2007), expongo que: “Por tales motivos, el fomento de las PYMEs (no-estatales) por el Estado está dado a establecer estructuras productivas que pueden hacer auto sostenible la oferta para el mercado interno de la más amplia gama de bienes y servicios de aprovechamiento individual y doméstico”. En consecuencia: “El tratamiento integral a la estructuración de un sector PYMEs (no-estatal) ha de obedecer a criterios que prioricen su eficiencia sistémica y se evite con ello el fenómeno corrosivo de la apertura hacia una economía informal precarizada, sin capacidad de desarrollo propio ni aportación a la economía nacional – fenómeno típico de las realidades socioeconómicas del capitalismo periférico”[13].
El objeto de investigación de la -ONE- podía concebir la interrogante: ¿qué producían esas fábricas y talleres ilegales y qué necesidades de la población cubrían y a qué precios? Sin embargo, el análisis socioeconómico y político del fenómeno plantea otras interpretaciones dialécticas de la realidad social: ¿Cómo organizaban la producción y la circulación de sus productos? ¿Cómo operaban en autogestión? ¿Cuáles y qué normas se establecían en cuanto al principio de democracia económica interna? ¿Cuáles y qué características asumían como negocios capitalistas orientados a la creación de plusvalía aprovechando el trabajo asalariado? ¿Constituyen tales brotes de autonomía ciudadana la pauta que marca la realidad objetiva hacia la reestructuración del sistema de propiedad estatal y el modo de producción actual? ¿Cómo aprovechar esa pauta para establecer, en vez de la represión policial, el debate creativo acerca de la renovación socialista de la participación socioeconómica? A estas interrogantes y sus muchas colaterales intentan acercarse ideas vertidas en trabajos como los publicados por este autor sobre el tema. Ese debate no puede ser contaminado por el fundamentalismo militante de “comunicadores” como el del periódico camagüeyano Adelante.
El periodismo y el sistema de medios de comunicación cubano está llamado a viabilizar el intercambio de ideas en la sociedad y no a fomentar la práctica reaccionaria de la cacería de brujas, propias de los fascismos corrientes y no de una sociedad que puja por la emancipación socialista. Los oportunismos políticos pujan por los espacios que mantengan a la sociedad cubana en el inmovilismo conceptual, pero los medios cubanos tienen que ser vehículos de cultura política, económica y social. Ser cultos para ser libres exige facilitar el libre acceso a la información. Significa acabar con las simulaciones y creer realmente en que al pueblo no se le dice cree, sino lee.


Roberto Cobas Avivar
[1] Karl Marx, “El Capital III”, citado tras Enrique Dussel, en “Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los manuscritos 61-63”, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI Editores, Iztapalapa.
[2] Carlos Barciela López, “Las investigaciones sobre el mercado negro de productos agrarios en la posguerra: situación actual y perspectivas”, Revista de Historia Económica, 1985, Universidad de Alicante; en: http://e.archivo.uc3m.es:8080/dspace/bitstream/10016/1641/1/RHE/-1985- III-1-Barciela.pdf .De fuente cubana puede consultarse el estudio “El mercado negro en Cuba” (2001), elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas del Ministerio de Economía y Planificación (GEPROP –Programas Nacionales de Ciencia y Técnica)
[3] Un informe de unas 20 páginas publicado a raíz de la toma de posesión de Raúl Castro R. como Presidente del Consejo de Estado. Comprende productos y precios entre dic. 2006 y dic. 2007. www.one.cu
[4] Carlos Lage Dávila, Discurso pronunciado en la reunión de los presidentes municipales del Poder Popular, 08 de junio del 2008; en: www.juventudrebelde.cu
[5] Roberto Cobas Avivar, “Cuba: pensamiento crítico y libertad de expresión”, en: www.kaosenlared.net/noticia/cuba-pensamiento-critico-libertad-expresio n
[6] Roberto Coba Avivar, “Cuba: hacia: hacia el consenso sobre la transformación socialista. Contribución crítica para una Plataforma Programática sobre la transición hacia el Socialismo. (Primera y Segunda Parte), en:http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-hacia-consenso-sobre-transform acion-socialista-primera-parteyhttp://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-hacia-consenso-sobre-transform acion-socialista-segunda-parte
[7] Noel Manzanares Blanco, “W. Bush y algunos en Kaos en la Red”, en: www.adelante.cu/noticias/28/9/29/opinión.BusshCamag.php
[8] Ibídem
[9] Ibídem
[10] Jorge Rodríguez Hernández, “Mercado negro, reto de la economía cubana”, en:http://www.voltairenet.org/article156418.html
[11] Francisco Arucaen: Revista Progreso Semanal, http://progreso-semanal.com/index.php?option=com_wrapper&Itemid=41
[12] Roberto Cobas Avivar,”Cuba: dialéctica de la transformación socialista. Hacia un salto de orden cualitativo del desarrollo”, en: www.kaosenlared.net/noticia/cuba-dialectica-transformacion-socialista . Heresaltado en los paréntesis no-estatales para contextualizar las citas en el ensayo referido.
[13] Ibídem

Roberto Cobas Avivar en Kaos en la Red

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lunes, 13 de octubre de 2008

Sobre el formateo de los cubanos


por Gregorio Fox de Cuba - Para kaos en la Red


No de un golpe y sí poco a poco es como Fidel se hizo culpable de muchas cosas. Al margen del bloqueo, que es una poderosa para parte de nuestras desgracias, se acumularon demasiadas piedras y desvíos durante demasiado tiempo y el pueblo esperando en las colas, en las salas de sus hogares, delante de la pantalla de la televisión. Los más viejos esperaron más y los más jóvenes decidieron que esperar no era una solución. El chaparrón de promesas, luego de encender la esperanza, terminaba siempre en una nueva sequía o en una nueva inundación o en cualquier otro desastre o en un giro de timón y nuevos discursos. Y el tiempo pasaba y pasaban miles de águilas por el mar.

Gregorio Fox

He aquí la lista de culpas, a la que se pueden sumar otras si usted lo desea.

1.Fidel asumió la jefatura para siempre, hasta que la muerte nos separe. Tuvo muchos ideales pero nunca vocación democrática. En la base, el pueblo vota por un delegado de circunscripción, entre dos, tres o cuatro candidatos, casi siempre muy desconocidos y además militante casi siempre del Partido. Que no tienen ni un programa mínimo y por tanto ningún compromiso a cumplir con sus electores. Tampoco tienen ningún poder real. De ahí para arriba ya el votante no tiene más nada que ver con las elecciones. Esos delegados eligen a algunos en el Municipio, ya señalados, los del Municipio a algunos de las Provincia, ya señalados, y la composición de esos elige La Asamblea Nacional, y la Asamblea Nacional elige al Presidente, que siempre fue Fidel Castro, excepto esta última que fue su hermano menor. También eligen al Primer Ministro, que siempre fue Fidel, excepto esta última vez. Fidel además ostentó siempre otros cargos: Primer Secretario y Comandante en Jefe. Es decir, ni una gota de grasa fuera del sartén. Esta debe ser una de las fallas estructurales a solucionar de que habló Raúl Castro.

2.Una vez en el Poder, el Poder se centralizó y se centralizó. Se centralizó en Fidel. Se han llegado a colmos que finalmente asombraron a la opinión popular y atascaron muchos mecanismos. A veces hasta el precio de un producto en la red minorista. El precio del huevo o de la prensa lo decidió o aprobó él. Que íbamos a sembrar pangola y a exportar más cítricos que Israel y más queso que Holanda. Que íbamos a hacer 10 millones de toneladas de azúcar, lo decidió él sin consultar. Que las ollas arroceras cocinaban mejor el arroz, que las juntas del Estado eran mejor que las de los merolicos. Que la ofensiva revolucionaria que acabó con los puestos de fritas y papas rellenas, era un paso hacia el socialismo. Y muchas más cosas, cosas increíbles. Nunca consultó nada y el pueblo se enteraba por la prensa y la televisión. Si las decidía él, tenía que ser infalible, porque ya él en persona había meditado la medida muy profundamente, además de que nadie más podía ser culpable si eran erróneas: constituía eso un alivio para otros dirigentes. Esta súper centralización ahogó la iniciativa, creo una disciplina antidemocrática y una dirección tan vertical como la que separa el último piso del Focsa de la acera 25 piso más abajo. Lo que no venía de arriba nunca llegaba abajo.

3.Soldó el Estado con el Partido, el corazón con el cerebro, y luego le atornilló los sindicatos, la UJC, la FMC, los CDR: una sociedad unidimensional. Todos ellos con miembros en el Buró Político, ¿a quien terminan por representar? El ciudadano allá abajo, aguardando por las decisiones de los elegidos y del elegido máximo líder. Era un cerrojo de poder aparentemente invulnerable a cualquier insubordinación, menos a las del día a día y el mucho tiempo.

4. Copió casi enteramente el modelo soviético, de origen estalinista, en que al gran dirigente no había que elegirlo más que por los elegidos, que también comenzaban a perpetuarse en el poder y que tenían la obligación ideológica, política y patriótica de elegirlo siempre por unanimidad. El unanimismo es al mismo tiempo un sustituto de la sacralidad y del culto a los infalibles timoneles, con el cuidado esta vez de no erigir estatuas. A los trabajadores los equiparon con un Expediente Laboral al que iban a parar sus virtudes y defectos, en particular eran graves los defectos políticos, la conflictividad de estar en contra de alguna medida, la manía de dar opiniones diferentes a las que bajaban, tener algún incidente con el administrador o el jefe de personal, etc. El súper estado frente a la micro persona.

5.Barrió desde el principio con toda oposición, no solo de derecha, sino también de izquierda. No tenía vocación democrática. Ni le gustaba discutir mucho con sus subordinados. No comprendía el valor de la oposición y la reelección democrática, que obliga a gobernar los mejor posible a favor del pueblo y la mayoría, que obliga a gobernar al menos pensando en otros, para que el voto, entonces con valor de decisión, te favorezca. Otro es el camino que tomaron recientemente Chávez, Evo, Correa, etc, que siempre convocan a una elección o un referendo para sancionar cualquier medida, porque sabe que eso les da legitimidad y autoridad, dejando el modelo socialista cubano muy en la retaguardia y oliendo a inmovilismo. Ahí el socialismo cubano comenzó a perder su virtud de faro y ahora huele a lo que no se debe hacer. Además de que conduce a callejones sin salida. El socialismo cubano no tiene vocación democrática, en tanto los socialismos del siglo XXI le han arrebatado esa arma a los gobiernos autoritarios y de derecha de América Latina.

6.Barrió con una prensa que significara el más mínimo obstáculo. La prensa pasó a ser un megáfono propagandístico, lo que paró en que la prensa actual, fundamentalmente Granma y el noticiero de televisión, no tienen credibilidad y por tanto escasísima penetración en la conciencia del ciudadano. Con una prensa absolutamente oficialista se trató de formatear no solo al lector sino a la realidad: lo que no aparece en ella no sucede. Es una especie de Realismo Socialista, el mismo que no sobrevivió en literatura cubana, pero que perdura en la prensa. El ciudadano la caracterizó así: el mundo, un desastre, en Cuba todo sigue a pedir de boca. Eso desembocó en el actual fenómeno de despolitización y desideologización que sufre el pueblo cubano. También esta es una de las razones, junto a otros fenómenos enumerados aquí, que logró tantas prohibiciones absurdas, tanta burocracia y tanta corrupción.

7. Cuando se vio que el gobierno cubano no era representativo, se dijo que era participativo. Participativo quería decir mirar la televisión y acudir a todas las manifestaciones y marchas: al final la gente obtenías al menos una bandera cubana y un pulóver, incentivos para caminar y mostrar entusiasmo. Para regalar tantas banderas y pulóver y organizar tantos actos y marchas y tribunas, carpintear tantas tarimas e instalar tantos audios, se creó una industria de apoyo que debe ser bastante costosa.

8. Fidel prácticamente se cogió la televisión para él y se convirtió no solo en el gobernante con más años en el poder de la historia de la humanidad, sino también en el que más ha hablado por la pantalla iluminada. Miles de veces y miles y miles de horas. Ahí educó, educó, hasta que comenzó a írsele la mano y prometer y prometer y repetirse y repetirse. Su verbo incansable e inicialmente muy carismático, eso duró al menos casi tres décadas, cansó a los oyentes. Todas sus buenas intenciones, sin dudas, desembocaron en un gran cansancio del pueblo.

En el capitalismo la sucesión de presidente amortigua este efecto de desgaste que produce 4 u 8 años en el poder. Ahora se va Bush, el insufrible que martirizó al mundo, pero vendrá otro que tiene la excusa que él empezó de cero y ya no es responsable de lo que hizo su antecesor.
Al final de tan larga historia, muchas personas llegaron pensar que Fidel, aunque así no lo sea, estaba más interesado en el Poder que el progreso del País. Y también que no confía en nadie, a pesar de que el pueblo hay mil Camilos y deben haber mil Che y quizás algunos Martí y Maceo, porque sigue hay ahí en el trono secula seculorum. Hasta que la muerte los separe.
Sus grandes virtudes fue hacer la guerra y mantener enhiesta la Isla de Cuba ante la voracidad y agresiones del Imperio. Por eso, no obstante, la Historia le tiene reservado un pedestal y agradecimientos eternos. Pero también la mayoría cree que sin el pueblo de Cuba, que puso la paciencia, la esperanza, la resistencia, la credibilidad y las movilizaciones voluntarias y masivas para los entrenamientos militares y la agricultura, no se habría logrado llegar muy lejos. El gran protagonista, sin tomarse un respiro, de esta gesta de independencia y soberanía, es el pueblo, no le queda dudas a nadie.
El pueblo se hizo culto, rebasó los formatos y formateos y quiere en la actualidad un destino y un futuro que no sea dejarse uncir a viejos o nuevos yugos. Y menos ahora, como diría Silvio Rodríguez, que América Latina canta un himno renovado por el socialismo.
Nadie podría explicar la historia de Cuba de los últimos 50 ó 60 sin él. Fidel fue el que más hizo por Cuba, derrochando valentía, coraje y audacia, sobre todo en su política exterior, pero esa misma persona nos propinó los más grandes retrocesos, en economía, agricultura, democratización de la sociedad, así como en la centralización desmedida de las decisiones y organizando un Partido autotitulado de vanguardia, muy incondicional, que lo acompañó en silencio tanto en los triunfos, algunos esplendorosos, como en las innumerables derrotas, que siempre y a todo trance se quiso transformar en victorias. Aparte de la poca vocación democrática, Fidel sufrió siempre de una incurable alergia a las críticas y autocríticas.
El intento de formatear al cubano en sus ideas y proyectos, desgraciadamente hoy ha desembocado en lo contrario. Su semilla fructificó fuera, pero adentro no crece, descrece más bien, como si el socialismo en verdad fuera estéril. Pero no lo es. Lo cierto es que el socialismo sin democracia y con una sola voz apuntando todos los caminos, termina por extraviar el camino verdadero. Ese no es Socialismo que sacará afuera a los pueblos y lo liberará también de capitalismos voraces y de esos socialismos extraviados por sus propios dirigentes.
Si el socialismo hoy en Cuba exhibiera un currículo económico de veras victorioso en varios renglones, que contribuyeran a la derrota de Bush, el neoliberalismo y el capitalismo salvaje, eso agrandaría mucho la figura de Fidel. Nadie se debe asombrar entonces de que los muchos defectos y errores y extravíos de esa naturaleza, así como políticos, se le achaquen también al máximo líder.

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