por Jorge Rachid
Los procesos electorales suelen ser los principales responsables de desviar los ejes políticos que necesariamente debe transitar la Nación. Nada de lo que hoy se discute transcurre en carriles que alimenten el pensamiento, abonen los proyectos en marcha ni ofrezcan alternativas, sino que por el contrario la frivolización en algún caso y la judicialización en otros tiñen el mapa electoral, acompañados por la descalificación y la falta de respeto al prójimo, adversario o no.
Miles de argentinos se están preguntando: ¿a quien voto?, cuando la pregunta que deberíamos hacernos es que quiero para mi, para mis hijos, para mi país, para mis compatriotas. Sin embargo, la artillería marketinera cotidiana y repetitiva nos ofrece opciones de personajes cuya principal virtud reside en la acumulación de dinero, en haber invertido en imagen, en ser propietario del futuro en paz y en armonía sin tener pasado, construyendo alianzas empresariales al calor de la lucha política y relaciones internacionales de clara identificación ideológica, que después niegan en nuestro país.
Por otro lado algunos, adheridos al mesianismo apocalíptico estimulado por los medios, acumulando temores contenidos ante cada información, construyendo alianzas de signo anti, antes que consolidaciones de pensamiento crítico y propuestas estratégicas, promueven debates tipo talk show televisivos de cruces misilísticos, de picaresca criolla y denostación del adversario, en la promoción del famoso y rentable rating mediático que entusiasma a los productores, paladean los comercializadores y transforman a nuestros compatriotas en televidentes pasivos en vez de electores activos, al pueblo en “gente” y a los ciudadanos en público o clientes. La política, bien, gracias y lejos.
Los desafíos del país en el marco de una crisis internacional inédita no existen en campaña. Eso lo discutimos luego en las Cámaras cuando el pueblo se exprese, siempre y cuando lo haga sin presiones ni prebendas ni mucho menos con fraudes, que ocurren cuando pierden los “políticamente correctos”, en un ejercicio discriminador sobre la pobreza y la humildad rayano al racismo. Si es pobre y vota oficialismo es porque está comprado, no es porque el ser humano y su familia hoy están mejor con trabajo en blanco y los hijos pudieron estudiar en estos años. Vota oficialismo porque entre otras calamidades, no entiende lo que pasa, ni conoce las presiones a la prensa, o las alianzas con “dictadores” como Chávez, no sufre no tener crédito externo, convalida la apropiación de las AFJP. Ellos nunca van a entender semejante situación. Los trabajadores y los pobres son para ellos una subcultura que descalifica su decisión.
La Patria sumergida en estos avatares pierde los ejes de construcción política y posterga las políticas de Estado. Se intenta impedir la consolidación nacional en un momento político internacional único, donde Argentina está en las mejores condiciones de afrontar los desafíos futuros por las previsiones hechas en los años anteriores. Sin embargo todo se niega, se tergiversa y debe ser destruido en aras de un imaginario futuro donde la “armonía” reemplace la crispación, donde los argentinos vivamos en paz sin tocar ningún interés que pueda alterar los ánimos de los poderosos dueños del país, donde la Justicia dócil y los políticos vencidos en sus utopías renueven sus votos de alineamiento internacional, con visión eurocentrista en algunos casos o proimperiales en otros, para que nuestro país deje de ser noticia por sus supuestos fracasos, como haber abonado al FMI para impedir controles virreynales con pretensiones coloniales, o intentar que las empresas monopólicas entregadas en la segunda década infame cumplan sus compromisos de inversión y paguen sus impuestos, o promover que Bush sea sometido al Tribunal Internacional de La Haya por el genocidio contra el pueblo iraquí.
Sin dudas se juegan dos estrategias de campaña electoral que, aunque corta, es sustantiva para el futuro del país. Por un lado quienes pretenden minimizar el discurso a través del individualismo propuesto como ícono de la democracia. “Se vota candidato” es la consigna, no se vota un camino, una propuesta o un modelo de construcción social. No se vota por las leyes laborales ni por políticas sociales, sólo se ofrece el salario para la niñez al mismo tiempo que se quieren eliminar las retenciones a la soja. Un disparate y un insulto a la inteligencia de nuestro pueblo. Se pretende volver al FMI y rechazar el swaps con China por 10000 millones de dólares, y los 1500 millones de Brasil, ambos ofrecidos sin costo ni imposición de compra y de libre disponibilidad. Se estigmatiza la reunión del G-20 por la invitación argentina como si fuese un agravio al país haber participado y proponer frente a los poderosos del mundo la eliminación de los paraísos fiscales y la inversión en producción y trabajo antes que el apuntalamiento al sector financiero responsables de la crisis internacional.
Las elecciones, como cualquier evento político, constituyen una batalla ideológica que solamente no aceptan aquellos que decretaron “el fin de la historia” en los 90 y acordaron el discurso único del neoliberalismo hasta que estalló. La ideología no sólo existe sino que es el motor de la política que deberá ser reivindicada como la herramienta de transformación de los pueblos por construir sociedades mas justas. Volver a la política es el gran desafío de la batalla electoral, sin que nadie se asuste por el término guerrero, ya que la guerra es la continuación de la política por otros medios, pero siempre termina en el mismo lugar que es la mesa de negociaciones. No mesa de imposiciones y de ninguneos de sectores sociales que ven disminuir sus ingresos y apuntalando actitudes egoístas y neoliberales pretenden hacerse dueños de la patria y de sus símbolos, como la bandera y el himno. Quizás lo hayan sido en otras épocas, pero el mundo y la Argentina cambiaron, llegó la hora de reconstruir el Estado de Bienestar después de la noche financiera para lo cual falta un largo camino, pero es el camino, sabiendo de la hipoteca social pendiente y del modelo de construcción social solidario en lo estratégico.
No estamos eligiendo hombres y mujeres más o menos presentables y millonarios. Debemos preguntarnos si son más o menos comprometidos con los humildes y desprotegidos, y si su historia personal corrobora la idea que nos formamos de ellos. No son individualmente los candidatos quienes nos representen, sino las políticas que llevarán adelante, desde una conducción política como en cualquier país del mundo. Por esa razón todas las elecciones son plebiscitarias. Porque nos pueden hacer abandonar el UNASUR y sus iniciativas como el Banco del Sur y el sistema de Defensa continental, nos pueden hacer volver a las AFJP y su saqueo, derogar las leyes del trabajo para flexibilizar a los trabajadores ante la crisis, eliminar el rol del Estado que hoy alienta políticas pro activas de consolidación de empresas y empleo, dejar las rutas áreas, la aduana y el personal embarcado en manos extranjeras, bajar la movilidad jubilatoria, terminar con las Obras Sociales, firmar el ALCA con EEUU y tantas cuestiones que sería largo analizar, pero funesto el solo pensarlas.
Si el camino es el correcto, aún con errores de gestión y de conducción, debemos apuntalarlo para profundizarlo en ese sentido, porque solo así se aventarán los temores ideológicos. En ese sentido duele la crítica por “izquierda” de sectores del campo nacional y popular que llevados por un formalismo complejo en su interpretación, terminan emparentando el camino recorrido con los procesos neoliberales y dictatoriales, aumentando la masa crítica de los sectores de la reacción. Sin dudas todos tenemos propuestas y senderos que transitar aún insatisfechos desde el punto de vista de las utopías, pero no todo debe ser a cualquier precio y menos en un acto electoral. Los peronistas sabemos cual es el aporte al movimiento nacional junto al justicialismo, al movimiento obrero organizado, las organizaciones de base de los movimientos populares, los intelectuales de Carta Abierta, los aliados al proceso de reconstrucción nacional vengan de donde vengan siempre y cuando expresen lo genuino de la lucha por la recuperación de la identidad nacional y la soberanía política con justicia social.
JORGE RACHID
jorgerachid2003@yahoo.com.ar
CABA 13-5-09
Publicado en el diario BAE el 15-5-09
www.jorgerachid.blog
Miles de argentinos se están preguntando: ¿a quien voto?, cuando la pregunta que deberíamos hacernos es que quiero para mi, para mis hijos, para mi país, para mis compatriotas. Sin embargo, la artillería marketinera cotidiana y repetitiva nos ofrece opciones de personajes cuya principal virtud reside en la acumulación de dinero, en haber invertido en imagen, en ser propietario del futuro en paz y en armonía sin tener pasado, construyendo alianzas empresariales al calor de la lucha política y relaciones internacionales de clara identificación ideológica, que después niegan en nuestro país.
Por otro lado algunos, adheridos al mesianismo apocalíptico estimulado por los medios, acumulando temores contenidos ante cada información, construyendo alianzas de signo anti, antes que consolidaciones de pensamiento crítico y propuestas estratégicas, promueven debates tipo talk show televisivos de cruces misilísticos, de picaresca criolla y denostación del adversario, en la promoción del famoso y rentable rating mediático que entusiasma a los productores, paladean los comercializadores y transforman a nuestros compatriotas en televidentes pasivos en vez de electores activos, al pueblo en “gente” y a los ciudadanos en público o clientes. La política, bien, gracias y lejos.
Los desafíos del país en el marco de una crisis internacional inédita no existen en campaña. Eso lo discutimos luego en las Cámaras cuando el pueblo se exprese, siempre y cuando lo haga sin presiones ni prebendas ni mucho menos con fraudes, que ocurren cuando pierden los “políticamente correctos”, en un ejercicio discriminador sobre la pobreza y la humildad rayano al racismo. Si es pobre y vota oficialismo es porque está comprado, no es porque el ser humano y su familia hoy están mejor con trabajo en blanco y los hijos pudieron estudiar en estos años. Vota oficialismo porque entre otras calamidades, no entiende lo que pasa, ni conoce las presiones a la prensa, o las alianzas con “dictadores” como Chávez, no sufre no tener crédito externo, convalida la apropiación de las AFJP. Ellos nunca van a entender semejante situación. Los trabajadores y los pobres son para ellos una subcultura que descalifica su decisión.
La Patria sumergida en estos avatares pierde los ejes de construcción política y posterga las políticas de Estado. Se intenta impedir la consolidación nacional en un momento político internacional único, donde Argentina está en las mejores condiciones de afrontar los desafíos futuros por las previsiones hechas en los años anteriores. Sin embargo todo se niega, se tergiversa y debe ser destruido en aras de un imaginario futuro donde la “armonía” reemplace la crispación, donde los argentinos vivamos en paz sin tocar ningún interés que pueda alterar los ánimos de los poderosos dueños del país, donde la Justicia dócil y los políticos vencidos en sus utopías renueven sus votos de alineamiento internacional, con visión eurocentrista en algunos casos o proimperiales en otros, para que nuestro país deje de ser noticia por sus supuestos fracasos, como haber abonado al FMI para impedir controles virreynales con pretensiones coloniales, o intentar que las empresas monopólicas entregadas en la segunda década infame cumplan sus compromisos de inversión y paguen sus impuestos, o promover que Bush sea sometido al Tribunal Internacional de La Haya por el genocidio contra el pueblo iraquí.
Sin dudas se juegan dos estrategias de campaña electoral que, aunque corta, es sustantiva para el futuro del país. Por un lado quienes pretenden minimizar el discurso a través del individualismo propuesto como ícono de la democracia. “Se vota candidato” es la consigna, no se vota un camino, una propuesta o un modelo de construcción social. No se vota por las leyes laborales ni por políticas sociales, sólo se ofrece el salario para la niñez al mismo tiempo que se quieren eliminar las retenciones a la soja. Un disparate y un insulto a la inteligencia de nuestro pueblo. Se pretende volver al FMI y rechazar el swaps con China por 10000 millones de dólares, y los 1500 millones de Brasil, ambos ofrecidos sin costo ni imposición de compra y de libre disponibilidad. Se estigmatiza la reunión del G-20 por la invitación argentina como si fuese un agravio al país haber participado y proponer frente a los poderosos del mundo la eliminación de los paraísos fiscales y la inversión en producción y trabajo antes que el apuntalamiento al sector financiero responsables de la crisis internacional.
Las elecciones, como cualquier evento político, constituyen una batalla ideológica que solamente no aceptan aquellos que decretaron “el fin de la historia” en los 90 y acordaron el discurso único del neoliberalismo hasta que estalló. La ideología no sólo existe sino que es el motor de la política que deberá ser reivindicada como la herramienta de transformación de los pueblos por construir sociedades mas justas. Volver a la política es el gran desafío de la batalla electoral, sin que nadie se asuste por el término guerrero, ya que la guerra es la continuación de la política por otros medios, pero siempre termina en el mismo lugar que es la mesa de negociaciones. No mesa de imposiciones y de ninguneos de sectores sociales que ven disminuir sus ingresos y apuntalando actitudes egoístas y neoliberales pretenden hacerse dueños de la patria y de sus símbolos, como la bandera y el himno. Quizás lo hayan sido en otras épocas, pero el mundo y la Argentina cambiaron, llegó la hora de reconstruir el Estado de Bienestar después de la noche financiera para lo cual falta un largo camino, pero es el camino, sabiendo de la hipoteca social pendiente y del modelo de construcción social solidario en lo estratégico.
No estamos eligiendo hombres y mujeres más o menos presentables y millonarios. Debemos preguntarnos si son más o menos comprometidos con los humildes y desprotegidos, y si su historia personal corrobora la idea que nos formamos de ellos. No son individualmente los candidatos quienes nos representen, sino las políticas que llevarán adelante, desde una conducción política como en cualquier país del mundo. Por esa razón todas las elecciones son plebiscitarias. Porque nos pueden hacer abandonar el UNASUR y sus iniciativas como el Banco del Sur y el sistema de Defensa continental, nos pueden hacer volver a las AFJP y su saqueo, derogar las leyes del trabajo para flexibilizar a los trabajadores ante la crisis, eliminar el rol del Estado que hoy alienta políticas pro activas de consolidación de empresas y empleo, dejar las rutas áreas, la aduana y el personal embarcado en manos extranjeras, bajar la movilidad jubilatoria, terminar con las Obras Sociales, firmar el ALCA con EEUU y tantas cuestiones que sería largo analizar, pero funesto el solo pensarlas.
Si el camino es el correcto, aún con errores de gestión y de conducción, debemos apuntalarlo para profundizarlo en ese sentido, porque solo así se aventarán los temores ideológicos. En ese sentido duele la crítica por “izquierda” de sectores del campo nacional y popular que llevados por un formalismo complejo en su interpretación, terminan emparentando el camino recorrido con los procesos neoliberales y dictatoriales, aumentando la masa crítica de los sectores de la reacción. Sin dudas todos tenemos propuestas y senderos que transitar aún insatisfechos desde el punto de vista de las utopías, pero no todo debe ser a cualquier precio y menos en un acto electoral. Los peronistas sabemos cual es el aporte al movimiento nacional junto al justicialismo, al movimiento obrero organizado, las organizaciones de base de los movimientos populares, los intelectuales de Carta Abierta, los aliados al proceso de reconstrucción nacional vengan de donde vengan siempre y cuando expresen lo genuino de la lucha por la recuperación de la identidad nacional y la soberanía política con justicia social.
JORGE RACHID
jorgerachid2003@yahoo.com.ar
CABA 13-5-09
Publicado en el diario BAE el 15-5-09
www.jorgerachid.blog
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