sábado, 14 de marzo de 2009

Cuba: En respuesta a los artículos de Yasmina Padrón López y Norelys Morales Pro culto a la revolución o a la personalidad

La democracia directa participativa permanente de abajo arriba impedirá que los errores, que se puedan cometer a cualquier nivel de responsabilidad política, continúen.

Malime Para Kaos en la Red

Somos muchos defensores de la revolución cubana los que nos hemos visto sorprendidos por el cese fulminante de Lage y Pérez Roque, no tanto por el fulminante cese, sino por las explicaciones de su cese, simplemente acusados de jugar “un papel indigno” para conseguir “la miel del poder”.
Debemos considerar que, cuando los que desde nuestra distancia geográfica, limitados del necesario conocimiento que implican esas acusaciones que dieron lugar a la destitución nos atrevemos a opinar, lo hacemos con la osadía de intentar contribuir a defender la revolución cubana en toda su unidad dialéctica de fondo y forma.
Los que tenemos cierta edad y hemos vivido las experiencias históricas de lo que fue el llamado Socialismo Real, la evolución China y Vietnamita, que éramos pro estalinistas porque nos identificamos con el hombre de acero que demostró su dura firmeza con la que parar al nazismo, o pro chinos y pro vietnamitas, que incluso éramos insultados bajo el epíteto de pro soviéticos, superamos el culto a la personalidad que nos hacía ser tan simplemente pro, para intentar ser pro revolucionarios. En ese ánimo nos identificamos con la revolución cubana por encima del papel que pueda corresponder a cada revolucionario cubano, desde el que contribuye desde el más abajo hasta el que ocupa la máxima responsabilidad.
El propio Fidel nos animó a manifestarnos críticamente cuando el 17 de noviembre de 2005 dirigiéndose a los estudiantes anunció que el peligro que corría la revolución era interior. Esa manifestación debe inducirnos a todos, a los que viven directamente la revolución y a los que la vivimos desde más lejos a ser autocríticos en nuestra defensa de ella. Sintiéndonos parte de la revolución porque nuestra concepción internacionalista del proceso revolucionario nos hace ser autoresponsables con las revoluciones nacionales e internacionales.
Sería un golpe a la revolución que ese silencio sobre las causas que dieron lugar a las destituciones implicara a los que hasta ahora se han atrevido a denunciar los aspectos negativos que tiene la revolución, y dejaran de ser críticos. La democracia directa participativa permanente de abajo arriba impedirá que los errores, que se puedan cometer a cualquier nivel de responsabilidad política, continúen. Lo verdaderamente grave sería que tengan que ser los máximos líderes los que estén facultados de esos derechos y sean ellos los únicos que tengan que asumir esa responsabilidad controladora y sancionadora.

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