sábado, 27 de diciembre de 2008

Cuba en el umbral de su tercera independencia

Partido único y dependencia ciudadana, monopolio estatal sobre la propiedad, economía centralizada y coyunturalismo político: la remediable lejanía del Socialismo y la inevitable cercanía de los EEUU


Roberto Cobas Avivar Para Kaos en la Red





Cuba en el umbral de su tercera independencia



I. Barack Obama ante el síndrome cubano



Barack Obama no es heredero directo de la historia de agresión de los EEUU contra Cuba. No es tampoco su heredero de casta. B.Obama, a pesar de ser un producto del tipo de movilidad social clasista estadounidense, constituye un cuerpo extraño en el Establecimiento político al que ahora ha de representar y defender.
Antes de 1959 la agresión de los EEUU contra la nación cubana era perpetrada con la complicidad de las oligarquías criollas. Con la segunda independencia, instalada por la insurrección popular y la Revolución sociopolítica, la agresión de los EEUU queda sin sostén apátrida dentro de Cuba y se desnuda.
“De hecho el foco de resistencia ideológica a la Revolución emigraba para profesionalizar la oposición política de clase que irremediablemente no podrían ejercer desde el interior. El momento es importante por cuanto define la ruptura de intereses de clases irreconciliables. Hacia el seno del proceso revolucionario, en el país, se establecería una lucha de contradicciones, cuyos antagonismos estarían enfrentados dentro de la dialéctica de la construcción de un nuevo paradigma social” (RCA, Brasilia 2003)[1].
Esa lucha de contradicciones por la construcción del nuevo paradigma social del Proyecto Socialista de la Revolución cubana ha parido, sin embargo, un antagonismo interno. El parto, cual fecundación in vitro, ha sido concebido por la necesidad de los EEUU de reconstruir el sostén apátrida que perdió en 1959. Ese sostén apátrida, articulado hoy como oposición ideológica al Proyecto Socialista, no puede valerse económicamente por sí mismo. La razón básica de ello es estructural. El proceso sociopolítico revolucionario ha desarmado el modo de producción capitalista. Es decir, ha desmontado las relaciones socioeconómicas gracias a las cuales los antecesores de esta nueva oposición mantenían la ingerencia económica y política de los EEUU en los asuntos de Cuba. Las perspectivas de futuro de la quinta columna se cifran, por lo tanto, en la subversión de la institucionalidad del sistema político que hoy se da la nación cubana.
En consecuencia, es sencillo advertir que los grupos opositores al Proyecto Socialista cubano están doblemente “condenados”. En principio están “condenados” a luchar por el restablecimiento de la propiedad privada y el trabajo asalariado a ella subordinado, como ejes del orden socioeconómico en el que tendrían el espacio que necesitan para establecerse y prosperar como clase política. Empero, a falta de ideas revolucionarias sus proyectos de subversión pueden sustentarse únicamente con abundante financiación. La cuadratura del círculo le juega una mala pasada a los opositores: están “condenados” a luchar por patrocinadores extranjeros. Los EEUU, como padres de la criatura, los abonan directamente en abierta agresión a la soberanía de Cuba. Otros gobiernos lo hacen o lo permiten a través de la selectiva manipulación de una diversa gama de instrumentos políticos (el Premio Príncipe de Asturias que otorga España, el Premio Sajarov que otorga la UE, los premios de PSF, etc., etc., etc.). Téngase presente que todo ese juego político de una contrarrevolución sin futuro, pero animada por subvenciones monetarias foráneas, crea la paradoja de una oposición ideológica sin otras perspectivas políticas que las de un poder hipotecado.
No es difícil observar que esa necesidad de los EEUU de reconstruir su nuevo sostén apátrida resulta de la drogo-dependencia a una política empeñada en no reconocer a Cuba como el estado-nación soberano que instaura la Revolución en 1959. El problema para los EEUU está en que no es un estado-nación cualquiera. Sino un estado, cuya condición de nacionalidad está dada por un Proyecto Socialista. Y que, como tal, se desenvuelve a pesar de los EEUU.
La política exterior de la Administración de B.Obama con Cuba, en efecto, se encuentra emplazada por los intereses políticos que amamantan el síndrome cubano del Establecimiento estadounidense.
La predisposición de estadista y la autoridad de las urnas le dan a B.Obama suficiente crédito para enfrentar con independencia política los nuevos retos de la política exterior de los EEUU. Pero esos atributos estarán constantemente asediados desde los sectores de poder oligárquicos más retrógrados del Establecimiento político. Para gobernar a favor de los cambios democráticos en las políticas internas y su política exterior, por paradójico que parezca, B.Obama tendrá que gobernar no gracias, sino a pesar de su propia Administración, estrechamente ligada al Establecimiento en las cuestiones claves para la política imperial.
El síndrome cubano que aqueja al Establecimiento usamericano pondrá a prueba la madurez intelectual, la sabiduría política y el talante liberal del nuevo Presidente. El Establecimiento político y su propia Administración no renunciarán a convertirlo en rehén de ese síndrome. Puesto que la superación del mismo por B.Obama pondría en evidencia la debilidad sico-política que han venido padeciendo sus pares en el poder. Y no existen muchos márgenes para la terapia de grupo dentro de las Administraciones estadounidenses. El Estrecho de la Florida constituye el Rubicón para cualquiera de los gobiernos del Norte. Imponer un signo contrario a la política cubana de los EEUU establecerá un parteaguas histórico. El reconocimiento del derecho de Cuba a desarrollar el Proyecto Socialista de la Revolución constituiría una señal inequívoca del renacimiento del espíritu de la República dentro de los EEUU. Y ese cambio de política hacia Cuba constituiría el antes y el después de la Doctrina Monroe de los EEUU en América Latina.
La lectura del reciente mensaje de la consejera de B.Obama, Madeleine Albright, sobre la exigencia a Cuba de “gestos”, relacionados con la oposición interna al proyecto Socialista cubano, revela el resabio político del síndrome cubano. El mensaje no es expresión de solidaridad con los opositores ideológicos y apátridas que dentro de Cuba alimentan con el dinero norteamericano. Roma, como nos ha enseñado la filosofía política de los imperios, le paga a los traidores pero los desprecia[2]. El mensaje del Establecimiento va dirigido a B.Obama.
Ante esos escenarios, la política norteamericana de Cuba se encuentra con un problema de percepción en cuanto a la manera de tirar los puentes sobre los aparentes abismos. Ceder ante la tentación del juego político de “las monedas de cambio”[3] tiene un recorrido severamente limitado, por cuanto la política de un imperio, no importa la decadencia en que se encuentre, responde a los argumentos de la fuerza. Así como la frustración golpea la memoria histórica de España por la derrota a manos de la insurrección independentista de Cuba, la soberbia por similar derrota histórica en 1959 ha obnubilado, hasta hoy, la razón de los vencedores de la Guerra Fría.
La exigencia de los EEUU para que Cuba ponga en libertad a los opositores ideológicos, condenados por delitos contra la nación y el estado cubano, no responde a una plegaria humanista. Por cuanto lo que afanosamente busca EEUU es liberar a sus prisioneros comprometidos. Esa exigencia persigue demostrar la legitimidad de la agresión de los EEUU contra el Estado cubano. Pero esos esfuerzos les tropiezan con un serio problema. A pesar de la financiación de los EEUU, la oposición contrarrevolucionaria al Proyecto Socialista cubano no progresa. El pueblo cubano no les compra la mercancía. La ilusión de los patrocinadores políticos y económicos se desvanece. La jugada que propició el desenlace de la muerte anunciada de aquellos sistemas del llamado socialismo real en las frías latitudes europeas, se antoja imposible en el Caribe.
La oposición ideológica al Proyecto Socialista cubano necesita legitimarse en el estatus de derecha institucional[4]. Pero el afán por el estereotipo burgués devela la estrechez de su pensamiento político. Esa limitación intelectual la hace pasto del oportunismo político de sus ideólogos estadounidenses y europeos (los ideólogos burgueses latinoamericanos parecen raza política inferior, poco dada al patrocinio dilapidador). Para sus aspiraciones, los opositores ideológicos del Socialismo en Cuba necesitan reinventarle al pueblo cubano la sociedad clasista. La naturaleza del empeño pone al descubierto la debilidad de sus paladines. Carecen de poder económico, fuerza ideológica y de arrastre social para la misión. Así las cosas, no constituyen una alternativa de poder en Cuba para los EEUU. Pero la política en la democracia burguesa no ha dejado de ser un negocio.
Esa realidad objetiva es la que explica la razón de Estado para una declaración de amnistía política. La razón para que todos los cubanos condenados por delitos (no violentos) contra la soberanía de la nación y el estado cubano, puedan ser hoy objeto de la magnanimidad de la sociedad cubana. La sociedad cubana está capacitada políticamente para ofrecerles la oportunidad de la integración y la libertad de componer o no el sentido de pertenencia sociopolítica dentro del Proyecto Socialista. Esa es la causa por la cual la declaración de amnistía del Estado constituye una rama de olivo en pos de la participación y la cohesión sociopolítica. Ese es el mensaje de la sociedad para la contrarrevolución. Esa es la decisión soberana del pueblo. Este sigue siendo el momento histórico.
Es el momento histórico para que el proceso sociopolítico cubano suelte las amarras de un "nudo gordiano": la voluntad política de los cambios necesarios no admite ser sacrificada por la apreciación que tenga el Partido (PCC) sobre la vulnerabilidad de la gobernabilidad. Si el Estado cubano se soporta, como se afirma, en el poder popular, semejante “nudo gordiano” no tiene sujeción objetiva alguna. Mantener irresuelta dicha contradicción, significa ni más ni menos que atentar contra la viabilidad política del propio Estado.


II. Soberanía política


La amnistía no constituye Patente de Corzo alguna. No invalida el ejercicio de la ley cubana sobre los delitos contra la soberanía de la nación y el estado cubano. Ni exonera de la ley a los indultados ante la eventual reiteración de los delitos cometidos.
Si la figura jurídica del delito contra la soberanía de la nación y el estado cubano se encuentra debidamente consensuada y tipificada por la legislación, la expresión del disenso político dentro del marco constitucional de la República posee derecho pleno de ciudadanía.
Entender el problema de la legitimidad del disenso político de los ciudadanos cubanos posee dos connotaciones. En primer lugar, significa reconocer que el Socialismo constituye un régimen de derecho. Políticamente significa tributar las garantías de inclusión que encarna el Proyecto Socialista.
El principio dialéctico de un nuevo enfoque revolucionario estriba en el establecimiento de las premisas para la más abarcadora participación política. En condiciones del sistema político de Partido único, abrir los espacios de expresión al pluralismo del pensamiento y la opinión política se torna hoy un derecho ciudadano inexcusable. Un derecho, cuyo ejercicio no puede más que enriquecer la interacción dialéctica del ideario socialista.
La libre expresión del pluralismo del pensamiento y la opinión política constituye condición de cohesión de la sociedad. Negar la manifestación del pluralismo político equivale a lo contrario: a forzar la falsa unanimidad alrededor del Proyecto Socialista a la que en estos momentos alude el Presidente del Consejo de Estado de Cuba[5]. La expresión genuina de esa falsa unanimidad es la doble moral de los comportamientos sociopolíticos presente en la sociedad cubana. Esa doble moral constituyó el terreno en el que se fraguó la implosión de los regimenes del socialismo eurosoviético. Mientras la unanimidad era convertida en fe por el discurso político del Partido y el Estado, la creencia de las sociedades en esos proyectos socialistas estaba profundamente minada. La incapacidad del estado y los partidos en el poder para asumir la democratización del modo de producción y de las relaciones socioeconómicas de los sistemas políticos, fue contumazmente suplantada por la recurrente coacción del pluralismo de la participación social.
Reconocer el derecho ciudadano a la expresión pública del disenso político, significa asumir como criterio de la participación social la diferencia como una virtud. En virtud de lo cual, “lo que hay es que saber llevar las discrepancias con altura, respetando a los demás, sencillamente”[6]. Esa sencillez de la interpretación del Presidente del Consejo de Estado de Cuba exige ser convertida sin ambigüedades en práctica política.
Lo que constatamos hoy, sin embargo, es que la sociedad cubana permanece en una pugna constante con el institucionalismo estadocrático. Esa lucha, lejos de diferenciar entre sí la adhesión y la oposición ideológica, las identifica en una natural causa común. El voluntarismo político que desde el institucionalismo burocrático condena y coacciona el derecho al disenso, crea un permanente caldo de cultivo de oposición al Estado y a las razones del Proyecto Socialista. El hecho sume al Estado en un círculo vicioso de acción-reacción. La coacción política como acción de gobernabilidad conduce a la escalada de la represión. Es la lógica espiral ante la irreductibilidad del disenso a que conlleva la irracionalidad de los dogmatismos. El pluralismo de opinión y expresión política constituye condición elemental para el equilibrio de la relación entre estado de derecho y derecho de ciudadanía.
¿Qué implica el ejercicio del pluralismo político? Lo común de la percepción social apunta mecánicamente a que el régimen que expresa el pluralismo político es por antonomasia el multipartidismo, tal como se da en el capitalismo.
¿Qué representa ese multipartidismo? El multipartidismo es la forma de organización política que permite la reproducción socioeconómica del capitalismo. El multipartidismo en la democracia burguesa no surge como una vía que permita la subversión del sistema capitalista, sino todo lo contrario, su blindaje. Los estudiantes cubanos han tenido la oportunidad de constatar de manera directa cómo precisamente de esa manera lo expresaba el ex presidente James Carter en la Universidad de la Habana[7]. Pero la historia política del siglo XX en América Latina lo demuestra de manera muy particular. Dos ejemplos importan para poner en perspectiva el problema.
El sangriento golpe de estado que derroca el gobierno socialista de Salvador Allende, elegido según las reglas del multipartidismo de la democracia burguesa. La brutal e ilegal reacción de los poderes fácticos capitalistas tuvo una causa. El proyecto socialista del presidente S.Allende no se limitaba en su alcance político a la administración del poder del capitalismo chileno. Es decir, no pretendía la reproducción política del sistema capitalista. Y para lograrlo se atenía a las reglas del juego multipartidista sancionado por la Constitución burguesa. La intención socialista por la vía del parlamentarismo representativo en que se soporta el multipartidismo fue cercenada por la reacción castrense de los susodichos demócratas capitalistas.
El fenómeno de la revolución democrática bolivariana de Venezuela aporta igual enseñanza. El gobierno revolucionario del presidente Hugo Chávez asume el poder por elección según las reglas de la democracia burguesa. Ha sido así no gracias al sistema multipartidista, sino a su pesar. Es la crisis social crónica la que impugna el sistema multipartidista. Ese multipartidismo le ha servido a la burguesía para mantener por decenios la plutocracia capitalista. Razón por la cual no le servía a la sociedad venezolana (a las mayorías) en sus legítimas ansias de emancipación y progreso. Por lo tanto, el proyecto socialista del presidente H.Chávez tampoco se limita, como no se limitaba el de S.Allende, a la administración del poder económico fáctico del capitalismo. No pretende su reproducción, sino su subversión, pero lo hace en el marco del multipartidismo y el parlamentarismo burgués. Sin embargo, la reacción antidemocrática de la clase capitalista no se hace esperar. La oposición ideológica a ese proyecto ha ensayado todos los métodos existentes, incluido el golpe de estado,– excepto el magnicidio, aunque aún lo incita – para violar las reglas del juego de la democracia burguesa y derrocar así el gobierno legalmente constituido. Las propias reglas de su multipartidismo ya no le sirve a la oposición ideológica para retomar el poder político. El país vive en un estado de conmoción constante ante la decisión de la oposición ideológica para revertir por cualquier vía la decisión soberana de la sociedad venezolana; no importa si apegada o no a las reglas de la misma democracia burguesa.
¿Qué enseña el análisis comparativo con Cuba?[8] La dialéctica del proceso de transformaciones revolucionarias en Cuba llevó a la eliminación del sistema de democracia burguesa. Y con ello se elimina precisamente el multipartidismo político capitalista inherente a esa expresión de democracia. No existen en Cuba clases sociales antagónicas que disputen el poder político para sí. La lucha de clases no constituye un artificio de la historia. Expresa el antagonismo de los intereses socioeconómicos sectarios dentro de la sociedad capitalista. Esa lucha de clases ha sido desarmada en Cuba porque han sido desmontadas sus premisas socioeconómicas estructurales. El poder de la propiedad privada ha desaparecido, y con ello ha desaparecido la división de la sociedad en clases antagónicas. ¿Ha de ser esa nueva realidad socioeconómica regida por un sistema multipartidista? No existe el basamento objetivo que así lo condicione. Ante lo cual la democracia puede adquirir otras formas de expresión política. El partido único en Cuba no es el resultado de un diseño preconcebido del sistema político. Es la consecuencia lógica de organización política ante condiciones socioeconómicas nuevas. Es justamente la negación dialéctica del sentido político del multipartidismo capitalista. El sistema de partido único apunta, en consecuencia, a la construcción de un nuevo sistema de poder político.
Sin embargo, el cuestionamiento del sistema de partido único cubano es totalmente legítimo si del problema de la viabilidad del socialismo se trata. El criterio que puede poner en tela de juicio el sistema de partido único es el de la eficiencia política. La eficiencia política en la formación y desarrollo del sistema socioeconómico. Desde esa perspectiva es totalmente admisible la idea del sistema multipartidista, como vía de superación de la ineficiencia política del sistema de partido único. Hablamos del multipartidismo como un sistema de participación política dado a hacer viable y eficiente la formación socioeconómica socialista. No es el multipartidismo, como puede apreciarse, lo que define la naturaleza socialista de la formación socioeconómica. El multipartidismo devendría el instrumento político para consumar la construcción del Socialismo en Cuba.
Por consiguiente, son las definiciones sobre la naturaleza del socialismo las que importan. En ese sentido las potencialidades del sistema de partido único cubano no están aprovechadas. El sistema de partido único en Cuba pierde la capacidad de eficiencia política por la negación de la libre expresión del pluralismo de ideas en el seno de la sociedad. Es importante entender que no hablamos de la eficiencia política en el “cumplimiento de tareas”. Se trata de la eficiencia política del funcionamiento socioeconómico sistémico. El sistema de partido único en ausencia o bajo la coacción del pluralismo de ideas es objetivamente insostenible. En esas condiciones el sistema de partido único cubano bloquea el desenvolvimiento de la democracia socialista que le ha de servir de contrapartida dialéctica.
La realidad cubana está plagada de constataciones que han de servir para comprender la naturaleza de las contradicciones que genera el sistema de partido único, en ausencia de pluralismo del pensamiento, la expresión y la acción política de la sociedad. Destaquemos un problema de complejas implicaciones por su alta sensibilidad interna e internacional.
Medio siglo después del triunfo de la Revolución permanece la prohibición de la libre entrada y salida y asentamiento en Cuba a los propios ciudadanos cubanos. Si la medida respondía a una necesidad de seguridad nacional en tiempos de recrudecida agresión externa contra Cuba e incipiente organización de los servicios policiales y de seguridad, la prohibición desde hace mucho tiempo se ha hecho ex temporánea. Sin embargo, lejos de terminar por reconocer lo inalienable de ese derecho ciudadano, el error político se refuerza con la política de embargo de todos los bienes personales y domésticos de aquellos que deciden precisamente emigrar de forma legal. La expropiación de bienes mal habidos a la oligarquía que literalmente huía del nuevo poder revolucionario[9], se ha metamorfoseado en práctica de expropiación ilegítima contra el ciudadano cubano. Es el institucionalismo estadocrático en constante guerra contra la sociedad. Tales contradicciones se mantienen gracias a la coacción de la expresión del debate plural crítico sobre las mismas. Las consecuencias destructivas de dichas políticas minan la cohesión social y hacen peligrar la viabilidad del Proyecto Socialista en igual o mayor grado que las agresiones externas abiertas. No puede procurarse desarmar la agresión de las humillantes restricciones de viajes a Cuba impuestas por los EEUU a la comunidad cubana emigrada en su territorio (más allá de cómo igualmente humilla con similar prohibición a los propios ciudadanos estadounidenses), mientras el propio estado cubano le conculca el derecho de entrada y salida, asentamiento o no en Cuba a sus ciudadanos.


III. Soberanía económica


El Bloqueo financiero y económico de los EEUU exige ser tratado desde la congruencia con la posición política de soberanía de Cuba. El Bloqueo constituye una agresión unilateral de los EEUU contra Cuba. La legítima demanda de Cuba por la suspensión de la agresión económica a que está sometida, no constituye “moneda de cambio” que sacrifique la obligación de los EEUU y sus aliados a reconocer y respetar el derecho de autodeterminación de la nación cubana. En consecuencia, Cuba no toca a las puertas de los EEUU. Si los EEUU están interesados en la suspensión del Bloqueo, deben decidir entre poner fin a la política de injerencia en los asuntos internos de Cuba o renunciar a sus intereses de restablecer las relaciones económicas con Cuba.
El mensaje a los EEUU no es de “gestos por gestos”. Es el respeto irrestricto del derecho a la autodeterminación de Cuba la condición de partida para el restablecimiento de las relaciones económicas y políticas entre ambos estados. Ese es el único objeto de conversaciones y entendimiento de Cuba con los EEUU. La congruencia de la política de Cuba está en evitar las ambigüedades de los dobles discursos. En no permitir que con el levantamiento parcial o total del Bloqueo se intente legitimar y se mantenga la injerencia política del financiamiento a grupos opositores internos de cualquier signo ideológico.
Hoy la flagrante injerencia de los EEUU en los asuntos internos de Cuba sigue siendo un hecho. Mientras tanto importantes sectores de la economía estadounidense se benefician, a pesar del Bloqueo, de relaciones comerciales con Cuba que le significaron ingresos por más 500 millones de dólares en el año 2006. Mientras que ente el 2001 y el 2007 el monto de las importaciones cubanas alcanzó los 2.280 millones de dólares[10]. La sostenida insuficiencia de la económica ha llevado a Cuba a aceptar de hecho el juego del “garrote y la zanahoria”. Beneficiando a esos productores y comerciantes estadounidenses, Cuba se somete a la imposición política de no poder aprovechar al mismo tiempo los créditos comerciales y a tener que abonar por adelantado en moneda “constante y sonante” los desembolsos por tales compras. Tampoco puede Cuba, en justa correspondencia, solventar con exportaciones apropiadas hacia los EEUU la balanza de pagos por tal comercio.
No cabe duda que el trasfondo político de ese proceder de Cuba, amén de la necesidad económica, obedece al interés de crear un “lobby norteamericano” de presión a favor de la suspensión del Bloqueo. El Bloqueo, sin embargo, constituye un arma política de doble filo para los EEUU. Por cuanto Cuba puede redireccionar hacia América del Sur las importaciones que, bajo condiciones o­nerosas, hoy hace desde los EEUU. Las nuevas alianzas económicas que se tejen en el ámbito de la integración geoeconómica, especialmente con Venezuela y Brasil así como en las relaciones internacionales con China y Rusia, traen a un primer plano la importancia estratégica del multilateralismo para Cuba. Es en el multilateralismo de las relaciones de su economía donde se construye la soberanía económica.
La consecuente aplicación de la política de principios comporta ineludibles implicaciones en la política económica interna. Materializar la voluntad política de reinterpretar y replantear los horizontes de su sistema socioeconómico continúa siendo una necesidad de primer orden.
El pluralismo y la autonomía de la expresión política pública han de dar paso al debate sobre interrogantes meridanas para la sociedad y a inaplazables decisiones políticas. Destaquemos la necesidad perentoria de la reforma estructural de todo el sector de producción de bienes de uso y consumo masivo.
La esfera de servicios como la gastronomía popular (aquella que no incluye los circuitos del turismo internacional) permanece en el estado de ineficiencia crónica de hace 40 años. Pero el Partido sigue imperturbablemente apostando por la propiedad estatal de los medios y la explotación estatal de los recursos a ella destinados. En igual desgaste técnico y moral se encuentra toda la capacidad productiva de una extensa gama de servicios elementales para la sociedad: servicios de reparación de bienes, servicios de peluquería, servicios de mecánica automotriz, servicios de reparación de viviendas y el largo etcétera que podemos listar. ¿Abogar por la organización cooperativa y familiar de tales servicios constituye asumir las posiciones contrarrevolucionarias de la oposición ideológica al Proyecto Socialista? ¿Constituye hacerle concesiones a los EEUU o a cuanto enemigo externo le haya nacido a la Revolución?
La economía de la carencia deviene el resultado directo del círculo vicioso de la ineficiencia sistémica que no pueden recomponer las empresas estatales. La productividad del trabajo resulta incompatible con la centralización de la microeconomía. El efecto de la ineficiencia se multiplica por la incapacidad de ese tejido empresarial para formar cadenas productivas apropiadas en virtud de la ausencia de un mercado real. La afectación es crítica en la producción de bienes industriales, alimentos y víveres. La toma de decisiones políticas que desencadenen tales procesos productivos es lo que da respuesta a las contradicciones irresueltas que los maniatan.
¿La reorganización y fundación de un sector de pequeñas y medianas empresas plenamente autogestionadas no-estatales, sobre el cual se soporte la producción mercantil socialista de la más extendida gama de bienes de uso y consumo de la población, constituye un movimiento de inspiración contrarrevolucionaria? ¿Qué significa lo no-estatal si lo estatal ha sido establecido por el Partido como el paradigma de lo socialista? ¿Es lo no-estatal sinónimo de propiedad privada excluyente? ¿O puede ser una forma de apropiación y explotación social de los factores de producción?
La incoherencia de las definiciones y las indefiniciones políticas en que permanece sumergida la organización de la sociedad y sus formas de auto reproducción se ha enraizado como un auténtico marabú.
¿Dónde están las fronteras que hacen legible las contradicciones dialécticas y las contradicciones antagónicas? La imposibilidad de que la sociedad asuma el control y se plantee respuestas racionales a esos cuestionamientos no está en su falta de capacidad. El institucionalismo estadocrático sobre el que funciona el socialismo de estado cubano se impone como gestor de la reproducción del sistema socioeconómico. Mientras tanto la sociedad cumple tareas. Las contradicciones internas se agolpan unas a otras contra el dique que las represa. La vulnerabilidad ante las hostilidades externas se multiplica por tales causas.


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Como he analizado en el trabajo “CUBA & EEUU: las dos aras del cambio necesario” (primera parte, 09.11.2008)[11], B.Obama y su Administración saben que los nuevos escenarios políticos en la región les obstaculizarán con creces la política del garrote para Cuba y la zanahoria para el resto de los países de América Latina. Así lo confirma ahora la entrada de Cuba al Grupo de Río (17-18.12.2008). Con el fortalecimiento de los lazos de integración multilateral en la región, Cuba retoma la llave del Golfo. La política latinoamericana de los EEUU pasa por la Isla.
Sin embargo, algo queda fuera de dudas. El grado de incertidumbre política de los procesos revolucionarios del entorno es sensiblemente alto. Las oligarquías de las derechas que mantienen el poder económico en toda la región constituyen aliados naturales de los EEUU. Y nada indica que estén dispuestas a entregar las armas ante los movimientos de emancipación que toman cuerpo en sus países. Todo lo contrario. Ante el fracaso del Consenso de Washington que evidencia la actual crisis económica, estamos asistiendo al reposicionamiento de las fuerzas que lo promovieron en los EEUU y de las que cómplicemente lo impusieron en América Latina. La capacidad de regeneración del tejido capitalista regional y global permanece viva. La recurrencia al llamado estado de bienestar ampliará los horizontes de su existencia en los centros capitalistas. La partida se jugará dentro de un ciclo largo (¿otros 50-100 años?), pautado por la reconversión tecnológica de la matriz energética de sus economías. Ello apunta a la obsolencia económica de las fuentes fósiles de energía y al pronto ocaso (¿20-40 años?) de la sustentabilidad de todo desarrollo en ellas soportado[12]. El tiempo sigue estando a su favor.
Cuba no puede más que enfrentar decididamente su tercera independencia. La modernización de su sistema de economía y de su organización sociopolítica con la responsabilidad que exige la consolidación y sustentabilidad de sus fundamentos sistémicos.
Roberto Cobas Avivar
[1] Roberto Cobas Avivar, “CUBA: el desafío de la alternativa. Hacia la negación o en pos de su viabilidad. Una incursión alrededor de las claves”; en:



[2] La historia alecciona sobre la moralidad política de la estirpe imperialista. Fue F.D. Roosevelt quien refiriéndose a los gobernantes latinoamericanos, supeditados a los intereses de los EEUU a costa de los intereses de sus propios países (Somosa,Trujillo & Cia.), los reconocía como unos “hijos de puta”, pero eran, según enfatizaba, "nuestros hijos de puta".


[3] Esa posibilidad ha sido planteada por el Presidente del Consejo de Estado de Cuba, Raúl Castro Ruz, al ser increpado en la conferencia de prensa al final de su visita a Brasil (Diario digital Granma, http://www.granma.cubaweb.cu/2008/12/20/cubamundo/artic03.html ). Los condenados cubanos por delitos contra la soberanía de la nación y el estado cubano habrían de ser intercambiados por los Cinco patriotas cubanos, condenados infundadamente por delitos de espionaje en los EEUU. A los cubanos condenados por Cuba se les prueba el financiamiento de su actividad subversiva por una potencia extranjera, los EEUU. A los condenados por los EEUU no se les prueban los delitos por los que son condenados, especialmente el de espionaje.Para una información exhaustiva sobre del caso ver: http://www.icap.cu/sitioheroes/5heroes_index.htm


[4] En un importante análisis sobre la naturaleza de las contradicciones internas del proceso sociopolítico cubano, Julio C. Guanche expone la tipología de la oposición ideológica interna en Cuba propiamente como derecha. El planteamiento posee solidez cognitiva. Su importancia política radica en que se le quita el velo oportunista de “disidencia” con que se le ha venido tratando de hacer confusa a la sociedad - tanto por sus mismos protagonistas como por el oficialismo y el propio Partido (PCC) - la genealogía ideológica de la oposición al Proyecto Socialista. Ver: “Todo lo que existe merece perecer (o una pregunta distinta sobre la democracia)”; en: http://www.kaosenlared.net/noticia/todo-existe-merece-perecer-pregunta%20-distinta-sobre-democracia


[5] Declaraciones ofrecidas en la entrevista referida en la nota 2


[6] Declaraciones ofrecidas en la entrevista referida en la nota 2.


[7] Remito al trabajo de mi autoría donde se recoge el debate de los estudiantes de la Universidad de la Habana con el ex Presidente James Carter. “Perpetum inamovible” ; en Rebelión,http://www.rebelion.org/hemeroteca/cuba/030805cobas.htm


[8] Ver una exposición más exhaustiva del problema en: “El Socialismo Democrático: Chávez y Venezuela versus Cuba y Fidel”, RCA;
http://www.kaosenlared.net/noticia/socialismo-democratico-chavez-venez%20uela-versus-cuba-fidel


[9] El triunfo de la insurrección nacional de 1959 provoca la estampida de los oligarcas que habían implantado la plutocracia como forma de Estado y Gobierno en Cuba. No les bastó con el saqueo por decenios en contubernio con los EEUU de la renta del país. El asalto a las arcas del erario público con su huida del país queda como el hecho histórico que caracteriza la ideología de los artífices del capitalismo en Cuba.


[10] Jorge Mario Sánchez Egozcue y Juan Triana Cordoví, “Un panorama actual de la Economía Cubana, las transformaciones en curso y sus retos perspectivos (DT)”; Real Instituto el Cano, en: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_G


[11] RCA, “CUBA & EEUU: las dos aras del cambio necesario” (primera parte), en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-eeuu-dos-caras-cambio-necesari%20o-primera-parte-14


[12] RCA, “Cuba: la Isla codiciada”, en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-la-isla-codiciada; así como “Cuba y Venezuela: ante las urgencias de un cambio de época”, en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-venezuela-ante-urgencias-cambio-epoca

Roberto Cobas Avivar en Kaos en la Red

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