jueves, 3 de septiembre de 2009

Las chapucerías tienen una causa política


Los que le interpretaron a Marx no comprendieron esta frase suya que hizo en la “Crítica al programa de Gotha”: “…cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital”.


Chapucerías, un artículo de Félix López[i]


En la era revolucionaria cubana, fue el propio Comandante Fidel Castro, quien se encargó de advertirnos de un lastre que debíamos sacudirnos. Así lo muestra este fragmento de un discurso que pronunció en el temprano 1963: "(? ) Es mucho más político, mucho más socialista, mucho más revolucionario, que esa empresa, en aquel lugar, funcione bien y atienda al público. Y no ocurra, como en algunos casos, que cuando quitaron al dueño y pusieron administrador allí, pusieron un perfecto vago que no atiende a nadie; el otro era un capitalista que defendía sus intereses, y este es un vago que no está dispuesto a defender los intereses de nadie; y como tiene un sueldo asegurado, no se preocupa por atender al público. Que nadie se crea que eso es revolución, que nadie se crea que eso es socialismo. Eso es confundir la chapucería con el socialismo".


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Este comentario de Félix López sobre las chapucerías cubanas, del que entresaco esta frase, evidencia que algo muy grave tiene lugar en Cuba.

O Marx se equivocó cuando en sus manuscritos económicos y filosóficos define el trabajo enajenado, o los que le interpretaron no comprendieron el fondo de esta frase suya que hizo en la “Crítica al programa de Gotha”: “…cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital”.

Para que el trabajo deje de ser trabajo enajenado, una venta de la fuerza de trabajo de los trabajadores a capitalistas o al socialismo burocrático y convertirse en la primera necesidad del ser humano creativo, liberado de toda enajenación, es necesario que exista socialismo integrador y participativo de todos los trabajadores, ya organizados como clase dominante.
Cuando por mandato del tribuno salvador se imponen los administradores, sin control desde abajo, en vez de los trabajadores organizados como clase dominante, controlando el poder político y productivo al mismo tiempo, de forma permanente, de abajo arriba, desde el único lugar donde siempre está organizado, desde los centros de producción hasta la cúspide gubernativa. Es decir ejerciendo la democracia directa sin delegar su responsabilidad política en la llamada clase política, en el ¡PARTIDO!, entonces se establecen las condiciones objetivas para que los trabajadores dejen de ser chapuceros, ser el nuevo ser socialista solidario y creativo, donde el trabajo estimula y les permite plasmar su capacidad creativa.
Los trabajadores organizados como clase dominante desde los lugares donde laboran, eligen a los compañeros con mayor capacidad y respeto para el mejor funcionamiento productivo y político. Esos mandatarios, siguiendo el ejemplo de la Comuna de París, son elegidos con un mandato del que tienen que dar cuenta en cada momento a los que le eligieron, de esa forma directa, pueden ser controlados y revocados cuando defraudan o incumplen con el mandato recibido.
Sin embargo, cuando se tiene poca confianza en los trabajadores, de hecho se cae en posiciones mentales capitalistas, “los trabajadores no valen para dirigir y controlar solo para obedecer a los grandes tribunos salvadores”, a semejanza de Stalin que en aras del desarrollo productivo cercenó el poder soviético leninista imponiendo los administradores. Los soviets (consejos obreros) perdieron todo su significado como elementos de poder de los trabajadores organizados como clase dominante.
La Unión Soviética solo lo era de nombre, el poder estaba en manos del partido, de los aparatichis que finalmente se hicieron burgueses y retornaron al capitalismo, engañando a aquel pueblo que veía la burocracia y confiaba que en el capitalismo disfrutarían de los privilegios y manjares que el turista extranjero mostraba en sus viajes a la URSS.
Los trabajadores no sentían propias las fábricas y no opusieron ninguna resistencia para que estas se privatizaran. Los bonos de propiedad accionista que se repartieron entre los trabajadores, agudizada por la penuria económica fueron vendidos, cayeron en manos de los organizados aparatichis que se hicieron los grandes dueños capitalistas.
Es muy grave que en Cuba después de 50 años de la revolución, se vean esos problemas que se denuncian, pero no se profundice en las causas que les dan lugar, a que los trabajadores sientan el trabajo como algo ajeno, caigan en el chapuceo, roben tabaco o gasolina que venden en un mercado más o menos negro. Que se limiten a sancionar a los chorizos, o fomentar iniciativas al estilo de los paladares como estímulo personal, que poco tiene que ver con la mentalidad socialista en su caminar comunista.
Siempre los administradores impuestos desde arriba terminan relajándose, haciéndose vagos, como se denuncia, o lo más grave constituyéndose en clase dominante con privilegios que están por encima de los que el pueblo disfruta. El tribuno salvador que los impone desde arriba no dispone del ojo de dios que lo ve todo, cuando llega a ver a los vagos o disfrutadores de privilegios clasistas, ya es demasiado tarde para compensar el daño provocado entre el pueblo que sí los vio durante todo el tiempo.
Como muy bien dijo Fidel Castro el 17 de noviembre de 2005 el peligro de la revolución es interior, corresponde a los cubanos honrados el denunciar las carencias de la revolución para que se recupere el que todos los trabajadores se organicen como clase dominante.

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