domingo, 20 de septiembre de 2009

Cuba.- Consulta vs. método de “barrer para adentro”.


¿Consulta o táctica dilatoria? ¿Auto-revisión crítica frente a justificación desinculpadora? ¿Desconcierto?

por Miguel Arencibia Para Kaos en la Red



“El método ya no puede separarse de su objeto.”
(W. Heisenberg)


Una anécdota real para ilustrar sobre el término:
Fines de noviembre de 2006, el teatro, sede de la reunión municipal del Partido, desbordado por los más de 500 militantes de diversos centros, reverbera por el insoportable calor. En la presidencia, representantes del comité municipal y del nivel superior. La reunión se va desarrollando con la habitualidad de su tipo, hasta que alguien del provincial pone como ejemplo negativo que en un núcleo de otro municipio los militantes “se metieron en camisa de o­nce varas”, analizando situaciones generales del país. ¡Vaya, que se pusieron a buscarle la quinta pata al gato!, dice con una sonrisa medio retorcida cual lleva a pensar que a los analizadores en cuestión “les partieron las patas”, no al gato.
El Primer Secretario municipal, muy concordante con el orador del provincial, aduce que no hay que “estar mirando para otros lados, sino únicamente revisarse interiormente cada organismo de base, cada centro, cada uno. Algo así, expresa, como “barrer para adentro”.
Un joven ingeniero, secretario de un importante comité de dirección y, por demás, miembro municipal del Partido, desde el público pide la palabra para ripostar airadamente que si bien es cierto hay que analizar lo que a cada uno toca en el radio de acción, no puede perderse de vista que también somos ciudadanos y, como tal, muchísimas de las cuestiones a nivel de sociedad nos afectan de una forma u otra, y ejemplifica que hace tres meses no logra emerger de la tramitación burocrática en una problemática de vivienda, y que eso no se resuelve con el método a que nos compulsan.
El murmullo de aprobación que sigue a sus palabras crece como una bola de nieve, recorriendo todo el perímetro teatral.
Un ex-coronel, en la cincuentena y ahora laborando en una entidad civil, se refiere a una extensa carta contentiva de propuestas, que él enviara al más alto nivel del país, y sobre la que -pese al año transcurrido- no ha tenido al menos acuse de recibo. Vuelve el murmullo a rondar por asientos y hasta pasillos.
Otro asistente toma la palabra. Esta vez se trata de alguien que ha entrado en la tercera edad, de reconocido de prestigio. Se refiere a cuestiones de macroeconomía y decisiones –según su opinión- no adoptadas o mal tomadas que vienen gravitando perjudicialmente sobre los cubanos, desde hace largo tiempo. Habla de Viet Nam, donde cumplió reciente misión.
Lo dicho por él parecería que se fragmenta en infinidades de comentarios en todo el lunetario y el balcony.La presidencia pide silencio una, dos, tres veces; evidentemente no se concuerda con lo antes señalado por ella.
¡¿Caramba, pero es que aquí también se le está buscando esa quinta pata al gato?!
Cuesta trabajo callar a la gente. La voz del Primer Secretario intenta elevarse por encima de las demás y, gracias a un micrófono que funciona, lo logra para decir mientras se levanta de su asiento que no hay más asuntos que discutir del Orden del Día y que da por concluida la reunión.
Queda perplejo el público, que comienza a desgranarse lleno de insatisfacción fuera del local. Termina así la actividad, medio “como la fiesta del Guatao”, en esta tarde calurosa de noviembre que, de repente, se ha caldeado aún más.
Esta es una de esas tantas reuniones en que se evidenciaba las muchas inquietudes y hasta frustraciones que, insertas en el consciente acallado de la sociedad, ya salían al exterior de los militantes, sus organizaciones de base, así como de los oficialmente denominados ciudadanos “sin categoría política”.
La exhortación de Raúl Castro, en el tercer trimestre del 2007, para la realización de reuniones de análisis (hablar y con toda valentía) se vio por el pueblo como el “maná caído del cielo”. Y pese a conocidos intentos de otras personalidades e instancias de mediatizar y hasta detener las críticas, además de éstas surgieron millonarias propuestas y sugerencias.
Lástima que, al respecto, la parquedad mediática haya estado lindando con el mutismo, así como que el estado de posterior atención de tales proposiciones siga sumamente por debajo de las expectativas populares. No obstante, siempre se mantuvo las esperanzas puestas en el tratamiento que (para/en) el pospuesto VI Congreso se haría de ello.
Sin embargo, a fines de julio, el VII Pleno del Comité Central decide prorrogar sin determinación de fecha el desdibujado VI Congreso y, entre otras acciones previas al mismo, efectuar una (¿otra?) consulta.
Acerca de ello inquirí en artículo anterior (*): “¿Cómo se conjugaría la anunciada nueva consulta a los militantes y al pueblo con la que únicamente un año y medio atrás tuviera por sedes miles de centros laborales, instituciones educacionales y cuadras, y de la que emergieron más de un millón quinientos mil señalamientos y propuestas, de los que aún no se ha dado detalles ni apreciaciones?”
Hoy, nos llega la respuesta.
Han sido orientadas reuniones para las cuales metodológicamente se instruye hacer una valoración de los dos últimos discursos del compañero Raúl, mediante la que se evidencie el nivel de aprobación de su contenido; y, a partir de diez temas que se relacionan y están enumerados consecutivamente, habrá que “propiciar el debate, enfrentamiento y solución de los problemas presentes en el radio de acción.”
Lo que llama sobremanera la atención es que –quizás por inadecuada redacción de la metodología “bajada” centralmente - entre los temas a poner bajo el microscopio, con el prisma de solucionarlos en los centros de trabajo, estudio o las comunidades, parece que la mitad de ellos se autoexcluyen de tan reduccionista visión. Son ellos: la preparación y realización del VI Congreso del Partido;la institucionalización del país y la Contraloría General de la República; Política Exterior; Relaciones con EE.UU.; 50 de Revolución, los retos futuros y las nuevas generaciones.
Es de enfatizar que se autoexcluyen más aún de lo orientado cuando en la metodología se inserta una especificación que (en frase cubana) “no tiene vuelta de hoja”: ESTE PROCESO NO TIENE COMO FIN ELEVAR PLANTEAMIENTOS CON VISTAS A QUE SE BUSQUEN LAS SOLUCIONES A OTROS NIVELES. (cita fiel).
En todo caso, los cinco temas señalados solo serían para precisar el criterio de los debatientes, teniendo los dos discursos enunciados como una especie de acostumbrado guión, por el que se “trilla el camino” o manufactura el consenso, que no es lo mismo pero es igual.
Y en relación con los otros cinco aspectos (Planificación, gastos, ingresos e inversiones; producción y distribución de alimentos; productividad, ahorro, sustitución de importaciones y recursos exportables; empleo, trabajo y necesidad de trabajo; Educación y Salud) dentro del pueblo se comenta que la “consulta” no es para consultarnos sino para decir que nos revisemos sin tirar para arriba. Y que de ellos se trató amplísimamente por el pueblo hace solo un año y diez meses.
Se patentiza que consulta sí fue aquella de finales de 2007, de la que no se tiene precisiones por vía mediática ni de nuestros dirigente, y sobre las cuales hay mantenida y tensionada expectación; tal y como se ansía contar con el programa para atender lo que de ella emergiera y que debería conectar las decisiones y acciones entre todos, en bucle retroactivo desde abajo hacia arriba y viceversa.
Continúa diciendo Liborio (**) que lo de ahora es una táctica dilatoria por la reiterada posposición del VI Congreso. Operación que pasa por la auto-revisión crítica de los “taínos” y la justificación desinculpadora de los “caciques” que se encuentran hoy en lo profundo de un gran desconcierto y no saben por dónde y cómo empezar los reales cambios “de estructuras y de conceptos”.
En fin, que la denominada consulta es la aplicación -como dijera el primer secretario de nuestra anécdota- del método de “barrer para adentro”, que, además, si no fuera para meter los problemas “debajo de la alfombra” sino para que los resolvamos los “de abajo”, entonces resulta muy poco aplicable en un país con tamaña concentración del poder; sin siquiera un mínimo de autogestión social. En el que al nivel de los centros de trabajo, estudio o comunidades muy pocas cosas se puede resolver, debido a la falta de recursos existentes o asignados o a las impuestas restricciones para disponer de ellos, y por lo cual la casi unanimidad de las soluciones de los problemas pasa por una indispensable y suficiente determinación e intervención de los otros niveles. Incluido el nacional, cima adonde parece no llegar inteligiblemente la voz del ciudadano que más los sufre.
Tiene sentido aquí lo escrito por el Dr. Humberto Miranda Alonso en su trabajo Para ir más allá del capital. Autogestión de la vida cuando propuso: “A referéndum habría que llevar las decisiones sobre el programa social en general, las estrategias que afectan a todo el entramado social de corto, mediano y largo alcance.” Y eso se espera hace largo tiempo. Para que, como en un árbol fundacional, unidos y accionando juntos tronco, raíces y ramas -raíces dando la savia, tronco conduciéndola y ramas floreciendo- se logre el estallido primaveral de presente para el presente y también futuro, de una sociedad que es posible (y debemos) hacerla mejor.
Por ello preguntémonos:
¿A estas alturas del tiempo, habrá que “barrer” sólo para “adentro”?


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Socialismo Participativo y Democrático por la vida.
Ciudad de la Habana, 15 de septiembre de 2009
http://ar.mc396.mail.yahoo.com/mc/compose?to=mike.aren@gmail.com
(*) Cuba.- Breve crónica de un extendido aplazamiento (Kaosenlared)
(**) Popular personaje de caricatura que simboliza al pueblo cubano

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